No tenemos que caernos bien. No tenemos que ser amigas. No tenemos que coincidir en todo. Pero les presto la catana que he usado para mi harakiri. Ojalá que otras se animen a mostrar sus vísceras, junto a las que reciben golpes o están encarceladas por reclamar derechos que nos asisten a todas, sin que sepan a pie juntillas lo que significa sororidad.
La soledad de Ariel Ruiz Urquiola
La chapucería diplomática de la dictadura cubana es equiparable al nivel de maldad que se empeña en alcanzar cuando de represión se trata. A muchos, como a los hermanos Urquiola, les ha tocado poner el cuerpo y la mente en juego.
Habitación 422
Yo nací en un cuarto de hotel. Una niña negra, con trenzas, vestida de uniforme, con espejuelos, viendo la televisión en el lobby junto a los demás huéspedes que no duraban más de una semana, porque en los hoteles de mala muerte nadie duerme 21 años.