Cuba es peculiar, de eso no hay duda. Quienes residen en este país lo perciben como nadie.
La nación es descrita por los extranjeros que la visitan como el paraíso y claro, puede ser, depende desde donde se mire. Se da paso al sentimiento de lo ajeno, de la distancia entre los sentimientos de los que están dentro y los de afuera.
¿Por qué? Pues, hay que vivirlo.
Esto expone Domingo de Revolución, novela escrita por la autora cubana de autoficción, Wendy Guerra.
Fue publicado por la Editorial Anagrama en el año 2016 y causó revuelo por el contenido social-político. Por supuesto, esto solo se dio a nivel internacional, ya que no se llegó a publicar en la Isla.
Los libros de Wendy Guerra ya no se encuentran en librerías estatales o privadas. Esto, con solo un vistazo al estilo de su escritura y los temas que aborda, es bastante comprensible.
Cleo es cubana y poetisa, vive en una casona del Vedado, aislada luego de la muerte de sus padres. El letargo en el que estaba sumida se interrumpió con la llamada que le comunicaba que ganó un premio literario en España.
A partir de este hecho, el lector tiene la posibilidad de conocer qué es lo que aqueja a la protagonista: el dolor, la nostalgia por la familia, el amor-odio que posee hacia Cuba y cómo es perseguida por la Seguridad del Estado. En definitiva, los tópicos que impregnan toda su poética.
En la novela se dibuja una capital demacrada, como la anciana que ostenta los mínimos vestigios de gloria. “La Habana empieza a ser tu enemigo, sus habitantes, su incomodidad, la imposibilidad de estar bien, todo colabora en tu contra. Ese lugar que fue sublime hoy te agrede”. Así lo enuncia Wendy Guerra.
Cleo escribe por placer, porque no quiere dejar los pensamientos en el olvido. Por estos motivos es peligrosa: cuestiona, crítica, sueña con una Cuba libre.
También es acosada fuera y dentro del país. Todos creen que trabaja para la CIA o para el Estado cubano, lo cual para ella es algo más que imposible. No tiene intenciones de ser mártir. Solo vive, respira para escribir.
Con la llegada de un actor de Hollywood, la vida se complica. Cleo descubre que el pasado no es como creía. La red de oscuridad se nutre de la incomprensión. Sin embargo, aún quería quedarse en la Isla, como bien enfatiza en estas líneas: “Mi espíritu aún estaba cautivo en La Habana. Yo todavía no había llegado con todo y alma”.
En la novela se presentan hechos como la muerte de Gabriel García Márquez, las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, lo cual podría ser la presentación de dos premisas: el fin y el comienzo de una nueva era para la nación cubana.
Esta obra de Wendy Guerra está plagada del anhelo de construir un país demasiado idílico para los tiempos que se viven en Cuba. La libertad no es precisamente barata.
La joven poeta sufre más de un desengaño. Abandonará aquello que más ama. La presencia de esta mujer es indeseada, ya sea en la ciudad natal o en el mundo. La soledad que inunda la existencia de Cleo hace de la poesía el refugio necesario y el delito que la condena a la perpetua desolación.
La autora nos regala algunos de los poemas de Cleo para ser testigos del talento y las ideas del personaje. ¿Acaso el estilo poético en que se escribe la novela juega un papel?
Wendy Guerra habla de esto en el periódico El Mundo: “Lo importante de este libro no era su dimensión política, sino cómo encontrar una voz poética para hablar de cosas tan duras”.
La política y la poesía se unen para construir las pinceladas del misticismo y el ritmo ensordecedor que pueblan las calles y los campos de Cuba. Incluso la polémica rodea al título. “Domingo es ese día en el que no sabes si acaba o empieza la semana, así estamos en Cuba”, dijo Wendy Guerra para El Diario.
De ahí tal vez que Domingo de Revolución sea un libro con el que todo cubano, fuera o dentro de la Isla, se puede identificar.

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