Mi papá fantasea con Haila María Mompié y Vania Borges, las chicas Bamboleo.
En su cerebro se reproducen 57 imágenes de las mulatonas “retozando”. Son sus celebrities favoritas. Las admira. Por eso se permite fantasear con ellas. Se han convertido en sus sex symbols. Los últimos rumores en torno a la sexualidad de las “calvitas”, aceleraron la frecuencia de esas imágenes en su cerebro. Ahora “sobreidealiza” a las Bamboleo.
No lo juzgo. Todos lo hacemos con nuestras celebridades predilectas. No es delito. A los famosos no les afecta. Es solo un fetiche que tiene cabida en nuestras fantasías.
PLAYLIST
- Hillary Clinton and Michelle Obama discover Secret desire for One Another;
- Ariana Grande Interracial Gangbang;
- Gal Gadot Naked Blowjob;
- Emma Watson the Legend spanking;
- Angelina Jolie Hardcore Anal Sex;
- Nataly Portman loves playing with her pussy;
- Salma Hayek (From Dusk Till Dawn);
- Brad Pitt and DiCaprio have a dirty little secret at the dark chamber while Tarantino records…
Esto es carnada fácil. Un clickbait. Un recurso gastado que siempre funciona. Imagino que cada título haya liberado una tormenta de imágenes en tu cabeza. Tal vez hasta alcanzaste a visualizar un plano, una escena. La curiosidad —para no llamarlo de otra forma— te puede.
Take it easy! Todo esto está online. No es un montaje. Está disponible y es gratuito. Como tú y yo, millones de personas también quieren echarle un ojo. Pero he de confesar que el rótulo de Pitt, DiCaprio y Tarantino me lo he inventado. No está en el Top. No existe. Pero es justo: demasiadas chicas y cero chicos.
Un post random de Facebook reza: “Un buen amigo no te comparte una lista de autores a leer, un buen amigo te comparte una lista de sitios free porn”.
Mi lista es corta, pero mola. No tengo que usar VPN para acceder a su contenido. Como buena amiga, te la comparto:
- mrdeepfakes.com;
- adultdeepfakes.com;
- sexcelebrity.net;
- orgasmatrix.com;
- pornhub.com;
Esta lista es poco ortodoxa. Atesora la crème de la crème de la pornografía de avanzada. Es el último grito de la industria. Tiene demasiados colaboradores a su disposición. El que consume contenido puede también compartirlo, ser creador y consumidor al mismo tiempo.
En estos sitios se compendia un asunto: la construcción de falsos videos pornográficos (deeporn) de las celebrities que más apreciamos. Ahí están y sus views se multiplican, se reproducen como si de gallinas y huevos se tratara. ¡Qué fatalidad! Los fetiches se materializan.
El fenómeno de los fakevideos, hoy deepfakes (videos falsos profundos) es cosa seria. Actualmente es todo un revolú. Está causando cierto desastre en la web. Me atrae, pero qué puedo decir, no es mi cara la que protagoniza las sagas sexuales online.
El mundo no sabe de mí. Yo no soy una celebrity. No soy relevante para las redes. No generaría polémica o, lo más importante, tráfico de datos. En otras palabras, sería inútil. Aun así, me afectaría que apareciese contenido falso (de cualquier índole) que me involucrara. Es allanamiento a la privacidad. Invasión y apropiación de la intimidad.
DEEPFAKE QUICK MEMOIR
El deepfake como fenómeno surgió dentro de la industria del entretenimiento. A manera de película de ficción, recrea una realidad que todos sentimos cercana, que anhelamos (o desdeñamos), pero que podría ser viable. Su éxito fue inmediato. Se atisbaba desde el escándalo del hacker doxxing (práctica de investigar, recopilar y difundir información confidencial sobre una persona)producido en septiembre del 2014: aquel acceso a la nube de cientos de figuras públicas y revelación de fotografías tan aclamadas como las de Jennifer Lawrence, con fluido viscoso sobre cada centímetro de sus pecas.
Algunas de esas imágenes/videos eran reales, otras no tanto. Sin embargo, decidimos creer en ellas porque aspirábamos que fueran ciertas, o simplemente porque nos aferramos a la idea de ver a Jennifer Lawrence así algún día.
Aquello no fue un debut exclusivo de la chica de Juegos del hambre. Cogió tamaño de bola. Desfilaron por la alfombra porno de la web: Anne Hathaway, Gal Gadot, Emma Watson, Cara Delevigne, Lindsay Lohan, Natalie Portman, Scarlett Johansson, Mila Kunis, Myley Cirus y el montón-pila-burujón-puñado de rikasperrys de Hollywood. Fama y promoción desbordadas pero sin reconocimiento ni beneficios económicos para sus intérpretes. Normal. Cualquiera se molesta.
Los papis no se quedaron atrás. Célebres y “memetizados” (proveniente del vocablo “meme”; me lo acabo de inventar) fueron también víctimas. El más pegao’ fue Nicholas Cage. Pobrecito. Pero Internet no perdona. Puedes convertirte en su mártir o en su perra en cuestiones de segundos.
Un dato interesante es que el 96% de los videos deepfake de Internet son pornográficos y el 100% copia el aspecto de mujeres famosas. ¡Qué pena para las chicas! Nunca estamos a salvo. Recientemente han sido victimizadas también afiguras políticas de la talla de Donald Trump y Barack Obama. Motivo por el cual ahora los deepfakes están en la mirilla de todos. Su capacidad para despistar al público es incontrolable. Afectarían ya no solo la imagen de un gobernante, sino de toda su campaña.
La mayoría de los votantes mayores de 55 años de un país como Estados Unidos, no reconoce un video falso, trucado. Por esa razón, Facebook, Instagram y Twitter se han enfocado en el desarrollo de nuevas políticas de uso para detener su viralidad.
Sin embargo, las leyes son contradictorias. Toman parte solo para aquellas personalidades de interés y su sistema no es lo suficientemente avanzado para distinguir qué es falso y qué no lo es. Como empresas de redes sociales gratuitas, enfrentan un problema mayor al enjuiciar un contenido como falso. En realidad, no les interesa asumir la posición de decidir si una imagen/video es satírico o si pretende engañar a sus usuarios, o ambas cosas. Hacerlo podría someterlos a cargos de censura o parcialidad política. Solo produciría gastos, pérdida de clientes.
Cuando un video es lo suficientemente polémico en sus plataformas, las empresas acuden al usuario que primero lo subió. Algunas de sus medidas son cerrar de forma indefinida una cuenta o cobrar multas de 5000 dólares o más, en dependencia de los daños y perjuicios ocasionados. En contraposición, algunos pillos creadores de contenido fake han encontrado nuevos mecanismos para pasar desapercibidos y lograr visibilizar sus canales. Los dumbfakes son los escapes más recurrentes.
A diferencia de los deepfakes, que requieren sofisticada Inteligencia Artificial, manipulación de audio y tecnología de mapeo facial, los dumbfakes solo varían la velocidad de un video o la edición selectiva. Son más fáciles de crear y pueden convencer a un espectador desprevenido.
Un dumbfake reciente de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, obtuvo más de 2 millones de visitas en Facebook el pasado mes de mayo. Su discurso para las masas fue ralentizado. Todos creyeron que Nancy estaba borracha.
Otra víctima: Jim Acosta, un prestigioso periodista de la CNN, tuvo que enfrentarse al trolling en las redes sociales cuando aceleraron la entrevista que sostenía con uno de los internos. Fue acusado de agresivo.
Un usuario de las redes sociales que se hace llamar @PaulLeeTicks a menudo construye videos del presidente Donald Trump. En una de sus últimas ediciones agregó el letrero de “campos de concentración” al Trump International Hotel & Tower en Chicago. Su contraparte, el usuario de YouTube @Carpe Donktum edita videos en apoyo al mandatario y estos son retuiteados con frecuencia por el propio Trump. @CarpeDonktum alega que crea parodias y discute la noción de que sus videos estén “alterados”, porque su intención es satírica y las manipulaciones son obvias. “Estos son memes y han estado en Internet desde el inicio de Internet”, arguye.
Tanto uno como otro, bajo condición de anonimato por temor a amenazas y hostigamiento, comenzaron a difundir videos que eran más simplistas e hilarantes. Pero sus cortos se han sofisticado, difuminando la línea entre lo real y falso de una manera más convincente para una audiencia que no sospecha o no está familiarizada con su estilo.
ARTE, APROPIACIÓN Y DEEPFAKES (STATU QUO)
Las redes sociales no solo han transformado radicalmente los hábitos de privacidad: han propiciado nuevos espacios de análisis y experimentación prioritaria para el arte y los artistas. Desde la creación, se están evidenciando las principales preocupaciones en la gestión de la intimidad, partiendo de la propia instrumentación administrativa y las zonas grises en las políticas de las grandes empresas que “atesoran” nuestros datos. A través de las obras de arte se están examinado críticamente la vulnerabilidad de la intimidad y la preservación del anonimato, el control y la gestión de la información propia en la web.
Paolo Cirio y Alessandro Ludovico
El dúo de artistas italianos Paolo Cirio y Alessandro Ludovico coleccionó imágenes random de diferentes usuarios de Facebook para llevar a cabo un experimento social. Tenían pensado utilizarlas en un falso portal para citas online al que denominaron Lovely Faces. Llegaron a apropiarse de un millón de fotografías y así construyeron la pieza Face to Facebook (2011). Cada imagen era un rostro al que le adjudicaron una nueva identidad.
El proyecto denunciaba la vulnerabilidad de la información de los perfiles sociales. Cuestionaba la privacidad que ofrecían sus monopolios.
Aquello no paró ahí. Paolo y Alessandro denunciaron a Facebook por violación de los derechos de la propiedad privada de los datos personales de sus usuarios. Face to Facebook llegó a ser galardonada con el premio internacional del Festival Share Prize de Turín bajo el lema Cops & Robbers, por mezclar elementos artísticos con un talento extraordinario para el activismo.
Mientras permaneció activa, la obra recibió cientos de referencias en la prensa internacional, once amenazas legales, cinco amenazas de muerte y varias cartas de los abogados de Facebook.
0100101110101101.org
El dúo de hermanos Franco y Eva Mattes, fundadores del movimiento net.art y conocidos como 0100101110101101.org, transmitieron en vivo durante 48 minutos el contenido de su propio desktop, exponiendo al público su información privada.
La pieza llevaba por nombre For Internet Use Only (2016), y era el precedente de un proyecto conocido como Life Sharing (2000-2003), basado en la idea file sharing = life sharing.
Life Sharing dio acceso al contenido del ordenador personal del dúo durante 3 años. Es reconocido como uno de los trabajos artísticos que ha abordado de forma más categórica la exploración de los límites entre la esfera pública y privada en el reino digital.
Xvala
Una semana después de que se filtraran las imágenes y videos sexuales de varias famosas, el artista Xvala —especializado en contenido trash de las celebrities— anunciaba la exposición No Delete (2014) en la galería Cory Allen Contemporary Art (CACA) en Florida. La muestra desplegaba una selección de aquellos archivos, impresos en grandes lienzos.
En adición, Xvala desplazó el tema de la privacidad a sí mismo. Enfocó también la exposición en su intimidad: concretamente su miembro viril.
Lástima que, al igual que su trayectoria artística, el desafío de Xvala pasó sin pena ni gloria por la historia del arte. Su obra patentizaba un distanciamiento de cualquier intento crítico o debate ético real sobre la libertad de expresión y la privacidad.
Bill Posters
“Imagine esto por un segundo: un hombre, con control total de los datos robados a miles de millones de personas, todos sus secretos, sus vidas, su futuro… Se lo debo todo a Specter. Specter me mostró que quien controla los datos, controla el futuro”.
Estas mismas palabras en boca del infamous Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, en su más controversial video viral. Devorado por su propio hijo, Mark también se convirtió en carne de cañón del deepfake.
El corto fue publicado en Instagram y creado por el artista inglés Bill Posters con la compañía de publicidad Canny. Consistía en un acto de protesta hacia Facebook a raíz de las críticas por no eliminar el video de la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi. La prueba efectiva de su inoperante política para desaparecer información errónea en su plataforma.
A Facebook no le quedó de otra. Instagram, plataforma de su propiedad, debía tratar la falsificación de Zuckerberg como el video de Nancy Pelosi. Filtrarlo como falso, mas no eliminarlo.
Al deepfake de Mark se sumaron otros de personajes como Donald Trump, Marina Abramovic, Kim Kardashian, Freddy Mercury y Marcel Duchamp. Todos iguales de exquisitos. Aparecieron como parte de la instalación Spectre en la Site Gallery de Sheffield en el festival “Alternate Realities”, el pasado mes de junio.
Como proyecto, Spectre cuestionaba la utilización de nuestros datos en las redes sociales, la privacidad, la publicidad online y la manipulación. Bill Posters llamaba la atención sobre la mala administración y utilización de los datos, los riesgos no solo a los derechos individuales sino también al funcionamiento del sistema democrático. Sus deepfakes hacían uso de la construcción de falsa publicidad online mediante las celebrities.
Estos artistas abordan la complejidad de los profundos cambios y transformaciones que las redes sociales están ejerciendo en nuestra concepción de la intimidad y la privacidad. Su objetivo es señalar cómo estallan los límites entre lo público y lo privado, la manipulación y el control de la información, las construcciones inéditas del yo y la autenticidad en la autorrepresentación, más allá de la versión idealizada de nosotros mismos que ofrecemos en las redes.
Algunas se resisten a la censura. Otras buscan integrarse al espectáculo. Entiendo en cada gesto la finalidad de evidenciar los riesgos que asumimos al exponer la propia identidad. Incitar a la búsqueda de un equilibrio entre el deseo de reconocimiento y la responsabilidad de gestionar nuestra visibilidad.
DEEPFAKE A LO CUBANO: LIL PUÑETA
Lil Puñeta es un mamífero. No es un robot. No es descendiente de SIRI o de ninguna otra Inteligencia Artificial, aunque quiera hacerse pasar por una.
Lil Puñeta es un Hombre o una Mujer. Tal vez la voz femenina que escaseaba en la nómina de artistas de Magela Garcés. Tal vez es ambos. Seguro le gusta travestirse. Eso es divertido, tanto o más que Lil. Sospecho que fundó su propio partido y ha reservado los derechos de admisión. No es un colectivo, de lo contrario se vería frustrado mantener en secreto su identidad.
De cualquier forma, una lectura de género no descifraría quién es. Lil es un nombre femenino de origen irlandés (significa lirio o azucena) pero, ¿de qué sirve? Todos quieren que Lil sea un hombre, un creador masculino. La expectativa es que, siendo mujer, se nombrara Lil Papaya, Lil María, Lil Cachonda… Nunca Lil Puñeta. Suena cabronazo. Y aquí la cabroná solo la tienen los creadores.
Me agrada la idea de que Lil pueda ser cubanoamericano. Lil también es la abreviatura de little. Es una referencia muy común que utilizan los raperos estadounidenses cuando son jóvenes o físicamente pequeños. El “puñeta” sí suena cubanishe. Lo de pequeño sería por su estatura, o porque apenas comienza su carrera, o simplemente porque será un pequeño hijo de p˟ta, ¡de puñeta!
El punto es que Lil hace beef (estilo musical de batalla entre raperos). Así fue como salió a la palestra. Lil armó tremenda tiradera. Detecto que Lil es un posible trapero. El personaje saca trapos (limpios o sucios). Me cuadra. Hasta el día en que me saque uno a mí.
Me gusta creer que, como trapero, Lil se dedique al negocio de la tiradera. Eso hace falta, en este medio tan soso. La tiradera es un negocio en el que ambas partes siempre salen beneficiadas. El que tira, al que le tiran. Es un business redondo. Genera audiencia, promoción. No quiero ver maldad en el gesto del Sr(a). Puñeta.
Lil Puñeta es la obra por encargo que el panorama artístico cubano estaba esperando. Yo esperé por Lil y aquí está.
En Cuba hay buenos artistas, sí, pero no tengo ninguno como Bill Posters o los hermanos Matte, me dije. Mi texto sobre el fenómeno deepfakes sería una mierda si no tuviese un artista cubano que lo representara. No estaría satisfecha ni completa, así como tampoco la exposición de Magela Garcés en El octavo círculo.
Porque hasta la fecha Lil es el único artista cubano que ha sabido coquetear con la malicia del deepfake. Es consciente del fenómeno y por eso le descargo.
Aun así, me parece que Hacking #1 llegó jorobá, tal cual llega un deepfake. Alterado, manipulado, pero creíble. Juzgar la pieza de Lil por su nivel de actualidad o por ser única en su tipo en nuestro contexto, al menos hasta la fecha, no es suficiente. La falsedad es trending pero siempre ha existido, como advierte Magela. En todo caso se ha “upgradiado” con inteligencia artificial, con high-tech.
Como sea, la experiencia de Hacking resume y canaliza perfectamente cómo funciona, qué genera este tipo de producto en la actualidad.
Particularmente me descolocó, aunque solo por cinco minutos. Los sentimientos encontrados fueron vergüenza ajena y morbo. Las conversaciones pertenecían a algunos de mis ídolos, mis adeptos, los partners cercanos y lejanos. Fantaseé con la probabilidad de que todo aquello fuera real, incluso cuando era consciente del montaje. Tal vez porque mi nombre no aparecía.
Solo puedo decir que fue un viaje delicioso. No lo digo con malicia. Pienso que Lil pudo haberse metido con otros personajes. De eso van los deepfakes. Se me antoja que pudo haberse metido con nuestras figuras políticas. Lo cual, sin embargo, no hubiese sido tan alarmante. Sería una perreta que todos le adjudicaríamos al LuisMa o a Hamlet Lavastida (para mí, uno de los posibles candidatos detrás de Lil Puñeta). La pieza es coherente dentro del criterio curatorial de El octavo círculo, en tanto hace referencia a la falsedad, la simulación, la autoría, la copia, la originalidad en el arte.
Lil se la jugó. Imagino que sepa en lo que se mete. Los temas legales no amparan actualmente a los deepfakes. Pero Cuba es un paraíso legal para desarrollar todo esto. Aquí pasa de todo y no pasa nada. Los posibles problemas que afrontará Lil Puñeta son institucionales: con los artistas, los críticos y curadores que no lo entiendan, que no estén preparados para su juego.
Lil es tan violento como Bill, los hermanos Mattes, Paolo y Cirio. Tal vez eso le pase factura en nuestro gremio. Fuera de aquí, no creo que su contenido trascienda. ¡Son los 15 minutos de los que hablaba Warhol! Si mi nombre hubiese aparecido en su obra, me habría hecho un selfie y lo hubiese compartido en mis redes sociales. Así disfrutaría yo también de mi momento de fama.
Pienso que los artistas como Lil “roban” y/o manipulan el contenido que “sus víctimas” ya han decidido que es susceptible de mostrar públicamente. Son los propios usuarios quienes se (auto)exponen —de forma consciente o inconsciente— cuando publican sus imágenes o redactan sus criterios en las plataformas sociales. It is what it is! La privacidad en estas prácticas no está ligada a la exposición de cierto tipo de información, sino al control sobre quién sabe qué acerca de ti.
Ver para creer
La desinformación es cada vez más poderosa en nuestros niveles de polarización política y social. Todos somos vulnerables a ella. Normalmente tendemos a pensar que la percepción, lo que evidencian nuestros ojos y oídos, proporciona justificación suficiente para creer que algo es real. Sin embargo, tus sentidos podrían traicionarte. En comparación, un testimonio proporcionaría alguna confiabilidad, pero nunca como la percepción.
Hasta hace un tiempo, la evidencia en video funcionaba más o menos como la percepción. Se creía en la pertinencia de la cámara, que es casi como ver con tus propios ojos. Si confiabas en tu propia percepción, la misma razón tenías para confiar en el video. La ficción a nivel audiovisual era exclusiva de Hollywood. Pero ahora Internet se la disputa.
Con el surgimiento de la tecnología deepfake, la capacidad de producir videos falsos está casi tan extendida como la capacidad de mentir. Por ello, debemos pensar en las imágenes menos como una percepción y más como testimonio de una realidad. Fíate de un video, de una imagen, de un contenido, si confías en la persona o el sitio que lo produce.
O simplemente no te ralles. Disfruta del proceso. Cree lo que quieras.
Arte, feminismos y espiritualidad
Los feminismos son un fenómeno de las sociedades democráticas. La principal dificultad para la emergencia de un movimiento feminista en el totalitarismo radica en la incapacidad de disidir, reunirse y asociarse al margen del control estatal. Entonces, ¿cómo entender las condiciones de producción y recepción de la obra de arte feminista en Cuba?