32 preguntas para el instante

De Chambre Ouverte: Occuper le(s) temps, libro concebido por Yohayna Hernández y Émilie Martz-Kuhn, aprendo que los archivos pueden ser cartas sonoras.

Las correspondencias han sido la forma de proximidad establecida por las dramaturgistas en el proceso déconfinée de radio offta, una mensajería en busca de un horizonte en común (colaboraron en esa búsqueda artistas, gestores y amigxs ubicadxs en múltiples latitudes).

En sus páginas, leo la invitación a “estar juntxs” como el eco de estos meses de aislamiento.

Chambre Ouverte… observa los tiempos difuminados y atosigantes de la cuarentena, reconoce la repercusión de este contexto en la creación y toma los restos e instancias que aparecen naturalmente en el precipicio simbolizado por una “habitación abierta”, para facilitar “pequeños vínculos”. Los podcasts, el 32 de mayo de 2030 y los rituales que su estructura construye, son muy inspiradores.

¿Para quiénes se escribe el libro? ¿Para quiénes la apertura de un proceso? ¿Para quiénes los instantes?

Gocé Chambre Ouverte… desde mi archivomanía, pero principalmente lo gocé porque se trata de una apertura ensayística, experimental y colaborativa sobre el futuro.

Quizás por ese futuro/horizonte, uno de los dispositivos que más me interpeló de la investigación consistía en las “32 preguntas para el instante”. No sentí la necesidad de responderlas mientras editaba el libro, al menos no directamente; coqueteaba en mi cabeza con alguna que otra respuesta, hacía un collage con lo que me despertaban, dibujaba.

Después de participar del encuentro Origen, deseo y travesía, que durante el Festival Santiago a Mil sostuvieron las artistas Tamara Cubas, Paola Irún y Paula González como parte de Platea 21, pensé que algo debía cerrar mi relación con Chambre Ouverte

Tamara Cubas reflexionó sobre el lugar del dolor en su pieza Multitudes, sobre cómo es imposible que no nos afecte algo que nos importa. Me interpelaron mucho sus ideas del cuerpo, de la migración, del acercarse… Grandes piedras de sal que son historias de vida, testimonios y mujeres que conviven al centro de Esculpir el silencio. La trama de cómo se produjo esta investigación daría para un extraordinario libro.

Los espacios de discusión del Festival Santiago a Mil, Diálogos para el acontecer, me colocaron ante la reforma constitucional en Chile, las circunstancias cambiantes para la creación y circulación del arte performativo, los cruces entre precarización de la cultura y derecho cultural.

Volvían como incertidumbre los retos que la crisis produce e intensifica. El debate sobre la hibridación y expansión de los formatos, los encuentros y las redes artísticas como un mapa de colaboración, además de la denuncia de las desigualdades, violencias y represiones políticas en diferentes contextos de la región latinoamericana.

Las urgencias compartidas rondaban en mi cabeza como una ventana abierta.

Supongo que, con las sensaciones que dejan estos días, como un ritual de cierre a esa Chambre Ouverte…que traduce y ficciona un 2030, he escrito mis 32 respuestas.

Traté de preservar el instante:


1. ¿Qué hora es?

6:59 a.m., viernes 22 de enero de 2021.

2. ¿Estás solx? ¿Con otrxs?

Sola.

3. ¿Tienes vecinxs? ¿Puedes oírlos?

Escucho el elevador del edificio; por el respiradero se siente el eco de voces en la cocina del piso superior, cae al suelo un jarro metálico. Parece una mañana agitada.

4. ¿Tienes una ventana? ¿Qué ves a través de ella?

Está la paloma desorientada, debe ser la misma paloma que casi siempre viene a la tendedera y mueve el cuello sobreexcitada. Como no amanece todavía, da un poco de susto verla ahí, superquieta.

5. Si pudieras teletransportarte, ¿a dónde irías?

Si solo puedo escoger un lugar, escogería cualquier lugar donde coincida con Luisa Manuela Matilde Paula Policarpia, mi abuela.

Ahora mismo me gustaría teletransportarme a enero de 2020 y desnudarme en un campo de olivos.

Lo fácil sería teletransportarse a esos lugares del pasado con lo que una sabe ahora. Por ejemplo, si en enero de 2020 yo hubiera vivido lo que viví estos meses, no estaría aquí.

6. ¿De quién te gustaría recibir una carta?

De Calvert Casey. Siempre pensé que este fragmento de su cuento “Adiós, y gracias por todo” estaba dedicado a mí:

“Como estoy tan solo, y a veces me duelen la cara y los hombros y me doy cuenta de que es la soledad que me tiene encogido de vergüenza, he inventado a Marta. La he inventado a mi forma y antojo. Con mi pura imaginación, la he dotado de vida, para de algún modo aliviar la soledad implacable”.

Hay otra persona que quiero que me escriba una carta, pero creo que esa persona no quiere.

7. ¿Cómo potencias el aburrimiento?

El aburrimiento es una fuerza, yo no lo exploto en absoluto. Quedarme quieta es difícil, porque tengo una cabeza productivista; no me siento cómoda en momentos de mucho ocio o reposo.

Aquí no hay mucho tiempo para aburrirse, la verdad. Entre el invento para comer o las pajas mentales para no suicidarse, ya hay suficiente ocupación y frustración.

8. ¿Cuántos nudos tienes en la garganta?

Entiendo esta pregunta en una dimensión física, así que trato de explicar qué se siente: a veces me siento como si un tipo del tamaño de Hulk me pisara la cabeza, y mi cabeza es superelástica y no pierdo nunca la conciencia mientras él me la aplasta.

9. ¿Qué te afecta hoy en día? ¿Qué te mueve?

Me afecta el odio.

Me moviliza la valentía de lxs otrxs.

10. ¿Estos afectos qué generan? ¿Qué espacios de actuación? ¿Qué formas de imaginar?

ediciones sinsentido es el lugar de actuación donde puedo ser absolutamente libre para imaginar eso que llamamos “futuro”.

11. ¿Cuál es tu relación con el vacío?

Siempre me gustó aquella idea de Peter Brook sobre el teatro de Shakespeare: “un espacio infinito en un tiempo indefinido”. Lo primero que me viene a la cabeza es su libro El espacio vacío, lo segundo es la vacuidad o la representación del vacío.

No veo el vacío como una habitación sin amueblar o un congelador que es hielo apoltronado. Para mí el vacío tiene la densidad de Werner Herzog o Agnès Varda (al menos, como yo traduzco su cine en mi cabeza).

Hace poco estudiaba algunos textos teatrales de la escritora Gabriela Ponce, y lo que más me interesaba era su relación con el vacío: agujeros, hoyos grandísimos en el cuerpo y la memoria. Creo que mi relación con el vacío se parece a Gabriela: un vacío que se mueve con una, y que pesa. No hay vacíos leves.

12. ¿Qué haces cuando ya no puedes hablar?

Antes me ponía a llorar o me masturbaba; me tendía en algún lugar y me movía despacio, pegándome con fuerza a una superficie; imitaba a la niña que se excita por vez primera. Ahora se me nubla la vista y es como si desfalleciera. Me da mucha impotencia enmudecer.

13. ¿Tienes un calendario? Si es así, ¿qué aspecto tiene hoy?

No lo tengo. Prometieron regalarme uno bien bonito.

14. De la A a la Z, ¿qué lugar le das en tu proceso creativo:

-a los delirios
-a lo común
-a las representaciones
-a los encuentros
-a los silencios
-a las dudas
-al dolor
-a la rabia
-a la sorpresa
-a lo inesperado
-a la angustia
-al deseo
-al amor
-a la disidencia
-a…

No lo había pensado, creo que pondría en la A “al dolor” y en la B “a las dudas”.

15. ¿Qué aberturas o agujeros produce tu práctica creativa?

Yo lo experimento de un modo casi siempre angustioso, aunque mi alter ego de las redes sociales sea un poco bufa. La abertura me parece que actúa como un continuum o una mordida a lo que me obsesiona, algo que hace que se abra más y más.

Ahora pienso en esas imágenes que siempre usan de ejemplo para explicar lo que es la tripofobia; me parece que lo poco que hago también responde a un patrón repetitivo, como si excavara el mismo agujero en cada proceso. Un agujero formándose al lado del otro, como un punto que me lleva al mismo lugar cuando quiero saber qué estoy haciendo, qué estoy sintiendo, hacia dónde voy.

No sé, creo que esta es una pregunta para el que vea ese panal.

16. ¿Qué nuevos gestos inventar? ¿Qué otros gestos deben ser restaurados, preservados y protegidos para siempre?

La escucha debe ser reparada. Tenemos una sordera que nos imposibilita oír lo explícito; imagínate lo inaudible, lo que implicaría escuchar con todos los órganos.

Cuando hablan de reparación histórica, yo siempre pienso que lo primero que hay que reparar es nuestra relación con el cuerpo: no verlo como una cabeza que hace oficio de cabeza y unas piernas que hacen oficio de piernas. Pensar con las piernas es muy provechoso.

Gestos de agradecimiento. Gestos de reposo. Gestos de bondad. El otro día hice una cola de esas insoportables en el Teatro América y era como presenciar el desmoronamiento del mundo, una especie de guerra que ya no es la preocupación de los primeros días de la pandemia, sino la consagración del hastío y la pobreza.

Esto de escuchar me resuena mucho, porque también va de la conversación y el cuidado.

17. ¿Qué es lo vivo para ti?

Lo vivo para mí es lo que me pone los pelos de punta.

Acabo de ver el tráiler de Jumbo, una película francesa en la que su protagonista parece enamorarse de los objetos/máquinas de un parque de diversiones. Yo también podría enamorarme de esas luces que encandilan si una se les queda mirando fijo.

En el terreno de la ficción hay preguntas muy hermosas que ponen cuestionamientos políticos en lo no vivo. En el caso de Her (Spike Jonze, 2013), pienso en esa voz: tecnología aparentemente angustiante, que para mí es tan posible y seductora como la carne y los huesos. A fin de cuentas, la soledad no es consecuencia de la tecnología, sino de esas relaciones humanas más individualizadas y neoliberales que cualquier otra cosa.

Lo necrológico no son esas mediaciones o materias en apariencia estáticas, virtuales, digitales, o literalmente muertas: lo que me parece no vivo es el modelo de vida sin vivir que ordena casi todo.

Ayer escuchaba a Tamara Cubas confesar que se había llevado dos piedras de sal a Uruguay: las piedras que formaban parte de su instalación en el Festival Santiago a Mil. Pensé que el mineral siempre le devolvería algo vivo de ese proceso.

Recordé mi inconformidad con el teatro mortal que define Peter Brook; también lo último que leí de Rolf Abderhalden: la historia de su encuentro con Samuel Beckett en 1989. Yo me enamoraría de una foto de ese encuentro.

18. ¿Una palabra preciosa? ¿Necesaria?

Cráneo. Esparadrapo.

No, ninguna de las que mencioné son necesarias; creo que una palabra necesaria es resiliencia. Es una palabra que aparece por todas partes como receta, pero refiere a un aprendizaje que no sé si sea posible en este país.

Esparadrapo también es necesaria: tiene la impronta del vendaje; no tiene el ímpetu de la sanación, sino de la cura. Mi papá siempre dice que su mamá decía: “Usted va a la escuela tinto en sangre y envuelto en esparadrapo”.

Bueno, ahora que lo pienso, podría cubrirme la cabeza de esparadrapos y estaría en consonancia con estos tiempos.

19. ¿Qué imaginarios se activan en tus prácticas artísticas? ¿Qué deseos? ¿Qué imaginarios de lo común?

Siempre aparece lo familiar. En mi escritura y mi práctica artística está siempre el eco de esa memoria, de esa infancia; a veces es un sonido demasiado romantizado o exacerbado que, ojo, no es necesariamente autoficcional.

Ahora rehúyo de momificar algunas preguntas, trato de compartir lo que me inquieta sin panfletos y sin empaquetarlo en una idea del porvenir.

Hoy es viernes 22 de enero de 2021, Día del Teatro Cubano, y lo único que hago es pensar en Calvert Casey. Voy a compartir en las redes algunas de las críticas suyas que digitalicé.

Ese gesto es mi manera de homenajear y celebrar. Casi todos mis procesos parten de espacios así de sencillos…





Imágenes de críticas de teatro, de Calvert Casey.


20. ¿Qué te ocupa?

Quiero que solo me ocupe ediciones sinsentido, pero como esta editorial depende de otras ocupaciones, puedo decir que me lleno de ocupaciones para sostener el trabajo de la editorial.

21. ¿Qué tipo de vínculo le propones al espectador en tu práctica creativa?

Quiero que compartamos una conversación.

22. ¿Cómo transforma tu práctica artística tus deseos?

No sé separar mi práctica artística de mis deseos; la transformación es común, consecuente.

23. ¿Qué has desayunado esta mañana?

Café.

24. ¿Puedes contarnos uno de tus sueños recientes?

Soñé que estaba en Varsovia y nevaba; me encontraba en la cocina de un departamento viejo y llegaba esta persona que me gusta mucho, pero no quería hablarme. Le pregunté: “¿Te duele la espalda?” Me decía que sí moviendo la cabeza, y yo lo acostaba en el suelo y le daba un masaje en la espalda y el cuello. En algún momento se levantaba para comerse unas galletas que desbordaban un pote de cristal, un poco viejo también. Entonces, con tremenda putería, me decía: “Voy a cocinarte comida cubana”. Se ponía a cocinar, y yo me dormía.

Luego aparecíamos sentados sobre una alfombra de pelusas azules que daban un poco de escozor. Estábamos desnudos y teníamos el cuerpo lleno de pelusas, usábamos unos relojes de pulsera grandísimos, me chupaba todo el cuerpo y se tragaba las hebras y las boronillas de galletas que yo tenía encima. Parece que nos habíamos quedado con hambre.

25. ¿Cómo imaginas la autonomía en el futuro?

Hablar de autonomía es como hablar de democracia, abrir una conversación como si fuéramos imberbes, no sé. Para mí autonomía es sinónimo de libertad. Espero que ser autónomos signifique decidir cómo pensar, amar o vivir.

No hay manera de no pensar, amar o vivir según quiere y aspira el poder. La autonomía es mandar al poder a comerse sus propias heces, ¿no?

26. ¿Cómo (con)vives con lo perdido?

Me adapto a las pérdidas sin saber cómo, al menos de manera práctica. Sigo, aunque la pérdida sea peor que si me amputaran una parte del cuerpo. Es como si estuviera entrenada para vivir sin órganos, sin brazos, no sé. Yo me asombro de mi capacidad de adaptación cotidiana.

Casi siempre escribo sobre aquello irrecuperable, y si me pongo a pensar en una pérdida que tuve a los 9 años me paso el día muy mal, pero la verdad es esa, no importa si son pérdidas transitorias o graves. A veces tengo la imagen de que esas pérdidas me ponen los pies en el suelo.

27. ¿Qué aspectos de tu práctica creativa no pueden ser digitalizados/llevados a la pantalla?

Ciertos recuerdos o sensaciones.

28. ¿Qué estabas haciendo antes de comenzar a responder este cuestionario?

Dormía.

29. ¿Quieres compartir con nosotras un fragmento de un libro, de una película, de una canción?

La última película que vi fue todo un descubrimiento. No sé si pueda decir que la vi, pero Yimit Ramírez, Neisy Alpízar y Antonio Alonso hicieron una película que guarda toda la frustración y la melancolía de mi generación.

Es como si me abriera el pecho en dos y me dejara filmar, mal filmar. Como si el rodaje tratase de mi propia mierda, de mi propia libertad. Se es libre mal filmando, mal documentando. Se es libre así: jugando al cine, al actuar, al amar y al creer que estamos aquí y que realmente hemos vivido todo esto.

Quiero hacer una película, QHUP, es una película enloquecida y bella, extraña y personal. Ojalá todos pudieran verla. Para mí ha sido un hallazgo, me emocioné de principio a fin.

30. ¿Qué harías en dos metros cuadrados de más?

Escribiría.

31. ¿Qué tipo de parentesco tienes con otras especies?

Erótico.

32. ¿Dónde está el horizonte hoy?


Lo primero que escribí fue: “el horizonte está en esos parentescos multiespecies, la libertad consiste en saberlo”.

Escribí eso o algo parecido, ahora no me queda claro cómo era la idea porque borré la respuesta, me levanté y me colé otra taza de café.

Me regalaron un paquete de café La Llave, así que soy millonaria.

Creo que hoy debemos aprender a hablarnos nuevamente.

No hay horizonte para una sola: el horizonte es colectivo.




Martica Minipunto

Larry J. González, paréntesis: del cine mudo al semillero

Martica Minipunto

Lo que descostra a Me fui a sembrar tomates donde los agrestes ofrecían semillas de ophrys fusca (2020), de Larry J. González, no es la poesía, sino la supervivencia. La supervivencia del poema en lo microscópico, no la supervivencia tosca a la que estamos condenados los nacidos en Los Palos, Puriales de Caujerí, Yaguajay, La Siguaraya…