Con motivo del año que llevamos de Covid-19, Hypermedia Magazine ha despachado las siguientes preguntas a un amplio grupo de escritores cubanos:
1) ¿La pandemia ha modificado sus hábitos y/o métodos de escritura? ¿De qué modo?
2) ¿Han variado este año sus hábitos de lectura? ¿Ha leído más? ¿Ha leído menos?
3) ¿Cuáles han sido las lecturas (títulos, autores, plataformas) más reveladoras durante esta pandemia?
4) ¿La nueva situación global le ha inspirado algún proyecto literario?
5) Cuéntenos cómo es actualmente un día en su vida de escritor(a).
Compartimos con nuestros lectores los mensajes que retornan a nuestro buzón.
Tengo desde hace años un poco de dificultad con los ritmos. Prefiero trabajar de noche y mis días no son exactamente de 24 horas. Eso hace que siempre esté un poco desfasado. Tampoco tengo una vida social muy intensa, prefiero la soledad de mi casa antes que el bullicio de los espacios públicos. Por eso, estos largos meses de distanciamiento impuesto por la Covid-19 han sido bastante fáciles para mí. Diría incluso que los he disfrutado, si no fuese por la tristeza de ver el sufrimiento que esta enfermedad ha causado, y por todas las incomodidades de la crisis económica que se intensifica con la pandemia: el desabastecimiento de los mercados, las colas eternas para comprar cualquier producto, el aumento de los precios y el nuevo florecimiento del mercado negro. Pero creo que, de manera general y a pesar de esos inconvenientes, he podido dedicar mucho más tiempo a leer, a pensar y a escribir.
Uno de los cambios que ha traído esta situación es que ahora la gente se sumerge más en el ciberespacio: casi todos los contactos son virtuales, casi todas las lecturas son en soporte digital. Es algo que ya venía sucediendo desde antes, pero ahora se ha intensificado. Yo soy un caso atípico, pues hasta hace un año me había resistido a utilizar un teléfono móvil. Ya he comenzado a usarlo, aunque todavía lo miro con cierta reserva y me niego a cargar con él a todas partes.
Mis lecturas son diversas, al igual que mis proyectos. Tengo intereses que van más allá de la literatura y el arte. Me gusta también leer sobre ciencia y tecnología; me apasiona el mundo de la programación, la inteligencia artificial, la exploración del espacio, esas cosas. El año pasado, en medio de la pandemia, logré terminar un nuevo libro donde se funden varios géneros literarios y donde también se articulan la reflexión filosófica, el arte y ese interés por la ciencia. Es una suerte de ciencia-ficción transgenérica, si se quiere, pero no voy a adelantar nada más sobre ella. Se titula Cien gotas de lluvia, y ojalá no tarde mucho en publicarse.
Daniel Díaz Mantilla.
También, a inicios de este año, terminé un cuaderno de poesía. Y he estado escribiendo artículos, ensayos, reseñas. He sido jurado en varios concursos y he continuado mi trabajo como editor. Porque, aunque los reajustes de la dinámica social provocados por la pandemia nos perturban a todos, la vida continúa y, quizás, el trabajo de los escritores es el que menos se resiente con el distanciamiento social. El teatro, el cine, la música, por ejemplo, se han visto muy afectados en todo el mundo.
Si hay novela cubana, me pego al televisor
Lo tuve claro desde el inicio: sería un paro general. Ya no habría exposiciones ni cualquier otro evento relacionado con el arte. Debía aplazar proyectos profesionales y dedicarme a repensar el ‘modus operandi’ para no quedar al campo, inactivo, y en cambio, generar nuevas interacciones con/desde el arte.