¿Cómo llegas a la actuación?
Desde muy chiquito, exactamente a los 8 años empecé mi camino en una Compañía de Teatro y Danza La Andariega, en la provincia Camagüey. Ahí descubrí el teatro, el ballet, la danza, pero, de todos, siempre me pareció más divertido el teatro.
Aunque antes de mudarme a Camagüey vivía en un municipio llamado Sibanicú, donde mis pasiones infantiles eran más bien mataperrear y montar a caballo; no puedo decir que choqué abruptamente con el teatro. Tengo dos hermanos mayores y uno de ellos es actor. Mientras yo crecía y cazaba lagartijas, él ya estudiaba en la Vicentina de Camagüey, y por medio de él tuve algún acercamiento a lo que es el teatro. De hecho, al mudarnos a la provincia fue quien me contó que había una compañía de niños; y, sin campo en el que mataperrear, sin caballos, terneros y con muy pocas lagartijas, vi los cielos abiertos.
En La Andariega aprendí la disciplina del trabajo, el sacrificio por un resultado y me dio muchas herramientas que unos cuantos años después, cuando entré a la ENA, me hicieron el camino más fácil.
Abel Molina, por Eldy Ortiz.
¿Quiénes dirías son tus principales maestros?
Recuerdo con especial cariño a Ileana Chávez, mi primera profesora de la ENA, una persona muy especial con la que crecí como actor y como ser humano. Aprendí mucho con Yaremis Pérez, Cheryl Saldívar y Yailín Coppola (mis profesoras de segundo y tercer año de la ENA). Además, hace poco tiempo recibí un taller impartido por Stephen Bayly sobre la técnica de Sanford Meisner, que marcó un antes y un después en mi entendimiento de la actuación.
La más importante de las escuelas es la vida, el espacio en el que crecemos y nos hacemos todas las preguntas y donde están todas las respuestas. En mi vida, mi maestro es mi papá.
Abel Molina, por Eldy Ortiz.
¿Por qué te interesa el teatro como lenguaje?
El teatro es, de todos los medios artísticos si bien no el de mayor alcance, sí en el que más interacción existe entre público y actor. Estás a solo unos metros de las butacas donde hay personas que han dedicado tiempo de sus vidas para ver esta puesta en escena. Han luchado con el transporte, se vistieron, pagaron su entrada. De alguna manera, los actores y el público nos preparamos para encontrarnos, ambos hemos invertido tiempo y recursos para que se consume el acto del espectáculo.
En el teatro no existe el beneficio del “CORTEN-REPETIMOS”, todo lo que sucede en escena es único. Esto da una preparación que no ofrece otro medio. En el teatro tenemos varios meses para el montaje de un espectáculo, más tiempo para construir tu personaje y probar cosas nuevas en cada ensayo, por eso, en mi opinión, es donde más se aprende.
Veo en el teatro un espacio de aprendizaje, los procesos de montaje son una fuente inagotable de auto exploración, un estudio sobre ti mismo y sobre el mundo. Luego, el espectáculo: un regalo al público; el sudor y el sacrificio de meses, la intención de que salgan del teatro siendo o sintiéndose mejor que como entraron. En última instancia, al menos esa posibilidad me reconforta.
Abel Molina, por Eldy Ortiz.
Háblanos de tu proceso en la creación.
Yo tengo que reinventarme con cada proceso creativo. Prefiero partir siempre de mí, encontrar alguna característica del personaje, algo que me acerque a él, para comenzar a probarme su traje, ponerme en su piel, pensar en qué situación yo, Abel, haría tal o cual cosa o reaccionaría de equis manera. Eso me ayuda mucho a comprender al personaje y encontrarlo.
Respeto la disciplina, me gusta trabajar con seriedad. Cuando me enfrento a una nueva obra no paro de darle vueltas, voy por la calle pensando en el personaje, en los textos, las situaciones, a veces los voy diciendo bajito y me sorprendo incluso reaccionando.
Necesito confiar en el director para trabajar con comodidad; me encanta la relación director-actor. Creo que cuanto más y mejor comunicación y entendimiento mutuo exista, mejor será el resultado artístico. Tenemos que ser un equipo.
Me gusta el trabajo con el texto, sacarle el zumo, encontrar las cosas que los autores dejan casi escondidas. Creo que el texto es un acto creativo terminado, es el 50 % de la puesta, mi trabajo está en el 50 % que falta. Por eso intento, partiendo siempre de lo que se ha escrito, explorar todo lo que la historia permita.
Abel Molina, por Eldy Ortiz.
¿Qué crees que le está faltando al teatro cubano actual?
A mí me falta ver más teatro que vibre con el público para el que se hace, y para eso tiene que hablarles en su mismo idioma, tocar fibras sensibles y realidades que compartamos, que hagan del “teatro hecho en Cuba” un teatro cubano. Creo que está faltando un poco eso, un teatro que no se pierda en el empaque, que sea directo y nos haga reflexionar sobre nuestra realidad o de alguna manera nos refiera a ella. Pero hablo de hacerlo con sinceridad, obras donde no queden cosas por decir, no repugne el sabor didáctico y vacío del encargo. Espacios donde cualquier cubano que vaya al teatro, público asiduo o no, pueda sentir que la obra le habla a él, pueda ver sus alegrías, reírse de sus absurdos, llorar sus miserias y quizá reflexionar sobre sí mismo y su futuro.
Creo que exponernos, de verdad, podría revitalizar nuestro teatro y devolverle su poder de vanguardia. Para hacer este teatro hay que tener las libertades que faltaban en el Villanueva de 1869. Hoy, en 2021, ya no hay voluntarios españoles, ya al rey de España no le interesa lo que se diga en los teatros de Cuba y nosotros, más frecuentemente que el límite de lo saludable, nos vemos en la acrobacia del “¡Viva la tierra que produce la caña!”, cuando lo que al público le hace falta escuchar, y a nosotros gritar es: “¡Viva Cuba Libre!”.
Abel Molina, por Eldy Ortiz.
En estos tiempos de pandemia, ¿cómo crees que debiera reinventarse el teatro?
Creo que este tiempo de aislamiento y silencio en las tablas cubanas podemos aprovecharlo para pensar en nuestros proyectos y crear nuevos, para cuando se abran los ensayos entrar con más y mejores ideas. Podemos trabajar en la parte productiva y teórica de los espectáculos que dejamos a medias. Es tiempo de utilizar las redes para promover nuestro trabajo y para recordarle al público que lo sigue y espera, que no estamos en pausa, sino trabajando mientras cuidamos de nuestra salud. Sobre todo hay que pensar en el público y lo que necesita, encontrar una manera de ayudar, haciendo lo mejor que sabemos hacer, puede ser la mejor manera de invertir nuestro tiempo durante esta pandemia.
Abel Molina, por Eldy Ortiz.
¿Qué quisieras ver próximamente en las tablas cubanas?
Teatro en el que no vea egos, sino historias y personas vivas. Teatro auténtico, no por encargo. Mis amigos actores y actrices creciendo y haciendo crecer el teatro. Teatro que me haga sentir, o que me haga pensar. Teatro que me haga sentir más orgulloso de hacer teatro.
Daisy Forcades: “Sentir que entras en otras vidas”
“Me atrapa el lenguaje del teatro, el sentido de las palabras, a dónde van, el porqué de quien las escribe, el tránsito que hay de lo escrito a lo imaginario”.