‘Quaestio urgens’ (confesionario)

El riesgo de ser entrevistado por un Ser Invisible
consiste en la falta de distancia crítica y la complacencia,
aparte de que uno tiende a lo pretencioso.
Mark Twain
(Del discurso de aceptación del título de
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Oxford).

¿Color preferido?

Púrpura profundo o verde trópico. Todo en abstracto, como en los cuadros de Rothko. Para no imaginar que huyo por una selva en busca de una frontera, bajo el asedio secuestradores, panteras y mosquitos.

¿Comida preferida?

Pastas y sus alrededores. Ahí, en las pastas, me veo observando las torres de la catedral de Milán y bebiendo, antes del almuerzo, un café Godzilla. Un café Godzilla es lo que yo hacía antes del colapso de la Isla: café colado en cafetera, leche, canela, un toque de vainilla y un toque de jengibre.

¿Comida que no te gusta?

Los mariscos. Igual que en Cuba. Renuncio a los mariscos. Esa maldita circunstancia del agua y los mariscos por todas partes…

¿Postre ideal?

Panetela de chocolate con helado de cereza. Hay que pensar en los postres míticos, bicoloreados. Postres pansexuales. Postres trans.

¿Libros preferidos de la literatura universal?

Molloy (Beckett) + Lolita (Nabokov) + El proceso (Kafka) + Nadja (Breton). Podría citar 20 más.

¿Película preferida?

Satyricon, de F. Fellini, y Blade Runner, de Ridley Scott.

¿Simpatías políticas?

Pluralismo liberal. Estoy en contra de casi todo. Hasta de mí mismo, a veces. Pero en contra de la unidad de pensamiento. No creo en los políticos, ni en las políticas. Conforman, en su mayoría, una horda de vagos e inútiles.

¿Peor libro que has leído?

Ellos lucharon por la patria, de Mijaíl Sholojov. Dicho sea al pasar: la patria existe donde esté mi hijo, donde estén él y mi esposa, donde la angustia sea expulsada por el cariño y la paz. La patria suele ser un cuento de camino, urdido por quienes hacen de la patria una condición: la de tener riquezas, poder y una buena mesa.

¿Peor película que hayas visto?

La vida sigue igual, de Eugenio Martín. En eso estamos muy bien. Igual o peor. Y seguimos.

¿En qué escritores no crees?

No creo en Pablo Neruda, ni en Isabel Allende, ni en Gabriela Mistral, ni en Eduardo Galeano, ni en Mario Benedetti. Hay un montón más, entre pacotilleros, sentimentalones, y esos que, desde la pacotilla y el sentimiento barato, hacen de la ideología una rampa de despegue. También hay quienes aprovechan las querellas políticas para prosperar. Y esos son los peores.

¿Qué tipo de personas detestas?

Las que se creen lúcidas e ingeniosas y no son ni una cosa ni la otra. O esos embaucadores que tienen fe en una astucia que no poseen.

¿Qué admiras más en una persona?

La generosidad desinteresada.

¿Libros preferidos de la literatura cubana?

El negrero, de Lino Novás Calvo. Jardín, de Dulce María Loynaz. Hombres sin mujer, de Carlos Montenegro. Pailock, de Ezequiel Vieta. Un fogonazo, de Virgilio Piñera.

¿Qué cosas te aburren?

Los discursos políticos. Y los políticos.

¿Qué cosas te divierten?

Desde las películas de Buster Keaton hasta la gata de mi vecina, cuando se pone zalamera con intenciones de entrar en mi casa. Pero más me divierte mirar a los niños que juegan de modo rústico (con una chivichana, por ejemplo) frente a mi casa, vestidos pobremente, pero felices. Me divierte verlos ajenos al Apocalipsis, al desastre, al caos.

¿Tu mejor amigo/a?

No tengo. Pero si alguien me da un buen consejo, lo agradezco durante toda la vida.

¿Ves televisión?

No tengo televisor. A veces veo reels de Instagram, o videos pequeños de YouTube. No tengo lo que no tenía que tener. Lo diré así, un tanto sarcástico.

¿Tu peor enemigo?

Yo mismo. Tiendo a ser muy poco flexible con la incompetencia, la desidia, y totalmente severo con la violencia (en especial, la violencia física) que se ejerce contra un niño o una mujer. Y en ese momento y esos casos es cuando apruebo la pena de muerte.

¿Deporte preferido?

No hago ni veo deportes. Cuando mi cuerpo sea una armazón de escombros, ya veré qué hacer. Hasta ahora va bastante bien.

¿Qué se te da mejor?

Cocinar y escribir. En ese orden.

¿Qué odias?

Los fundamentalismos religiosos y políticos, las llamadas teocracias y la violencia que de hecho pueden ejercer o ejercen sobre las minorías y las mujeres. Esos fundamentalismos y esas teocracias deberían ser exterminados radicalmente. Por supuesto, odio la opresión ejercida contra mayorías intimidadas por gobiernos totalitarios. De hecho, pensándolo bien, creo que un gobierno totalitario es tan fundamentalista como el que más, aunque no le saquen un ojo a una mujer por no cubrirse el cabello.

¿Qué te gustaría hacer, además de escribir?

No soy rico ni me interesa serlo, pero me gustaría ayudar a la gente que no tiene nada, o que tiene exactamente eso: nada.

¿Qué te desordena?

No me gusta ese tipo de interrogación a lo Carilda Oliver Labra, una escritora bastante menor. En fin: diría que me “desordenan” la belleza y sus desórdenes. A pesar de la ruina, la demagogia, los discursos indigestos y los basureros interminables, en Cuba hay mucha belleza.

¿Tu peor defecto?

Mis accesos de intolerancia (puedo ser no empático en una medida odiosa) y mis excesos de esperanza. Lo segundo es peor, seguramente. De la esperanza se valen los pillos y los enemigos de la libertad. Manipular la esperanza es uno de los actos más viles.

¿Tu mejor virtud?

Tiendo a ayudar a amigos y desconocidos.

¿Pintor cubano preferido?

Antonia Eiriz. Agregaría a Belkis Ayón y Arturo Montoto. Tres universos insobornables.

¿Frase preferida?

Tucídides decía: “Convénzanse de que ser feliz significa ser libre y que ser libre significa ser valiente”. Ahí hay un programa de vida: la valentía lleva a la libertad y esta, a su vez, a la felicidad.

¿Estación del año?

El invierno. En La Habana, si no tienes un aparato de aire acondicionado, el verano tiende a ser asqueroso y nocivo, tanto como los basurales que infectan la Ciudad Maravilla.

¿Dónde quisieras estar ahora?

En casa. No hay sitio mejor. La casa como refugio familiar del espíritu y el alma. Puede situarse en Sri Lanka, en New England, o en Segovia. De momento está en La Habana.

¿Automóvil preferido?

Ni idea.

¿José Lezama Lima o Virgilio Piñera?

A veces uno, a veces el otro.

¿Lujos?

Haber visto El Jardín de las Delicias, de El Bosco, y Las Meninas, de Velázquez. Haber visto El entierro del conde de Orgaz, de El Greco. Haber intercambiado mucho con Ezequiel Vieta, mi maestro. Haber conversado una tarde con Beatriz Maggi sobre la poesía y la personalidad de Rimbaud. Haber escuchado al padre Carlos Manuel de Céspedes sobre la idea de Dios. Haber visto el Partenón. Haber sido testigo de ciertos actos de repudio cuando los días del Mariel, en 1980. Dormir con mi esposa sobre mi hombro.

¿Religioso?

No.

¿Creyente?

Sí.

¿Espiritual?

Muchas veces. Soy devoto de la Virgen. La madre de Jesucristo viendo morir a su hijo y después retirándose a vivir prácticamente sola, ufff. Ese momento, donde el dolor más grande se articula con el misterio más grande, resulta, para mí, una de las dos o tres experiencias realmente inabarcables de la Historia.

Cuando reflexionas sobre esto y otros sucesos (un libro que te estremece, un cuerpo que te estremece, una música que te estremece), le das la espalda a esa fe insensata y de tramoya en el Futuro Luminoso. Habrá que usar espejuelos oscuros para verlo, porque podría obnubilarte.

¿El día o la noche?

La noche y las primeras horas de la mañana, que son las que más me gustan para trabajar. Después, por lo regular, ocurre un apagón y se te resinga la vida.

¿Te has enamorado?

¿Te imaginas que un hombre como yo no se enamore?

¿Tienes hijos?

Sí, uno. Maravilloso, además.

¿Arrepentimientos?

Vivo arrepintiéndome de ciertas cosas.

¿Estado civil?

Casado hace 32 años.

¿Estado de ánimo normal?

De desconcierto en desconcierto.

¿El sexo o el espíritu?

Oye, esa es una pregunta boba. Hay que tener buen espíritu para practicar buen sexo. Con un gran espíritu llegas al mejor sexo, y un buen sexo te conduce a un buen espíritu. Me refiero a un sexo universalista, antidogmático, plural, desalmidonado, libre.

¿Música preferida?

Oigo casi de todo: Seal, Jacob Collier, jazz progresivo y experimental, blues, piezas barrocas y románticas, rock… y de nuevo jazz, de Thelonius Monk a Keith Jarrett y más acá. Prefiero a los pianistas de jazz.

¿Banda de rock?

The Rolling Stones.

¿A qué celebridad invitarías a tu casa?

Invito a mis amigos. Nada de celebridades.

¿Qué hombre, vivo o muerto, admiras?

Siddartha Gautama y Martin Luther King. Los menciono a ellos, pero sé que admiro también a otros.

¿Qué mujer, viva o muerta, admiras?

Margaret Atwood y Aretha Franklin. Hay otras.

¿Qué oficio te gustaría desempeñar, además de escribir?

El primero que ejercí, la pintura.

¿Actores preferidos?

Tilda Swinton, Amy Adams, Anatoli Solonitsyn, Willem Dafoe, Isabelle Huppert, Liv Ullmann, Michael Fassbender, Broselianda Hernández…

¿Con qué personaje célebre te gustaría conversar?

Con Ghandi y Francis Bacon.

¿Qué personaje histórico detestas?

Stalin (y sus copias sucesivas). Stalin es contaminante, por desgracia. Su personalidad y sus rasgos han ido diversificándose a lo largo de la historia. Un criminal, un homicida de los más condenables.

¿El peor día de tu vida?

El día que ingresaron a mi hijo en un hospital, hace 30 años, al inicio del Período Especial.

Lo horrible de aquello no era sólo verlo con asistencia de oxígeno, lo cual no le impedía sonreír a veces, sino comprobar que un experimentado jefe de guardia, en el salón de terapia intensiva, terminaba su turno y se iba con su bicicleta. Tenía que pedalear después de cuidar de la vida de sus enfermos. Una vergüenza.

¿El mejor?

El día de la graduación de mi hijo, interpretando sin miedo “Funerales”, de Liszt, entre otras piezas.

¿Dinero o experiencias?

Experiencias y dinero.

¿La mujer más bella?

Mi esposa, cuya hermosura no declina.

¿El hombre más bello?

Endimyon, según John Keats, o Dorian Gray, según Oscar Wilde. Hombres agraciados con el defecto imperdonable de no existir.

¿Te ríes con frecuencia?

Sí.

¿Lloras con frecuencia?

No.

¿Personaje literario favorito?

Heathcliff. Y Dorian Gray. Y Anna Karenina.

¿Qué importancia les concedes a estas actividades (mínimo 1 y máximo 10)?

Dormir: 9.

Comer: 8.

Conversar: 10.

Tener sexo: 10.

Leer: 10.

Actividades sociales en general: 1.

Cocinar: 9.

Escribir: 10.

Observar la luna llena: 5.

Hacer amigos: 3.

Viajar: 7.

Tareas domésticas: 7.

¿Alguna causa social en la que participarías?

Médicos sin Fronteras, especialmente donde haya migraciones a causa de la guerra.

Me gustaría, si tuviera los medios a mi alcance, asistir a la gente desposeída, pero sin politizaciones de ninguna índole. Aquí, en Cuba, por ejemplo.

Pero eso es imposible en las actuales circunstancias. En esta isla desgraciada todo se politiza, aunque he visto por ahí algunas acciones que se libran de la politiquería.

¿Objeto preferido?

Un libro que alguien me regaló hace 32 años.

¿Crees en los libros que has escrito?

Bueno, creo en algunos solamente. Los demás representan la rutina diaria de mi trabajo. He publicado demasiado, aunque me gusta publicar.

¿El centro o los suburbios?

Una habitación con vistas al mar.

¿Rencoroso?

Sí, por desgracia, pero sólo con algunas personas.

¿Tu palabra preferida?

Motica. Así llamo a mi hijo desde que era un niño.

¿Ballet preferido?

Sobre ballet no sé nada o casi nada. Por ejemplo, conozco Cascanueces gracias a Emerson, Lake & Palmer, para mi sonrojo. Pero la danza moderna me interesa mucho.

¿Fumas?

No.

¿Drogas?

No.

¿Alcohol?

Jamás, excepto en ocasiones especiales y siempre que se trate de tequila, whisky o vodka, que son las 3 mejores bebidas del mundo.

¿Café o té?

Café… y con canela.

¿Apruebas el aborto?

Sí.

¿Presidente o presidenta?

Presidenta. Las mujeres son más útiles, sensibles y lúcidas que los hombres.

¿A qué le temes?

A faltarle a mi hijo y a mi esposa.

¿Temes a algún animal?

A los insectos en general. Son una de las pruebas de la existencia de lo demoníaco.

¿Te gustaría tener un arma en casa?

Oh, sí… una katana de 1000 capas, un kriss malayo, un puñal florentino. Y, si me dejan, también tendría un fusil de caza y un lanzamisiles. Y hasta una caja de granadas. Pero no te equivoques, soy un pacifista.

¿Te asustan las enfermedades?

Sí.

¿Tendrías sexo con una mujer trans?

Sí.

¿Y con un hombre trans?

También.

¿Te asusta la vejez?

Sí y no. No hay más remedio que lidiar con las incapacidades progresivas de la vejez, pero detesto esas tonterías hipócritas sobre las delicias de la llamada “tercera edad”.

La vejez es un estado lamentable, no hay que engañarse respecto a eso. Y que les pregunten a esos viejitos que van por las calles de mi barrio intentando vender abanicos de cartón, bolsas plásticas, tabacos, o paqueticos de refrescos sintéticos.

¿Perro o gato?

Una gata. Tuve una, se llamaba Parma. Sólo le faltaba hablar. Era muy puta, pero también muy simpática.

¿Sabes nadar?

Más o menos.

¿Sabes montar en bicicleta?

Aprendí y desaprendí. Mi imagen encima de una bicicleta puede ser absurda, o ridícula.

¿Sabes conducir un auto?

No.

¿Sin qué no quisieras vivir?

Sin mi esposa, sin mi hijo, sin café, sin libros…

¿Has saltado en paracaídas?

Por favor…

¿Tienes prejuicios?

Sí, y me entiendo con ellos.

¿Miguel Ángel o Leonardo?

Miguel Ángel, pero sobre todo Bacon, Rothko, Turner y Holbein (El Joven).

¿Pintura preferida?

Son varias, pero me quedo con El Jardín de las Delicias, de El Bosco, donde hay historias con posibilidades enormes para la literatura y el cine. O el Cristo muerto de Holbein. O la Venus de Urbino, de Tiziano. Y la Olympia, de Manet.

¿Crees en los extraterrestres?

Hay que creer en ellos, imagino.

¿Algún consejo que dar?

Uno de Nabokov que heredó de su abuela, creo, y que me aprendí de memoria porque es útil y justo: Be kind, be proud, be fearless. “Sé amable, sé orgulloso, sé audaz”.

¿Algún pequeño gusto que te darías a menudo?

Pienso en eso y escogería esas tabletas de chocolate amargo rellenas con frutos secos. Un síntoma de la voluptuosidad que anida en la seducción. Sin embargo, entre comprar una de esas tabletas y un spray de salbutamol para mi esposa, ya puedes imaginar qué compraría.

El problema de los medicamentos en Cuba es otra de sus vergüenzas más escandalosas. Uno se halla entre la potencia y la impotencia médica, así que hay que cultivar cierto grado de entereza. Y tener fe, ¿no es así? La Revolución cuida de nosotros…

¿Algún peligro que correrías?

Teóricamente, me ofrecería a un proceso de crio-preservación que sea seguro, para despertar 500 años más tarde y ver si, ¡por fin!, el mundo se ha limpiado un poco de hijos de puta y de políticos hipócritas, codiciosos e inútiles.





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Entendiendo la energía: combustibles y electricidad

Por Vaclav Smil

La historia moderna puede verse como una secuencia inusualmente rápida de transiciones hacia nuevas fuentes de energía, y el mundo moderno es el resultado acumulativo de sus conversiones.