El poemario La decisión de Ulises (Ediciones Matanzas, 1988) es el primer libro publicado por el poeta matancero Luis Marimón. La obra en sí es una rareza editorial que consta de una tirada de mil ejemplares. El poema “Jonás”, basado en el evento bíblico, es el segundo de la colección; que también integran otros como “La rosa de Jericó”, “Miriam” y aquel que da título al cuaderno: “La decisión de Ulises”.
En la contraportada, René Suárez Seva afirma que los poemas y personajes de Marimón “se confunden en uno solo para borrar la línea que podía dividirlos”. Tomando en cuenta esta observación como punto de partida, propongo leer “Jonás” afirmando una síntesis poética entre las figuras expresivas del corazón, la ballena y Jonás. Esta proposición implica que todas estas figuras son la misma en las consecuencias finales del discurso.
En el prólogo de la antología poética Cronología del vértigo y el naufragio (Ediciones Unión, 2007), Orlando Luis Pardo Lazo se refiere al hecho de la autodestrucción como eje de la ética autoral en la poesía de Marimón. En el caso de “Jonás”, la autodestrucción se alcanza como devenir de la soledad del corazón. En principio, está tan solo como la ballena y, en relación con la figura del corazón, nunca se logra especificar de quién, si de Jonás o de la ballena. El corazón es una justificación, un pretexto para devenir en la autodestrucción de la ballena y de Jonás.
Para los propósitos del análisis, trataré la relación entre el corazón y Jonás, expandiendo la referencia hacia la ballena cuando sea propicio. De esta forma, solo hacia el final se incluye la relación entre Jonás y la ballena, teniendo en cuenta que la intervención del corazón está en función de asignar cómo estos se corresponden en la expresión del ser de la soledad del corazón. Este ensayo dista de ofrecer una consideración elaborada sobre la comprensión de la soledad en el poema de Marimón, mas queda como intento de exponer el tema.
“El puerto más remoto”
Parece necesario comenzar el análisis tomando en cuenta la mediación nominal de la figura del corazón, que aparece tres veces de forma directa en todo el poema. De las tres, dos de estas menciones repiten una intención de referencialidad espacial (remoto), mientras que la otra se corresponde con aspectos no de localización, sino de representación (dorado). Así, si se toma en cuenta que Jonás es también el corazón de la ballena y que esta al mismo tiempo es el corazón de Jonás, entonces la referencialidad de este órgano en el poema se expande de forma horizontal.
En tal sentido, no hay un centro o núcleo entre hombre y animal: la soledad del corazón está ramificada con la misma intensidad en cada extensión del circuito. Pero en este primer punto prefiero mantener el análisis en función de la distinción inicial entre la expresividad de la soledad en el corazón antes de reparar en la percepción de su función de síntesis entre la soledad de Jonás y la ballena.
La primera mención del corazón es justo en el primer verso del poema, que especifica sus coordenadas territoriales: “Era su corazón el puerto más remoto”. Aquí, naturalmente, se tiende a asumir que se trata del corazón de Jonás. ¿Pero a quién corresponde el pronombre posesivo su? No hay certeza en este verso, de manera que, solo teniendo en cuenta el posterior desarrollo en el cual Jonás y la ballena se corresponden, es que se podría asumir que también se corresponden en la función de soledad del corazón.
Al mismo tiempo, no debe perderse de vista la lectura en la cual la instancia de separación conceptual simboliza que Jonás sería el propio corazón de la ballena y viceversa. Así, el primer verso solo encuentra su determinación relacional dentro del continuum de la voz poética entre las figuras de ambos; mientras que la idea del puerto-más-remoto no es más que una demarcación espacial de distancia, es decir, una metáfora sobre la soledad.
En el poema, la segunda aparición de la figura del corazón es extravagante, simbolizando que Jonás ya se ha naturalizado al mundo de la alucinación. Hay una vez más un efecto de indistinción nominal que fuerza la lectura hacia el carril de la interpretación: “pretendió borrar el antiguo corazón dorado, // allí puesto, al descuido, por Dios”.
En principio, no hay una relación de familiaridad entre la imagen del corazón-remoto y la imagen del corazón-dorado. El corazón-dorado aparece en una instancia de proximidad; mientras que el de Jonás es uno de la distancia. La procedencia del primer corazón es presumiblemente de Jonás, mientras que el segundo parece haber provenido de Dios. ¿Pero es que acaso será el corazón-dorado una seña de la propia soledad de Dios? No se trata de que Jonás y Dios sean la misma figura en el poema, sino que en cada uno de estos casos se refleja la soledad del corazón como puerto más remoto.
En última instancia, la presencia del corazón-dorado es más como un accidente que le recuerda a Jonás la distancia de su propio corazón. Así, en su caso, el tema de la soledad del corazón desde la expresividad doliente encuentra un paralelo en el hecho de que Dios hubiera dejado el corazón-dorado también dentro del vientre de la ballena. El simulacro revela que el corazón de Dios está tan solo como el propio Jonás. No obstante, aún habiendo esto ocurrido, todo continúa siendo parte del universo alucinante al que ya se había habituado Jonás, que llega inclusive a perder hasta la distinción de las noches y los días.
La tercera y última mención del corazón repite la instancia del primer verso en el sentido de la referencialidad del corazón como puerto-más-remoto; pero no el punto temporal en el devenir narrativo de Jonás: su intencionalidad autodestructiva. En el primer caso, se especifica la condición de soledad del corazón antes de introducir las figuras de Jonás y la ballena. Esto facilita la transferencia de estado en la cual la soledad de ambos se corresponde en el concepto de la distancia del corazón. En la repetición del verso no está la fuerza de la intención. En este caso, implica que ya no se trata tanto sobre la soledad como pura invocación nominal, sino como primera condición de posibilidad en la expresión del ser.
Es decir, no hay cómo liberarse de ella. Siempre se permanece en un estado de absoluta soledad. En la tercera invocación se ajusta el corazón en el cuerpo de Jonás: “Jonás se interrumpió // con su corazón de puerto más remoto”. Este es el último verso en que se atestigua su presencia en el poema. Después, lo que queda es el registro de archivo en un ánfora que representa a Jonás autodestruyéndose. Pero, en definitiva, ¿qué es lo que se destruye?, ¿por qué ocurre de esta manera? Quizá después de todo no resulte aventurado sugerir que destruido es el conjunto de relaciones que condicionan la percepción de la soledad; no Jonás ni la ballena, sino la necesidad de ser-remoto impresa en el concepto de distancia que enclaustra el sentido de la soledad.
Jonás y la ballena
La primera mención de la ballena es justo en el segundo verso. “Jamás la blanquísima ballena tuvo náuseas de él”. Aquí entra a tomar parte la yuxtaposición de los personajes de Marimón. El remoto corazón del primer verso, en el contexto del segundo verso, bien puede ser leído como el corazón de la ballena. Pero el problema es que en esta consideración todavía no se esclarecería el sentido del corazón ni tampoco por qué es relevante la yuxtaposición entre hombre y animal.
Desde su inmediatez, el poema de Marimón ordena la soledad como una composición temporal de eventos que puede transcribirse en 1) el corazón; 2) la rutina; 3) primera muerte: alucinación del corazón-dorado; 4) segunda muerte: presencia de la soledad; 5) tercera muerte: decapitaciones diarias; 6) autodestrucción: testimonio del ánfora y restos de la ballena de cristal humeante.
En definitiva, la diferencia de voz entre Jonás y la ballena es aproximadamente de un orden estético en la intención de la soledad como eje central del poema. Sin dudas, la composición primaria de la soledad como valor expresivo no debe entenderse sin su función de devenir; que en el caso del poema de Marimón es el devenir de una resolución activa. Cuando Jonás incendia su nave se lee el mismo evento del corazón de la ballena estallando. La causa no importa tanto como la repetición de la consecuencia. Su soledad queda dispersa al testimonio, quizá aún dentro de los humeantes restos de la ballena de cristal del final del poema. No es importante en este sentido si Jonás consigue o no superar su soledad; sino que es solo por la soledad que Jonás se permite actuar en función de un devenir.
El corazón de la ballena como puerto-más-remoto integra la estela temporal del poema, plegando la propia lectura del espacio de Jonás. La ballena no es una mera extensión de Jonás: ambos son la misma agencia. Aquí se desprenden dos lecturas básicas: mientras que en la primera se sugiere que el corazón de Jonás es el propio Jonás siendo el corazón de la ballena; en la segunda, la ballena es el corazón inalcanzable de Jonás. En este sentido, los versos que dicen: “Por una razón desconocida // el animal toleraba en sus entrañas al polizón que la aniquilaba con sus imprecaciones // las botellas de aguardiente y ajenjo que rompía // y el humo intolerable de su cocina y de su pipa”, se refieren al propio sentido autodestructivo de la ballena que se refleja en Jonás.
En este punto, repite la intensidad de la soledad de Jonás. La idea de ella como corazón de Jonás afirma el sentido de un horizonte que se impone como fundación de un conjunto de circunstancias determinando al estado de puerto-más-remoto anotado en el primer verso. La idea de este como corazón de la ballena reafirma la soledad del animal desde la impresión privada (interior) del evento propio de la soledad.
En este sentido, Jonás solo articula en función de vehículo expresivo a la actualización interior de la ballena; es su interioridad material, su alucinación. Encarna la soledad de la cual la ballena no puede librarse; es su soledad. Si Jonás no existiera en el marco de la composición, posiblemente la ballena no estaría sola. Así, desde este punto de vista, tanto la una como el otro pueden ser leídos como la constitución efectiva de un conjunto de condiciones recíprocas en la expresión de la soledad.
Las rutinas de Jonás y de la ballena se integran en una misma continuidad hacia la autodestrucción. La primera muerte que ocurre en el poema es aquella en la que pretende borrar el corazón dorado. De cierta manera, aquí comienzan las señas de una voluntad irreconciliable con la paz de la rutina. Borrar el corazón-dorado conlleva a la segunda muerte, aún dentro del orden de la alucinación.
En la segunda muerte, Jonás tiene una aventura con el fantasma de una mujer. Desde este punto de vista, es una extensión de la primera muerte, aquella de la visión del corazón.
En la tercera, aprende a decapitarse a diario. En este sentido, ha consolidado su soledad en un punto de radicalización extrema donde ya no materializa sus alucinaciones de forma externa, sino que ahora son parte de su cuerpo, de su propia experiencia individual. Así, al final del poema, las consecuencias del sentido de autodestrucción determinan la experiencia del encuentro entre Jonás y la ballena.
Los versos finales del poema son oscuros y lo describen arremetiendo contra sí mismo. Estos versos, en realidad, ya habían sido anticipados cuando la ballena acepta a Jonás arremetiendo contra sí misma. La soledad final es como una soledad coral entretejida por todas las figuras del poema (incluyendo la de Dios, la del corazón, la de la alucinación, etc.). Pero la rutina de las muertes diarias deja testimonio de una experiencia de lo que se desvanece infinitesimalmente al punto de que tal parece que la resolución final es una disposición a gestionar de una vez al devenir de la soledad del puerto más remoto. La soledad es un naufragio. En el poema de Marimón, Jonás es un náufrago, no un prisionero; y la ballena es una red de circunstancias, no una cárcel. Al mismo tiempo, esta expresa su soledad mediante la interiorización de la soledad de Jonás. Así, la ballena también encuentra su definición en la relación de percepción espontánea que se proyecta sobre la comprensión del corazón de Jonás.
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