A lo largo de la historia, la ciencia ha sido impulsada por mentes brillantes que han desafiado las fronteras del conocimiento. Entre estas figuras notables, encontramos a una gran cantidad de científicos y científicas que, a pesar de enfrentar las barreras de una sociedad conservadora y prejuiciosa con su orientación sexual, lograron destacar en sus respectivos campos y contribuir significativamente al avance de la humanidad.
Empezamos con Alan Turing.
Considerado el padre de la computación teórica y la inteligencia artificial, fue un matemático y científico británico que jugó un papel fundamental en la ruptura del código Enigma durante la Segunda Guerra Mundial, lo que contribuyó significativamente a la victoria de los Aliados.
Sin embargo, Turing se tuvo que enfrentar a una sociedad homófoba que lo llevó a juicio por “indecencia grave”, obligándolo a someterse a una castración química. A pesar de estas adversidades, continuó su trabajo científico hasta su prematura muerte en 1954. Bueno, lo de cómo ocurrió su muerte aún no está del todo claro.
La vida del neurólogo Ben Barres dejó una huella profunda en el mundo de la ciencia, no solo por sus importantes investigaciones sobre las células gliales, sino también por su valiente activismo en favor de la comunidad LGBTQ+.
Ben nació Bárbara y vivió 40 años como mujer, antes de realizar su transición de género en 1997. Esta experiencia única le brindó una perspectiva invaluable sobre la discriminación y los desafíos que enfrentan las mujeres y las personas transgénero en el ámbito científico.
En España, quizá el ejemplo más potente es Pío del Río Hortega. Siendo todo un referente en el estudio de las microglías —también conocidas como células de Hortega—, su carrera se vio afectada por la homofobia y las ideas políticas de la época.
¡Cuidado, en cualquier momento, con los extremismos que están floreciendo, esto puede volver!
Si buscamos en la historia algo más lejana, encontramos a Georg Joachim Rheticus, un discípulo de Copérnico que jugó un papel crucial en la difusión de la teoría heliocéntrica, todo ello a pesar de sufrir persecución por su orientación sexual. En su época, aquel comportamiento se consideró depravado y escandaloso.
Por supuesto, no podemos olvidarnos de Leonardo da Vinci que, aunque más conocido por su faceta artística, fue un consumado científico con claras inclinaciones homosexuales que, aunque fueron más o menos consentidas, nunca pudo vivirlo a plenitud.
Otro caso interesante, por llamarlo de algún modo, fue el de James Barry. Según se sabe, fue un cirujano irlandés que ocultó su identidad femenina para poder ejercer la medicina, y que realizó importantes avances médicos, como la primera cesárea exitosa en África.
Nacido como Margaret Ann Bulkley, asumió una identidad masculina para poder estudiar Medicina y posteriormente ingresar en la Armada británica como cirujano.
Siempre quedará la duda de que si fue una persona transexual o se vio obligada a cambiar de identidad para poder ejercer de médico. De hecho, algunos estudiosos indican que el suyo fue un caso de intersexualidad.
Si miramos al cielo, y me refiero a la Astronomía, nos encontramos a Frank Kameny, un astrónomo estadounidense, pionero en la lucha por los derechos LGBTQ+.
En 1957, Kameny y su pareja, Jack Harding, fueron despedidos de sus trabajos en el Servicio Civil de los Estados Unidos por ser homosexuales. Esta experiencia los motivó a convertirse en activistas por los derechos de los homosexuales y Kameny escribió uno de los primeros manifiestos sobre los derechos LGBTQ+ en los Estados Unidos.
Siguiendo en el espacio, tropezamos con la física y astronauta estadounidense Sally Ride. Ella formó parte de la tripulación de la misión espacial STS-7 del transbordador espacial Challenger en 1983. A pesar de ser una figura pública y un ícono para las mujeres en la ciencia, Ride mantuvo su vida personal privada, revelándose su orientación sexual solo después de su muerte en 2012.
Y seguro que tú, lector o lectora de ‘Hypermedia Magazine’, te preguntarás: ¿y en Cuba?
La diversidad siempre fue un tema tabú en la Isla Metafórica, y el mundo de la ciencia no escapaba de ello. Sin pretender ser un ejemplo de nada, sólo puedo decirte que en mi diario de pichón de científico cubano en la isla escribí: “Seré yo… después”.
© Imagen de portada: Benedict Cumberbatch como Alan Turing en ‘The Imitation Game’.
Historia de la transexualidad: las raíces de la revolución actual
Por Susan Stryker
“Romper la unidad forzada de sexo y género, aumentando al mismo tiempo el alcance de las vidas habitables, tiene que ser un objetivo central del feminismo y de otras formas de activismo por la justicia social”.