Norberto Fuentes: “Never Say Die”

La Revolución cubana se ha alimentado de sangre y de ilusión a partes iguales. Sobre el trazo de las víctimas, una masa de hombres y mujeres tomó la promesa de un país mejor para el futuro, como prueba fehaciente de que el viejo orden social estaba siendo removido.

Cuba llegaba a lo que iba a llamarse “revolución” tras solo seis décadas de emancipación colonial española y con una población de 7 millones de habitantes, de los cuales más de un millón eran analfabetos. 

Pero la idea de dejar atrás la concentración de capital y oportunidades en las clases pudientes, los estragos sociales consecuencia de los débiles gobiernos elegidos democráticamente, y la impronta en la dignidad nacional de los envites de las dictaduras funcionaron como un revulsivo suficiente para hacer creer a buena parte del país que había llegado el momento de entregarse a la tarea de construir una “revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”. 

Con un ideario asentado sobre la astucia de la esperanza, Cuba se enfrascó entonces en convencer al mundo y a sí misma de que era posible construir en ella, sobre esa franja de 1250 kilómetros de largo que conseguía leerse en los mapas como la frontera sudeste de Estados Unidos, el sueño de la justicia y la igualdad social.

Con la lealtad de quien, voluntariamente, camina por el borde de un desfiladero con los ojos vendados.

Un sueño que involucraba no solo a los principales actores de la Revolución, sino, también, a una juventud que aún digería los siete largos de años de dictadura de Fulgencio Batista y que muchas veces se había visto atrapada entre las acciones para derrocarla y las consecuencias por intentarlo: la cárcel, el exilio o la muerte.

Dos de estos jóvenes, a la sazón de 1959 exiliados en Estados Unidos, donde estudiaban arte en el sur de la Florida, son los mellizos Antonio y Patricio de la Guardia. Los mismos hombres que durante treinta años van a servir a la Revolución cubana con la lealtad de quien, voluntariamente, camina por el borde de un desfiladero con los ojos vendados.


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Norberto Fuentes en su domicilio, 2018. © Giorgio Viera.


La Revolución cubana, que a lo largo de su trayectoria ha acumulado —como todas las demás— gruesas cifras de víctimas, desencantos y traiciones, terminaría pagando su lealtad a los hermanos De la Guardia con el fusilamiento del primero y el encarcelamiento del segundo por un período de treinta años, bajo el escueto nombre de Causa 1/89.

Quienes condenaron al general Patricio de la Guardia nunca previeron que este sobreviviera, a los 51 años, a un cautiverio tan extenso, sobre todo en una cárcel cubana. Pero la biología a veces toma partido por la justicia y Patricio no solo sobrevivió a la condena, sino, además, ha conseguido llenar los días fuera de la prisión con la pintura y la conversación con los amigos, donde flanea un tema permanente: ¿en qué momento se jodió la Revolución cubana?


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Homenaje de Patricio de la Guardia a su hermano Antonio de la Guardia.


El escritor Norberto Fuentes, autor de al menos tres libros fundamentales para responder a esta pregunta (Dulces guerreros cubanosLa autobiografía de Fidel Castro y Narcotráfico y tareas), acaba de publicar un cuarto volumen: Nunca digas morir (Cuarteles de Invierno, 2022); una suerte de compendio de todas las respuestas posibles, cuyo título es la traducción al español del lema Never Say Die —pronunciado siempre en inglés—, que funcionaba como token entre los mellizos y Fuentes, y que el general Patricio de la Guardia lleva tatuado en el antebrazo izquierdo.

Desde Hypermedia Magazine conversamos con Norberto Fuentes sobre la publicación de Nunca digas morir, los entresijos de la Revolución cubana y la Causa 1/89.



Patricio de la Guardia. Tatuado en su antebrazo izquierdo, el lema: “Never Say Die”.


Antes de adentrarnos en su libro más reciente, me gustaría preguntarle por el contexto que determina toda su trama: la Revolución cubana. ¿Cómo la entiende Norberto Fuentes?

Como un hecho consumado. Las revoluciones son fuerzas de la naturaleza que se desatan igual que un huracán. ¿Es positivo o negativo un huracán? La revolución fue una acumulación de fuerzas. Cualquier persona con una determinada sensibilidad, en el año 59, tenía que hacerse revolucionario, porque ese país era una mierda.

Todos los servicios especiales hacen narcotráfico, matan gente… Eso lo hacen todos.

Lunes de Revolución no me dejará mentir. ¿Quién le rogó a Fidel Castro que les diera comida a los artistas? Virgilio Piñera, en enero de 1959. El problema no era el arte, sino darle de comer a los artistas, que se estaban muriendo de hambre. “No existimos”, le dijo. Y la Unión de Escritores[1] se convirtió en una especie de Sociedad de Socorro Mutuo que alimentaba a los artistas.

Ese era ese país. 

Mi generación entró con otro brío, con otra perspectiva. En primer lugar, entró desde la Revolución; no desde el hambre, no desde Batista. Nosotros éramos revolucionarios en igualdad de condiciones. Nos sentíamos en igualdad de derechos. Yo no tenía que pedirle comida a nadie y para mí la literatura era Malraux, era Hemingway, era Babel, era Chapáyev, eran Los hombres de Panfílov. Eso era para mí la literatura. Para Virgilio Piñera, para Alejo Carpentier, era otra cosa. 

Jesús Díaz, Eduardo Heras o yo teníamos otra visión de las cosas y veníamos del poder. Éramos parte del poder. Un poder como era el poder en Cuba en esa época: desde Guillermo Rosales a la viejita del Comité de Defensa.[2] Todo el mundo se sentía con un poder. Y lo teníamos, de verdad.


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Patricio de la Guardia, Rolando Cubela (comandante del Directorio Revolucionario “13 de Marzo”) y Antonio de la Guardia, durante las regatas de Varadero, en la que su embarcación ganó a la apadrinada por Fidel Castro. 24 de julio de 1961.


Claro… eso luego se fue organizando.

La Revolución cubana como proceso en este libro y también en otras obras suyas, como en Dulces guerreros cubanos o Narcotráfico y tareas, es presentada como un suceso con dos lecturas. Por un lado, está la gesta social, de la que ya da cuenta su propia propaganda. Por otro, aparecen hombres que forman parte de ella, entrenados en secuestros, negocios ilícitos, lavado de dinero, infiltraciones. ¿Cómo lee Norberto Fuentes este lado B de la Revolución?

Las revoluciones y casi todas las administraciones tienen un gobierno paralelo al gobierno. Y todos los servicios especiales hacen narcotráfico, matan gente… Eso lo hacen todos.

Ahora, los servicios especiales te pueden proveer la acción, pero no el éxito. Porque el verdadero poder lo tiene el poder; no ellos. Y ese es el gran problema. Digamos que la desgracia de los servicios especiales es que conspiran, diseñan operaciones, crean gobiernos; pero, llegado el momento, los gobiernos reales dicen hasta aquí.

Ochoa tenía más, para decirlo en cubano, el peo de ser filósofo.

Mira lo sucedido en Playa Girón o en Bahía de Cochinos, para ponerme ahora al lado de los enemigos de entonces. Los servicios especiales se opusieron a Kennedy, embarcaron a la gente de la 2506, los llevaron a Cuba, los desembarcaron y Kennedy dijo “no”. Y en lugar de apoyar a sus servicios secretos, decapitó la CIA; a Richard Bisell; a Allen Dulles, que era una vaca sagrada.


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Guillermo “Willy” Cowley (primer teniente del batallón de Tropas Especiales), Patricio de la Guardia y el periodista chileno Pedro Schwarze. Detrás, en la pared, el cuadro que sirve de portada al libro Nunca digas morir. La Habana.


Esto es algo que sucede también en la mayoría de los gobiernos, sobre todo en aquellos que tienen una proyección internacional. Empezando, por supuesto, por Estados Unidos y la ex Unión Soviética. Y va a suceder en Cuba, porque comienza a tener una proyección internacional inconcebible para una república bananera, capaz de enviar un ejército a más de 10 000 kilómetros. 

Cuba creó un servicio de inteligencia poderosísimo, basado sobre todo en el apoyo internacional que tenía la Revolución cubana. Al punto de que los servicios de inteligencia cubanos se vanagloriaban de no pagar a sus agentes. Porque los agentes se consiguen de tres maneras: reclutados ideológicamente; por compromiso, es decir, porque te chantajean; o por dinero.

El noventa y pico, si no probablemente el cien por ciento, de la agentura cubana en el exterior era ideológica. Era gente que apoyaba la Revolución cubana. Y eso es lo que ha permitido crear, incluso tras la caída del campo socialista, las asociaciones de amistad con Cuba, algo que heredamos de la Unión Soviética. Y eso sigue funcionando, eso sigue trabajando.


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Antonio de la Guardia y Norberto Fuentes. Hotel Eiffel París. Febrero / marzo de 1988.


¿Cómo sucede su vinculación a este entorno?

Siempre me interesó mucho ese mundo como escritor: el mundo militar, de los servicios especiales. Vi desde muy temprano que la Revolución cubana era una revolución de carácter militar y si iba a escribir sobre ella, si esa era la obra que yo quería hacer, había que ligarse a los guardias. Creo que eso fue un acierto mío.

Me hice amigo de muchos guardias, amigo de verdad. Empecé con los pilotos de Girón: Rafael del Pino, Douglas Rudd… Era amigo, hermano, de Tomassevich;[3] de Tony de la Guardia[4]; de Ochoa[5]. Y no eran el lado B, ya te digo. Estaba con ellos siempre. La gente de la lucha contra “bandidos”, la gente de la Seguridad del Estado. Al tiempo que hacía todos los reportajes militares de la revista Cuba. Reportajes muy lindos. Trataba de estar con los guardias, me eran muy familiares y todos me conocían. Y ese entramado fue creciendo, haciéndose cada vez más importante.


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Arnaldo Ochoa y Norberto Fuentes. Aeropuerto de Luanda.


Entonces, ¿cómo entendían o se explicaban ese lado B de la Revolución? ¿Qué perseguían con esas “tareas”? ¿Qué esperaban alcanzar con ellas?

Ellos eran gente muy divertida. Gente normal, como tú y como yo. Tony era divertidísimo. Un tipo muy simpático, buen mozo, soñador. Tomassevich era lo más jodedor del mundo, muy populachero. Patricio[6] más seco, más serio, más político.

Tony me dijo un día: “Yo estoy en este país por Fidel Castro. El día que Fidel se muera, yo voy echando”. 

Lo que diferenciaba, quizás, a Tomás y a Tony de Patricio o del mismo Ochoa es que ellos dos eran más populacheros. Tomás era muy santiaguero, de ir a La Trocha, le gustaba bailar, hacer poesía. Tony era pintor. Su esencia era la de un bohemio. Yo digo que era un condottiere. Había estudiado arte aquí, en el sur de Florida y hablaba el inglés sin acento. Muy elegante, además.

Tienes que ver un video que tengo, de Tony haciendo cama elástica: era un ballet. La foto de la portada de Dulces guerreros cubanos, en la que aparece haciendo un tiro a chorro, en Seboruco, es también un baile: puro movimiento.

Ochoa tenía más, para decirlo en cubano, el peo de ser filósofo. Cuando llegó a Yaguajay con Camilo era analfabeto[7] y se encargaba de una Beretta con 300 tiros, que luego cambió por una Thompson. Camilo le dice a otro de la tropa que si alfabetizaba a ese guajiro, él lo hacía capitán. Y el tipo lo alfabetizó, le enseñó los rudimentos. ¿Viste la foto de Ochoa que aparece en el libro? Era un guajirito asustado.



Norberto Fuentes en la cabina de un avión (captura de vídeo).


Después, fue general de generales y le decían “la estrella roja del Ogaden”. Los soviéticos se quitaban el sombrero con él. Tuvo grandes discusiones con Petrov[8] porque este quería hacer una ofensiva por la noche y Arnaldo le dijo que ni cojones, que allí no se avanzaba por la noche, que esos eran sus hombres. Hubo algunas broncas que llegaron hasta el Kremlin.

Luego Ochoa descubrió la cultura y la influencia americana de los mellizos[9] lo impresionó. Le encantaba Neil Diamond y andaba en Angola con un uniforme de marine que le envió Tony. Tengo un video suyo diciendo: “¿Qué cosa es la verdad? La verdad está hecha para no decirse”. A él le gustaba hacer ese tipo de frases.


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Patricio de la Guardia y Arnaldo Ochoa, durante una comida en la casa del primero en Luanda, diciembre de 1988 (captura de vídeo).


Hay un pasaje en Dulces guerreros cubanos en el que Tony te cuenta que ha estado en el carro de Ochoa, supuestamente con escuchas, y se lamenta: “Con la cantidad de mierda que yo hablé ayer en ese carro. […] Pusimos al Comandante como un bombín”. ¿Cuál era la opinión de estos hombres sobre Fidel Castro y sobre la Revolución cubana?

Eso era algo normal en Cuba. Recuerdo que un día estábamos Tony y yo en Tropas Especiales cuando llega “Honduras”,[10] que había sido marido de Alina Fernández, la hija de Fidel, y empareja su carro al nuestro. “¿Viste lo que está diciendo ‘Fu Manchú’? Que si los viejos tenemos cierta edad y tenemos que retirarnos. ¿Qué le pasa? Si el más viejo de todos es él”, nos dijo, y se fue. Entonces Tony se vuelve para mí, muerto de la risa: “Tú sabes quién es Fu Manchú, ¿no?”.



Patricio de la Guardia en su estudio. La Habana.


Nosotros no vivíamos en el terror de reírnos. Esto es algo difícil de decir ahora y de asimilar. Era algo entre compañeros, no era grave.

Pero, ¿qué pensaban de él?

Tony me dijo un día: “Yo estoy en este país por Fidel Castro. El día que Fidel se muera, yo voy echando”. Su jefe era Fidel Castro. 

Todo el problema de ellos eran las fiestecitas de perchero en Luanda.

En cambio, Ochoa fue una conspiración que no terminó porque no tenía cómo hacerla. Ochoa es conocido, crece, gana en importancia y relevancia con la Causa 1. Porque era un desconocido en Cuba. Era un cuadro, una figura con prestigio dentro de las FAR; pero no era un Tomassevich, no era un Ameijeiras.[11] Tampoco era uno de los mellizos, que eran legendarios en el MININT. No era el Chino Figueredo,[12] no era Raúl Castro. 

Pero de alguna manera se salió del corral, digámoslo así, y empezó a elaborar ideas que le discutíamos: “Yo me voy a retirar, porque si yo me retiro con la edad que tengo, obligo a los demás jefes, empezando por Fidel, a que se retiren también”. Recuerdo que alguna vez le dije: “Arnaldo, ¿tú estás loco? ¿Qué mierda estás hablando? ¿Qué te pasa?”. Esas cosas se hablaban así, no es que fuera nada.



Carlos Aldana, Antonio de la Guardia, Raúl Castro y Norberto Fuentes. Casa de Norberto Fuentes.


Ahora, de pronto, la gente empieza a dar por hecho que hubo una conspiración y que Ochoa vio en secreto a Gorbachov. No hubo conspiración alguna, de ningún tipo. Pero pudo haberla, podía producirse en el futuro. Y en eso sí Fidel Castro era un genio: en actuar por adelantado. 

Fidel vio que la Unión Soviética se iba a disolver y actuó en consecuencia.

¿Y cómo percibían la Revolución?

Tony lo único que decía era: “Yo llegué a coronel. ¿Tú sabes lo que es llegar a coronel en este país?”. Ellos eran parte de la Revolución.

Recuerdo estar sentado con Patricio en un quicio del edificio donde yo vivía, una semana antes de que lo cogieran preso. 

—Norber, ¿qué hago? —me dijo.

—Patrick, no te resistas. Esta es la Revolución. Tú, plántate. ¿Qué van a hacer?

Todo el problema de ellos eran las fiestecitas de perchero en Luanda. Y La Tablada,[13] por supuesto. Patricio estaba muy temeroso con eso.

—Patrick, nada, di que entre tú y la Revolución no puede haber nada. Entrégate. ¿Qué te puede pasar, que te nombren delegado[14] en Matanzas? Bueno…, pues te vas para Matanzas de delegado.

Jueguen con la cadena, pero no con el mono; es decir, evitando siempre la intervención americana.

Me decía que la gran preocupación era La Tablada…

Sí, porque La Tablada fue un pésimo negocio, manejado muy mal por Ochoa. 

Fidel se enteró por un periódico. Imagino que se habrá preguntado cómo había una conspiración en América Latina sin él saberlo. Hasta que apareció el primer Galil.[15] Entonces Fidel entendió que eso era Angola, que eso era Ochoa.



El presidente argentino Raúl Alfonsín, en La Tablada, provincia de Buenos Aires, enero de 1989.


Patricio me lo dijo, lo recuerdo. Estábamos en mi apartamento, en mi estudio. En la pared había una foto en la que estoy con Fidel. Patricio cogió un bastón de Savimbi, que yo había cogido de una base y lo tenía junto al buró, y señaló la foto.

—Lo sabe todo. 

—¿Sabe qué, Patricio? ¿Sabe qué? 

—La Tablada. 

—Pero, ¿qué cosa es La Tablada? 

—Le dije a Arnaldo que si se lo había informado y me dijo que sí, que lo había hecho. Pero no informó nada. Han matado a todo el mundo y eso ha sido un desastre.



Edición del periódico El Nacional sobre la invasión cubana a Machurucuto, Venezuela.


En el libro, una vez superados los primeros años de Revolución, comienza a desarrollarse, en paralelo al discurso ideológico y a la maquinaria propagandística de los logros alcanzados por el nuevo proceso, una intensa actividad militar y “económica” encaminada a la obtención de fondos, por todas las vías posibles, fuesen legales o ilícitas. ¿Podría leerse la Revolución cubana como una empresa mercantil y privada, con igual ánimo de lucro que cualquier otra corporación?

Mercantil…, ponle la palabra que quieras. Se hacía en cada momento lo que hubiera que hacer. Vamos a reducirlo al lenguaje táctico de la época: jueguen con la cadena, pero no con el mono; es decir, evitando siempre la intervención americana. Ese era el juego.



Manuel Gil Castellanos en el barco rumbo a Machurucuto, Venezuela. Mayo de 1967.


¿Los fondos obtenidos de estas actividades se destinaban al país o iban a las cuentas personales de los participantes en esas operaciones?

Al país. Podías coger 100 dólares. Pero tampoco esas actividades daban tanto. Eran negocitos. Eso Arnaldo me lo dijo: “¿Qué negocio está haciendo esta gente? Tres millones de dólares es nada. Yo, mi perspectiva, son 900 millones de dólares, mínimo, para empezar”.

Ochoa no era ningún peligro porque no tenía estructura detrás para dar un golpe de Estado.

Hay un momento en Dulces guerreros cubanos en el que Tony te dice que está preparándose para el retiro y va a dejar los negocios, pero que no te preocupes, que hay dinero suficiente.

Treinta mil dólares. Eso era todo lo que tenía. Dinero suficiente para abrir una bodeguita.

¿Y el maletín que usted guardó con 300 000 dólares?

Fueron 630 000 dólares. Ese dinero le llegó a Tony. De los detalles, me entero después. Abrantes[16] le dice a Tony que limpiara esa historia; que había un tipo en Varadero con un maletín. Y Tony se dispara para allá y lo recoge. Jorgito, el chofer que lo llevó, al guardarlo en el maletero, le dice:

—Oye, Tony, esto pesa.

—Es que esas cosas pesan, Jorgito —esa fue su frase.


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Un coronel de las FAR y Antonio de la Guardia. Aeropuerto de Luanda (captura de vídeo).


Llegaron a casa de Tony por la madrugada:

—Cambia el maletín para tu carro y por el mediodía llévaselo a Norberto. Dile que lo guarde ahí hasta que yo le diga.

Él pensó dónde podía ponerlo. En la casa de Norberto, en el edificio de los generales. Y me embarcó.

Aldana[17] me dijo una vez: “No dijiste nada. Tony sabía que no ibas a decir nada y nosotros también sabíamos que no ibas a decir nada”. Ellos sabían que yo no estaba metido en eso y, también, que el dinero estaba ahí.



Conversación en el jardín de la residencia de Paolo Jorge, gobernador de Cuanza Norte. Desde la izquierda: coronel Rogelio Payret, Patricio de la Guardia y Norberto Fuentes. N’Dalatando, 5 de diciembre de 1987.


En algún momento, Fidel Castro le encomienda a Antonio de la Guardia matar. Y usted escribe que le dijo: “Mata, mi hermano. Tu tarea es esa, Tony. Mata un poco de hijoeputas y olvídate de estar trasegando con decodificadores de señales de televisión”. Luego precisa: “Les voy a decir una cosa: si me hubiese hecho caso, Tony de la Guardia no estaría donde está ahora”. ¿Lo cree realmente?

Él me lo dijo, me hizo el cuento. El primer objetivo era Del Pino. 

—Tony, ¿qué vas a hacer con Del Pino?

—Que lo mate él. Yo no voy a matar a nadie.

Y al que mataron fue a Tony, pobrecito.



Desde la izquierda: Guillermo Rodríguez Rivera, Norberto Fuentes, Silvio Rodríguez y Ernesto Fernández. Boda de Norberto Fuentes, 30 de diciembre de 1989.


En varios de sus libros aparece como poderoso telón de fondo la Causa 1/89 y las circunstancias en las que se desarrolla. Pero las razones que la ocasionan muchas veces se confunden con los hechos a su alrededor. ¿Cuál fue el motivo principal que la provoca? ¿Por qué una medida tan drástica?

La Perestroika. La Perestroika y el MININT, que estaba alzado. No te olvides que la institución más progresista que tenía el país, aunque esto le joda a todo el mundo, era el Ministerio del Interior. La mejor informada, la mejor abastecida, la mejor vestida, la de mayor conocimiento, la más culta y la que, además, tenía el control del país. Los guardias de las FAR estaban en los cuarteles. Abrantes levantaba el teléfono y tenía el país en la mano: agentes en todas las cuadras, los CDR, los mismos guardias y sus mujeres y sus primos y sus tíos eran miembros de las redes del MININT. Estaba en todas partes.

Solo me habían dicho que no saliera de la casa. Yo envejecí, me hice mierda.

La mayoría de los cuadros había pasado por las filas del MININT: Ricardo Alarcón,[18] Cabrisas…[19] Todos venían de ese nido.

Fidel se da cuenta de que la Perestroika puede provocar la disolución de la Unión Soviética y que sus impulsores vienen del KGB, con Andrópov[20] y Gorbachov,[21] que era su ahijado.

En el año 88 estuve como cuatro meses en París, haciendo el segundo libro sobre Hemingway. Allí, la gente del MININT y del Centro de Inteligencia estaba alzada, echándole a Fidel con las dos manos. Había una bulla, un movimiento.



Norberto Fuentes.


Y está el discurso de Abrantes, del 26 de marzo de 1989, a los intelectuales:

“Estamos y estaremos siempre abiertos al diálogo, en la disposición de escuchar y de discutir cualquier idea, cualquier problema que pueda preocuparles, y en el cual consideren útil nuestro conocimiento o participación. No me refiero solo a los compañeros que tienen relaciones de muchos años con el Ministerio. Ni me refiero tampoco exclusivamente a los que puedan opinar más cercanos a nosotros, sino también a aquellos que tengan ideas distintas o que vean los problemas con otros matices y enfoques”.


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Patricio de la Guardia en su domicilio. La Habana.


Hace un discurso totalmente “perestroiko”. Y hasta ahí llegó.

Fidel se echó ese periódico bajo el sobaco y lo primero que preguntó fue: “¿Quién le escribió este discurso a Abrantes?”.

Los lineamientos fundamentales del discurso los habían hecho Abrantes y Carlos Aldana. Luego, esos discursos se le daban a escribir, entre otros, a Julio García (Julito), que era el presidente de la UPEC[22] en ese momento. Y era, además, el muchacho que, siendo secretario de la UJC en Topes de Collantes en 1964 o 1965, Fidel lo había convertido en su periodista y lo acompañaba desde entonces a todos los viajes. 

Alguien le dice el discurso que lo había escrito Julito. 

—Ya tenemos al primer traidor —dijo—: Julio García. 



Desde la izquierda: Alcibíades Hidalgo, Patricio de la Guardia, Antonio de la Guardia y Jesús Arbezús (funcionario de alto rango de la cancillería cubana). Aeropuerto de Luanda, 1988 (captura de vídeo).


Pero no habló de Abrantes ni de Aldana. Ahí guardó pan para mayo. Esa era otra bronca y no quería anunciarla porque ya la tenía diseñada: quería echarse al Ministerio del Interior, con la intención de descabezar la organización que realmente podía provocar un cambio. Ochoa no era ningún peligro porque no tenía estructura detrás para dar un golpe de Estado. Peligrosos eran Abrantes y el MININT.

Porque a eso se redujo para mucha gente la culpabilidad en la Causa 1/89. A la pacotilla.

Arnaldo, para decírtelo en cubano, bembeteaba mucho. Y digo esto de una persona que quise muchísimo y quiero. Pero hablaba mucho y vivía un poco como en un sueño, en una conspiración que sucedía en alguna nube de una computadora. Eso no tumba un gobierno. Pero el MININT sí era una organización que había que desbaratar.

¿Es cierto que Gabriel García Márquez le pidió a Fidel Castro por la vida de los condenados a muerte?

Sí, como pedía él las cosas. “Coño, Fidel, nadie va a entender que fusiles a esta gente”. “Sí, ya sé, pero qué voy a hacer, es mi deber…”. “Claro, Fidel…”.

Fidel le negocia los fusilamientos conmigo: “No te preocupes, que yo no voy a coger preso a Norberto”, le dice. Y García Márquez se lo cuenta a Lichi[23] en el aeropuerto antes de irse de Cuba: “Me voy tranquilo porque no van a coger preso a Norberto. Esas son cosas de militares”. Cuando llega a Madrid, a la tarde siguiente, y los periodistas van a verlo, hace la frase garciamarquiana de siempre: “Yo estoy en contra de la pena de muerte. En general, estoy en contra de la muerte”. Y repite la coletilla de que eran cosas de militares.

¿Cómo vive Norberto Fuentes la Causa 1/89?

Cómo la morí. Estaba en mi casa, en prisión domiciliaria, pero sin que me lo dijeran. Solo me habían dicho que no saliera de la casa. Yo envejecí, me hice mierda.



Norberto Fuentes en su domicilio.


Durante todo ese mes, cada quince minutos, parqueaba un Moskvitch en los bajos de mi edificio y sonaba dos veces el claxon. Yo vivía en un piso trece. Cada quince minutos, así, 24/7. Por joder. Pero mi experiencia es lo de menos. Jodido ver en la televisión a Tony, a Patricio. Aldana fue a verme dos veces, con Alcibíades.[24] Yo había tenido con Aldana una discusión muy fuerte pocos días después de que los detuvieran.

¿Por qué fue la discusión con Aldana?

A Tony y a Patricio los detienen el martes 13 de junio, el día de su cumpleaños, además. El viernes, Alcibíades, para salvarme la vida, le dice a Aldana que yo tengo en la casa el dinero de Tony, los 630 000 dólares. Y Aldana me cita en su oficina el sábado. 



Pascual Martínez Gil y José Abrantes.


Había estado tranquilo hasta que se enteró de lo del dinero y se preocupó. Tenía temor de que yo pudiera salir mal parado y salieran a la luz boberías que también lo afectaban, como una película pornográfica que había comprado conmigo como intermediario. Porque a eso se redujo para mucha gente la culpabilidad en la Causa 1/89. A la pacotilla.

Hay una resistencia por parte de Cuba y un discurso de caridad por un sector del exilio.

—A ti que se te ha dado tanta confianza…, que incluso has viajado solo a los Estados Unidos… —me dice Aldana.

—Mira, Aldana, ¿por qué ustedes siempre avisan tarde? ¿Por qué yo me entero de todo esto ahora? ¿Por qué no me lo dijeron antes?

—Porque se lo ibas a decir a Tony. Por eso no te lo dijimos.

—Bueno, eso es una especulación. 

Pero yo ya había advertido a Tony cinco o seis días antes: “¡Arranca!”, le había dicho. Y solo me contestó: “Norber, ¿qué le pasa a Raúl?”. “Tony, que es un hijo de puta. Eso es lo que le pasa a Raúl”.

¿Cómo se comportó Raúl Castro, digamos que a un “nivel privado”, durante la Causa 1/89, teniendo en cuenta los vínculos personales que podían existir entre él y los detenidos?

Yo no lo vi. Pero estoy preparando un libro sobre eso: “1989”. Ellos temían un golpe de Estado. Tomaron la ciudad y las escoltas de Raúl y Fidel Castro estaban preparadas para la guerra. Súmale a esa paranoia, la cárcel con alta seguridad que Abrantes había montado en La Condesa. Parece que para Fidel y Raúl Castro.



Primer borrador de la contracubierta de Nunca digas morir.


En Nunca digas morir responsabiliza al chileno Max Marambio con la corrupción que va a producirse dentro de la Revolución cubana. ¿Podría ampliar este análisis?

Eso no es una idea mía; era una idea generalizada en el MININT. Se la escuché al coronel Enrique Montero, al propio Tony, a Patricio: “Aquí la corrupción la empezó Max”.

La inicia con los negocios. Él embrujó a Aldana, por ejemplo. El que comienza con los negocios y el retozo con los dólares en Cuba es Max Marambio. Había otros, pero el más significativo y el más ambicioso era él. Yo cuento en el libro el millón de dólares que se voló y que Fidel le perdonó, ordenando echar tierra a ese asunto.

Fidel siempre veía más allá. Él estaba en su juego con Max Marambio y con el padre de Max Marambio. Y era Chile… No veía necesidad de formar un lío por eso. Se robó un millón…, bueno…, en fin…, el dinero no era de él, claro.

Pero insisto, el exilio siempre ha querido hacer negocios y es Cuba, comiendo mierda, la que nunca ha querido hacerlo.

A partir de la creación de CIMEX[25] —argumenta en Nunca digas morir—, por orden directa de Fidel Castro, se flexibilizan las oportunidades de creación de negocios privados para un grupo muy selecto de cubanos. Negocios que van a tender puentes económicos con Estados Unidos y nuestro exilio. Negocios que, de alguna manera, van a ser el origen de la nueva división de clases promovida por la Revolución cubana. ¿Qué papel desempeñó el exilio en esta iniciativa?

Si lo estás viendo como una operación organizada y en grande, no existió. No obstante, el exilio siempre ha querido hacer negocios con Cuba. Y algunos se han hecho, como las empresas aéreas, que han ganado mucho dinero. Pero hay una resistencia por parte de Cuba y un discurso de caridad por un sector del exilio.


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Norberto Fuentes y Jerry Lee, por Niurka de la Torre.


Recuerdo la invitación de un millonario que tenía la intención de abrir un banco “para ayudar a Cuba” y me pregunta por qué los cubanos se resistían tanto a que los ayudaran. No se resisten a las ayudas, se resisten a las mentiras. No digan más que quieren ayudar, digan que quieren hacer negocios, que quieren ganar dinero y que ellos pueden ganar dinero también. Pero esa idea de “ayudar”, la idea religiosa del altruismo es de la Revolución cubana, no de ustedes. Por ahí están entrando mal.

Pero insisto, el exilio siempre ha querido hacer negocios y es Cuba, comiendo mierda, la que nunca ha querido hacerlo. O lo hacen con sus amiguitos y ponen mil trabas. Ahora, lo que el exilio no quiere entender es que Cuba no va a negociar con Miami; Cuba va a negociar con Washington. Es como pedirle a Washington que negocie con Sagua de Tánamo.

Supongo que lo último que Fidel le dijo a Raúl fue: ¡Ni se te ocurra! Negociar con Miami sería un error estratégico.

«Coño, he llegado, este es mi destino. Esto no va pasar nunca más en el mundo», me dije.

Mientras leía Nunca digas morir, percibí dos instancias en el libro muy diferentes entre sí. Por un lado, la frialdad del cirujano que, escalpelo en mano, disecciona la historia de la Revolución cubana a través de una cronología de sucesos muy poco conocidos y, al mismo tiempo, se desprende una intensa nostalgia por esos hechos y esos hombres. ¿Existe una nostalgia por la Revolución cubana en Norberto Fuentes?

Claro. Fue un momento único en la historia que no se va a volver a repetir jamás. Nuestra generación, en ese sentido, fue privilegiada. Lo que vivimos nosotros no se va a volver a vivir en Cuba. No sé si para bien o para mal, pero no va a ocurrir más.

Me di cuenta de eso muy temprano, siendo un chamaco de 19 años, en el Escambray, cuando iba por un camino vecinal, polvoriento, hacia el norte de Las Villas, donde Tomás había acabado de cerrar un cerco. De pronto, diviso la arcada de una hacienda, idéntica a la que aparece en la película Érase una vez en el oeste. Había un montón de guardias de la LCB,[26] que se distinguían porque usaban boinas verdes, sentados sobre un muro, con las cananas cruzadas como si fueran zapatistas y las ametralladoras PPSh[27] de la Segunda Guerra Mundial soviética sobre las piernas. 

“Coño, he llegado, este es mi destino. Esto no va pasar nunca más en el mundo”, me dije. Las armas que tomaron Berlín en una manigua cubana y en manos de unos guajiros temibles, llenos de polvo, sin bañarse, apestosos después de diez o doce días de cerco. 

Fue alucinante para mí.


© Imagen de portada: Norberto Fuentes y Jerry Lee, por Niurka de la Torre. Prohibida su reproducción.
© Imágenes de interior: Cortesía de Norberto Fuentes. Prohibida su reproducción.




Notas:
[1] Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
[2] Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
[3] General de División Raúl Menéndez Tomassevich.
[4] Coronel Antonio de la Guardia Font.
[5] General de División Arnaldo Ochoa Sánchez.
[6] General de Brigada Patricio de la Guardia Font.
[7] Comandante Camilo Cienfuegos.
[8] Mariscal Vasily Ivanovich Petrov.
[9] Antonio y Patricio de la Guardia Font.
[10] Oficial de Tropas Especiales de origen hondureño. Nombre sin identificar.
[11] Comandante Efigenio Ameijeiras Delgado.
[12] Coronel Carlos Figueredo Rosales.
[13] Intento de ocupación de la guarnición del ejército argentino ubicada en La Tablada, en la provincia de Buenos Aires, el 23 y 24 de enero de 1989, por un comando del Movimiento Todos por la Patria (MTP), durante la presidencia de Raúl Alfonsín. Para más detalles, cfr. Nunca digas morir.
[14] Máxima jefatura del Ministerio del Interior (MININT) a nivel provincial.
[15] IMI Galil. Fusil de asalto de fabricación israelí empleado por el ejército portugués.
[16] José Abrantes Fernández, general de División y ministro del Interior (1985-1989).
[17] Carlos Aldana Escalante, ideólogo del Partido Comunista de Cuba (1986-1992).
[18] Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular (1993-2013).
[19] Ricardo Cabrisas Ruiz, actual vicepresidente del Consejo de Ministros y de su Comité Ejecutivo.
[20] Yuri Vladímirovich Andrópov, secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (1982-1984).
[21] Mijaíl Serguéyevich Gorbachov, secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (1985-1991).
[22] Unión de Periodistas de Cuba.
[23] El escritor Eliseo Alberto de Diego García Marruz.
[24] Alcibíades Hidalgo, exsecretario político de Raúl Castro.
[25] Corporación de Importadores y Exportadores de Cuba.
[26] Lucha contra bandidos.
[27] Subfusil automático PPSh (Pistolet-Pulemyot Shpáguina, Pistola Ametralladora de Shpaguin).




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