Con motivo del año que llevamos de Covid-19, Hypermedia Magazine ha despachado las siguientes preguntas a un amplio grupo de escritores cubanos:
1) ¿La pandemia ha modificado sus hábitos y/o métodos de escritura? ¿De qué modo?
2) ¿Han variado este año sus hábitos de lectura? ¿Ha leído más? ¿Ha leído menos?
3) ¿Cuáles han sido las lecturas (títulos, autores, plataformas) más reveladoras durante esta pandemia?
4) ¿La nueva situación global le ha inspirado algún proyecto literario?
5) Cuéntenos cómo es actualmente un día en su vida de escritor(a).
Compartimos con nuestros lectores los mensajes que retornan a nuestro buzón.
1.
No sustancialmente. Sigo escribiendo después de tener pensado y repensado un proyecto (sus líneas de neurosis, digamos) y sigo —creo— con las mismas obsesiones y las mismas palabras de —por lo menos— los últimos años. Lo que sí cambió fue cierto ánimo, cierto choque de energías, cierto plus; desborde que en mi caso está relacionado con cierta soledad y cierta concentración. Aunque tampoco hay que quejarse mucho, todo este tiempo ha sido también una oportunidad de desacelerar procesos, asentar intuiciones, complejizar ideas. Meterle al stop poco a poco.
2.
No he leído más. Tampoco menos. He intentado mantener en esta zona el mismo equilibrio de siempre: algunos libros por placer y otros para poder organizar un futuro relato o ensayo. Y todo con cierta cuchillita de cirujano, como si la vida (la propia, aunque también la ajena) fuera salir de un hueco y meterse en otro.
3.
Las del mundo cubano. Este año he releído libros que ya no recordaba bien (Sartre visita a Cuba, por ejemplo, una maravilla ideológica-sacrificial), u otros que me han ido sirviendo para mis diferentes proyectos: el de la colección de narrativas visuales que dirijo en FluXus (Rialta), el del futuro libro con la serie completa de las litografías eróticas de Umberto Peña (que posiblemente saldrá por Zuiderdok este año), o el de una novela que poco a poco va ganando cuerpo.
Algunos de los libros del mondo Cuba que en los últimos tiempos he revisado son: Cincuenta lecciones de exilio y desexilio, Gustavo Pérez Firmat; Cuba: mi infierno y mi paraíso, Monika Krause-Fuchs; Traductores de la utopía, Rafael Rojas; La condición totalitaria, Rolando Sánchez Mejías; Del otro lado del espejo. La sexualidad en la construcción de la nación, Abel Sierra Madero; Cartas a Margarita y Jorge Camacho (1967-1990), Reinaldo Arenas; Trazos en los márgenes. Arte abstracto e ideología estética en Cuba, Ernesto Menéndez-Conde, La mala memoria, Heberto Padilla; El 71. Anatomía de una crisis, Jorge Fornet; investigación esta última —todo hay que decirlo todo— que parte de una idea muy buena: radiografiar la vida cultural y política de un país alrededor de un año y, que por sus escamoteos y pseudoveneraciones, termina siendo un librito bastante malo.
4.
No precisamente. Quiero decir: no basado en el virus o la pandemia o algo así. Aunque uno nunca sabe de qué manera saldrá toda esta parálisis en el futuro.
Carlos A. Aguilera.
5.
Como ahora todo se ha vuelto virtualidad, pues me levanto y voy a la cocina y hago un café, subo al estudio donde está la computadora y organizo el material para hacer Incubadora, cuando la web ya está terminada salgo al balcón y fumo tomando otro café, reviso algún libro o respondo mails en lo que espero para dar clases de español (por lo menos una por día); una vez terminado esto, almuerzo. La tarde es más para libros o conversar o pasear por el barrio un rato. También para algún vinito o ron. A la noche llega casi siempre alguna película. Generalmente una donde una especie de Travis Bickle —el loquito de Taxi Driver— mata a todos y después se sienta a comérselos. Uno a uno. Con ropa y chancletas y bigote y todo. No voy a negar que ante el espectáculo escatológico siento —siempre— cierto regocijo. La felicidad tiene a veces el tamaño de una buena mordida.
Escribir es cazar
Como soy graduado de Química, trato de indagar en la ficción-ciencia de esta nueva enfermedad. Trato de ver qué está pasando ahí “dentro”, donde hay ciertas armonías inarmónicas, secretillos, pozos, exclusas y hasta jardincillos de belleza e impiedad.