No resulta aventurado afirmar que la cuestión de los Derechos Humanos (DD. HH.) está colocada en el centro de los debates políticos, sociales y económicos de nuestra región. En los últimos decenios el incremento de la violencia extrema, tanto estatal como abiertamente delictuosa, contra periodistas, mujeres, integrantes de la comunidad LGTBIQ+, defensores de recursos naturales y líderes comunitarios e indígenas, por mencionar solo algunos casos, ha alcanzado niveles de crueldad y brutalismo que nos obligan, desde todos los frentes posibles, a realizar un examen minucioso de la cuestión.
Ante todo emerge una necesidad: es imperativo trazar una cartografía mínima del estado de la cuestión. La región continental de la América Latina y el Caribe insular, lejos de conformar un espacio cultural integrado y homogéneo, está marcada tanto por su diferencia como, en ocasiones, por el mutuo desconocimiento de las luchas, las problemáticas y las historias diversas que signan el ejercicio de la violencia. Es necesario avanzar hacia el mutuo reconocimiento de las problemáticas que enfrentamos de manera común.
El esfuerzo cartográfico, en este sentido, consiste en trazar, hacer el esfuerzo por dibujar un mapa plagado de estrategias de resistencia que, más allá de los ejercicios de visibilizar nuestras problemáticas estructurales, nos ayudan a tener un registro espacial, geográfico y político de los procesos sociales que ya se encuentran en curso; lo cual, por cierto, resulta fundamental en esta búsqueda de un diálogo crítico interregional. Pero, por encima de todo, esta labor —a la vez visual y política, textual y compleja— nos ayuda a reconocer a las y los activistas que, con diversas agendas y métodos organizativos, construyen alternativas y buscan generar una cultura de los derechos humanos que —en ello reside nuestra esperanza— sea capaz de revertir los efectos aciagos que la violencia política ha generado en nuestras vidas, en todas ellas.
Por ese motivo, hemos decidido emprender esta inacabable labor de convocar a un grupo sólido de investigadoras(es), activistas y defensoras(es) de los DD. HH. que, debido a su experiencia en el campo y su laudable compromiso ético con la cultura de paz, nos permitan tener una imagen clara de algunas de las problemáticas que enfrentamos en nuestras diversas localidades, naciones y comunidades.
De esta polifonía pueden surgir las premisas para un diálogo que nos ayude a romper el ensimismamiento que pesa sobre nuestras propias consciencias y posturas políticas. Desde luego, las voces convocadas no son las únicas, aunque sí son representativas. Esperamos y extendemos la convocatoria para todas y todos aquellos que deseen contribuir a trazar estas líneas de diálogo y trabajo colectivo.
Libras de nosotros
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