Néstor Díaz de Villegas cataloga a Gustavo Arcos en Corazón azul como “el tenebroso obstetra de un parto poshistórico”. La película comienza con una conversación entre el obstetra amoral y una madre candidata al Proyecto Guevara (Ederly Rodríguez), liderado por Fidel Castro para construir al hombre nuevo y lograr que el socialismo funcione en Cuba finalmente.
El obstetra tendrá que convencer a la madre infértil para procrear mediante ese método experimental. Todo se realiza desde el más estricto secreto. Un bebé probeta con tratamientos costosos se paga con silencio en caso de salir bien o mal.
Gustavo Arcos. Foto de still de Miguel Coyula.
Miguel le cambió la voz a Gustavo por la de Libio Grande, el padre de mi amiga Yailén. Libio tenía una voz grave. Miguel necesitaba que el obstetra pareciera más que un médico, un agente del Ministerio del Interior.
Dos años más tarde estábamos con Tania Bruguera a la salida del cine Charles Chaplin, después de ver Insumisas; el mismo día que corrimos detrás de Héctor Noas y lo abordamos por el tema del derecho de imagen. Luego nos encontramos con Gustavo. En aquel momento no sospechábamos que necesitaríamos la casa de Tania como locación para la película. Conversábamos animadamente cuando ella nos invitó a que continuáramos y Gustavo la interrumpió: “No, no, no, tu casa debe tener vigilancia las 24 horas”.
Con Gustavo, cuatro años después de su primera escena
Nicholas Fredersen (Jeff Pucillo), el científico fotografiado por Tomás en La Habana, no puede ayudar a Elena. Se ha convertido en un fugitivo en Estados Unidos, su país de origen. Todo parece indicar que los experimentos comenzaron antes de que él se escondiera en la Isla. Elena decide entonces buscar al médico cubano que lideró el Proyecto Guevara.
Jeff Pucillo ha trabajado en todos los filmes de Miguel. Se conocen desde hace más de veinte años. En la película no solo interpreta a Fredersen; Miguel usó su imagen en Cucarachas Rojas (2003) para convertirla en un dibujo animado en Corazón azul.
Fotograma (Jeff Pucillo en versión animada).
José A. Santana (actor cubano-americano) interpreta a un activista estadounidense que denuncia la complicidad entre el doctor Fredersen y el gobierno de Fidel Castro. Esta escena se rodó en el MoMA, durante la Muestra Cine Cubano Censurado que gestó Tania y curó Dean Luis Reyes. Al finalizar la presentación de Nadie, Miguel le pidió a la audiencia si podía colaborar como extras en Corazón azul. Lo asistieron David Leitner, Juan Martínez y Ron Blair (productores y actor, respectivamente, de Memorias del desarrollo).
Fotograma (En el centro Jeff Pucillo en escena rodada en el MoMa).
Para la nueva escena con Gustavo teníamos en mente la misma locación que en la escena con la madre infértil. Pero, cinco años más tarde, ya no teníamos acceso a aquel lugar. Desesperados por conseguir una pared blanca que asemejara a un hospital, donde después Miguel añadiría la utilería, recordamos las paredes blancas del apartamento de Tania en el edificio Altamira.
Gustavo Arcos, Lynn Cruz y Miguel Coyula. Foto de still de Tania Bruguera.
Recogimos a Gustavo muy temprano en la mañana. Ya en el carro, Miguel le comunicó que rodaríamos en casa de Tania. Gustavo masculló: “Ya tú sabes”.
Entramos y ubicamos los equipos. Tania se excusó por su apariencia debido a los arreglos que estaba haciendo en su casa.
Para envejecer a Gustavo, había que encanecer su cabello. Como no teníamos materiales especializados, lo hice con talco y agua. Tomó bastante tiempo y Miguel empezó a desesperarse. Yo también tenía que actuar, así que traté de no inquietarme. Era una escena compleja para mí. Miguel quería darle un giro a mi personaje.
Maquillando a Gustavo Arcos.
De repente tocaron a la puerta. Se creó más tensión. Mientras trataba de espantar una mosca, Gustavo se sacudió la cabeza y una nube de talco inundó su espacio.
—Eh, ¿quién será? —dijo Tania con cierta desconfianza
Gustavo sonrió nervioso:
—¿No serán los amiguitos de ustedes?
De izquierda a derecha Miguel Coyula, Lynn Cruz y Tania Bruguera.
Tania avanzó por el pasillo abrió la puerta; eran los cobradores del agua.
El rodaje tardó toda la mañana y parte de la tarde. Como había toque de queda, terminamos a las 6 p.m. Miguel estaba agotado, no solo le costó convencer a Gustavo de trabajar bajo la amenaza del virus, sino que sus padecimientos de columna se agudizaron hacia el final del rodaje; tal vez por la tensión de querer terminar la película. Por otro lado, justo antes de dejarlo en su casa, conversamos sobre los últimos acontecimientos debido a nuestras posiciones políticas con relación a la censura y al cine independiente. Le expliqué a Gustavo que todo el mundo no tiene que ser héroe; igualmente, todo el mundo no tiene que ser obediente.
Miguel agregó: “No solo un artista, cualquier ciudadano merece respeto”.
Yo me refería a las incomprensiones y al aislamiento que padecimos durante la represión y censura de Nadie (2017) por parte de la comunidad cinematográfica. Al entregar la independencia al Fondo de Fomento para el Cine con el Decreto-Ley 373, e ignorar que, dentro de un sistema autoritario, estar fuera de esa estructura es la única manera de ser independiente, se pasaba por alto nuestra lucha. Fue bueno que Gustavo tocara el tema, aquello había quedado solo en las discusiones del mundo Facebook.
Miguel no estaba contento con el resultado de la imagen. Una nueva idea visual hizo que la escena despegara, agregó cámaras de seguridad y el lobby del Altamira. Ni siquiera Tania supo el día ni la hora en que rodamos allí. Nos aparecimos en los bajos de su edificio con mi suegra (Marta Aquino), Regina Coyula y José Enrique Fornés. Como teníamos solamente dos batas blancas, hubo que rotarlas. Miguel los filmó en distintas posiciones y realizando diferentes acciones. Luego los multiplicó en posproducción. El pasillo del Altamira se llenó de batas blancas. Los vecinos probablemente pensaron que se trataba de un brote de Covid y siguieron de largo.
Fotograma de Corazón Azul (Locación, bajos del edificio Altamira).
Como tardamos tanto tiempo entre cada una de las escenas con Gustavo, ya no contábamos con Libio. Es otra de las personas que falleció durante el rodaje.
Tuvimos que buscar una nueva voz, la del primo de Miguel, que también se llama Miguel Coyula, como el bisabuelo mambí. No tiene una voz grave, pero sí un tono ominoso.
En Corazón azul, más que la madre, por omisión, importa la figura del padre. Miguel expresa su propia visión ética respecto a la ciencia.
—Yo quería que fueras el hombre más feliz del mundo y te he convertido en el más infeliz.
Un científico le habla a su hijo en El hombre anfibio. El hijo ha sido víctima del experimento fracasado de su padre para construir el paraíso de los pobres en un país latinoamericano (tal vez caribeño), debajo del agua. La mayor obra del científico es catalogada por sus colegas como una república de ahogados.
Miguel extrae un fragmento y lo pone en Corazón azul. Elena le hace un juicio moral a la madre.
—¿Tienes alguna foto de mi papá? ¿No sabes quién es?
—Hija, esas cosas no se preguntan.
—¿Y cuáles son las cosas que se preguntan? Elena se adentra en el túnel oscuro donde descubre el origen de sus mutaciones genéticas.
Terror en la sombra de la vieja escuela
En Cuba nada permanece por mucho tiempo. Menos en el mundo del arte. Nos hemos acostumbrado a despedir gente. Lo sucedido con los actores en la película es una metáfora del país.