Tú no me conoces (2025), exposición de Michel Mirabal.
Toda exposición es un ensayo y una especulación intelectual que se organiza desde las nociones de prueba y de error. En esta oportunidad, y no debo ser yo precisamente quien evalúe este hecho por razones obvias, le hemos ganado el terreno al error en beneficio de la prueba.
Prueba, porque una prueba es, también y siempre, algo que se presenta como error en sí mismo. Una prueba debe ser legitimada o refutada, aceptada o rechazada. Tú no me conoces, a fecha de hoy, se ha granjeado la aprobación de la mayoría: una mayoría que incluye lo mismo a sus detractores que a sus acólitos.
Esta es una muestra que reafirma, en su totalidad, su propia condición de ensayo visual y narrativo. Tú no me conoces, dispensa todo un arsenal simbólico-metafórico que va desde piezas ya conocidas hasta muchas otras inéditas, concebidas y ejecutadas a propósito de este relato curatorial y museográfico en el que la voz del artista emerge en toda su elocuencia y poderío.
Tú no me conoces se organiza sobre un dispar elenco de piezas que disfrutan de total autonomía, tanto desde el punto de vista morfológico como discusivo. Una rigurosa línea conceptual las conecta y tiene que ver con esa prevalencia del objeto simbólico mirando hacia las circunstancias de lo cotidiano, en un escenario en el que se mezclan las pulsiones del humor, la revisión indiscreta de la memoria histórica, la actualización del paisaje o telón de fondo socio-antropológico de las mismas, la pregnancia metafórica (y fáctica) de una religiosidad y de una espiritualidad que lo abraza todo en esta isla nuestra y la desautorización de la relaciones de poder imperantes en el mundo.
Aquí se descubre la elocuencia del chiste y la audacia del comentario crítico en un mismo nivel de desobediencia, de sostenibilidad y de solvencia. Se trata de una muestra especulativa y afirmativa, de una interrogación que terminará por ser respondida hoy, aquí y ahora.
A tales efectos, y casi que pidiendo permiso al ser yo uno de los curadores del proyecto, lanzo estas preguntas al artista para que sea él quien asuma el protagonismo en este arbitraje perverso y provocador de la primera persona del singular.
¿Qué importancia reviste Tú no me conoces para Michel Mirabal y por qué?
Lo primero y lo más imporante es que, como te dije en su momento y te reitero ahora, es la primera vez que una exposición mía me emociona de tal manera. Siento que he podido ser yo más allá de cualquier etiqueta y de todas las habladurías que me han rodeado desde siempre.
Es doblemente importante dado que he tenido la oportunidad, casi excepcional si se quiere, de mostrar lo mejor de mi trabajo en mi país, al menos una parte muy poco conocida y que realmente me define como artista contemporáneo. Esto es algo que llevo haciendo por el resto del mundo hace tiempo.
Muchos asumen, erróneamente, que las puertas se abren aquí para mí. Y nada más lejos de la verdad. Todo lo mucho y poco que he podido hacer ha sido con un gran sacrificio personal, que a veces me secuestra el sueño y la tranquilidad, pero las ganas de hacer y de crecer se imponen a todo.
Este año, por ejemplo, cumplo 30 años de carrera. Deseaba mucho llevar a términio esta muestra no solo para celebrar la fecha en sí, sino también como una especie de redescubrimiento de mi trabajo para el público cubano. Es por ello que es y está siendo muy importante para mí en lo personal y en lo profesional; también en lo más profundamente humano.
Siento que Tú no me conoces me posiciona en un lugar que corresponde directamente a la realidad de mi obra.
Después de tantas exposiciones por todo el mundo, ¿qué sensación o qué sentimientos (tal vez encontrados) se movilizan en ti habiendo inaugurado esta muestra?
Los sentimientos son muchos, como supondrás. Fue largo el tiempo de espera y hasta de incertidumbre. Pero ciertamente no quise que esta inauguración tan esperada se envistiera de un tono clásico, aburrido o estirado, como suelen ser las inauguraciones de este tipo.
En su lugar, me busqué un DJ y todo fluyó como una gran fiesta: música, cócteles, baile y los abrazos de los amigos en diólogo con lo mejor de mi producción artística que no se conoce aquí, o que tal vez se conocía muy poco. Quería divertirme y que todos lo pasaran bien: fue lo que hice.
¿Por qué crees que afirmé en el texto curatorial de apertura que esta exposición “certifica su condición de ensayo visual, de ejercicio de autodefensa y de gesto de afirmación?
Bueno, realmente respeto tu criterio como curador y como crítico incisivo que eres. Tú no me “ves” con los ojos que yo me veo. En ese sentido, mi posición no creo que sea la de “defenderme” de nada en lo absoluto y sí la de visibilizarme como soy y no como se me ha estigmatizado.
Tal vez por ello, lo de “gesto de afirmación” me acerca más a tu idea. Ahora bien, sí que creo que hemos terminado por construir un ensayo visual en toda su extensión.
¿Cómo asumes el hecho, desde mi punto de vista escandaloso y de una falta de elegancia poco menos que indignante, de que no haya habido una representación de la dirección del MINCULT (Ministerio de Cultura) ni del CNAP (Consejo Nacional de las Artes Plásticas) en la inauguración de esta muestra quince años después?
(Risas.) No sé ni qué decirte. Quizás no quisieron responder al porqué de tanto tiempo y al porqué de ahora sí. Sinceramente, eso me da un poco igual. A la larga, estuvieron los que quisieron estar y los que no pudieron acercarse me enviaron mensajes con sus mejores deseos y justificaron con cariño su ausencia a tenor de algún impedimento.
Ahí estuvo mi familia al completo, los vecinos que me vieron nacer y siempre cuento con ellos y con su apoyo incondicional. Amigos que me quieren de verdad y personas ávidas de redescubrirme. Qué más puedo pedir: recibí el amor y el cariño de todos.
Fue una noche apoteósica y una exposición abarrotada de personas, como no suele suceder en este tipo de eventos en Cuba. Yo estoy muy contento y, más que contento, estoy muy feliz.
Sé de sobra, dado que he sido el curador-activo de esta muestra, que su narrativa museográfica entraña más de una trampa retiniana y no pocas encrucijadas irónicas. ¿Qué piensas de esto? ¿Revelamos algunas?
Creo que esas sutilezas te tocan a ti como curador entrenado. Yo realmente estoy consciente de que les tiré un montón de obras, de ideas y de situaciones que quería abordar y que me preocupan como artista y como ciudadano del mundo. Y ustedes, con tremenda habilidad y mucha pericia, supieron organizarlas, conectarlas entre sí, y conferir orden y sentido al caos que genera todo artista ávido de crear.
En este sentido, reconozco la importancia del trabajo de los curadores y la visión crítica de estos frente a las obras. Vuestro trabajo ha sido impecable, el resultado es visible e incuestionable. Y sí, sé a qué te refieres con lo de las “trampas” y las “ironías solapadas”. Pero también sabes que me gusta la idea de la obra abierta: el artista propone y el público dispone.
Creo firmemente en la recepción de las obras como una suerte de acto de cocreación. De no ser así, ¿para qué sirve el arte?
Sabíamos que esta muestra iba mover el suelo de La Habana, que iba a levantar no pocas pasiones y que implicaría no pocos desafíos. Sin embargo, y pese a mi desbordado ego, debo reconocer que me ha sorprendido mucho el efecto que hemos causado. Frases del tipo: “Una exposición como esta le hacía falta al arte cubano”, “Me marché muy emocionado por esa idea de que el arte vuelve a ser importante. Esta muestra me recordó a las grandes exposiciones que se hacían en Cuba, todo un lujo”, “Lo que ha sucedido hoy es un acontecimiento para el arte reciente que se produce en la isla”. ¿Qué opinión te merecen estos comentarios?
A esta pregunta sólo puedo responder con un GRACIAS enorme. Yo solo hice mi trabajo e intenté que saliera lo mejor posible. Esta acogida es otro de esos regalos que te deja la vida en el buzón de quejas y sugerencias.
En la actualidad es inusual semejante repercusión mediática para una exposición personal, especialmente para alguien que no expone en Cuba hace más de quince años. ¿A qué crees que responde este seguimiento por parte de la prensa escrita, la radio y la televisión, incluida las redes sociales e internet?
He dedicado toda mi vida a hacer buenos amigos. Allí donde muchos crean abismos, a mí me interesa crear alianzas. Tuve el placer y la suerte de que una excelente presentadora como Edith Massola me invitara a hablar de la muestra (junto a ti, a Nelson Herrera y a Alejandro Pérez) a su programa 23 y M, que goza de una gran popularidad y audiencia: en realidad, el más visto de la televisón cubana.
Este fue otro de los regalos que resultó de trabajar muy duro durante meses y años. Después de la emisión de esa noche se produjo una avalancha de peticiones para participar en otros programas de radio y televisión, incluida la prensa escrita e internet tanto nacional como internacional. Estoy muy agradecido por esta cobertura inusual para un artista plástico.
En la inauguración de Tú no me conoces pude advertir del cariño y del respeto que te profesan muchas personas, entre colegas, amigos, coleccionistas, diplomáticos y gente de pueblo, hasta los propios vecinos del barrio. Pero lo que más me gustó fue advertir la emoción no disimulada de tu familia, la saga Mirabal. Especialmente, tu hermana, a la que puede ver emocionada hasta las lágrimas en más de una ocasión. ¿Cómo recibe Michel Mirabal este regalo de la vida?
Mi familia sabe perfectamente por lo que he pasado. Solo ellos entienden la importancia de este momento en mi carrera. Yo soy un tipo que he sido calumniado, menospreciado y evitado. He ayudado a muchas personas; incluso les he salvado la vida literalmente a algunos y después me han traicionado. Como te dije antes, esta exposición es una fiesta. Es un festival de dos meses en el Centro de Artes Plásticas y Diseño Luz y Oficios. Así es como quiero que se entienda y se advierta este gran esfuerzo.
Soy testigo, y hasta cierto punto responsable, de la construcción de muchas de las piezas que organizan el relato curatorial de Tú no me conoces. Hablemos entonces de las obras que tú adviertes como más relevantes dentro de este relato y por qué las piensas así.
Me pides algo muy difícil para mí como artista, porque fui tejiendo una construcción conceptual y simbólica entre las obras para calzar la tesis de la muestra que yo mismo me había trazado años atrás en mi cabeza.
En el caso de la obra Día a día, sí debo confesar que me rompe como cubano y como ser humano. Entiendo que es una obra de mirada mundial, es una pieza que acepta la lectura internacional sin cuestionamientos, pero cuando la pienso en mi entorno nacional siempre se me aprieta el pecho.
También me sucede lo mismo con Rebelión, dado que la asumo como una de las piezas más potentes de la muestra y cuyo simbolismo la pone a la cabeza de toda mi producción objetual. Creo, sin duda, que es una de mis mejores piezas.
Tú mismo, como crítico y curador con gran trayecto, me has reiterado el hecho de que la consideras una pieza susceptible de ingresar en alguna de las mejores colecciones de arte latinoamericano del mundo. La verdad es que esa sentencia tuya me abruma un poco. Lo que sí te puedo decir es que es una obra que amo profundamente y me ha traído muchas alegrías.
Escapando, por ejemplo, es otra pieza que se sujeta a una lectura global. Sin embargo, cuando me detengo a pensar que dos de mis hijas emigraron, escaparon, partieron y no están más conmigo, no puedo más que sentir dolor. La Chiny, sin ir más lejos, siempre estuvo a mi lado; lo mismo que mi Kuki: son mis amores; las extraño demasiado.
En las palabras de presentación y ante un público de más de quinientas personas, afirmé sin ambigüedad alguna que esta exposición era una suerte de autorretrato en toda regla, una especie de extensión fragmentada y poliédrica de ti mismo. ¿Por qué piensas que dije esto?
En este tiempo tú sí que has podido conocerme un poco más y creo haberte demostrado con creces que yo no soy ni tanto, ni menos. Solo soy.
En mi opinión, que se estima autorizada, entiendo que Tú no me conoces, devuelve al arte cubano esa capacidad interpelante y esa voluntad deliberante tan propia de los años 80 y 90, y que hoy apenas es un recuerdo y, hasta en ciertos casos, una vaga caricatura. ¿Coincides conmigo?
Soy del criterio que nuestra sociedad en general ha sido mermada y reducida a infinitos fragmentos de lo que un día fue. La precariedad en todos los sentidos ha causado una degradación de tintes antropológicos y socioculturales tan severa, que dudo pueda revertirse en poco tiempo. El arte, tanpoco, está ajeno a esta realidad. No obstante, creo que sigue existiendo un arte crítico que sabe mirar de cerca a los problemas.
Día a día, Rebelión y Resilencia, son, con distancia, mis piezas favoritas de este episodio curatorial. ¿Por qué crees que llego a esta conclusión? Me gustaría saber si coincides conmigo.
Es que todas me gustan. Me resulta difícil. Ya te lo decía antes, todas se yuxtaponen y se conectan en diferentes planos conceptuales y de lectura, pero te diría que Día a día y Rebelión son para mí de las más potentes. De modo que, en efecto, coincidimos en este punto.
Antes no fui del todo justo, porque Lloviendo sobre mojado es, también, de mis piezas preferidas. Cuéntale a los lectores un poco más sobre esta soberbia instalación y sobre la procedencia de muchos de sus elementos constitutivos a nivel morfológico.
Como mismo hice para gestionar las más de cuatrocientas ollas de presión de Día a día, así mismo hice con Lloviendo sobre mojado: fui por muchos lugares de La Habana buscando botas viejas, chapas de automóviles, compré los machetes a una cooperativa agropecuaria, los jarros los adquirí en La Cuevita (feria popular donde se encuentra todo tipo de objetos y rarezas).
Fue así que fui construyendo la obra con estos elementos: una suerte de lluvia simbólica, que al mismo tiempo se convierte un retrato repetitivo de los sesenta años de mi país.
Te confieso que en el proceso de trabajo de Tú no me conoces, que se remonta a seis largos e intensos meses, uno de los episodios que más me emocionó fue el encuentro entre tus vecinos y amigos de toda la vida en el solar La Aurora en Cayo Hueso. Para un hombre como yo, que emigró hace más de 25 años y que vuelve ahora a una ciudad y a un barrio en los que ya no reconozco esos lazos afectivos, esta fue una experiencia muy hermosa que habla de lealtad, de pertenencia, de bondad y de auténtico y real patrimonio emocional. ¿Qué me dices acerca de esto? ¿Cómo vive Michel Mirabal volver allí?
Es que yo nunca me fui. Ahí está mi esencia, mi estirpe, mi gente, En ese barrio habita mi felicidad. Hacemos una rumba casi todos los meses y mis tumbadoras viven en casa de Pocholo, custodiadas por Mirian Morcilla, a quien conociste ese día. En fin, yo pertenezco al barrio de Cayo Hueso.
Me interesa escuchar, más allá de los efectos, tu juicio de valor más honesto sobre mi trabajo. En este caso, sobre mi doble rol de curador y crítico de arte.
Cuando te elegí para participar conmigo en esta aventura tenía conciencia de tu talento y capacidad de trabajo. Ahora bien, te juro que nunca pensé que te lo fueras a tomar tan en serio: tú has hecho tuyo el proyecto en cada momento, siempre activo, siempre presente y, sobre todo, con ese rasgo tan tuyo de decir en todo momento lo que piensas, aunque no fuera coincidente con el resto.
Podría afirmar, sin duda alguna, que ha sido gracias a ti en especial, y también a Isabel Pérez Pérez, que esta exposición salió como debía salir. Me cuesta trabajo decirlo porque ya sabes que no me gustan los alardes y me apenan las exageraciones, pero esto ha sido todo un éxito, uno de los tantos que vendrán en el futuro.
¿Te preocupan las críticas que puedan venir? ¿Te quita el sueño que podamos ser el objeto de alguna entrega de “coincidencias y refritos del arte cubano”? Me apresuro a responderte yo antes. A mí, no. Habiendo ejercido la crítica por más de treinta años (aún la ejerzo), siento un profundo respeto por ella, sea del formato que sea y se apoye en el medio que sea. Toda crítica merece, cuanto menos, una lectura atemperada; incluso, si llegara el caso, una refutación oportuna. ¿Qué piensas de ello?
Lo que pienso es muy simple. Yo solo hice mi trabajo lo mejor y más sincero posible. Lo que se diga en términos de crítica y de pensamiento libre (para bien o para mal) será un placer recibirlas, compartirlas y hasta “refutarlas”, como tú bien dices.
Se nos asignó por la dirección del Fondo de Bienes Culturales, y de otros poderes fácticos del tejido artístico, la Estación Cultural de Línea y 18. Sin embargo, soy testigo de ello, nos enfrentamos luego a un sin número de negativas para el acceso al sitio, imposibilidades muchas y justificaciones unas cuantas. ¿Qué crees de verdad que pasó con esto? Reconozco, sin vacilación, mi actual desconcierto.
Lo que pasó ahí es lo que ha pasado durante los últimos 15 años con mi trabajo. Yo, personalmente, llevo años proponiendo a diferentes galerías y centros de arte del país hacer una exposición personal con la obra que realmente me interesa, pero siempre me dan de largo.
Ya eso no me asusta. Dicen que el cuerpo aguanta y se adapta a lo que le echen. Tú mismo pudiste comprobar como fluyó todo en aquella primera reunión, pero siempre te dije que no lo dieras por hecho y una vez más tuve razón.
Nos dijeron que el lugar era óptimo en principio. Luego resultó que era imposible hacer nada allí, por cuestiones técnicas y estructurales. Sin embargo, estas noticias llegan a destiempo, con poco margen de maniobra para agenciar otro espacio.
Todo, en puridad, fue una excusa tal vez para que yo finalmente desistiera. Y así sucedió. No obstante, y a pesar de esta información, la agenda del sitio siguió en pie y se celebraron varias ferias y actividades coincidentes con las fechas de Tú no me conoces. Saca tus propias conclusiones.
Ello nos llevó al punto de partida, al Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño. Te dije entonces “yo no expongo aquí”. Me demostraste, con largueza, que querer es poder. No sólo rescataste de la precariedad y de la desidia ese espacio emblemático para el arte y la cultura en Cuba, sino que trabajamos con la comunidad y hasta devolvimos la ilusión a los trabajadores del centro. ¿Qué siente Michel Mirabal cuando hace estas cosas?
Placer.
¿Me permites una confesión? Te has ganado un pedacito de mi corazón, pero no te lo tomes muy en serio ni al pie de la letra. Como bien titulé uno de mis ensayos para el catálogo de la muestra: “Si te dicen que te quiero, eso no lo dije yo”. ¿Algo que apuntar?
Tú no eres fácil y eso lo sabes. Eres un tipo con un carácter lindo y malvado a la vez, pero siempre sincero. A pesar de que a veces me sacas de mis casillas, aprendí a quererte porque me encanta la gente que, aunque irreverente, nunca deja de ser sincera. Gracias por eso.
Reconozco que esta pregunta no solo tiene (de mi parte) toda la mala intención del mundo, sino que, además, lleva implícita mi respuesta per se. Pero, ¿habiendo visitado tantas exposiciones conmigo en los últimos seis meses, habiendo hecho ejercicio de disección de muchas de ellas, incluidas el proyecto Puzzle (de Jorge Peré en Taller Galería Gorría), Perpetual Project y Pos it, no crees que una muestra como Tú no me conoces que, valga subrayar, trasciende las dimensiones presumibles, la lógica operacional y el contexto tradicional de cualquiera de las anteriores, no merecería la atención de los árbitros del poder cultural en la isla, a los efectos de un justo Premio Nacional de Curaduría?
No sé de eso. Sinceramente, nunca he trabajado para premios ni para reconocimientos de ninguna índole, aunque tengo dos cajas llenas de ellos y ni siquiera los cito en mi currículum.
Ahora bien, en efecto, creo que ustedes han hecho un gran trabajo, pero sin ser escéptico, ni quitarte las ilusiones que asoman en tu pregunta, no creo que una exposición mía se tenga en cuenta para algo presumiblemente tan importante. Supondría validar el error de tanto tiempo a la sombra, de tanta desidia. Y esas cosas en mi país no suelen pasar.
Respondamos a los críticos y a los textos que harán parte del catálogo de la muestra y que presentaremos en el mes de enero. Jorge Peré afirma: “En cada artefacto, el artista rinde tributo a la más sólida tradición del conceptualismo insular; esa que irrumpe con fuerza durante la década de los 80 para transformar y decolonizar los imaginarios, la iconografía y el color local que ambientaba el arte cubano precedente…” ¿Coincides con esta afirmación del crítico?
Coincido, en parte, porque soy un fanático de los años 80 en el arte cubano. Respeto mucho a los maestros que cambiaron el curso del arte y de las prácticas artísticas en esos años y le dieron una visión más contemporánea a la creación. Pero me encuentro en una disyuntiva de forma: también soy fan del dibujo y del oficio del pintor, del dibujante, cosas que en el arte contemporáneo a veces pasa a segundos planos o más allá. Mi lenguaje, a pesar de mi vocación por el objeto y los conceptos, tiene esos giños incluidos, son parte sustancial del mismo.
Isabel Pérez Pérez, con una experiencia institucional fuera de serie, señala: “La invisibilización de Michel no obedece necesariamente a la falta de calidad o de esfuerzo artístico. Más bien se trata de un complejo entramado de factores simbólicos, institucionales y estéticos que lo han situado en una zona ambigua del arte cubano: visible para el público, pero ignorado por cierto sector de la crítica, la curaduría y de los gestores de galerías y eventos”. ¿Podrías desentrañar ese entramado?
Yo nunca he dejado de estar, jamás. Vivo en Cuba y, aunque viajo mucho, mi país es mi centro, mi energía, mi cosmos. No podría decir el porqué conmigo se mantienen este tipo de posiciones, pero lo cierto es que las hay. Ahí están, las padezco. Tal vez ahora estas lógicas de actuación varien un poco. No sé, el tiempo dirá.
Nelson Herrera Ysla, co-curador de la muestra, asegura que: “Por tanto, es difícil encasillarlo a partir solamente de determinados signos y símbolos que usa con entera libertad, menos aún observar en sus obras un “estilo” (algo que desean con denuedo numerosos creadores como “identificación” ante el público y la crítica), pues prefiere que la forma siga a la función, quizás siguiendo (sin saberlo, probablemente) aquellos acalorados debates en torno a la arquitectura durante los años 50 y 60 del pasado siglo”. ¿Cómo te has “defendido” de esos encasillamientos?
Sinceramente, no he podido defenderme porque no creo que deba defenderme de algo que hago y lo paseo por el mundo. Es por eso, precisamente, que mi exposición se titula Tú no me conoces.
Rafael Acosta de Arriba, intelectual de fuste y responsable de muchas derivas del arte cubano, en una aproximación bastante aguda explica que: “Hay un arte contestatario y crítico que insiste en mirar la realidad con sumo empecinamiento y agudeza, también con objetividad. Se trata por este arte de observar de manera nada complaciente lo que nos rodea en tiempo real y transmutarlo en imágenes. A veces no se trata de mirar, sino de ver, que no es lo mismo. Tú no me conoces dialoga críticamente con nuestra realidad social y eso es un mérito indiscutible. Es un diálogo honesto y complejo que trata de poner los signos de puntuación a una situación extrema, como la que existe hoy día en el país, con una sociedad llena de penurias, sin esperanzas y con el agotamiento natural que ya acusa el daño antropológico de décadas en precario”. ¿Sientes, en efecto, que las piezas de Tú no me conoces recuerdan que el orgullo por la cicatriz desarma a quienes insisten en recordarnos la herida?
Creo que hay cicatrices por las que hay que sentir orgullo y otras que solo dan mucha pena. En Tú no me conoces todas ellas parten de la carencia, el hambre, la falta de respuestas y la atención a un montón de fenómenos que, alguna vez, se soñó que se podrían erradicar.
Como dijo Silvio Rodríguez una vez: “la muela no alimenta, ni cura”. Se necesita de la acción y en este contexto encaja esta exposición. Es un grito de atención y de acción a lo que tanto duele.
“Día a día” mi país se desmorona, se hunde entre virosis, falta de alimentos, escacez de agua, falta de suministro eléctrico, éxodos en todo momento y sobre todo la falta la esperanza.
No basta con decir que mañana será mejor, cuando se siguen haciendo las mismas cosas del pasado que nos llevaron a este momento. Es cierto que las sanciones externas hacen mucho daño y lo he vivido en carne propia, pero también en carne propia siento las causas y las consecuencias de las decisiones internas, que no tienen nada que ver con esas sanciones externas tan utilizadas como excusa.
Carlos Rafael Fuentes, curador de Factoría Habana y gestor de Galería Continua, se apresura en reconocer que: “Tú no me conoces es la oportunidad perfecta para que todas aquellas personas que dicen saber o no quién es Michel Mirabal, lo hagan. Quizás sea el momento de poner un punto en la boca a quienes se han prestado a hablar más de la cuenta. No es una exposición que sirva de carta de presentación para el público de su tierra. Para nada. Su obra ya se presenta sola en el mundo. Ahora somos nosotros los que debemos tomarnos el tiempo para analizarla a profundidad”. Jorge Peré titula su ensayo para el catálogo “Carta de presentación”; Carlos Fuentes piensa, en cambio, que no lo es. ¿Con qué versión te quedas?
Me quedo con las dos. Hay una gran polarización cuando a mí se refiere. No hay consenso, más bien siempre se genera la discordia. De modo que las dos entran a jugar un buen papel.
Lázara Menéndez, advierte: “El tiempo de lo vivido, ligado al instante y la memoria como expresión de una temporalidad profunda, no limita las acciones, las sostienen y mantienen abiertos los caminos de los cambios, en las múltiples trayectorias que articulan la vida cotidiana. Por esa razón no nos sorprende la correspondencia conceptual que podemos reconocer entre esta exposición y la que en julio del 2002 se inauguraba en el espacio de la galería La Acacia con el nombre de Oquendo 358”. ¿Cómo adviertes tú esta conexión conceptual entre ambos momentos de tu carrera?
En el 2002 apenas tenía 6 años de graduado del ISDI y cursaba estudios en la Academía de Arte San Alejandro, donde solo me faltó hacer la tesis de fin de carrera.
En ese momento quería comerme el mundo. Esa exposición fue muy importante entonces. Como siempre hago, involucré a mis vecinos de Cayo Hueso y a la comparsa de los componedores de batea de mi barrio.
Fue una muestra inolvidable. Y los discursos sociales y de crítica también estaban presentes, siempre han estado. De tal suerte, esa conexión que señala Lázara se da todo este tiempo: es una evolución justificada, una presencia que late hasta hoy. Soy muy consciente de ello.
Con su rica y honda prosa, Leonardo Padura intenta revelar las relaciones y los síntomas entre la esperanza, el contexto y las heridas al señalar: “Observando una y otra vez esta obra, procurando revelar sus enigmas, he llegado a la conclusión de que si algo nos quiere decir el imaginario pictórico del todavía joven Michel Mirabal es que hay una esperanza herida y que, por esa llagas, la soledad se va imponiendo, como un virus indetenible, pues ella, la soledad, y no el color, o los tópicos de la ciudad o las figuras (las recurridas manos-humanos de su obra anterior) es la verdadera protagonista de este ciclo pictórico, al que ha arribado el creador en un momento que nos hace pensar en algo tan serio y categórico como la madurez de sus recursos y sus necesidades expresivas”. ¿Cómo agradeces este gesto de escritura y de amistad con un icono de la literatura cubana a nivel mundial?
Yo me pongo a pensar en Padura, me miro y digo: ¡¡¡ñooo!!! Este la tiene peor que yo: es posiblemente uno de los novelistas más importantes de Latinoamérica y en mi país no se vende ni una hoja de su obra. Locura, es una locura. Qué esperar para mí. Por supuesto, le agradezco inmensamente toda su obra (la he leído toda) y esto que hizo para mí. No puedo más que sentir orgullo y un gran placer, pura gratitud.
¿Por qué “la vida no vale nada si la emoción no la rebasa”?
Porque yo la vivo de esa manera. Impongo las emociones, en su máxima expresión, a todo lo que hago. Aunque me vaya la vida en ello.
¿Crees de verdad que hoy se conoce a Michel Mirabal?
Claro que no. Al menos, artísticamente hablando.

































































