Kiyo Gutiérrez: la performance es una matrix

Kiyo Gutiérrez (Guadalajara, 1987) es una artista de performances. Sus obras se desarrollan como gritos de denuncia contra el poder del patriarcado, los feminicidios y los ecocidios. La realidad abrumadora de México encuentra, en su arte, una resistencia, un freno, una alternativa de comunidad ante tanta destrucción e impunidad. 

Acerca de performance y activismo conversamos con la artista. 


¿Cómo surge tu interés por la performance? ¿Por qué la elegiste como medio de expresión? 

Nace a raíz de la rabia y el dolor de habitar un territorio manchado de sangre, de vivir en un país sumergido en una crisis de violencia. Quise hacer algo para enfrentar esa situación sofocante, apuntarla con el dedo y echar un grito a la cara de los gobernantes y las instituciones que lucran con la vida, y para quienes los cuerpos y el territorio son meros recursos desechables. Fue expulsar toda esa frustración, desesperación y miedo acumulados para convertirlos en resistencia. Creo que elegí la performance en un contexto de destrucción precisamente por sus posibilidades de creación, porque la performance es una especie de lubricante para gestar empatía, alianzas y futuros en donde la diversidad y la vida son la regla y no la excepción. 

En tus obras hay un constante enfrentamiento al poder y al patriarcado. «México feminicida» es tu serie de performance e intervenciones sociales que mejor lo illustra. En ella utilizas los elementos naturales: tierra, agua, aire y fuego; para denunciar los crímenes cometidos contra las mujeres. El pasado 8 de marzo, en Jalisco, una de tus piezas acompañó la marcha feminista con mensajes contundentes como “México feminicida” y “México transfeminicda”. Si bien es cierto que la realidad de México es devastadora, en ese sentido, la fuerza de tu obra radica en la propuesta de un México feminista que le haga frente a tantos crímenes impunes. Háblame un poco de esta serie. ¿Cómo han sido las experiencias durante estas intervenciones públicas de denuncia? ¿Puedes adelantarnos futuras obras o ideas de esta serie?

México Feminicida” es un proyecto de performance colectiva e intervenciones en espacios públicos en contra de la violencia de género e inspirado en los elementos de la naturaleza que has mencionado. Cada mes de marzo, en el contexto del 8M, durante 4 años se activa una pieza distinta. Comenzó en el año 2020 y al día de hoy, se han presentado las intervenciones correspondientes al fuego, tierra y aire. Ha sido un proyecto lleno de retos y enfrentamientos. 

En el año 2021, la intervención inspirada en el elemento del aire fue censurada a pocos días de su presentación en la ciudad de Guadalajara. El museo que me invitó a realizarla retiró su apoyo y la compañía que había contratado para su ejecución también se echó para atrás. El encargado de la compañía me dijo que era un acto con trasfondo político y que podían tener repercusiones, incluso se atrevieron a decir que ellos eran feministas y que entendían la causa, pero que no se iban a arriesgar. ¡Imagínate! Fue muy frustrante toparme de frente con la censura, la tibieza ante tan grave problemática, el institucionalismo y el patriarcado. Para realizar la pieza me vi negociando con hombres que no están dispuestos a denunciar, que no quieren reconocer la crisis de violencia en contra de la mujer, ni su urgencia, porque no les interesa o porque creen que no es beneficioso para ellos ¡Es indignante! 

Pero siempre hay estrategias alternativas y maneras de navegar el sistema. Al final, esta pieza, aunque adaptada, logró mantenerse en el aire, y fue gracias al sostén de un grupo de mujeres y al poder del acto colectivo femenino. Precisamente, esta serie además de denunciar al estado feminicida, habla sobre las alianzas estratégicas que podemos lograr las mujeres (y que estamos logrando) y que, a pesar de nuestras diferencias de contextos, cuerpos, historias y saberes, sí que podemos imaginar futuros en común, y luchar contra el hecho de que la desaparición, la muerte y la impunidad siga siendo el destino que nos impone el estado. El próximo año será el turno de la pieza correspondiente al agua. 

También en tus piezas hay una profunda conexión con la tierra, tanto así que varios de tus trabajos denuncian la contaminación, la insalubridad y destrucción del planeta. ¿Qué representa la ecosostenibilidad en tus performance? En tu caso, ¿qué conexión existe entre el cuerpo y la tierra?

Trato de visibilizar las conexiones entre la explotación y el maltrato al planeta Tierra y la violencia ejercida sobre los cuerpos femeninos y feminizados. El ecocidio y el feminicidio van de la mano. Se trata de cuestionar al sistema capitalista-patriarcal asesino y a sus políticas de destrucción, pero también, y sobre todo, de encontrar otras formas de relacionarnos desde el cuerpo con el medio ambiente y con los seres con los que compartimos el planeta. En esa búsqueda de una relación armónica por la vida a partir del territorio y del cuerpo, me he enfocado en las posibilidades de colaboración entre distintas especies. 

Para ello, en un proyecto en desarrollo de perfomance, escultura, fotografía y sonido llamado “Mujer Apis”, decidí aliarme con una especie en peligro de extinción, las abejas apis mellifera. Invité a una abeja reina a fundar su colonia en la azotea de mi casa. La alianza fue sellada a través de una performance-ritual en donde ofrendé a la colmena una máscara de mi rostro que las abejas terminaron de esculpir y transformar con cera, miel, néctar y propóleo. Esta máscara elaborada a través de la colaboración multiespecie, encarna las porosas y permeables fronteras corporales y cuestiona la rigidez y la validez de los binomios cultura/naturaleza, interior/exterior, humano/animal y yo/otrx que la narrativa patriarcal nos ha impuesto. 

Cuidar a las abejas, observarlas de cerca, aprender y crear con ellas cultiva espacios íntimos de responsabilidad, presencia y conexión. Abrir la colmena es además reconectar con el ecosistema. Ahí dentro están las flores, las fuentes de agua cercanas, la resina de los árboles, los insecticidas que utilizamos. Un microcosmos potente que visibiliza las interrelaciones que forman y sostienen el mundo. Nuestras acciones repercuten directamente sobre el entorno y nuestro cuerpo es parte de este. Urge reconectar con la Tierra y con los seres que la habitan. Alienarnos de ella nos ha llevado justo a la situación crítica en la que hoy nos encontramos. 

Las culturas mesoamericanas tienen una fuerte presencia en tu trabajo. Reivindicas el legado mexicano desde una postura descolonizadora y anticapitalista. El cuerpo performático es también un medio para (re)construir identidades perdidas o saboteadas. ¿Cómo han servido tus performances para (re)construir las múltiples identidades de México? 

No creo que mis performances reconstruyan, ni reivindiquen identidades perdidas o saboteadas. Lo que yo hago solo puede hablar desde mi postura y desde esta me pregunto ¿cuál es el papel de las mujeres blancas y /o mestizas dentro de la lucha decolonial? Pensar una humanidad abierta a relacionarse con lo no-humano, desmontar la idea de la identidad nacional, como plantea la lingüista y activista de la comunidad mixe Yásnaya Aguilar, y los feminismos comunitarios que proponen las mujeres indígenas, son algunas de las propuestas del pensamiento mesoamericano que me inspiran a contribuir desde mi trinchera a la decolonización y a seguir creando.  

Para terminar, ¿qué es para ti la performance?

Es una matrix hacia otros mundos. Un portal activado por la creatividad con el potencial de erosionar, romper sistemas y de desafiar al patriarcado, mientras construye puentes de solidaridad entre territorios, especies y cuerpos.


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© Imagen de portada: Kiyo Gutiérrez: ‘Derrame Spill’, por Pistor Orendain.




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