Artista mayor de una época insólita y de una generación mítica, la de los años ochenta en Cuba, Pedro Vizcaíno está impregnado por el ansia nostálgica de un mundo radicalmente simplificado, primordial, casi primitivo, que expresa en una pintura rebosante de libertad, de insolencia, de rebelión constructiva. Una pintura desprovista de afectación, bruta, personal, genuina.
Vizcaíno posee esta inusitada capacidad de compaginar el dominio de los materiales pictóricos con una exuberante espontaneidad que raya en el torbellino caótico y frenético. Tiene conciencia del poder talismánico que le confiere el aspecto artesanal de la pintura, del dibujo, de la escultura.
Vizcaíno elabora su propio neoexpresionismo cercano a un primitivismo moderno, a partir de una iconografía personal alimentada por una imaginación desbocada, una ironía irreverente, un humor corrosivo y la influencia innegable del arte contestatario del grafiti, tan en boga (pese a su prohibición) en Cuba a finales de los ochenta: Vizcaíno fue uno de los ocho integrantes del famoso colectivo de artistas alternativos y contestatarios Arte Calle, entre 1986 y 1988, antes de salir definitivamente de Cuba en 1992, vía México, para establecerse en Miami en 1993.
Su obra escapa, en definitiva, al dominio de cualquier corriente estética o artística, de los cánones y convenciones de la representación; no se reduce al conjunto de sus inspiraciones, sus influencias han sido absorbidas, asimiladas, digeridas y sepultadas. Su obra posee una verdad imparcial, es captación, aprehensión de las fuerzas de la forma, de la figura y el color.
Empecemos por un autorretrato: háblame de tu infancia en Cuba, de tu familia…
Viví con mis padres, mi hermano y mis abuelos en una casa en Centro Habana.
Desde pequeño veía y leía historietas que me traía mi padre, pero mi abuela fue la que me instruyó en el arte en general. En la casa había un piano; mi abuela tocaba música clásica, tenía discos de Bach, Beethoven, Mozart, Chopin, Wagner… Wagner me llamaba la atención.
Mi hermano y yo dibujábamos, pero mi abuela quiso que yo estudiara pintura en la escuela de arte. Crecí dibujando y pintando en la casa, y oyendo las conversaciones de mis abuelos. Había muchos libros de historia.
Además de tocar el piano, a mi abuela le gustaba escribir, dar clases de arte y de historia, leer… Y a la vez fue una luchadora por la libertad.
¿Cuándo y cuál fue tu primera emoción estética?
De niño, mirando un grabado de Goya, un póster de Joan Miró, collages de Kurt Schwitters, y escuchando música de los clásicos: Beethoven, Mozart, Schumann, Vivaldi, Wagner… Todo gracias a mi abuela.
¿Cómo valoras la enseñanza que recibiste?
La escuela de arte siempre me pareció un poco aburrida, tediosa y llena de profesores mediocres. La academia mezclada con ideología revolucionaria: no creo que sea una buena receta para hacer una obra con grandes valores humanos.
¿Qué es el arte para ti?
Creo que hacer arte figurativo es la vía más clara de correr o quitar el velo de Isis, y ver los misterios ocultos que el Poder esconde.
Hacer grafitis es una actitud libertaria; te sientes más libre pintando en los muros de las instituciones, de los museos y galerías, y escapas a ese policía disfrazado de Kurador.
Ser creador en estos tiempos es como ser un deportista, un corredor saltando obstáculos, corriendo en busca de la libertad de pensamiento.
En la actualidad, o luchas por tu pensamiento o sucumbes a un hipnotismo de magia negra. Te puedes convertir en un zombi artificialmente drogado por el exceso de información y por sensaciones externas. Desde la escuela de arte hasta las políticas de los gobiernos, el ego te mantiene constantemente insatisfecho, y más para un artista que trabaja con la estética, el gusto, las sensaciones y la belleza. El deseo y el ego van de la mano.
La enseñanza en las escuelas de arte en Cuba es a veces paternalista, no eres consciente del poder que tienes al ser artista, al tener el ego al mando de la personalidad artística. Caes en errores. Los diferentes “yoes” del ego van formando la visión ilusoria de la sensación de separabilidad con la verdadera realidad.
Como creador o artista, es esencial reflejar la realidad exterior y el mundo interior para lograr un enlace de nuestra esencia con otro nivel espiritual. Si cambias en tu interior, vas a cambiar lo exterior. El artista debe lograr un anclaje, un centro magnético, un estar en el presente de donde pueda ir al pasado y al futuro. Lo que sucede es que en ese presente, y ese estado privilegiado de estar en el presente, la conciencia artificial del artista (al no tener un centro formado), lee e interpreta una realidad ya manipulada por los amos de esta Matrix.
Como dice Paul Virilio en su libro El procedimiento silencio: “¿No es la estética del enemigo la que finalmente ha triunfado?”.
Los movimientos de vanguardia ayudaron a fragmentar más la interpretación de la realidad, ayudaron a confundir más al ego, y la dualidad quedó más reforzada. El artista, creyéndose el libre albedrío en el arte, cayó en una trampa ilusoria.
¿Qué artistas te han influenciado y a cuáles sigues admirando?
Tengo más cercanía con la vanguardia modernista cubana, con sus estilos, y con algunos cómics cubanos o historietas underground de los años sesenta. Carlos Enríquez, Amelia Peláez, Carreño, Acosta León, son algunos referentes que tengo en el inconsciente para dialogar con la parte consciente a la hora de pensar alguna obra o pintar.
Los artistas que siempre me han gustado son: Mike Kelley, Keith Haring, Jean Dubuffet, Jonathan Borofsky, Claes Oldenburg, Robert Crumb, Saul Steinberg… En general aprecio el arte con incidencia social o que refleje esa crisis de conciencia estética.
Respeto a los artistas que están en Cuba luchando por la palabra “libertad”, ayudando a que ese pueblo despierte del letargo del miedo, a que vea que existen otros colores. Mientras más gente expanda su conciencia en Cuba, más podrá la masa crítica lograr maravillas.
Todo acto creativo comienza con un deseo; el deseo es una fuerza poderosa; el alma necesita experimentar esta realidad, y los artistas son creadores conscientes o inconscientes. La magia del artista es ser consciente de una energía que se produce por un deseo de crear algo. El artista es creador de realidades ilusorias, o como quieras llamarlas. Por eso me interesan artistas que cuestionen el sistema social en el que vivimos.
Desde la distancia, ¿cómo juzgas a tu generación, la de los años ochenta?
En el arte cubano de los ochenta hubo algunos grupos y artistas que tuvieron momentos de crítica social y expansión de una masa crítica en relación con el sistema del arte y la política cultural. Hicieron un arte de vanguardia, pero con miras a cambiar el espacio político y su relación con la cultura.
Recuerdo con alegría la movida de los ochenta. Pintamos unos muros e hicimos algunos performances con Aldito Menéndez y el grupo Arte Calle.
Creo que algunos artistas de los ochenta, no todos, cambiaron el juego conceptual del arte contemporáneo en Cuba, entrando en el terreno político y sacando el arte al espacio de la calle, sin permiso de la institución arte.
Háblame de tu proceso de creación.
Primero una idea va rondando en la mente, en el pensamiento. Hay una necesidad de canalizar información que viene de afuera, o de otra realidad general. Sientes un deseo de decir algo, tienes que decir algo y tratar de que sea legible para el público.
En eso coincido con el arte pop y el grafiti, sin olvidar al niño interior que todos llevamos. El alma y el espíritu son las conexiones para hablar con Dios. Creo que hay que reflejar en las obras esa unión entre lo que quiere tu ser y el mundo exterior, la realidad general.
El boceto empieza en la mente, formando la idea, y después en el papel, como soporte de estas ideas. Desde el arte primitivo, la línea ha sido el arma de la mente consciente, el automatismo del espíritu o del alma. Como decía Keith Haring: “El artista es un médium entre lo que es y lo que podría ser”.
Dibujar todos los días te da seguridad y fe en la libertad para expresar tu criterio, para enfrentarte a las trampas y mentiras de una realidad manipulada por mecanismos de control dentro de este globo y fuera de él.
Tienes que aportar tu opinión visual sobre el universo, sobre Dios, sin caer en retórica ni dogmas religiosos. Hay que desprogramarse de lo que nos han enseñado a experimentar desde chicos. Hay que unificar la dualidad de los opuestos, no separar ni dividir.
Creo que el dibujo y la línea te dan la fuerza para expresar tu verdadero camino, la verdadera interpretación de tu realidad interna. Es difícil lograr un término medio entre el gesto, la energía que sale del alma del niño, el accidente y el azar, sin dejar de controlar conscientemente lo que vas dibujando. Hay una lucha interna entre el consciente y el inconsciente, de ahí surge la imaginación llevada por el deseo de la inmediatez de experimentar en esta realidad.
Creo que debe haber cierta insinuación de que la obra está sin terminar. Picasso lo tenía en cuenta.
¿Qué particularidad tiene la pintura o el dibujo para que continuamente se anuncie su muerte y su resurrección?
Estas categorías las elaboran el mercado, los marchands, los curadores, los críticos de arte… Junto con la súper tecnología en cuanto arma para destruir tu alma y hacerte un zombi alejado de la fuente creadora de donde vienes.
Mientras exista el ser humano, mientras tenga el espíritu, el alma, la conciencia, la luz, la energía…, siempre usará una forma de expresión, ya que el alma necesita experimentar. Hará música, dibujo, etcétera.
Resulta asfixiante seguir la recurrencia de los dictados del mercado, de la moda, y de ciertos filósofos marxistas o teóricos. El arte es un medio de control, igual que la religión. Los amos que manejan esta realidad saben esto, y lo que desean es que los artistas entren en su juego y en sus reglas.
Es lindo leer a Walter Benjamin, a Nietzsche: te aportan su visión, su criterio de cómo ver y entender esta realidad. Pero a la hora de dejar tu huella, tu energía, en este caso a través del arte, debes tratar de unificar los distintos “yoes” del ego que van tomando el mando de cada situación en la vida diaria. Y en criterios sobre arte y filosofía, hay que desconectarse del ego de la conciencia artificial, y conectarse o reprogramarse con su ser, o con la fuente creadora.
En este sentido esotérico, podría hablarse de una resurrección, de un renacer, pero no es lo que habla el mercado del arte. No necesitas ir a la iglesia, no necesitas un intermediario que te diga que él es la palabra de Dios. El mercado no es Dios.
¿Creas sin pensar en un público, sean amigos, coleccionistas, galeristas…?
Es mejor crear para ti, sin tener en cuenta a los galeristas, al mercado, pensando en un público en general, en dar algo que ese público necesite y que, por ciertos programas y miedos, no logra ver claramente.
Y es bueno crear saltándose los obstáculos de los disfraces del ego, de los diferentes “yoes”, aunque no es fácil.
Puedes moldear el mercado y domesticarlo a tus ideas; otros artistas lo han logrado, como Keith Haring.
Hay una lucha donde entran los actores del medio artístico, los coleccionistas, los curadores, los galeristas…, algunos patéticos y serviles a Wall Street. Creo que el grafiti es una herramienta para ensuciar el muro del Malecón y el de Wall Street. El spray paint es un arma eficaz para dar un mensaje mientras vas en un Uber…
¿Qué relación mantienes con las otras artes? Supongo que tu biblioteca puede decir mucho de tu obra. ¿Qué libros predominan en ella? ¿Cuál es la importancia de las otras artes en tu vida y en tu trabajo?
No puedo pintar o dibujar sin música. Es como si oyendo música entrara en otra dimensión, en otra realidad paralela donde el alma se siente alegre, joven, con energía, libre, sin trabas ni leyes, sin control. La música me sirve para sintonizar mejor las ideas y los movimientos al dibujar sobre el papel. Las ideas fluyen, bailan en el papel. Es como si Dios te cogiera de la mano, como si fueras un niño y te llevara al globo Edén, lleno de colores y sensaciones únicas para tu alma.
Los libros son una herramienta básica para un artista. Me parece que un pintor u artista que no lea se empantana en un laberinto de la mente, no sabrá claramente para qué es artista ni para qué está en este globo llamado Tierra. No sabrá cómo es arriba o abajo.
Los libros te ayudan a comprender la magia de los símbolos y los códigos de la realidad exterior e interior. Leer filosofía, conspiranoia, biografías, teorías de arte, y sobre todo leer lo relativo al tema extraterrestre, de dónde venimos, si existió Jesús, si es real el caballo de Troya, quién era Alejandro Magno, cuál es el misterio de la Luna (Selene)… Leer sobre esto te activa ciertas neuronas, o el ADN.
La información está en Internet. Lo que hay que buscar es la verdad. Es mejor ser libertario, pero no en el sentido del revolucionario illuminati, y buscar dónde está la verdad, ya que es difícil encontrarla. Pero solo está en tu interior, en el centro de la esfera de conciencia donde está el ser, que es una partícula divina que lo conecta con el creador, con la fuente.
Por eso el camino de encontrar la verdad se parece al camino que recorre el pintor o artista en general; es una búsqueda individual, solitaria, contigo mismo, sin intermediarios, curadores o religiones de control.
En el interior de cada artista está su piedra filosofal, que tiene el poder de convertir un ego malvado en un ego luminoso, que irradia luz.
¿Qué opinión te merece el mercado del arte y el lugar que ocupa el dinero hoy día en este mundo?
¿Piensas que el mercado orienta la creación?
Es obvio que orienta la creación, pero no puede orientar ni entrar en tu diálogo con la fuente, con el creador. Eso es el camino solitario tuyo; no debes corromperlo ni por el dinero ni por el mercado. En esto no coincido con los grafiteros, ni con mucho arte pop.
El artista debe tener sus municiones listas para luchar contra el Golem usurero, la usura, el Kapital, el interés, el objeto zombificado, el científico ideólogo marxista…
El artista debe pensar que hay algo más allá de la muerte, que el mercado y el dinero no es el fin a alcanzar. El ego y el deseo de la conciencia artificial te ponen las trampas de la Matrix, todo el tiempo.
Si no crees que eres parte de una divinidad, de un creador, de Dios, de la fuente, entonces caes en manos de un arte profano, desacralizante de la máquina humana de carbono.
La modernidad y post-modernidad han hecho estragos en el arte contemporáneo.
¿Qué relación tienes con los galeristas?
El dealer, el marchand, el galerista, son piezas del tablero de ajedrez, blanco y negro; una metáfora de Hollywood, del circo. Vender arte es como vender un perfume, hay mejores marcas y diferentes precios…
La galería es la máscara que el artista tiene para la fiesta de disfraces en el Museo de Cera. Como dice Keith Haring: “En resumen, el arte está manipulado por una minoría blanca, rica e ilustrada. Cualquier artista que tenga éxito sin pertenecer a esa minoría no será más que una excepción. El mundo del arte no es más que un modelo a menor escala o una metáfora del gran control”.
¿Qué papel le concedes al arte en nuestra sociedad actual?
Creo que hay que redirigir, buscar, reinterpretar el poder que tienen los símbolos y arquetipos, la magia de lo sagrado. La búsqueda del ser se ha visto atacada por la velocidad devoradora y caníbal del postmodernismo.
El arte debe sanar, limpiar, reprogramar, manipular lo tóxico, lo dogmático, lo frívolo, lo indigno, lo caníbal, lo retrógrado de una cultura oligárquica que lleva siglos cosechando la mente de los artistas. Es como si los artistas estuvieran hipnotizados.
¿Cuándo y por qué decidiste exiliarte?
En 1992 se me presentó la oportunidad de salir rumbo a México, por medio de una galerista: Nina Menocal. Ella buscó y encontró la forma de que yo viajara a México. Allá estuve un año, y en 1993 decidí exiliarme a Miami.
Cuando pasas hambre en Cuba y no tienes dinero y luchas contra la mafia del mundo artístico y los funcionarios de cultura, es obvio que tu espíritu busca respirar para después poder crear una realidad limpia de toda esa oscuridad disfrazada de Revolución para el pueblo.
¿Qué queda de Cuba en tu vida y en tu arte?
Cuba está presente en el espíritu, el color, la energía, la mezcla, la música; siempre es una marca positiva dentro de uno, eso me lo llevé conmigo.
Me llevé a Carlos Enríquez, a Amelia, los grafitis de Arte Calle, la luz de la playa en Varadero, los recuerdos de mi familia, que luchó por la libertad de esa isla.
Lo que no me llevé conmigo fue ese Partido, ese director de la Escuela de Arte, ese ministro de Cultura, ese espía del G2 que vigilaba los muros de Arte Calle.
Cuesta un precio muy elevado defender la palabra “libertad”, pero es sagrada.
Galería
Pedro Vizcaíno – Galería.
Yornel Martínez: “Pocas veces suelo definirme como cubano”
“El arte no puede cambiar el mundo, pero sí puede reinventarlo, puede generar una grieta en lo que entendemos por realidad. El artista muchas veces funciona como catalizador, como una chispa que hace que se desencadenen una serie de eventos. El artista cuestiona, propone e imagina nuevas narrativas”.