Yali Romagoza: Cuquita The Cuban Doll

¡Quién no recuerda esas cuquitas que venían en las últimas páginas de las revistas cubanas para niños y adolescentes! Yali Romagoza (La Habana, Cuba 1984) es una artista de la diáspora cubana que le ha dado vida a esas cuquitas. Entre maquillajes, pelucas, recortes y amplificaciones, nace su alter ego Cuquita The Cuban Doll; un personaje que enfrenta y critica los sistemas de poder. No puede decirse que una cuquita es un títere ni que una muñeca de papel es más débil que el trapo o el plástico. Al contrario, cartones y retazos de tela son para Yali un arma que dispara contra instituciones y hegemonías. El vestuario, el collage y la performance hacen que Cuquita hable sin decir palabras, sus gestos son contundentes. 

¿Cuándo comienzas a utilizar tu cuerpo como medio de expresión artística? 

Yo crecí en los años noventa, en el Período Especial, en medio de apagones, picadillo de soya, cerelá, agua con azúcar, por solo mencionar algunos de los precarios alimentos que habían disponibles. También sin juguetes, ropa, etc. Discursos de Fidel Castro por horas en la televisión, (las únicas en las que había electricidad). La creciente desigualdad social debido a la despenalización del dolar, la invasión de turistas y el ascenso de la prostitución; el auge de las empresas extranjeras, las remesas familiares. El escape de cientos de cubanes hacia los EU, los llamados “balseros”, muches murieron en el mar. 

Este trauma informa mi interés en el cuerpo, ya que me refugié en mí misma y entendí mi cuerpo como espacio de supervivencia. Mi acercamiento a la performance vino a través de mis estudios de Historia del Arte, ya que soy graduada de Licenciatura en Historia del Arte en la Universidad de La Habana. También de mi interés con la ropa. Yo siempre he sido muy callada, y la expresión oral nunca ha sido mi formato más cómodo de comunicación; tampoco la escritura. 

¿Quiénes fueron tus primeras influencias en el mundo de la performance?

Desde muy temprano en mi adolescencia empecé a vestirme con ropa que yo misma me hacía. Y encontré en el vestuario un modo de comunicar mi individualidad en contra de la sociedad igualitaria que el gobierno comunista ha intentado imponer en Cuba por más de sesenta años. Así llegué a la Cátedra de Arte de Conducta, donde fui miembro desde 2007 hasta 2009; creada por la artista Tania Bruguera, en La Habana; allí la performance se conectaba con muchas disciplinas del arte y la vida, como la política y la crítica social. 

Has construido tu alter ego Cuquita Cuban Doll como un cuerpo performático con identidad e imagen propia. La cuquita que conocíamos como juego de niños contigo toma vida, con todo lo que significa vivir y hacer vivir algo. ¿Cómo nace entonces este personaje? ¿Cuál es su propósito?

Cuquita The Cuban Doll es mi alter-ego inspirado en las cuquitas cubanas. Recuerdo cuando niña coleccionaba las cuquitas que venían en la revista Mujeres. Las recortaba y vestía con diferentes estilos. Yo siempre digo que en vez de jugar con barbies yo jugué con cuquitas. Parto de esa memoria para la construcción de Cuquita como personaje. Cuquita The Cuban Doll surge en el año 2018, después de siete años viviendo en los Estado Unidos y buscando reconstruir un hogar cultural dentro de la escena artística, donde a menudo no me siento incluida o representada. Cuquita The Cuban Doll transforma su apariencia constantemente borrando nociones de raza, etnicidad, cuerpo femenino. Ella es híbrida por naturaleza, narra lo que significa existir en un espacio entre culturas. Cuquita como personaje desmantela la noción de una única identidad cubana desafiando los estereotipos impuestos por la supremacía occidental. 

Dentro de tu trabajo existe una serie de performances que defines como “acciones performativas no anunciada”. Se titulan No me pongan en lo oscuro (Do not bury me in Darkness) y consisten en protestas pacíficas frente a diferentes instituciones de arte como el Museo Metropolitano de New York, Museo Guggenheim, MOMA y Feria de Arte Basel Miami. ¿Cuál es la razón detrás de estas protestas performáticas? ¿Ha habido alguna reacción de las instituciones a las que confrontan?

No me pongan en lo Oscuro (Do not Bury me in Darkness) es una serie en curso de “acciones performativas no anunciadas” en instituciones de arte como museos y ferias responsables de la invisibilidad y el borrado de la artista latina en la diáspora dentro del sistema del arte. La “acción performativa no anunciada” consiste en aparecer como mi alter-ego, sin previo aviso, en el espacio público donde se encuentran estas instituciones. Invito a otras performers identificadas como mujeres de origen latina, a participar conmigo, actuando también como Cuquita, la muñeca cubana. Permanecemos inmóviles durante media hora usando penes simulados como parte de nuestro vestuario, a veces sosteniendo carteles para difundir nuestro  mensajes de igualdad para las mujeres artistas Latinas/Latinx en el mundo del arte. 

Con más de diez años viviendo y creando en Estados Unidos, siendo una artista migrante y habiendo conocido tanto la experiencia del comunismo como el capitalismo, ¿cuáles son los retos de hacer arte en tierra de nadie?

Una vez que te vas de Cuba perdemos, en el caso de los artistas visuales cubanes, nuestro “privilegio de nacionalidad”Hay un valor en exhibir y coleccionar arte hecho por artistas cubanes que viven en Cuba y no en la diáspora. Arlene Dávila en su libro Latinx Art menciona este dilema  a través de la voz de Juana Valdés que dice if you’re in Cuba, you’re it (Si estás en Cuba, eres). Dávila continua expresando que muchos artistas cubanes refuerzan sus vínculos con Cuba, algunes estableciendo proyectos o manteniendo residencias en la isla como forma de incrementar su valor en el exterior. Un coleccionista vino una vez a mi estudio interesado en mi trabajo y cuando descubrió que yo no vivía más en Cuba, abruptamente se fue con nada en las manos.

Por otro lado en la sociedad estadounidense existen tensiones raciales, de exclusión y discriminación con respecto a los artistas Latinx. Estados Unidos como sociedad se resiste a reconocer y representar las diferentes culturas e identidades, orígenes e historias que constituyen lo Latinx. ¿En este panorama, cómo se puede hacer arte? Bueno, es complicado y a tiempos exhausto. Vine a los EE. UU. cuando tenía poco más de veinte años y mi experiencia como cuerpo diaspórico femenino ha marcado mi práctica artística, compartiendo mis sentimientos de vulnerabilidad, desplazamiento y alteridad. Mi misión como artista es hacer visible estas problemáticas pese a todas las contrariedades.  

Para finalizar, siempre hago esta pregunta a lxs performers que entrevisto. ¿Qué es para ti y cómo vives la performance?

Como mujer, la performance me da la oportunidad de crear espacios de expresión que pueden existir fuera o dentro de la institución arte, la cual a las mujeres nos da oportunidades limitadas. También incluye una subversión directa a las convenciones cotidianas.


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© Imagen de portada, cortesía de Yali Romagoza: ‘Meditating my Way out of Capitalism and Communism. 12410 Days of Isolation’, 2018.




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Yali RomagozaRaychel Carrión y Jesús Hdez-Güerocomparten mucho con el artista Hamlet Lavastida. Proceden de la misma generación artística, se formaron en los mismos espacios, participaron en los mismos eventos expositivos y coincidieron en los mismos círculos de amigos.