“El capitalismo”: Implosión de la Muestra Joven ICAIC

En medio de la producción de la serie web Rafael Alcides, Miguel fue invitado a una charla en el Fresa y Chocolate. Era una charla sobre cine cubano hecho en la diáspora, moderada por Zaira Zarza y programada por el equipo de la Muestra Joven ICAIC (2016). 

A Miguel lo acompañaban Heidi Hassan y Aram Vidal. Miguel fue el primero. Habló sobre su sistema de producción. Recuerdo que especificó “que en su caso daba igual dónde trabajara porque siempre lo había hecho de igual forma”. “Que nunca ha encontrado a un productor que se interese por su cine”. Para sus producciones ha contado con donantes a título personal y una beca Guggenheim que Miguel obtuvo en medio del rodaje de Memorias del desarrollo 

Fresa y Chocolate estaba lleno de gente y agentes del mundillo cinematográfico. Al final de su presentación, Miguel reservó cinco minutos y comentó que, además de en Corazón azul, su nuevo largometraje de ficción, trabajaba en la serie web Rafael Alcides

Miguel llevaba consigo una memoria USB donde tenía los videos de los efectos visuales de Memorias del desarrollo, que también mostró. En esa misma memoria estaba el episodio 6: El capitalismo

Se escucha la música de Ernesto Lecuona: “Si quieres, niña, que te vuelva a querer, aprende inglés…”.

El episodio es engañoso. Rafael Alcides narra sus vivencias dentro del capitalismo cubano de la República. Tuvo que vender lámparas, chocolate, insecticida y hasta litros de su propia sangre. Algunos, especialmente los mayores, asentían. 

De repente, en las raíces de un árbol aparecen los rostros de Mariela y Alejandro Castro Espín. Fidel Castro Díaz-Balart, el hijo mayor del comandante en jefe, se hace un selfi con el teléfono de lentejuelas de Paris Hilton. Gradualmente la cámara sube desde las raíces del árbol, como si fueran los tentáculos de un monstruo, y el tronco del árbol se convierte en un cuerpo humano uniformado. La cámara sigue subiendo hasta llegar al rostro de un Fidel Castro (padre) de mármol

Recuerdo la cara asombrada de un hombre negro que usaba espejuelos. Mi corazón aumentaba la frecuencia de latidos. Yo solo atinaba a mirar las reacciones de la audiencia. La tensión en los rostros incrédulos ante aquellas imágenes.

Zaira Zarza le envió una nota a Miguel donde estaba escrito que solo le quedaba un minuto a su intervención. Miguel le responde que un minuto era justamente lo que le quedaba al episodio. 

Miguel había tomado ventaja. Se les coló a los burócratas dentro de aquella sala, famosa por proyectar las obras que han pasado por el “filtro revolucionario”. Hasta a mí, aun sabiéndolo, me tomó por sorpresa.

Terminó el episodio. Hubo un silencio sepulcral. El rostro de Miguel estaba calmado. Zaira Zarza parecía nerviosa; le dio la palabra a Aram Vidal, luego a Heidi Hassan y después a la audiencia. 

Marisol Rodríguez, entonces directora de la Muestra, le atribuyó a esta la responsabilidad de todos los invitados, incluido Miguel. A partir de ese momento fue como si le hubiese dado permiso a la audiencia para que se liberara. Gustavo Arcos elogió el hecho de estar allí y poder hablar con franqueza. Sara Vega, desde la Cinemateca de Cuba, alzó su voz con énfasis: “Esto tenía que llegar finalmente”. “Esto”, dentro de aquel contexto, tal vez quería decir revisionismo. Los artistas e intelectuales cubanos aún padecen persecución y cárcel por manifestar sus ideas políticas y a muchos de los exilados no se les permite entrar a la Isla. 

Terminado el panel y la discusión libertaria, Miguel y yo nos sentamos a esperar porque vinieran a buscarnos. Miguel seguía con un yeso a causa de una fractura de tobillo. 

Todos salían del Fresa y Chocolate. Pasaban por delante de nosotros, pero nadie se acercaba. Solo Rodríguez Naite, del Cineclub de Matanzas, se despidió con entusiasmo y habló un poco con Miguel.

Días más tarde recibí una invitación a un coctel en la Embajada de Holanda. Me encontré con Marcel Beltrán. Recuerdo que le conté lo que había sucedido en el Fresa y Chocolate.

―Después, la Seguridad del Estado se apareció en las oficinas de la Muestra…, patearon la puerta de la dirección y comenzaron a interrogar a toda la presidencia. Todos renunciaron. La Muestra… se quedó sin dirección ―dijo en tono jocoso Marcel Beltrán. 

Yo comencé a reír. Pensé que se trataba de una broma. 

Frente a Casa de las Américas nos encontramos a Gustavo Arcos y le dijo a Miguel: “Oye, a ti no se te puede invitar a nada porque uno te pide que hables de Memorias del desarrollo y tú pones un episodio de Alcides”.

Unas semanas después, Marta Araújo nos hizo el mismo cuento. Entonces no había sido del todo una broma de Marcel Beltrán. En efecto, “El capitalismo” implosionó la Muestra Joven ICAIC

El viejo comité organizador hizo silencio. Le cedió el puesto a un nuevo comité y así quedó oficialmente sepultado el hecho. Cosas de la Isla, sintomáticas de lo que se avecinaba. Un año más tarde Fidel Castro ya había muerto y la serie Rafael Alcides, convertida en el documental Nadiepadeció una redada policial y de agentes de la Seguridad del Estado por defender el derecho legítimo a la libre exhibición de un cine libre. Y nos quedamos solos. 

Hoy, la Muestra, liderada por el nuevo comité, tampoco existe; como no existe la alternativa para exhibir un cine de producción verdaderamente independiente dentro de la Isla. El conflicto se torna irreconciliable porque la institución cine es tradición, no vanguardia.




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Antonio Enrique González Rojas

El fenómeno del cine joven y del cine independiente joven cubano ha cuajado ya, con Muestra o sin Muestra. Durante un tiempo fue el vehículo para hacerlo visible, pero ya ese cine está ahí. Diría que es el rostro más visible del audiovisual cubano hoy”.