Un cuento para los hijos por el Día de las Madres

1.

En casi todas las casas de casi todos los lados hay casi siempre un muchacho que casi siempre se pierde.



2.

Era de día aquel día que después casi se pierde por andar casi riendo con un pie casi en la tierra y otro pie casi en las nubes. Así que casi ninguno, quiero decir ningún pie, estaba donde debía.



3.

Cuando el muchacho nació, casi le ponen un nombre casi tan lindo y tan feo. Aunque ya casi al final casi todos muy cansados casi locos de esperar, decidieron que el muchacho se llamaría Domingo.



4.

Porque casi era domingo y casi nunca los sábados nacen niños a su hora. Porque casi a última hora los que casi eran abuelos, dijeron: ¡casi olvidamos que pronto es casi mañana!



5.

Y casi sin darse cuenta Domingo creció hasta casi ser del alto de la mesa. Y era casi más flaquito que la luna cuando casi no se ve. Y sus ojos eran casi más azules que la luna.



6.

Esa tarde que Domingo se quedó casi dormido pero aún casi despierto, mamá se durmió a su lado y ya no vio casi nada.



7.

El niño casi bajó volando las escaleras y casi al llegar abajo se dio cuenta de que nunca había visto algo así.



8.

Casi estaba estupefacto cuando otro niño, igualito, apareció por la acera. La acera casi era un trillo de tan finita y tan larga.



9.

“¿Cómo estás? Yo soy Domingo. ¿Quisieras jugar conmigo?”. Y Domingo, casi mudo, no supo qué contestar.



10.

¿Cómo decirle a Domingo que él también era Domingo?



11.

Así que no dijo nada y casi cerró la boca como se cierra una puerta. Por supuesto era domingo esa tarde casi noche, y casi era de esperar que algo raro pasaría.



12.

Domingo casi le dio la mano al otro Domingo. Se veían casi iguales caminando por la acera. “¿A dónde vamos, Domingo?”, preguntó entonces Domingo porque casi estaba lejos de su escalera y su casa.



13.

“Yo no sé a dónde te llevo”, dijo Domingo a Domingo. Lo mejor de ser un niño es que sabes casi nada. Y por eso mismo casi es como si supieras todo.



14.

Domingo casi entendió lo mismo que no entendió. Pero ya estaban tan lejos que casi nada importaba.



15.

Casi llegaron a un valle donde casi nada había. Solo un enorme cuadrado con casi todo en el centro. Quiero decir que el cuadrado estaba lleno de juegos. Casi lleno, porque allá donde casi no se ve, había un niño sentado. Sentado a los pies de un árbol.




16.

Domingo fue a ver al niño que no hacía casi nada. “¿Estás bien?”, le preguntó. “¿Te puedo ayudar en algo?”.



17.

Pero el niño solo dijo: “¿Cómo estás? Yo soy Domingo. ¿Quisieras jugar conmigo?”. Y Domingo, casi mudo, no supo qué contestar.



18.

¿Cómo decirle a Domingo que él también era Domingo?



19.

Entonces llamó a Domingo, que estaba casi saltando por última vez la suiza. “Domingo, este es Domingo, y quiere jugar conmigo”.



20.

“Mmm, así que Domingo… ¡Pues vayamos a jugar!”. Y casi jugando estaban cuando se hizo tan oscuro que casi no se veían.



21.

¿A dónde se fue la luna?, pensó Domingo callado casi llorando de miedo. “¿A dónde se fue la luna?”, dijo el segundo Domingo casi llorando de miedo. “¿A dónde se fue la luna?”, gritó el último Domingo casi llorando de miedo.



22.

“La luna sigue en el cielo”, oyeron que dijo alguien casi escondido en lo oscuro.



23.

“¿Cómo están? Yo soy Domingo. ¿Quisieran jugar conmigo?”, preguntó un niño mediano casi igual a los demás. “Son solo nubes de agua, que a veces, casi jugando casi tapan a la luna, pero ella sigue en el cielo”.



24.

Así que solo eran nubes… La luna sigue en el cielo… Y los otros tres Domingos se quedaron casi mudos.



25.

¿Cómo decirle a Domingo que Domingos eran ellos?



26.

Y eran todos tan flaquitos como la luna en el cielo cuando casi no se ve. Y eran azules sus ojos, los cuatro pares de ojos, casi lunas en la cara.



27.

Domingo miró a Domingo, que a su vez miró a Domingo, que a su vez miró a Domingo, con ojos casi cerrándose mientras las nubes seguían casi tapando a la luna. “Qué sueño tengo, Domingo”, susurró cualquier Domingo casi cayendo de sueño.



28.

El mismo sueño que casi tenía también Domingo. Quiero decir el de al lado, y el siguiente, y el siguiente. Un sueño casi tan grande como la sombra del árbol en donde estaban parados. “Acostémonos aquí”, dijo Domingo a Domingo.



29.

Había casi salido el sol casi por el este, cuando Domingo abrió un ojo y vio a mamá sobre él, casi abrazándolo tanto que casi rompe a Domingo. Domingo estaba acostado bajo las ramas de un árbol llamado sauce llorón. Mamá preguntó a Domingo cómo fue a parar ahí. Domingo casi quedó tan perplejo como mudo.



30.

¿Cómo decirle a mamá la verdad de los Domingos?



© Imagen de portada e interior: Tana Oshima.




Legna Rodríguez Iglesias

Abajo Constantinopla (feliz cumpleaños, mi amor)

Legna Rodríguez Iglesias

Imagínate que tienes una novia en Cuba que sueña que la policía viene a llevársela. Imagínate que tienes una novia en Cuba que sueña que la persiguen. Yo no me lo puedo imaginar. Yo no quiero que mi novia, ni que ninguna novia del mundo, sueñe que la policía viene a buscarla.