Se pudre más rápido si no lo deshuesas

Desde el balcón, mi muchacha bonita va retratando la noche que cae sin piedad. 

Hechos: cazuelas vacías, averías en la red eléctrica, un huracán. 

Carne podrida (de pollo). Carne que no aguanta. No aguanta la carne, no aguanta el poste que se dobla, no aguanta el follaje que empuja los cables y los rompe, no aguanta nadie o casi nadie.

Hay una viejita que sí aguanta: camina doblada y arrastra a un perro enfermo. (No estoy inventando nada, tengo una foto).

Pero, en verdad, la carne que no aguanta es la carne de persona, la carnalidad de los vivos en esta larguísima orfandad.

La Habana no aguanta más (ni ninguna otra ciudad). 

A mi vecina alguien le ha dicho: “Si lo pones todo con limón y sal, dura un poco más. Pero tienes que deshuesarlo, porque el pollo se pudre más rápido si no lo deshuesas”. 

Cazuelas vacías que brillan agitadas en el aire. Resplandor mortecino bajo las luces de las motorinas que pasan.

“Qué clase de comepinga ese San Juan”, se oye.

Teléfonos con linternas. Contra el apagón, contra lo negro.

“¿Dónde recargaste?”, pregunta el carnicero. 

Hay una mujer que grita: “¿Y quién me va a devolver el pollo que tuve que botar?”

En la cola del pan: “Vamos a estar aquí”. (“Y no en la cola del pan”, dice un gracioso para completar la frase.)

“¿Y esta no es la cola del pan, compañero? Mire… es que no estamos para bromas ni para tautologías inútiles”.

El síntoma de la muerte en el esqueleto rojizo.

“No, aquí hay dos colas, la de ayer y la de hoy. Porque el pan se dará doble”. Newton era visitado por sus dos gatos, uno grande y uno pequeño. Para que salieran y entraran a voluntad de su sala de estudio, hizo dos agujeros en la pared: uno grande y uno pequeño.

Cosas de genios. 

“Ayer no hubo pan… Quien desayunó hoy, comió otra cosa, porque ya son las 4 pm”.

Croquetas de pan… Harina, no hay. 

El pan os hará libres.

“Confía, compañera…, la Revolución garantiza tu pan de hoy, el de ayer y el de siempre”.

“Eliot dice que el pasado y el presente están en el futuro… Así que confía, compañera”.

“¿Elio, quién es Elio?”, se escucha.

El pan os hará libres. El pan como conquista. Una historia del derecho al pan como pináculo de la redención. 

“¡País mío, tan joven, no sabes definir!”

Cazuelas cuando muy oscura desciende la noche sobre las azoteas. Cazuelas, latas, jarros, ollas.

La Noche Oscura del Alma. “La eterna miseria que es el acto de recordar”.

La Noche Oscura del Alma, San Juan de la Cruz, Orden de los Carmelitas. Purifica tus sentidos, purifica tu espíritu. ¡Compañeros: hay que crecer por encima de las experiencias del dolor y la carencia, en unión con Dios, para que el espíritu madure!

¿Así decía San Juan de la Cruz? Así decía, eso predicaba.

“Qué clase de comepinga ese San Juan”, se oye.

Frente a la nada del congelador, la nada que fluye y nos empapa.

“Cuidado, era un hombre honesto”, se oye.

“Lo encarcelaron varias veces, andaba sin zapatos”, se oye.

“Escribir es peligroso”, advierte Juan Boscán. ¿O es Fernando de Herrera?

El síntoma de la muerte en el esqueleto rojizo.

“Mejor las cazuelas, mijo”. Las ca-zue-las. Cuatro sílabas. Acuérdate de la métrica castellana.

“Claro que sí: las cazuelas”.

El pan os hará libres. Y te lo darán doble.

Pancito con queso fundido. ¿O se dice fundente?

Llega, en medio del apagón, la camioneta que trae el queso fundido o fundente.

Casi 72 horas sin electricidad: ¿y los refrigeradores, compañero carnicero?

Queso líquido. “Con sabor a mantequilla”, dice el carnicero y sonríe.

Apúrense, que se acaba. Habrá que comérselo hoy. El queso.

“Debo aclarar que mi problema es recibir el queso correctamente y venderlo correctamente, con electricidad o sin ella. Así que se me ponen de uno en fondo y sin gritar”.

“¡Que póngán la lúz!”. “¡Que póngán la lúz!”.

¿Puedo decir escribir y también excribir? Uno es un escritor, pero también puede ser un excritor. O sea: eras, lo fuiste, fuiste escritor alguna vez y ahora eres un excritor.

Se desploma la noche azulosa, azulina, encima de las calles. Los niños empiezan a tocar una conga con las latas y las cazuelas.

“El dulce lamentar de dos pastores”. De pinga esto.

“¿Y quién me va a devolver el pollo que tuve que botar?”, grita la mujer otra vez.

“Compañera, el pan está garantizado. ¡Y viene de una panadería que sí tiene planta eléctrica!”, se escucha.

“Pero va a demorar”, indica alguien.

“Por supuesto que demora, compañero… Todo lo que se hornea, demora su poquito, ¿no es verdad?”

“¿Y quién me va a devolver el pollo que tuve que botar?” La autenticidad originaria de ese grito. Frente a la nada del congelador, la nada que fluye y nos empapa. El rocío de la nada.

¡El deseo de reposición del fluido eléctrico no es un sentimiento ligero!

“Los pueblos y sus historias en boca de todo el pueblo”.

La conga con latas y cazuelas. Un estribillo: “¡Que póngán la lúz!”.

A ver, filólogo, ¿qué tipo de verso es ese?

Un pentasílabo, se usa bastante en las seguidillas españolas. “Apto para la expresión de sentimientos ligeros”, dice Wikipedia. 

“¿Ligeros?, qué barbaridad, ¡el deseo de reposición del fluido eléctrico no es un sentimiento ligero!”

Que nadie se ofenda, compañero. Da la casualidad que es un pentasílabo y ya. Wikipedia también dice que se utiliza en la llamada “estrofa sáfica”.

Cazuelas, conga y el estribillo de fondo: “¡Que póngán la lúz!”, “¡Que póngán la lúz!”.

La mujer, en mitad de la cola del pan doble (o la doble cola para el pan), explica que pasó un trabajo enorme para conseguir esas cinco postas de pollo y que ahora ha tenido, ya podridas, que botarlas.

El síntoma de la muerte en el esqueleto rojizo.

Compañero, ¿usted dijo “estrofa sáfica”? ¿Eso no es bolá de tortilla?

Por favor, compañero, no la coja ahora con el movimiento LGBTIQ+, que aquí estamos por el regreso de la electricidad y nada más. 

¿“Estrofa sáfica”? ¿Eso no es bolá de tortilla?

¿Usted votó por el Código? ¿Sí o no?

“¿Y quién me va a devolver el pollo que tuve que botar?”

“Soy, entonces, un excritor… No había pensado en esa turbulenta posibilidad”.

“Tranquilo, acá en la cola del pan se dicen muchas cosas, la mayoría vanas e inconexas… Mientras seas un excritor, pero no un excritor excrementicio, todo valdrá la pena… Pierde cuidado, lo importante ahora es el pollo, la electricidad y la conciencia”.

“Voté por el SÍ, compañero. Un enormísimo SÍ. Me gusta la valentía de las mujeres sáficas y de los chicos trans. Además, me atraen mucho las mujeres trans. ¿Usted se imagina a esas mujeres con esas pingas? Son muy mujeres…, mujeres incrementadas, además. Enriquecidas, compañero. Mujeres en-ri-que-ci-das”.

¿Usted se refiere a las que mantienen su feminidad a pesar de las pingas?

No, no es “a pesar de…” 

Me refiero a las que son mujeres con o sin pingas. La pinga al final no cuenta, señor, para definir un género. Porque, fíjese, hay personas de género fluido, líquido, acuoso, corredizo…

¿En serio? Coño…

La pinga al final no cuenta, señor, para definir un género.

“Yo no fui a votar, ¿sabe? No fui, no. Lo pensé bien, y no… Y me quedé en casa oyendo las sinfonías de Bruckner… Y rezando para que el pollo no se me descongelara demasiado”.

Una voz: “Compañera, a ninguno de nosotros van a devolvernos ningún pollo, ¡ninguno!, nos jodimos y ya”.

“No querría que me tuviesen por tan amigo de cosas nuevas”, dice Juan Boscán.

Compañero, pero las chicas trans existen desde siempre… Y recuerde que Boscán también aclara: “Yo sé muy bien cuán gran peligro es escribir”.

No se lamente usted. ¿No escucha la conga de las cazuelas? ¿O es el suyo un “dulce lamentar”?

“Salid sin duelo, lágrimas, corriendo”. Ahora, si esa mujer a quien se le pudrió el pollo estaba reservándoselo a su hija, es de pinga, la verdad. Durísimo.

Esto no es vida. Lo digo así, por si querelloso alguno viene.

No se deje confundir, compañero. Aquí lo que hace falta es un lapso de razón, aunque sea momentáneo.

El síntoma de la muerte en el esqueleto rojizo.

You were only waiting for this moment to be freeeeee… Blackbird fly…. Blackbird fly… Into the light of a dark black night…

“Dulce soñar y dulce congojarme, cuando estaba soñando que soñaba; dulce gozar con lo que me engañaba, si un poco más durara el engañarme”.

Ya te despertaste, mijo, ¿eh? ¿Abriste los ojos? ¿Te diste muy duro en la cabeza? ¿Viste qué clase de mierda? 

No se deje confundir, compañero. Aquí lo que hace falta es un lapso de razón, aunque sea momentáneo.

“¿Y quién me va a devolver el pollo que tuve que botar?”, dice la voz amarga, ronca y tan doliente.

La conga de las cazuelas se acerca a la esquina y otras linternas (teléfonos recargados en barrios distantes) alumbran el grupo. Más dura que mármol a mis quejas, la Noche Oscura del Alma persiste en ennegrecerlo todo.




Nota:
En el texto aparecen, y son usadas libremente, citas y referencias de: Garcilaso de la Vega, Juan Boscán, Fernando de Herrera, Pink Floyd, Orquesta Van Van, T. S. Eliot, Virgilio Piñera, The Beatles y San Juan de la Cruz.




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Quiero que un hombre me mire y me vea

Alberto Garrandés

Una mujer que quiere dejarse mirar, atisbar, y también acariciar, interrogar. Proponerle y ofrecerle al hombrelo que ella es primariamente. Y averiguar si puede o no seducirlo.