La quinta edición del Festival de Cine INSTAR, fechada del 28 de octubre al 3 de noviembre de este año 2024, vuelve a tener una naturaleza ubicua, a resultas de la imposibilidad de celebrarse en salas cubanas, a pesar de ser pensado y ejecutado mayormente por nacionales.
Es un evento esparcido a lo largo del globo, con sedes, algunas de las cuales ya casi pueden catalogarse de habituales, en Barcelona (Zumzeig Cine Cooperativa) y Madrid (Cineteca), en Paris (Maison de l’Amérique latine), en Múnich (Museo Villa Stuck) y en Estados Unidos (Berkeley Art & Pacific Film Archive).
Los públicos de la Isla podrán acceder a las selecciones en competencia y colaterales, una vez más, a través de la plataforma digital Festhome.
La naturaleza migrante del certamen resuena orgánicamente en la competencia oficial, integrada por 15 películas, cuatro de ellas de autoría cubana, realizadas por creadores trashumantes, ausentes de sus tierras natales muchos, o marginados a nichos alternativos y mal vistos por los respectivos status quo. Así el evento se consolida como plataforma propicia para expresiones fílmicas disensoras.
La selección asemeja un gran coro disonante, cuya rebeldía polifónica no se aboca a los facilismos propagandistas y libelistas, sino que remontan senderos creativos complejos, en busca de expresiones auténticas, de altos calados intimistas, subrayando el valor de la voluntad individual contra la genuflexión homogénea que predican los regímenes con los que establecen discusión casi todos los cineastas en competencia aquí.
La contundente presencia cubana —Petricor (Violena Ampudia, 2022), La historia de escribe de noche (Alejandro Alonso, 2024), Parole (Lázaro González, 2024), Souvenir (Heidi Hassan, 2024)— en el festival se ve compensada por títulos de realizadores chinos, rusos, ucranianos, costarricenses, dominicanos, palestinos, croatas, haitianas y guineanos, que expanden la iniciativa, globalizándola, perfilándola como un espacio a significarse en el apretado panorama festivalesco del planeta.
A continuación, apunto diez títulos de realizadores no cubanos que ameritan la atención de todos los espectadores potenciales del V Festival de Cine INSTAR.
1. Una historia asiática de fantasmas (Bo Wang, 2023)
El director chino Wang Bo propone con Una historia asiática de fantasmas, coproducida entre Hong Kong y los Países Bajos, un peregrinaje audiovisual desde lo terrorífico hasta lo grotesco, de lo sobrenatural a lo absurdo, de lo extraño a lo sardónico; en el que el repaso histórico se trenza con el mito, y lo paranormal invade la “normalidad” racionalista.
El relato mixtura archivo, fábula, política, historia, azoro y parapsicología, para largar una mirada excéntrica sobre la historia de Hong Kong y su naturaleza política liminal.
La cabellera de una mujer japonesa fallecida se vende como materia prima para alimentar la floreciente industria de pelucas en el Hong Kong de los años sesenta, afectada por un bloqueo occidental contra el pelo proveniente de naciones comunistas como China, Corea del Norte y el entonces Viet Nam del Norte.
El anonimato de las tupidas melenas azabaches confunde a los vigilantes. No pueden dilucidar con precisión los orígenes de tanto pelo semejante, que no repara en ideologías, pero sí en memorias, dolor, desarraigo.
Los densos y lacios pelos sirven de asidero a los espíritus de las dueñas originales de las cabelleras, quienes terminan viajando a lo largo del mundo a través de las muchas cabezas que las “visten” como pelucas de moda. Sin respiros.
La Historia en sí se revela como una especie de ritual que busca evocar espectros del pasado ignoto para entender y, las más de las veces, justificar el presente de los médiums contemporáneos que no permiten descansar a los muertos agotados.
2. Sueños sobre Putin (Nastia Korkia y Vlad Fishez, 2023)
La invasión a Ucrania ocurrida a inicios de 2022 convirtió a Vladimir Putin en una pesadilla recurrente para miles de rusos, que experimentaron una suerte de premonición sobre la consolidación definitiva del totalitarismo cuasi zarista sobre su país.
El cortometraje de Korkia y Fishez, coproducido entre Bélgica, Hungría y Portugal, recrea algunos de los tantos testimonios oníricos referidos por los soñadores en las redes sociales.
Quizás escogieron algunos de los más bizarros, que subrayan al dictador como una amenaza latente, ubicua, inevitable; como una omnipresencia que embarga ese territorio de libertad que es la mente y sobre todo el sueño, donde logran trascenderse las ataduras espacio-temporales, los condicionamientos psicológicos, incluso la propia identidad.
Putin invadió el espacio físico y soberano de Ucrania, pero también penetró violentamente en los territorios más recónditos de la mente y el alma de su ciudadanía. Se tiende a olvidar que los primeros países invadidos por los tiranos son sus propios países.
Los realizadores reproducen los sueños con animaciones digitales que rehúyen los pulimentos preciosistas alcanzados por el CGI en la contemporaneidad fílmica más industrial.
Las imágenes parecen pensadas con fines meramente investigativos, cuyo pragmatismo las salva de cualquier excesiva filigrana, o de pretensiones de realismos anatómicos, espaciales. Solo se requiere la comprensión del hecho, las circunstancias y personajes involucrados. Emanan un inquietante pragmatismo, a la vez que ganan en incordio.
Los sueños incómodos requieren de representaciones irritantes que repliquen, con la mayor fidelidad posible, el amargor y el miedo que detonaron en sus víctimas iniciales.
3. Ramona (Victoria Linares Villegas, 2023)
Con Ramona, República Dominicana marcó su primera huella en el Festival de Cine de Berlín, que acogió en su sección Generación la premier mundial, en 2023, del segundo largometraje de Linares Villegas (Lo que se hereda).
La película trasciende las taxonomías convencionales de ficción y documental, para construirse como una suerte de “falso making of” o “documental inducido”, y así cartografiar el espinoso panorama del embarazo adolescente en la nación caribeña.
La filmación de una presunta ficción protagonizada por Ramona, niña de 15 años que espera un bebé y, a pesar de eso, quiere ser actriz, se convierte en pretexto para que la posible intérprete del personaje, Camila Santana, se lance a investigar a un grupo de jóvenes en esas circunstancias, residentes en las zonas más humildes del país, abundantes en gestaciones tempranas. Y terminan siendo las reales protagonistas.
El dispositivo empleado por la directora puede rastrearse hasta películas como el cortometraje cubano Hombres de Mal Tiempo (1968), dirigido por el argentino Alejandro Saderman, y en más recientes obras como los largos Casting JonBenet (Kitty Green, 2017), de Estados Unidos y Orlando, mi biografía política (Paul B. Preciado, 2023), de producción francesa.
En la propia tierra dominicana cuenta con un importante precedente: Dossier de ausencias (2020), dirigido por el cubano Rolando Díaz, que, a partir de un personaje de ficción que se sumerge en las mismas honduras sociales, explora otra faceta cardinal del embarazo adolescente: los destinos equívocos de esos niños muchas veces no deseados, que son entregados en adopción a familias más favorecidas.
4. Republic (Jin Jiang, 2023)
El largometraje documental Republic es una distopía en cuanto esta puede definirse como el cadáver de la ilusión y el pecio de la esperanza.
El título dirigido por el chino Jian Jiang es una oda a la imposibilidad, a la negación y a la testarudez; encarnadas todas en su protagonista Li Eryang, confeso hippie extemporáneo, que se reconoce náufrago de su propia contemporaneidad.
Parapetado en un diminuto alveolo vital —cuarto abigarrado que debe haber exigido verdaderas proezas de encuadre a la dirección de fotografía—, Eryang aboga por vivir del universo, en un país en que la existencia depende del trabajo y del dinero que el comunismo alguna vez prometió desaparecer.
Contrario a la hipocresía de estado, el joven músico y sibarita es consecuente con sus perspectivas libertarias.
La casa es un escondrijo, casi una “dimensión de bolsillo” en que la realidad transcurre de manera diferente. El tiempo se paraliza o se expande de maneras extrañas. La luz escasa que penetra por las ventanas es equívoca. Días y noches se funden en una perpetuidad alucinada, amodorrada, feliz.
El reducto es una república platónica, regida por artistas e intelectuales, donde impera el ocio, las experiencias psicodélicas, la contemplación y la música en inglés de los sesenta y setenta.
Allí conviven, en extraña armonía, con el libro “La gobernación y la administración de China” del perpetuo y neo-autoritario presidente Xi Jinping, a quien por momentos Eyrang dice admirar, ante las miradas incrédulas de las hordas de outsiders que transitan por esta morada sin cerraduras ni prohibiciones.
5. Humo del fuego (Daryna Mamaisur, 2023)
Humo del fuego apunta a una suave reflexión sobre el azoro, la incertidumbre y la reconfiguración de la identidad.
La directora se autorretrata en los momentos más álgidos del proceso de asunción de su condición otra, como un bizarro regreso a una segunda niñez. Se sume en un inexorable proceso de desaprender y desaprenderse como sujeto nacional, para mutar en sujeto migrante, transnacional, diaspórico.
La transición idiomática no menos que violenta y traumática, del ucraniano natal al portugués adoptado, alegoriza la acritud de tal alquimia reluctante. La cineasta protagonista se explora como un territorio que se va tornando desconocido a la par de su alejamiento de la eterna matriz que resulta la patria (o mejor, la matria) para sus naturales.
A pesar de las transformaciones que a escala global experimentan las nociones de patria, nación, patriotismo y arraigo geocultural, bajo el influjo pujante de las redes sociales, el Síndrome de Anteo golpea fuerte al extranjero.
La invasión rusa al país de origen refuerza el incordio en quien parece sentir los primeros síntomas del refugiado, status que bate su vida con vientos desesperados.
Bajo el influjo tan cercano y tan lejano de esta contienda absurda, Mamaisur parece experimentar una irrevocable transmutación en un paraje transicional, en un margen, en un sujeto tangente respecto a las realidades asentadas sobre la seguridad de nido inexpugnable que confiere el espacio en que se comenzó a existir.
El concepto muchas veces frívolo, banal e hipócrita de “ciudadano del mundo” se estrella contra la nostalgia y la desazón del desarraigo.
6. Solo la luna comprenderá (Kim Torres, 2023)
Es otra de las películas que marcan en el V Festival INSTAR una nítida línea híbrida que se aboca al territorio polisémico del cine ensayo. Solo la luna comprenderá es una crónica de la nada, el estatismo y la resistencia al avance del vacío sobre la calma población rural de Manzanillo en Costa Rica.
Ante las cámaras de Torres, Manzanillo parece un pueblo fantasma habitado por vivos. Los espectros residen en las leyendas entretejidas en un corpus mitopoético local. Son ecos de un pasado más vivo y mágico que el estancado presente filmado.
Justo en medio de la casi palpable quietud del lugar, las personas siguen naciendo y creciendo. Hay niños, adolescentes y jóvenes que se desplazan como sangre caliente a través de venas marchitadas hace mucho tiempo.
La película sugiere un insuperable desfase entre la futuridad que inevitablemente trasuntan las hordas de chiquillos bullangueros y la disolución del pueblo en el paisaje, como una huella impresa en la duna desértica.
Esta suave colisión alcanza las dimensiones de una tragedia generacional y un naufragio de las esperanzas. Una temprana frustración amenaza a las nuevas generaciones germinadas en el tronco seco de Manzanillo.
El cortometraje, coproducido entre Costa Rica y Estados Unidos es también una alegoría de la volatilidad y lo ilusorio del constructo conocido como futuro, algo que, como Dios, en caso de no existir, sería igualmente creado por los seres humanos por imperativa necesidad.
En este Manzanillo costarricense, el día siguiente parece ya haber pasado. El año venidero quizás ya ocurrió tiempo atrás.
7. Todavía libres (Poka Svobodny, Vadim Kostrov, 2023)
En Todavía libres se advierte la herencia de la película alemana Gente en domingo (Robert Siodmak, Edgar G. Ulmer, Curt Siodmak y Fred Zinneman, 1930), que, a la luz de la historia, se reformula como la calma frágil y esplendente antes de la irrupción de la más devastadora de las tormentas. En el caso del clásico fílmico de la República de Weimar, el auge del Nacional Socialismo. En el caso del documental de Kostrov, el militarismo imperial ruso de Vladimir Putin.
Katia y Kostia son una pareja joven. En el umbral de la universidad, ella; en la antesala del servicio militar, él. En los días que restan para que sus vidas muten para siempre, buscan ganarle tiempo al futuro inmisericorde y se permiten ser párvulos un par de días más.
Su displicente estancia veraniega en un lago local, durante el que parece el último fin de semana del mundo, se redimensiona en cardinal reminiscencia.
Como sucede con los jóvenes despreocupados de Gente de domingo, cuyos futuros se volcaron en las oscuridades nazis —como víctimas o como victimarios—, en el crisol fílmico de Kostrov también se produce la alquimia transmutatoria de lo intrascendente en trascendente. El plomo anodino reluce como oro imprescindible.
Cada gesto, cada beso, cada viaje perezoso hacia las aguas, cada comentario tonto, cada mirada perdida, devienen fósiles de tiempos felices e irrecuperables, una vez que son triturados por el avance telúrico e la existencia. El tiempo perdido no se puede recuperar, solo evocar y lamentar cuando ya ha muerto.
8. Tres promesas (Three Promises, Yousef Srouji, 2023)
Tres promesas compila registros audiovisuales familiares tomados por Suha Khamis, madre del director y su hermana Dima, durante unos inicios del siglo XXI marcados para Palestina por la represalia militar israelí ante la segunda Intifada en Cisjordania.
Bajo el ruido cada vez más cercano de las balas y las bombas, la familia se convierte en refugiados en su propio hogar, que va siendo ganado por el peligro de la muerte. Las habitaciones se convierten en una tierra de nadie que debe ser evitada a toda costa por el matrimonio de Suha y Ramzi y sus hijos.
Todos se repliegan hacia las zonas menos vulnerables de la vivienda, bajo las escaleras, en el sótano. Más y más dentro de las entrañas de la tierra.
Mientras negocia con Alá por la supervivencia de sus descendientes, a cambio de emigrar de Palestina cuando sea seguro —según testimonia en off desde el presente—, Suha se ve poseída por una compulsiva necesidad de registrar la excepcional circunstancia; incluso contra los ruegos de su hija porque cese de filmarla en el estado de angustiosa vulnerabilidad a que se ve reducida. Y a pesar de que peligra su vida al asomarse a las ventanas para adivinar el curso de los combates que acechan en las sombras.
La madre desafía sus propios afectos e instintos parentales a favor de la posible trascendencia del registro. La posibilidad inminente de la muerte parece detonar en ella la necesidad de impugnar el gran anonimato masivo que sume a los pueblos en guerra, y dejar constancia de la existencia de su familia, de su felicidad pervertida.
9. Flores salvajes (Divle Cvijeće, Karla Crnčević, 2022)
Flores salvajes es una película sobre el día después. Es un relato sobre el renacimiento y el sosiego extraño sobrevenidos tras las avalanchas de fuego y muerte. La cineasta croata compila y edita videos tomados por su padre treinta años atrás, durante la tercera guerra de los Balcanes, que conmocionó el territorio ex yugoslavo, y provocó éxodos, fugas desesperadas.
El hombre regresa a su aldea arrasada, filma este reencuentro con la cotidianidad rota por los ataques, interroga ruinas que a la vez resultan conocidas y extrañas.
El paisaje parece estar hecho de ecos, de resonancias, sembrado de explosivos ocultos a punto de estallar, si se mira directamente donde están emboscados. La guerra parece jugar a las escondidas con los atrevidos testigos de la soledad fantasmal en que se sumió la apacible villa croata. Una de tantas.
En off transcurre un juego dialógico de memoria y desmemoria entre Karla Crnčević y su padre. Contrastan los recuerdos impresos en cinta magnética y los retenidos en las selvas cerebrales del cineasta improvisado, que como la Suha de Tres promesas, sintió el imperativo de dejar constancia de un episodio mínimo de una guerra que siempre se dibujará sobre las tabletas de la historia con rasgos gruesos, elementales.
Pero el padre de la Crnčević no filmó agonías familiares bajo la amenaza de la guerra inmediata, o las circunstancias de la huida, sino en el regreso tranquilo y misterioso al paraje asolado, que le permitió captar la silenciosa recuperación planetaria en la forma de un tapiz de flores salvajes.
10. Sueños como barcos de papel (Dreams Like Paper Boats, Samuel Suffren, 2024)
Con el cortometraje de ficción Sueños como barcos de papel —único de género “puro” en competencia— el haitiano Samuel Suffren regresa al Festival INSTAR, cuya cuarta edición ya acogió Agwe (2021), la primera entrega de una trilogía en proceso sobre las resonancias de la ingente migración hacia los Estados Unidos en el entramado familiar afectivo.
La nueva propuesta de Suffren, segunda del tríptico, dialoga con la mayoría de los títulos cubanos que compiten en esta entrega, abocada como está Cuba a una masiva e indetenible fuga, muy semejante ya a la haitiana.
Como sucede en Parole de Lázaro González, la voz canalizada por dispositivos electrónicos sirve de puente entre seres fragmentados que esperan y desesperan.
Edouard y su hija Zara aguardan por noticias o por el regreso de la esposa y madre, que emigró hacia la nación norteamericana en pos de la prosperidad que Haití les hurta a sus ciudadanos.
Su ausencia física se ve recrudecida por la carencia absoluta de noticias frescas sobre su paradero y situación. Solo consiguió enviar un casete de audio con mensajes educativos y cariñosos para la niña, palabras eróticas para el esposo, y un testimonio sobre la travesía marítima a bordo de una embarcación desbordada por multitudes.
La vida de la familia fracturada transcurre alrededor de estas grabaciones, cuya ciclicidad irresoluta espolea la desesperación por nuevas informaciones que nunca arriban y se ven compensadas por evocaciones y alucinaciones.
La voz de la mujer gana en lejanía y extrañeza, se torna ininteligible, provoca cada vez más la furia impotente del hombre varado en las aguas bajas del desconocimiento y la nostalgia.
Diarios de prisión
Por Alexei Navalny
El relato del líder de la oposición rusa sobre sus últimos años y su advertencia a su país y al mundo.