A eso de las seis de la tarde el parque de H y 21 es una maravilla. La luz está cayendo y las madres sacan a los pequeños a coger un poco de brisa. Unos juegan a la pelota, otros montan bicicleta. Algunos jóvenes perfeccionan sus coreografías de bailes asiáticos.
Los padres, todos bien vestidos, con cierto swing, tratan de establecer algún tipo de conversación. No llegan a ser lo que se dice amigos, pero el día a día los hace conocerse un poco. Se habla del clima, de lo que acontece en las redes sociales. Se evita hablar de los precios y de la necesidad, ya que el ambiente ayuda a que parezca que vivimos en un país normal.
A la gente no le gusta estar hablando de cosas feas.
El parque de H y 21 puede ser, bien visto, con ciertos ojos, un parque de Madrid. Vamos a jugar a que el parque está en el barrio de Salamanca, vaya.
Entonces tenemos a los padres conversando y sale el tema del momento. El tema “Yunior”. Hace unos días Yunior, el dramaturgo, el disidente, el de la TV, ese chico, estuvo por acá por el parque y pusieron unas bocinas con música bien alta. Con Buena Fe, el dúo ese que tanto apoya al Gobierno. Los bancos, las escaleras de la glorieta, las aceras y las raíces de los árboles estaban llenos de agentes de la seguridad.
Los padres miran a sus hijos correr y hablan de Yunior. ¿Por qué hablan de Yunior? Porque de Yunior se puede hablar. Yunior tiene una buena presencia. Es blanquito. Se pone unas camisas que están chulas. Y lo más importante: Yunior habla como nosotros. Yunior habla como un “cuadro revolucionario” que abandonó el cielo y cayó del lado de los malos.
En el parque de H y 21 se puede hablar de Yunior.
El parque de la Quinta Avenida es espectacular a eso de las seis de la tarde. Si vienes del ICRT (de la televisión nacional) en un carro, con un chofer buena onda, no como esos que ponen la música alta, es bonito pasar por el malecón, ver el mar, el túnel y salir a esa gran fuente y la casa verde. Qué bonita ha quedado la casa verde.
En el parque de Quinta corre gente muy linda. En su mayoría gente blanca que vive por ahí cerca, que tiene la posibilidad y el tiempo de no estar muy atosigada por la vida y se da ese lujo que es la “calidad de vida”.
A los amigos de la Mesa Redonda, el programa político que es el noticiero, y todos esos demás inventos que hacen para defender a los gobernantes, les encanta el parque, la gente. Porque ayudan a parecer como que no hay problemas.
Hay veces que algunos de estos periodistas han tenido la suerte de ir a conocer al presidente. Da igual que el presidente sea Fidel, Raúl, o este chico que han puesto ahora; para ellos, el presidente es “El Caballo”.
Para ir a ver al “Caballo” de turno es importante tener unas camisitas lindas. Porque dicen que después te pueden mandar la foto. Foto que puedes montar en la casa y que incluso te puede ayudar para algún tipo de problema que tengas después en la vida. Es fácil, sacas la foto y dices que conoces al “Caballo”.
En la Quinta Avenida se habla menos de Yunior. Pero algún loquillo se embulla y traza ciertas teorías conspirativas.
Desde que Maykel está preso hay mucha gente tranquila. Y no te hablo solo de “El Caballo” y su grupito de potros y otros animales. No, te hablo de la gente. Hay mucha gente, que se cree que tiene un corazón de oro, que se siente más tranquilacon Maykel preso.
No sé bien por qué. Quizá es porque el Osorbo es oscurito de piel. Quizá es porque el Osorbo habla así como directo. Feo. Quizá es porque el Osorbo le llega a “ese” tipo de pueblo que no viene mucho por H y 21 o por Quinta Avenida.
El Osorbo es un problema porque le llega a la gente que no tiene el tiempo ni la fuerza para hacer ejercicios. El Osorbo les llega a todos esos negros de Habana Vieja y Centro Habana. El Osorbo habla el idioma, defiende y representa a todas esas personas que pasan más trabajo por poner un plato sobre la mesa.
Maykel Osorbo nació del pueblo, es el pueblo y defiende el barrio; y nosotros los revolucionarios no podemos permitir que todos esos negros pobres sin modales se queden con nuestras casas de la FMC, las casas de “visita”.
Nosotros los revolucionarios al final hicimos la Revolución para ellos. Pero una cosa es una Revolución “con todos y para el bien de todos”, y otra cosa es que la pantrysta se quiera sentar en el buró del presidente del instituto.
Nosotros les dimos escuela gratis, salud gratis y ahora lo mínimo que esos negros pueden hacer es portarse bien y dejarnos correr tranquilos por la Quinta Avenida.
Ayer mismo, acá al lado, había uno comparando al Yunior y al Luis Manuel Otero Alcántara con Maceo y Martí. Qué locura. Decía que la gente seguía más a Yunior porque el otro, el negrito, no lo representaba. Pero Yunior sí. Mira tú. Se imaginaba que la relación entre el Apóstol y Maceo, con aquella anécdota del bofetón, debía ser parecida. No sé, alguna cosa rara de esas.
Desde esos tiempos, hasta ahora, parece que la gente siempre va a seguir más a los blanquitos que hablan como uno.
¿Para qué entonces pasó la Revolución? No sé. Da igual.
La gente se pone a hablar mucha bobería. En vez de ponerse a ver lo lindo que están quedando los hoteles nuevos o el centro de estudios de Fidel, que ocupa todo un bloque, cuatro cuadras, bien arregladito. Ahí le pusieron todo. Qué maravilla. Seguro que ahí, a las seis de la tarde, la luz da bien bonita.
Cuando Maykel Osorbo estaba libre, cuando el Luis Manuel estaba libre, nos era más difícil dormir en paz. Imagínate, el sonido de esas voces haciendo sus directas en los teléfonos que se te colaban en cualquier lado. “Yo misma salía de la ducha, para preparar las tazas del té porque venía una amiga y la chica que limpia en casa estaba escondida, en una esquina, escuchando a esos muchachos. Aquello no me gustó”.
¿Qué se creen esos dos negritos? Diciendo las verdades así a la cara. Mostrando la realidad. Incitando a que todos tengamos lo mismo. Mostrando la realidad. Denunciando la represión que viven, el hambre, la necesidad. ¡Mostrando la realidad! Haciendo deslucir el país. Qué va. Eso no se puede permitir.
Por suerte, el “Caballo” y sus amigos de la Seguridad del Estado se inventaron mil cuentos para entretener a sus seguidores. Después de mil inventos y giros dramáticos, ya nadie se acuerda de ellos. El piquetico lo pudieron romper y la mayoría de la gente está afuera.
Es curioso, los negros son los que quedaron en las cárceles y todos los blancos salieron huyendo.
Lo que yo le recomiendo a mi presidente es que confeccionen una gran cortina de tela roja, de 200 metros de alto por varios kilómetros de ancho, para colocar en la Universidad de La Habana y separar el Vedado, Miramar y Siboney del resto de los barrios feos esos.
Esos barrios feos que a los cineastas les encanta poner en las películas. Óyeme, que últimamente las películas nada más son de barrios pobres, jineteras y maricones. Nadie hace películas en H y 21.
Esta isla tiene un ritmo y una manera de ser y al que no le guste lo mejor es que se vaya. Desde los tiempos de atrás, los negros han estado osorbo, arrastrando todos los males. Nosotros, los más claritos de piel, llevamos la buena suerte, lo que llaman el iré.
Cada vez que algún negrito pobre intente ocupar nuestro lugar, lo volveremos a poner en su sitio. Para eso están los hospitales y las cárceles.
Cada vez que algún Jesús Menéndez, Quintín Banderas, Antonio Maceo aparezca entre la gente y vuelva a alebrestar a las masas…, allí nos inventaremos algún blanquito con iré que los apague.
Los cubanos somos así, nos gustan las cosas buenas, no nos creemos ni caribeños ni latinoamericanos. A todos nos gusta Suiza. Somos mestizos por gusto.
Esta Revolución es muy grande y tenemos todas las herramientas para que todo siga siendo igual. Los Osorbo a la cárcel, los Iré para afuera. Mientras tanto, voy a ir preparando mi vestido para la Bienal de La Habana.
Lucía y yo, cuando salgamos del centro, iremos a tomarnos unos traguitos bien ricos en una azotea en la que dicen que permiten perros y se puede pagar en bitcóin.
Cadáver de país pudriéndose al sol
Después del 11J este país cambió. Hay un antes y un después. Un amigo me contó que ha vuelto al teatro y ha visto la muerte en el rostro de todos ahí. Me dice que es como si la gente estuviera muerta, el teatro estuviera muerto, el país estuviera muerto.