Luego de El compañero que me atiende no leído, y pensado en tarde con Enrisco agradable en Nueva York un pub atrás años pasada, reprimir no podría pensamiento incitado en cervezas presentes por extintas, no se oponen aprecio y simples comentarios. Queda decir también: ni lo he pensado, he empezado a escribir y lo he “escribido”.
Cebada homenajeo del encuentro pasado al no leer libro: nada mejor que motivar la ausencia en escrito impreciso: solo números tengo: cincuenta autores y páginas seiscientas. Rico es más escribir suposiciones que hechos: aquellas los segundos previenen y es machacoso hablar de lo evidente. Sufran mis percepciones por ignorancia y, si acierto, más elocuente el mérito.
Llego a afueras del libro a medir de impresiones coeficientes. Mas solo consecuencia mi método inexacto de que libro así leer no puedo: escrita sociedad no me interesa, tirar mierda en la lira, o de un peo enturbiar la cerveza. Tan grueso, extraña pretensión es en librero junto a de Emily Dickinson contraídos poemas en cuaderno, por alto número presumo quinientas de ahí no serán buenas.
Libros gordos si acaso para póstumos, tomos de alguien con vida nadie debe leerlos, a riesgo de a autores dejar patitiesos, y es que libro tan ancho huele a muerto. Del escritor pasado curiosidad la da su muerte, vivos predicen al mirar gordo libro lo que de ellos mismos quedará siendo muertos, refugiados miedosos en bloque de papel sin sentimientos, se siente cual llevarte cruel contigo, procesado en imprenta el árbol primigenio.
Escribir con pesar de catástrofe improbable, por ejemplo, captar allí calidad de percepciones y trasladarlo en pieles por debajo de atemático texto, mueve ritmos, precorpóreas brisas de la idea. Dicho libro, imagino, no debe mucho incluir rasgos de esto; tórnase compañero que percepciones mías de escritura atiende, su existir a limitada raya las mantiene.
Dedicado a esas némesis, feo antagonista, para más inri, humano: nadie obtendrá por su escrito de aquí dos recuerdos. Y a los más recordados que ya mismo morimos les recuerdo. Imagino uno a uno subiendo de la fama tarima, cincuenta, se escuchan ya cansados aplausos deportivos. Transitará este libro sentimientos, reflexiones, en mí bostezos admirar de un mojón la consistencia, el de Cuba, hilachas destilando, trábanse en percepciones, causa asco. Similar en concepto es al bobo retruécano, y postpinga su género.
Muy respeto y de nada me burlo, malas experiencias mucho menos, mas quien escribe ha superado el algo, pues no puede escribirse lo que se sufre en serio. Pocos en este libro han descrito, no obstante, un literario percibir del compañero: seguro se trata de una paja mayúscula, y da leche grumosa de la verga patriótica el meneo.
Por ejemplo: persona querida, respetado escritor, recomendó a otro aún más cercano y confiador de pronunciado por aquel que no moviera dedo relativo a gestión por mí al gramatical segundo aquí pedida para la Yuma en los noventa huida, con razón esgrimida que, siendo conveniente a mi escritura, debía yo un poco más sufrir a Cuba.
Atención sufrir la palabra llamóme, mi celador sentido, moviendo con dedo en secreto concilio de paja la línea que dirige una vida. Nunca pasión sentí, tal sucede se olvida, en el aprecio mentalmente disculpado. Seguro es en este libro todo escritor inmaculado, y no subcarcelero desmemoriado que exorcice y le persigan luego del demonio rondando los sentidos. Aquella vez, en lo que dura un comentario, fui atendido.
Que fuera o no su ánimo educativo, practicó administración de otros destinos. Pobreza, esclavitud nunca son mérito, y seguro escribí por nada en Cuba que hacer más divertido; tal vez no escribir más de haberme entonces ido: excelente presagio, yo digo. Autores elevados, protagónicos limpios, cuando de aquí seguro varios de compañero han ejercido, si corazones negros entre escritores viven, maledicentes y envidiosos, oí a unos a espaldas desearse la muerte.
Cuba mal ideotema siempre ha sido, me acuarteló a escribir, que es botar vida, y pretende le ofrezca lugar en mis traviesas líneas: ni pal carajo, como dijo vieja hará hora y cuarenta. Isla conceptualmente demacrada, de Virgilio furioso La isla en peso su más desmerecido, terminar nunca puedo, altibajos y enumeraciones, too conscious: es un himno.
A lo mío: ¿cuántos de aquí tendrán obra decente? Denme, que se las desmenuzo en dos momentos. Que no me dé por eso, que escribo cuatro líneas y los dejo en dos versos. Al esforzado escribir los que aún puedan vuélvanse, musarañas sociales aparten del contacto entre teclas y mente. Poesía es pasiva, alcanzarla es con dedos, lengua y verga, y activismo escrito en seca vulva es entrampar una triste molleja.
Custodio en tiempos del fin de agua tibia y pañitos calientes, y aunque bien no recuerde temperatura exacta de agua y paños, agitar debo a seis o siete mentes still standing tras de este libro los postreros ecos.