Eumelio Gómez Hurtado, mi padre, se fue sabiendo que estrenaríamos Corazón azul en Moscú, pero no vivió para escuchar la historia. Le habría gustado saber de mi viaje cincuenta años después de que él visitara esa ciudad.
El 7 de abril falleció víctima de una mala praxis y el 26 estrenamos la película. Terminó su vida y me condenó a extrañarlo hasta que mi muerte termine de separarnos para siempre. Como ven, soy atea. ¿Qué otra cosa podría ser la hija de él? ¿Un marxista-leninista comunista de manual? Tal vez sea más sencillo. Tal vez soy atea porque sí y es solo coincidencia que él lo haya sido también.
Mi padre tenía carisma, un gran sentido del humor y una voz potente. Como Miguel necesitaba hacer entrevistas a personas de pueblo y como yo sabía que durante su juventud mi padre participó de carambola en una pelea en un bar para el filme mexicano Y si ella volviera, se lo propuse a Miguel.
La antigua carretera de Varadero que conduce al Faro de Maya es uno de los lugares más poéticos de Matanzas. Durante mi infancia mis padres me llevaban allí con frecuencia. En la ciudad, y desde cualquier punto, el mar se abre ante tus ojos. Ahora yo miraba la ciudad desde la perspectiva del mar. Lejos de la civilización, las edificaciones de concreto bordean la ensenada. Dibujan un arco.
Ubicamos a mi papá en aquel paisaje inhóspito. Le pusimos un sombrero de yarey. Al fondo del cuadro hay una casa de palmas con una bandera cubana rota. Mi papá se sentía cansado. Su artrosis degenerativa lo limitaba mucho. Pero nada de esto se nota en la película. Es curioso, tiene unos pocos segundos en pantalla, pero casi siempre preguntan: “¿Quién es el guajiro ese?”.
Eumelio Gómez Hurtado (Fotograma de ‘Corazón azul’).
Las raíces y la imposibilidad de dar frutos
Como tres de los protagonistas, y por razones distintas, ya no estaban en la película, Elena se convirtió en el personaje más importante de Corazón azul.
Entonces Miguel decidió que Elena debía buscar sus raíces. Debía encontrar a su madre.
María Cruz, mi madre, interpreta a Eugenia, el nombre de la novela de Eduardo Urzaiz Rodríguez, pionera de la ciencia ficción en Cuba. Tal vez porque su sueño era ser actriz, mi madre siempre estaba con buen ánimo en el rodaje. A Miguel le llamó la atención que se entregara tanto a su papel, como al ritmo de nuestra producción.
María Cruz (Fotograma de ‘Corazón azul’).
Las mujeres compiten a la más bella. De niña siempre admiré la belleza de mi madre. Tengo el recuerdo de ella con su piel blanca y sus cabellos muy largos y negros.
A mi madre le llegó la oportunidad después de mayor. Entró en el año siete de la película. Su belleza saltó del cajón de retratos en blanco y negro a Corazón azul. Miguel usó en la escena una de las imágenes de aquellos tiempos en que yo la sublimaba.
María Cruz y Lynn Cruz (bebé) (Fotograma de ‘Corazón azul’).
Me aferro a mis raíces incapaz de dar frutos. A los 26 años dije que no tendría hijos. Todos pensaban que era muy joven para tener esa certeza. A los 33 quise ser madre. A los 41 me embaracé. Es una historia triste.
El doctor sonrió. Me dio la noticia y mostró el ultrasonido.
—¿Ves esos colores? Ahí está el embrión. Estás embarazada.
—Doctor, pero hay algo que creo importante, desde hace algunos días yo no siento los síntomas.
La expresión en el rostro del doctor cambió. Amplió muchísimo más la imagen. Luego hizo un ecocardiograma.
—No es lógico. Lo natural es que los síntomas aumenten.
El doctor señaló una zona con tonos grises… sin color.
—Este es el corazón, no late.
Se detuvo el nacimiento en mi interior y en su lugar apareció tejido necrosado. Comencé a llorar en hemofilia. Vida y muerte al mismo tiempo La muerte no tiene color. La vida sí. Solo pensaba en esa idea.
Nunca le dije al doctor sobre mis síntomas. Nunca confesé la extraña sensación en mi estómago. Sentía que alguien se robaba mi comida, la absorbía con velocidad. Un ladrón, tenía un ladrón que robaría mis dientes, el hígado, los pulmones, riñones y lo más importante, mi corazón. Ya era suyo. Sentía culpa por haberme aterrado de estar embarazada, por considerarlo un estorbo. No quería que mi embrión sintiera ni por asomo que aun sintiendo todo aquello, yo no sería capaz de amarlo. Desde que supe la razón de mis sensaciones, amé a ese embrión.
El embarazo de Elena y el aborto de Lynn
El embarazo de Elena simboliza la esterilidad de una isla incapaz de engendrar buenos frutos.
Viví la imposibilidad de llevar a término mi fecundidad mientras rodábamos la escena de Eugenia en Hershey. El rodaje comenzó a asfixiarme. El peso de la producción, asistencia, y Elena demandando explicaciones a una madre zombi me hicieron estallar en el set. Miguel y yo peleamos varias veces. No podía concentrarme.
Hubo que extirpar el tejido necrosado. El cadáver de mi embrión en el útero. Me hicieron un legrado. Pasamos la noche en el hospital. La operación tendría lugar al amanecer. No podía ingerir alimentos.
Entré en el salón. Me hicieron varias preguntas. Me pusieron anestesia en vena. Escuchaba voces. La sala se convirtió en una cápsula. Como una especie de nave espacial donde no se hablaba en voz alta sino en murmullos. Sentía fuertes sacudidas de la nave. Como de un avión en turbulencia. Los doctores cambiaron su ropa verde por roja. Me hablaban, pero era un sonido cada vez menos audible… ininteligible. Yo seguía recibiendo fuertes sacudidas y pasaba de una estación a otra. Las paredes eran blancas. Todo parecía de plástico. Caí en el vacío. Miguel continuó leyendo sin reconocer a la mujer vacía que cayó a su lado. Los paramédicos le señalaron mi cuerpo. Miguel se quedó en shock. Luego comenzó a acariciarme. Lentamente la estación espacial comenzó a desaparecer y en su lugar apareció la frialdad de una sala de hospital. El rostro del doctor vestido de verde lamentándose y animándome para que volviera a intentarlo.
Hershey, el pueblo fantasma
Armando Blanco (Blanquito) parecía impenetrable cuando nos recibió. Fue maquinista del tren de Hershey. Un accidente le provocó una contusión profunda en la nuca que le limita la movilidad del cuello. La cabeza le quedó ligeramente inclinada hacia abajo.
Armando Blanco (Fotograma de ‘Corazón azul’).
Blanquito perdió a su hijo mayor. De alguna forma siempre entraba en la conversación la manera insólita en que aconteció todo y sus dudas sobre la correcta atención médica a su hijo. Su casa de cien años está llena de recuerdos. Las texturas de las paredes despintadas, los muebles de caoba y el piso de cemento pulido eran perfectos. Con las puertas y ventanas abiertas la luz solo necesitaba espejos para ser rebotada, La casa antes fue el correo del pueblo. Enfrente queda la estación del tren. Una estación de 1920. El tren de Hershey, el único tren eléctrico que aún circula en Cuba. La falta de mantenimiento y el abandono de las líneas podrían conducir a su desaparición.
Blanquito y Valentina, su exesposa, entraron en una producción de cine independiente sin tener experiencia. Fueron colaborativos. Estuvimos viajando durante dos meses desde La Habana hasta Hershey. Una noche pernoctamos en Matanzas para recoger a mi mamá.
Valentina era quien cocinaba. El tema de la comida fue un problema porque ya en 2019 comenzó a arreciar el desabastecimiento, de modo que comprábamos los insumos en La Habana.
Blanquito se convirtió en uno de los amantes de Eugenia. Se entregó tanto al papel que en una de las tomas le tiró un beso a mi mamá. A partir de ese momento Valentina comenzó a mostrarse ligeramente hostil y, cuando se refería a mi mamá, la llamaba “viejuca”.
Un año más tarde supimos que se separaron.
Dos personas nos asistieron, Juliana Rabelo y Victoria Canel. La hija de Fausto, el cineasta, estaba de paso por La Habana. Venía con su papá, pero en el aeropuerto de Miami lo devolvieron para su casa. Necesitaba un trámite especial para poder viajar a La Habana después de abandonar la Isla en 1968.
El día que nos asistió Victoria cayó un aguacero torrencial. Así notamos que la casa de Blanquito está llena de goteras. De la única forma que podría arreglarla es con un préstamo, pero Blanquito no quiere caer en manos del banco.
Paréntesis freudiano
Un neceser con las fotos de mis abuelos aparece en la escena. Qué coincidencia tan extraña ver aquellos retratos en una casa de Hershey. La mitad del camino entre La Habana y Matanzas. Un lugar que rememora mi infancia y primera juventud. La mitad del camino entre la casa de mis padres y la de mis abuelos maternos.
Elena solo tiene por hogar las ruinas de un edificio. El espacio que compartió con Caso Número 1. Realiza un viaje de regreso. Ha perdido el rumbo y quiere reencontrarse en el lecho materno, pero no puede dejar de ser quien es. Rechaza a la madre con la misma intensidad con que la vampiriza. Absorbe todo lo que hay de sí misma en ella.
La madre en estado catatónico. Sin amparo. Trifluoperazina de 5 mg, y altas dosis de Amantadina. La madre ya tiene cura. Es feliz. En su casa hay dos santos: Fidel Castro y Jesucristo. Completamente alienada es una ciudadana ejemplar.
¿Cómo pudieron mis padres aceptar desde el más absoluto silencio la situación de mi hermano? ¿Cómo pudieron soportar que lo desaparecieran durante semanas y el hecho de no volverlo a ver?
Elena: —¿Por qué no me buscaste?
Eugenia: —Yo traté de ir a verte, pero me dijeron que tenía que ser así.
Sin duda, a mi padre la fe lo mantuvo a salvo por un tiempo. En un lugar donde aferrarse a su propio ideal revolucionario. Un Robinson Crusoe y una isla de cadáveres vivientes para no tener que lidiar con el fantasma de la mera existencia.
Eugenia: —Cuando te fuiste me puse a trabajar en una escuela primaria, pero me enfermé y tuve que irme. Después te busqué, pero nada. Por esa época me quitaron casi toda la ayuda que me daban. Algunos… Alguna gente me ayudó. Una cosita por aquí y otra por allá. A veces me pregunto si sirvo para algo, ¿pero sabes?, todavía se meten conmigo en la calle.
Mi madre debía aprenderse ese monólogo bastante largo y complejo. La ayudé. Tiene buena memoria, así que el texto no fue un problema para ella. Lo difícil era repetirlo con el mismo estado de ánimo. Es el mayor reto con los actores naturales.
María Cruz y Lynn Cruz (Foto de still de Juliana Rabelo).
Ni Valentina ni Blanquito sabían bien de qué iba la historia. De tanto repetir los parlamentos, les entró curiosidad. Mi mamá contó que Eugenia abandonó a Elena y entonces Valentina comenzó a enjuiciar el comportamiento negativo de la madre a lo que mi mamá respondió:
—Eso fue lo que escribió Miguel.
Usamos casi toda la casa en la escena. El momento más íntimo lo rodamos en nuestro estudio en La Habana. Elena y Eugenia están en la cama de Hershey, gradualmente todo se oscurece. Quedan en medio de la nada, como si flotaran en la habitación, el útero de la madre, o el interior de un cerebro. Nadie podrá asegurarlo, el espectador tendrá que imaginar lo que no dicen las palabras.
Eric Morales el salvaje y Eva González de periodista
Eric Morales no solo estuvo a punto de perder sus rodillas en la escena de los hermanos, sino que dos años después por poco pierde sus dientes durante el rodaje de ‘Corazón azul’.