Cómo Rusia perdió la guerra de la información contra Occidente

Introducción: Auge y declive del poder blando de Rusia

El “poder blando” estadounidense, o la capacidad de Estados Unidos para ganarse los corazones y las mentes en el mundo y servir de modelo, ha sido visto con envidia en Moscú desde hace mucho tiempo. Oficialmente, el Estado ruso ha prestado más atención al poder blando desde las “revoluciones de colores”,[1] principalmente las de Ucrania y Georgia, que se perciben como casos de éxito del poder blando occidental a la hora de iniciar cambios políticos. La aplicación del poder blando por parte de Rusia, por tanto, ha sido muy reactiva desde el principio. Como escribió un participante del Club Valdai en 2012: “Rusia presta hoy mucha más atención al poder blando y pretende utilizarlo para restaurar su posición en el mundo. Y ahora —a diferencia de la década de 1990 o incluso de la de 2000— esta política está respaldada por los recursos financieros adecuados”.[2] El presidente Putin también ha hablado varias veces públicamente de la importancia del “poder blando”, tanto como una amenaza de Occidente como una herramienta que Rusia tiene que aplicar más inteligentemente para adaptarse a las cambiantes exigencias y naturaleza de la diplomacia pública. El 11 de febrero de 2013, al dirigirse a diplomáticos rusos, argumentó: “El uso competente de los métodos de ‘poder blando’ es cada vez más prioritario. Tenemos que impulsar la posición de la lengua rusa, ser activos en la promoción de una imagen positiva de Rusia en el extranjero y aprender a integrarnos orgánicamente en los flujos mundiales de información”.[3]

El poder blando ruso, obviamente, tiene sus limitaciones a la hora de persuadir a los públicos occidentales. De hecho, parece existir una correlación inversa entre cuánto gasta Rusia en ganarse los corazones y las mentes de la gente y lo popular que es percibida internacionalmente. Por supuesto, correlación no equivale a causalidad. La razón principal de esta equivalencia inversa es que Rusia empieza a gastar más para persuadir a la opinión pública internacional normalmente después de reconocer su pérdida de influencia o de ignorar abiertamente la integridad territorial de otros países. Russia Today (RT), el canal de propaganda del Kremlin, por ejemplo, se creó en 2005, un año después de la Revolución Naranja en Ucrania. Russky Mir, la versión moscovita del British Council o del Instituto Goethe, se creó en 2009, un año después de la invasión de Georgia. RT también se expandió significativamente tras la anexión de Crimea en 2014.

El conflicto de Crimea parece haber sido un punto de inflexión, tras el cual el Estado ruso y otros actores relacionados empezaron a invertir muchísimo más en cambiar la imagen de RusiaComo sostiene Matveeva, la crisis de 2014 en Ucrania “aportó una mayor coherencia al enfoque de Moscú, que se ha vuelto más estratégico, mezclando diferentes elementos en pos de objetivos de política exterior”.[4] Al mismo tiempo, como veremos a continuación, estos intentos han resultado bastante infructuosos a la hora de crear una imagen más amable del Kremlin.

Por otra parte, antes de que comenzara la invasión a gran escala en febrero de 2022, Rusia consiguió engañar a la opinión pública internacional sobre sus intenciones. La mayoría de los expertos, los políticos y el público del mundo occidental parecían creer que Rusia sólo iba de farol y que los servicios secretos británicos y estadounidenses, que habían advertido con mucha antelación sobre la posibilidad de una invasión, no hacían más que poner el grito en el cielo y aumentar la niebla de desinformación. De este modo, a pesar de que la preparación militar se prolongó durante muchos meses, Rusia pudo sorprender a la opinión pública occidental con la invasión.

Este capítulo pretende examinar el grado de éxito de Rusia en la formación de la opinión pública tras su invasión. Al situar los recientes acontecimientos en un contexto internacional y temporal más amplio, podemos comprender mejor la eficacia de las tácticas de persuasión de Rusia. La afirmación central del capítulo es que el atractivo del poder blando de Rusia se ha visto gravemente socavado por la anexión de Crimea. Sin embargo, Rusia ha mantenido su capacidad de influir en los procesos políticos mediante tácticas de “poder punzante”, como la infiltración en los espacios informativos y políticos de los países occidentales. Además, Rusia ha utilizado la “inflación autoritaria” para crear la apariencia de ser más grande que la vida. A pesar de la continua popularidad de algunas de sus narrativas en determinados países, Rusia ha fracasado en gran medida en su guerra informativa contra Occidente desde el inicio de la invasión.



El poder blando de Rusia y la inflación autoritaria antes de 2022

El concepto de poder blando

El poder blando, en su significado original, es la capacidad de un país de persuadir a otros para que hagan lo que él quiere sin fuerza directa ni coacción, sino únicamente mediante la atracción.[5] En otras palabras, es la capacidad de cambiar el comportamiento de otros sin utilizar ni el palo (intervención militar) ni la zanahoria (incentivos económicos). El poder blando consiste en la “ofensiva de encanto”: ganarse los corazones (y, en menor medida, las mentes) de otras naciones mediante la “exportación” de valores, cultura, ideas y personalidades atractivas. El poder blando tiene que ver con el estatus de modelo de un país con respecto a otros países.

La ventaja del concepto de poder blando a la hora de intentar captar la naturaleza de la influencia rusa es que hace hincapié en las similitudes entre los conjuntos de herramientas rusas y occidentales, lo cual es importante al menos por dos razones. En primer lugar, como hemos argumentado antes, Rusia utiliza varias herramientas de poder blando porquepercibe que Occidente las utiliza con éxito. En segundo lugar, describe mejor la naturaleza de la influencia, que suele ser mucho menos centralizada, más ad hoc y en forma de red que la que se percibe desde Occidente. 

A continuación, se llevará a cabo una comparación del poder blando ruso y occidental, destacando las similitudes y las diferencias. 

Similitudes del poder blando ruso y occidental

Incluso en la descripción original del poder blando, los actores son diversos: no sólo participan diplomáticos, sino también universidades, empresas privadas, grupos de reflexión e iglesias.[6] El objetivo de Rusia es “controlar el caos” e influir en los procesos políticos occidentales.[7] Además del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso y los serviciossecretos —principalmente el Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa (FSB) y la Dirección Principal de Inteligencia (GRU)—, también participan otros actores, como oligarcas (como Konstantin Malofeev y Dmytro Firtash), grupos de reflexión (como el Club Valdai), la Iglesia Ortodoxa Rusa, organizaciones no gubernamentales organizadas por el gobierno (GONGO), políticos rusos (no sólo del partido Rusia Unida, sino también de Rodina y del Partido Comunista), ideólogos (como Aleksandr Dugin e Ivan Ilyin) e instituciones financieras (como Vnyesekombank), que operan de forma más o menos coordinada, pero no totalmente centralizada, gozando de cierta autonomía. Esta forma de entender el poder blando ruso tiene implicaciones pragmáticas: el comportamiento de estructuras organizativas más descentralizadas, similares a redes, es más difícil de predecir. 

Cuando se trata de política exterior, el Kremlin a menudo se limita a “imitar” lo que cree que está haciendo Occidente. Los ejemplos más obvios son la creación de think tanks, como el Club Valdai, o el establecimiento de organizaciones alternativas de derechos humanos, los equivalentes rusos de Freedom House destinados a influir en los debates políticos.[8] La “militarización” del poder blando, en cierta medida, también es resultado de esta estrategia de imitación. Medio año después de la anexión de Crimea, en octubre de 2014, el propio Putin lo dijo en una reunión del Consejo de Seguridad:

Debemos tener en cuenta los riesgos y amenazas que existen en la esfera de la información. Vemos que algunos países intentan utilizar su dominio en el espacio mundial de la información para perseguir objetivos no sólo económicos, sino también militares y políticos. Utilizan activamente los sistemas de información como instrumento del llamado “poder blando” para alcanzar sus objetivos.[9]

Otro ejemplo importante de este mimetismo fue cuando el General Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor, defendió en su infame artículo (erróneamente tomado por una “doctrina”) la necesidad de un cambio de enfoque en las fuerzas armadas rusas, y del desarrollo de herramientas más asimétricas. El principal argumento de Gerasimov era que Occidente había demostrado que utilizaba la información y el poder blando de forma más inteligente no sólo durante las “llamadas Revoluciones de Colores” en el espacio postsoviético, sino también durante la Primavera Árabe. Rusia debe hacer frente a este desafío, argumentó Gerasimov, precisamente porque Occidente tiene más éxito.[10] La ironía aquí es que la “doctrina”, que es tratada por muchos como la biblia de la guerra no lineal, es, de hecho, la descripción de Gerasimov (basada en la teoría de la conspiración) de cómo, en su opinión, Occidente y Estados Unidos utilizan la guerra no lineal contra Rusia y sus aliados. Otro ejemplo de esta imitación abierta es la declaración autocrítica del jefe de la Fundación Russkiy Mir, Viacheslav Nikonov de 2013. En una entrevista, Nikonov afirmó que Rusia tiene un déficit real en los instrumentos del poder blando: 

Incluyen los medios de comunicación mundiales, de los que disponen los países occidentales pero de los que Rusia prácticamente carece […]. También incluyen las organizaciones no gubernamentales que actúan en el ámbito internacional. En Estados Unidos hay unas 15.000 organizaciones de este tipo. En Rusia, como máximo se necesitarían los dedos de dos manos para contarlas, y sólo hay unas pocas importantes.[11]

El objetivo final de la política exterior rusa basada en el poder blando es similar al de la política exterior de otros países: aumentar su influencia económica y política internacional mediante inversiones a largo plazo en cultura, medios de comunicación y ONG para maximizar su influencia a largo plazo. [12]

Los principales rasgos distintivos del poder blando ruso

Sin embargo, las similitudes señaladas no significan que el poder blando de Rusia y Occidente sean idénticos. Dado que el término “poder blando” se creó originalmente para describir la naturaleza de la política exterior estadounidense, es obvio que el concepto no se ajusta perfectamente a los esfuerzos de influencia rusos; la imitación nunca es exacta.

Según Marcel Van Herpen, probablemente el mejor observador del poder blando ruso, el poder blando del régimen de Putin apenas existe, constituyendo en cambio simplemente “poder duro con guantes de terciopelo”.[13] Sostiene que las líneas que separan el poder blando del duro son a menudo difusas, especialmente en el contexto de los conflictos internacionales. El apoyo ruso a organizaciones extremistas y las intervenciones en Georgia y Ucrania (esta última precedida por la guerra de la información) son sólo algunos ejemplos de este principio. [14]

Hay tres características importantes y distintivas de los intentos rusos de poder blando: 

  1. Invención. En primer lugar, las medidas activas y las operaciones de los servicios secretos desempeñan un papel importante en el conjunto de herramientas de poder blando del Kremlin: éste es el aspecto de “invención” del poder blando ruso.[15] Los servicios de inteligencia (especialmente el GRU, pero en cierta medida también el FSB y el SVR) suelen participar en el funcionamiento de la maquinaria de poder blando, pero, como se ha mencionado anteriormente, normalmente el Kremlin o los servicios de seguridad toman, o pueden tomar, el control de sus operaciones. Un ejemplo paradigmático es el ya mencionado Viacheslav Nikonov, actual líder de la Fundación Russkiy Mir, el “British Council de Rusia”, una GONGO creada por Putin con un decreto presidencial en 2007. Nikonov fue secretario del jefe del KGB y es nieto de Viacheslav Mólotov, ministro de Asuntos Exteriores soviético bajo el mandato de Joseph Stalin. Aunque el objetivo oficial de la fundación es promover internacionalmente la lengua y la cultura rusas (copiando, de nuevo, el ejemplo del British Council), trabaja en estrecha colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores, los servicios secretos y la Iglesia Ortodoxa Rusa en la exportación de una ideología ultraconservadora y antiliberal (neo)eurasianista.[16] Otro ejemplo podría ser el imperio mediático de Prigozhin y su tristemente célebre “granja de trolls”, creada con la ayuda del Kremlin y de la que se hicieron cargo inmediatamente los organismos de seguridad de Rusia después de que Prigozhin iniciara su motín en junio de 2023.[17]
  2. Repulsión. En segundo lugar, en el poder blando ruso, crear “repulsión” entre Rusia y Occidente es al menos tan importante como conformar la atracción hacia la propia Rusia. El poder blando ruso pretende desacreditar a Occidente y hacer más gloriosa a Rusia denigrando la imagen del competidor. La forma en que Rusia y su presidente se hacen atractivos es más indirecta que directa: hacer a Putin y a Rusia más “bellos” pintando a Occidente como “feo”. Describir el Occidente liberal como una comunidad nihilista sin valores es esencial para hacer a Rusia más atractiva en comparación. [18]
  3. Confusión. En tercer lugar, los mensajes del Kremlin no son ni directos, ni lineales, ni coherentes (lo que, obviamente, ni siquiera es técnicamente posible en los entornos informativos occidentales). Pretende transmitir varios tipos de mensajes, a menudo contradictorios, e impulsa narrativas contrapuestas con el fin de confundir a la audiencia y crear un mundo en el que “nada es verdad y todo es posible”.[19] Esta forma de extraña “dictadura posmoderna”[20] que Putin ha construido en Rusia se exporta mediante el uso de herramientas de poder blando. El apoyo a fuerzas marginales de ambos bandos y la difusión de teorías conspirativas son elementos esenciales e interrelacionados de esta estrategia.[21]

Por supuesto, se puede argumentar que, tomando todas estas características juntas, el poder “blando” se queda corto, y aplicarlo a los esfuerzos de influencia de los actores rusos podría sobrepasar los límites de este término. Una alternativa a este término, que ha aparecido recientemente en los discursos de los expertos, es el “poder punzante”, que se aplica principalmente a las políticas de influencia de regímenes autoritarios como Rusia y China. Estos dos países ven el poder blando de Occidente como una amenaza esencial para su existencia y, a su vez, elaboran herramientas menos “blandas” como respuesta.[22] Sus herramientas son, en otras palabras, afiladas, ya que “tratan de ‘perforar, penetrar o horadar’ los entornos políticos y de información de los países objetivo”.[23] Como sostienen los autores de este término, Christopher Walker y Jessica Ludwig, “esta influencia autoritaria no se basa principalmente en la atracción, ni siquiera en la persuasión, sino en la distracción y la manipulación”.[24]

En las secciones siguientes, utilizaremos ambos términos para comprender la naturaleza y el éxito de las políticas de influencia llevadas a cabo por el Estado ruso y sus representantes. 

Inflación autoritaria: cómo Rusia se mostró más grande de lo que era antes de la invasión

Las encuestas sugieren que, en la última década (y especialmente desde 2014), el atractivo del poder blando de Rusia ha sido cualquier cosa menos fuerte. Entre 2010 y 2020, el porcentaje de ciudadanos que veían favorablemente a la Rusia de Putin cayó del 49% al 19% en Estados Unidos, del 46% al 24% en el Reino Unido y del 50% al 30% en Alemania, según una encuesta realizada por Pew Research.[25] En ocho de los diez países encuestados, la popularidad de Rusia descendió, y sólo aumentó en Italia. Sin embargo, a pesar de su falta de simpatía, se considera que Rusia es cada vez más influyente: en los 25 países encuestados por Pew, el porcentaje de encuestados que creían que Rusia desempeñaría un papel mundial más importante que hace diez años era más del doble (42%) que el porcentaje de los que pensaban que Rusia había perdido importancia (19%).

En resumen, aunque Rusia es vista con creciente antipatía y la confianza en sus líderes es baja (especialmente en el mundo democrático), Rusia era vista, no obstante, como cada vez más poderosa antes de 2022. Rusia ha tenido notablemente más éxito en el empleo del poder punzante que del poder blando, dando lugar a un fenómeno que podría denominarse “inflación autoritaria”.[26]

La inflación autoritaria es tanto un componente como un subproducto del conjunto de herramientas del poder punzante. En algunos casos, las actividades del poder punzante pueden estar diseñadas específicamente para impregnar los entornos informativos de las democracias con narrativas que pregonan la superioridad de los modelos autoritarios. En otros casos, la percepción del poder autoritario puede ser un efecto secundario de otras operaciones, como los esfuerzos de interferencia electoral que terminan por elevar el perfil del régimen de Putin. La manipulación de las instituciones democráticas permite a las superpotencias autoritarias no sólo socavar los sistemas políticos de los países objetivo, sino también crear falsas impresiones de su propia casi omnipotencia.

El éxito de la inflación autoritaria radica en que el público percibe a las potencias autocráticas como más fuertes, ricas e influyentes de lo que son en realidad. En Hungría, por ejemplo, una encuesta realizada por el Political Capital Institute en 2018[27] reveló que la mayoría de la población tenía una visión inflada del poder económico y militar de Rusia. Un asombroso 80% de los encuestados sobrestimaba la importancia de Rusia en las relaciones comerciales de Hungría, y la mitad de ellos la situaba entre los seis principales socios de exportación de Hungría, cuando en realidad solo era el decimoséptimo. Del mismo modo, el 54% de los encuestados sobrestimó el PIB de Rusia en relación con el de las mucho más fuertes economías del Reino Unido y Alemania. Además, la mayoría de los húngaros creen que el gasto militar de Rusia es superior al de Estados Unidos (que es diez veces mayor) o Pekín (que es tres veces mayor), y dos tercios de ellos sobrestiman el gasto militar relativo de Rusia. Este fenómeno no se limita a Hungría: seis de los nueve países de Europa Central y Oriental encuestados por Globsec[28] mostraron que más personas creían que Rusia tenía el ejército más fuerte del mundo, y no, Estados Unidos. 

Durante mucho tiempo, los mensajes del Kremlin se han centrado en presentar a Rusia como económicamente fuerte y militarmente amenazadora, con exageradas pretensiones de victoria en hipotéticos conflictos contra la OTAN y veladas amenazas de guerra nuclear. Medios de propaganda rusos, como RT, han llegado a sugerir que el PIB de Rusia supera al de algunos miembros del G7, mientras que otros canales de propaganda han intentado, sin pruebas, presentar la innovación rusa como la fuerza impulsora de grandes avances tecnológicos como el transbordador espacial de Elon Musk y la vacuna COVID-19 de AstraZeneca.[29] Estos esfuerzos no han logrado ganarse a la opinión pública, pero sí han conseguido crear una ilusión de dominio ruso sobre la política y las ideas políticas occidentales, a pesar del alcance geopolítico relativamente limitado del país.

Un antiguo asesor del Kremlin, Gleb Pavlovsky, ha observado que Rusia puede ahora simular poder e influencia globales dejando sus huellas en el pirateo informático y otras operaciones de influencia, ofreciendo una representación teatral para una audiencia global.[30] Sin embargo, antes de la invasión de 2022, Rusia tenía una capacidad real de participar selectivamente en asuntos geopolíticos y de “golpear por encima de su peso”. 

En resumen, si queremos evaluar el éxito de la desinformación rusa antes de la guerra, tenemos que identificar qué entendemos por sus objetivos. Centrándonos en los objetivos más importantes que Rusia quería conseguir, hay que mencionar tres puntos principales en relación con el periodo previo a la invasión: 

  1. ser amado, es decir, el objetivo de aumentar la popularidad de la Rusia de Putin y de su régimen; 
  2. ser temido, es decir, el objetivo de ser visto como una superpotencia capaz de alcanzar sus metas; 
  3. hacerse oír, lo que significa el objetivo de vender la narrativa rusa, incluidas las teorías conspirativas, pero también difundir un elevado número de narrativas contradictorias con el objetivo de “generar ruido” para confundir a Occidente y a la opinión pública occidental.

Podemos medir el éxito de estos objetivos desde una perspectiva muy pragmática: hasta qué punto han sido capaces de tener algún impacto en la opinión pública y de alterar las decisiones políticas. Como muestran los datos anteriores, desde 2014 los intentos de Rusia dirigidos a Occidente han sido muy infructuosos en relación con el punto uno (“ser amada”), mientras que sus esfuerzos en relación con los puntos 2 y 3 (“ser temida” y “escuchada”) solo han tenido un éxito parcial. 



Desinflación autoritaria: el desmoronamiento de la imagen de una “Rusia fuerte” en Occidente tras la guerra

Propaganda de guerra: teorías conspirativas y difusión de la narrativa rusa en los países objetivo

Dimitry Kiselyov, director general del conglomerado mediático ruso Rossiya Segodnya, controlado por el Estado, dijo en una ocasión: “La objetividad es un mito que nos proponen e imponen”.[31] Esta incertidumbre epistemológica podría ser una de las exportaciones propagandísticas más exitosas de la Federación Rusa. La receptividad al mensaje relativizador de que todas las superpotencias mienten y que hay que sospechar en todas direcciones va mucho más allá de la “base de admiradores” de Putin y Rusia. En la encuesta de Political Capital del verano de 2022, un tercio de la población húngara se mostraba de acuerdo con la afirmación: “Todo el mundo miente y difunde noticias falsas en esta guerra”. Como sostiene Rand Waltzman, uno de los principales objetivos de la desinformación rusa es dirigirse al público con narrativas múltiples y contradictorias para sembrar la desconfianza y la duda sobre la Unión Europea (UE), así como sobre los gobiernos nacionales.[32]

Las teorías de la conspiración son herramientas muy exitosas para difundir esta incertidumbre epistemológica de una manera de moda, entretenida y aparentemente reveladora. En este tipo de narrativas, se pueden ver viejas historias del KGB de la época de la Guerra Fría recicladas y aplicadas a un contexto actual. Por ejemplo, en la década de 1980, el KGB puso en marcha una operación con el título “Operación INFEKTION”, que difundía el mensaje de que había sido el gobierno estadounidense el que había creado el virus del VIH en laboratorios y luego lo había propagado por todo el mundo. Después de 2022, la propaganda rusa difundió historias sobre biolaboratorios secretos estadounidenses en Ucrania que estaban preparando virus para infectar selectivamente sólo a rusos (¡!). Esta teoría de la conspiración, por ejemplo, fue creída por el 28% del público húngaro, cifra que se elevó al 45% (!) entre los votantes del Fidesz de Viktor Orbán.[33]Una encuesta de Globsec de 2022[34] indicaba que las opiniones públicas de los países de Europa Central y Oriental son muy vulnerables a la desinformación, y que los países que tienen lazos históricos/culturales/religiosos más fuertes con Rusia, como Eslovaquia y Bulgaria, son los más propensos a aceptar estas teorías (Gráfico 1). 



Gráfico 1. Creencia media en tres teorías conspirativas y narrativas manipuladoras (2022).
Fuente: Globsec.


Una investigación realizada por Detector Media entre junio y octubre de 2022 reveló patrones narrativos de desinformación en 14 países de Europa Central y Oriental.[35] Como era de esperar, el mayor número de mensajes que difundían narrativas de propaganda rusa se registró en Ucrania (casi el 20 % de todos los mensajes analizados), pero también se encontró un alto grado de propaganda en otros países, como los países bálticos, Bulgaria, Hungría y Polonia. En cuanto al contenido, la mayoría de los mensajes propagandísticos estaban relacionados con los acontecimientos de la guerra entre Rusia y Ucrania, con un 55% que sugerió que “Ucrania está perdiendo la guerra” o “los ucranianos atacan a civiles y cometen otros crímenes de guerra”; las consecuencias económicas de las sanciones, con 17,7% que afirmó que “las sanciones perjudican más a Occidente que a Rusia” o que “la inflación y las crisis energéticas están causadas por el falso enfoque político de Europa y Estados Unidos”; y la ayuda militar a Ucrania, con un 9,3% que afirmó que “Occidente está utilizando a Ucrania para hacer la guerra contra Rusia” o que “la guerra en Ucrania no es real, sino escenificada”. Los contenidos se difundieron tanto en ruso como en lenguas locales, y también mostraron una orientación con mensajes específicos para cada país, como “Polonia no debería ayudar a Ucrania debido a sus pasados conflictos históricos”.

Un informe de febrero de 2023 descubrió que “las campañas de información a nivel operativo de Rusia tienen como objetivo establecer las condiciones para las operaciones rusas planeadas o mitigar los fracasos militares rusos”, utilizando normalmente la narrativa de que “Ucrania es incapaz de derrotar a Rusia debido a las disparidades de poder inherentes entre los dos Estados”.[36] En cuanto a los ciudadanos de los países objetivo, se pudo observar que las fuentes de información rusas alimentan a comunidades extremistas en línea como los nacionalistas europeos y los supremacistas blancos estadounidenses en diversas plataformas de medios sociales.[37]

La guerra contra Ucrania ha revitalizado el “bando de la paz” en Europa. El llamamiento a la paz se ha convertido, de forma extraña, en uno de los argumentos centrales empleados por las voces pro-Kremlin en toda Europa. Las posiciones prorrusas en esta campaña aparecen a menudo bajo la máscara del argumento de la “paz”: Si Europa quiere la paz, debe permanecer neutral y dejar de apoyar a Ucrania y sancionar a Rusia. En Hungría, tras el inicio de la guerra, los mensajes de campaña de Fidesz repetían hasta la saciedad la siguiente afirmación: ¿Guerra o paz? Los que quieran la paz deben elegir el bando “nacional”, mientras que los que quieran la guerra deben ponerse del lado de la izquierda. Esta retórica (amplificada por la maquinaria mediática de Orbán en la única autocracia informativa de la UE),[38] no es exclusiva de Hungría. En Francia, Marine Le Pen también estructuró sus eslóganes sobre el miedo de sus electores al conflicto directo. “¡Estoy obsesionada con la paz!”, declaró durante un debate político organizado por la televisión TF1, y continuó diciendo: “Tengo miedo, siento tener que decirlo así, de que Francia posiblemente, contra su voluntad, tenga que unirse a una guerra debido a obligaciones forzadas por alianzas”.[39] En los partidos populistas de otros países también destacan narrativas similares. Por ejemplo, durante las elecciones presidenciales checas que se celebraron en enero de 2023, Andrej Babiš tomó prestadas las narrativas de desinformación “pro-paz” de Fidesz, aunque no tuvo éxito. En Italia, Matteo Salvini también intentó recabar el apoyo de la opinión pública cuestionando la eficacia de las sanciones contra Rusia.

Ineficiencia a nivel político: decisiones nacionales y de la UE para ayudar a Ucrania

Aunque Rusia parece tener éxito en la difusión de teorías conspirativas y otros tipos de mensajes propagandísticos, esto no es suficiente para lograr su objetivo específico de influir en la toma de decisiones políticas. Por ejemplo, en la reunión de la Asamblea General de la ONU de marzo de 2022, 141 países votaron en contra de Rusia (ordenando a las Fuerzas Armadas Rusas que abandonaran el territorio de Ucrania), 35 se abstuvieron, y sólo un grupo de cinco países —no tan influyentes— votaron en contra de la resolución: La propia Rusia, Bielorrusia, Eritrea, Corea del Norte y Siria.

La guerra entre Rusia y Ucrania en las inmediaciones de la UE ha obligado a ésta y a sus Estados miembros a realizar un cambio fundamental de paradigma en su política de seguridad y vecindad.[40] La “Ostpolitik” europea, que hacía hincapié en un entendimiento y una política abierta hacia Rusia, ha quedado obsoleta en muchos sentidos, ya que la guerra ha dado un vuelco a la premisa básica de la política exterior europea, que había tratado de “pacificar” a la Unión Soviética y luego a la Rusia independiente mediante unas relaciones económicas fructíferas. 

Las amenazas rusas de que los partidarios de Ucrania podrían convertirse ellos mismos en objetivos militares no ha disuadido a los líderes de apoyar a Ucrania con armas. Como muestra de este cambio, 2022 ha sido testigo de la ruptura de una serie de tabúes, desde el suministro de armas alemanas —desde cascos a tanques Leopard 2—, hasta la formación militar proporcionada por la UE. Tras largas vacilaciones, Ucrania recibirá F16-s de sus aliados de la OTAN. Durante el primer año de guerra, 17 Estados miembros de la UE, entre ellos naciones típicamente reticentes como Alemania y Suecia, han suministrado armas pesadas a Ucrania, e incluso la UE ha proporcionado ayuda militar. Por primera vez en su historia, la UE autorizó la transferencia de armas letales a un tercer país. En un año, ha proporcionado a Ucrania 3600 millones de euros para la compra de armas. Además, en noviembre de 2022 lanzó una misión de formación integral (EUMAM) con un mandato de dos años para soldados ucranianos. Se trata de la primera misión de la UE que contribuye de forma significativa a la formación de soldados de un país no perteneciente a la UE. Los países europeos (incluida la UE) aliados de Ucrania han proporcionado a este país un total de casi 15.000 millones de euros en ayuda militar hasta principios de 2023.

A principios de 2023, en medio de una posible ofensiva rusa de primavera, se produjo otra importante subida de nivel: varios Estados miembros, antes reacios a tomar medidas enérgicas contra el Kremlin, como Alemania y Francia, ofrecieron armas pesadas modernas de sus arsenales activos. Más recientemente, también se ha intensificado el diálogo internacional sobre el suministro de aviones de combate. Todo esto demuestra un compromiso político por parte de los Estados miembros más grandes de la UE que probablemente marcará la dirección de la política exterior de la UE a largo plazo. Al mismo tiempo, la OTAN parece unificada en su respuesta, con la próxima incorporación de otros dos Estados miembros (Suecia y Finlandia).

Por último, en apenas unos días la UE impuso a Rusia sanciones económicas de una magnitud sin precedentes y desde entonces ha seguido aplicando nuevas medidas restrictivas. El Consejo Europeo ha aprobado un total de 10 paquetes de sanciones antes de terminar este capítulo, a pesar de las reticencias de algunos Estados miembros (sobre todo Hungría) y de algunos pasos no muy relevantes para suavizar las sanciones (por ejemplo, la eliminación de algunos oligarcas y del Patriarca Kirill de la lista como resultado de los esfuerzos de presión de Hungría).[41] Según las estimaciones, los Estados miembros han acogido a casi 5 millones de refugiados ucranianos en total, y la UE ha proporcionado a Ucrania casi 30.000 millones de euros en ayuda económica.

Ineficiencia a nivel de los votantes: opinión pública y elecciones

Las encuestas de opinión muestran que, después de un año, la mayoría de los europeos sigue apoyando las iniciativas para ayudar a Ucrania. Los datos indican un ligero descenso del apoyo a las medidas para ayudar a Ucrania en comparación con los meses inmediatamente posteriores al estallido de la guerra; no obstante, una proporción significativa de europeos sigue firmemente a favor de apoyar a Ucrania. Aunque el apoyo a la aceptación de refugiados y a la imposición de sanciones estrictas ha descendido en el último año (9,1 puntos porcentuales de media), se mantiene muy por encima del 50% en la mayoría de los países. La ayuda militar y financiera han perdido ligeramente popularidad. En Alemania, el tercer país del mundo que más gasta en ayuda militar a Ucrania, la popularidad de las transferencias de armas ha descendido del 55% en marzo al 48% en diciembre de 2022.[42] Sin embargo, se trata de cualquier cosa menos de un cambio dramático. 

El año pasado, en marzo-abril y noviembre-diciembre,[43] Ipsos formuló preguntas sobre las medidas de apoyo a Ucrania en 28 países, incluidos 9 Estados miembros de la UE y el Reino Unido. Los resultados muestran que, a pesar de las crecientes dificultades para llegar a fin de mes, una proporción significativa de europeos sigue apoyando firmemente que el país se defienda de la agresión rusa, aunque a un ritmo algo decreciente con el paso del tiempo. Las encuestas del Eurobarómetro arrojan resultados similares.[44]

En los países encuestados a finales del año pasado, seguía habiendo un apoyo abrumador a las medidas de acogida de refugiados ucranianos, aunque esta cifra disminuyera ligeramente: sobre todo en Alemania y Bélgica (en 14 puntos porcentuales), Hungría y Francia (en 10 puntos porcentuales), y en el Reino Unido sólo en 3 puntos porcentuales (Gráfico 2).



Gráfico 2. Variación del apoyo a la acogida de refugiados entre marzo y diciembre de 2022 (%).
Fuente: Ipsos, recopilación Political Capital.


También hay un apoyo abrumador a las sanciones en los países europeos encuestados por Ipsos. Tras el estallido de la guerra, el único país en el que había una minoría (33%) a favor de sanciones duras contra Rusia era Hungría, mientras que el apoyo a las sanciones superaba el 60% en más de la mitad de los países encuestados. En el momento de la segunda ronda de la encuesta, el apoyo a las sanciones ya había caído en la mayoría de los países (más de 10 puntos porcentuales en los Países Bajos, Alemania y Polonia), pero aún se mantenía por encima del 50% en ocho de los diez países (Gráfico 3).



Gráfico 3. Variación de la proporción de quienes piden “las sanciones más duras posibles” entre marzo y diciembre de 2022 (%).
Fuente: Ipsos, recopilación Political Capital.


En cuanto a la percepción pública de apoyar a Ucrania con armas, la encuesta de Ipsos muestra que supera el 50% en la mitad de los países encuestados. Un dato importante es que todos los países encuestados por Ipsos, excepto Hungría, suministran armas a Ucrania. El nivel de apoyo a las transferencias de armas no ha cambiado significativamente en la mayoría de los países durante el último año: normalmente ha disminuido, pero ha aumentado en algunos países, como España, Polonia, Bélgica e incluso Hungría. Esto último se debe presumiblemente a que fue un tema mucho más candente durante la campaña electoral que en el momento de la encuesta de fin de año. En Alemania, el tercer país del mundo que más gasta en ayuda militar a Ucrania, el apoyo público a las transferencias de armas cayó 7 puntos porcentuales, del 55% al 48%. En general, por tanto, la estrategia rusa de disuadir a los países europeos y a sus dirigentes de suministrar armas no ha tenido éxito.



Gráfico 4. Variación del apoyo a las políticas de transferencia de armas y/o sistemas de defensa antiaérea entre marzo y diciembre de 2022 (%).
Fuente: Ipsos, recopilación Political Capital.


El apoyo a la ayuda financiera va a la zaga del de las transferencias de armas. En diciembre de 2022, la mayoría de ocho de los diez países encuestados afirmó que su país no podía permitirse proporcionar ayuda financiera a Ucrania en la actual crisis económica. Curiosamente, los polacos, que se encuentran entre los partidarios más unánimes de Ucrania, son los que menos apoyan que su gobierno proporcione ayuda financiera a Ucrania: el 63% de los polacos al principio de la guerra y el 70% un año después rechazaban la posibilidad de ayuda financiera. Esta cifra también es indicativa en el sentido de que el apoyo público a Ucrania no es una cuestión en blanco y negro en ningún lugar de Europa. 

Pero aunque el panorama de la opinión pública sobre Ucrania es complejo, las elecciones del año pasado son un poderoso indicador del persistente apoyo a Ucrania y a las secciones entre la opinión pública europea. A excepción de Hungría (e Italia, si tenemos en cuenta la postura de Lega y Forza Italia como partidos de coalición menores), en ningún país los partidos que se han manifestado en contra de las sanciones y de ayudar a Ucrania han podido formar gobierno en el último año. Aunque este tipo de mensajes han surgido en casi todas las elecciones europeas, los partidos que han hecho campaña con mensajes prorrusos, como la Agrupación Nacional Francesa o el ANO 2011 de Andrej Babiš en Chequia, han sido derrotados en la mayoría de los casos por candidatos más favorables a Ucrania. Aunque existe la posibilidad de que candidatos que hagan campaña para frenar el apoyo a Ucrania lleguen al poder en Eslovaquia, y los partidos prorrusos están ganando fuerza en Bulgaria, es poco probable que estos acontecimientos tengan un impacto duradero en la política exterior de la UE hacia Ucrania.

El caso de Suecia muestra claramente que las normas de la corriente dominante han cambiado sustancialmente desde el comienzo de la invasión. El partido Demócratas de Suecia, de extrema derecha, vetó a uno de sus miembros durante las elecciones parlamentarias, después de que compartiera contenidos en las redes sociales que cuestionaban la masacre de Bucha. Una razón importante puede ser el cambio de actitud del electorado: según un estudio del Pew Research Center realizado a principios de 2022, incluso las actitudes respecto a Rusia de los votantes tradicionalmente populistas de extrema derecha y prorrusos han empeorado significativamente en comparación con años anteriores.[45] Criticar a los oponentes por mantener posturas prorrusas también resultó ser un argumento ganador en muchas campañas. El Partido Socialdemócrata Sueco, por ejemplo, que estaba en el poder en ese momento y fue el más votado en las elecciones, afirmó que el partido nacionalista Demócratas Suecos “supone una amenaza para la seguridad del país” debido a su incapacidad para elegir entre Estados Unidos y Rusia. Emmanuel Macron, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, llamó “mercenaria de Putin” a Marine Le Pen, cuyas anteriores campañas electorales sí contaron con el apoyo del Kremlin, y pasó a ganar casi el 60 por ciento de los votos.

El resultado global: deflación autoritaria

Como hemos comentado, antes de la invasión, Rusia ya era débil en poder blando pero fuerte en poder punzante e inflación autoritaria: se percibía como más poderosa económica, militar y políticamente de lo que era en realidad. El mayor fracaso de la guerra de la información rusa durante la invasión ha sido que esta imagen exagerada de una “Rusia fuerte” ha saltado por los aires. Como muestra una encuesta realizada por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en 2023, una mayoría relativa de la opinión pública encuestada en 9 países europeos ve a Rusia débil, lo que contrasta con los resultados de las encuestas previas a la invasión (Gráfico 5). La percepción de una Rusia débil es especialmente fuerte en los países más beligerantes, como Polonia y Estonia, y algo más débil en los países más pesimistas, como España. 



Gráfico 5. “¿El actual conflicto entre Rusia y Ucrania le hace pensar que Rusia es más fuerte o más débil de lo que pensaba anteriormente?” (%).[46] 
Fuente: ECFR.


Al mismo tiempo, la Unión Europea se percibe más fuerte que antes, según la misma encuesta, con una mayoría relativa de los encuestados que afirman que la UE es fuerte (gráfico 6). También es muy importante señalar que la percepción de la debilidad de Rusia y la fortaleza de la UE parecen correlacionarse con el apoyo a Ucrania. El grado en que la gente percibe a la UE como fuerte está estrechamente relacionado con su apoyo a que Ucrania recupere todo su territorio. En los nueve países de la UE encuestados, la mayoría (una media del 54%) de los que ven fuerte a la UE quieren que Ucrania recupere todo su territorio, mientras que sólo el 25% prefiere el fin inmediato de la guerra. En cambio, los que ven a la UE como más débil tienen una opinión más variada al respecto, con un 38% que prefiere un final rápido de la guerra y un 32% que apoya que Ucrania se enfrente a Rusia.



Gráfico 6. “¿El actual conflicto entre Rusia y Ucrania le hace pensar que la UE es más fuerte o más débil de lo que pensaba?” (%).
Fuente: ECFR.



Conclusión: por qué la desinformación rusa resultó tan infructuosa 

En resumen, parece que si bien Rusia logró avances espectaculares en el frente de la información incluso después de 2014 (sobre todo en hacerse oír y ser temida), ha sido incapaz de alcanzar sus objetivos estratégicos en la guerra de la información tras el inicio de la invasión. A pesar de sus esfuerzos por vender su narrativa al mundo occidental y socavar la unidad de la UE en materia de sanciones, Rusia ha fracasado en ambos frentes. Además, la otrora temible reputación de Rusia en el mundo occidental se ha erosionado, mermando una de las últimas bazas que le quedaban.

Queda una pregunta importante: ¿por qué Rusia tuvo tan poco éxito en su guerra de la información en el mundo occidental? Podemos pensar en al menos cuatro razones importantes. La primera son las sanciones y el golpe estratégico a la infraestructura de comunicaciones de la maquinaria rusa de desinformación. En una de las primeras medidas adoptadas por la Comisión Europea tras la invasión, se interrumpieron en el territorio de la UE las emisiones de los medios de propaganda rusos respaldados por el Estado, Russia Today Sputnik, y sus sitios web también dejaron de estar disponibles.[47] Las principales plataformas de redes sociales, como Twitter, Facebook y YouTube, también suspendieron los perfiles de estas fuentes de desinformación patrocinadas por el Estado. Como resultado, el Kremlin pudo confiar menos que antes en su infraestructura tradicional de desinformación.

En segundo lugar, la guerra de información rusa carece de innovación. Rand Waltzman, un experto en información de la Rand Corporation, mencionó en un testimonio en 2017 que:

En este punto, los operadores rusos de IO utilizan técnicas relativamente poco sofisticadas de forma sistemática y a gran escala. Esta relativa falta de sofisticación los deja expuestos a la detección. Por ejemplo, la tecnología existente puede identificar operaciones de trolls pagados, bots, etc. La actual aparente falta de sofisticación técnica de las técnicas rusas de IO podría derivarse del hecho de que, hasta ahora, la IO rusa ha encontrado una resistencia mínima. Sin embargo, si cuando las fuerzas objetivo empiecen a contrarrestar estos esfuerzos y/o a exponerlos a gran escala, es probable que los rusos aceleren la mejora de sus técnicas, dando lugar a un ciclo de contrarrespuestas. En otras palabras, es probable que se produzca una carrera armamentística de guerra de la información.[48]

Sorprendentemente, la guerra en sí no ha supuesto ninguna innovación importante en el ámbito de la desinformación, ni en el plano técnico ni en el narrativo. Las contraestrategias clásicas contra la desinformación rusa (como apagar RT Sputnik) han demostrado ser muy eficaces para hacer retroceder las narrativas del Kremlin.

La tercera razón que hay que mencionar es el contramensaje político. En la mayoría de los países occidentales, ser abiertamente prorruso y hostil hacia Ucrania se ha convertido en una postura política estigmatizada. La mayoría de los gobiernos se han opuesto a los mensajes centrales del Kremlin y se han puesto del lado de Ucrania retóricamente (y en la acción). Esta posición dominante ha debilitado el impacto de la desinformación rusa. Las narrativas conspirativas rusas sólo han podido generalizarse y dominar allí donde han obtenido un apoyo notable de los principales partidos gubernamentales (como en Hungría).

Por último, debemos señalar también el posible efecto boomerang de las teorías conspirativas. Como señaló Ilya Yablokov tras el inicio de la invasión a gran escala, el régimen de Putin empezó a creer en sus propias teorías conspirativas (por ejemplo, Ucrania como un Estado opresor y nazi) que había difundido con fines propagandísticos.[49]Así, la desinformación rusa reveló finalmente su mayor éxito en el autoengaño, habiendo tenido un impacto significativamente mayor en los dirigentes y el pueblo de la Federación Rusa que en Occidente.





Notas:
[1] Alexander Sergunin y Leonid Karabeshkin, “Understanding Russia’s Soft Power Strategy”, Politics 35, no. 3-4 (2015): 347-63.
[2] Aleksey Pilko, “What Is Soft Power and How Should Russia Use It?”. Club Valdai, 28 de septiembre de 2012, https://valdaiclub.com/a/highlights/what_is_soft_power_and_how_should_russia_use_it/.
[3] “Reunión con el personal del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso”, Presidente de Rusia, 12 de febrero de 2013, http://en.kremlin.ru/events/president/news/17490.
[4] Anna Matveeva, “Russia’s Power Projection after the Ukraine Crisis”, Europe-Asia Studies 70, no. 5 (2018): 711-37.
[5] Joseph S. Nye, Soft Power: The Means to Success in World Politics (Nueva York: PublicAffairs, 2005); Joseph S. Nye, “Power and Foreign Policy”, Journal of Political Power 4, nº 1 (2011): 9-24.
[6] Nye, Poder blando.
[7] Mark Galeotti, “Controlling Chaos: How Russia Manages Its Political War in Europe – European Council on Foreign Relations” (ECFR, 1 de septiembre de 2017), https://ecfr.eu/publication/controlling_chaos_how_russia_manages_its_political_war_in_europe/.
[8] Marcel H. Van Herpen, Putin’s Propaganda Machine: Soft Power and Russian Foreign Policy (Lanham: Rowman & Littlefield Publishers, 2015).
[9] “Reunión del Consejo de Seguridad”, Presidente de Rusia, 7 de octubre de 2014, http://en.kremlin.ru/events/president/news/46709.
[10] Valery Gerasimov, “The Value of Science in Prediction”, Military-Industrial Courier, 6 de julio de 2014, https://inmoscowsshadows.wordpress.com/2014/07/06/the-gerasimov-doctrine-and-russian-non-linear-war/.
[11] Vyacheslav Nikonov, “A Country’s Image Primarily Depends on Its History”, Russkiy Mir, 12 de febrero de 2013, https://russkiymir.ru/en/news/131104/.
[12] Nerijus Maliukevičius, “(Re)Constructing Russian Soft Power in Post-Soviet Region”, Baltic Security and Defence Review 15, no. 2 (2013): 70-97.
[13] Herpen, Putin’s Propaganda Machine.
[14] Szabolcs Panyi, “Orbán es una herramienta en la guerra informativa de Putin contra Occidente”, Index.Hu, 4 de febrero de 2017, http://index.hu/kulfold/2017/02/04/orban_is_a_tool_for_putin_in_his_information_war_against_the_west/.
[15] Herpen, Putin’s Propaganda Machine; Mitchell A. Orenstein y Péter Krekó, “¿Un espía ruso en Bruselas? The Case of ‘KGBéla’ – and What It Means for Europe”, Foreign Affairs, 29 de mayo de 2014, https://www.foreignaffairs.com/articles/hungary/2014-05-29/russian-spy-brussels.
[16] Véase, por ejemplo, Herpen, Putin’s Propaganda Machine.
[17] “‘He lived by the troll, he dies by the troll’: Putin takes on Prigozhin’s business empire”, The Guardian, 5 de julio de 2023, https://www.theguardian.com/world/2023/jul/05/putin-takes-on-yevgeny-prigozhin-business-empire.
[18] Ben Nimmo, “Anatomy of an Info-War: How Russia’s Propaganda Machine Works, and How to Counter It”, StopFake, 19 de mayo de 2015, https://www.stopfake.org/en/anatomy-of-an-info-war-how-russia-s-propaganda-machine-works-and-how-to-counter-it/.
[19] Peter Pomerantsev, Nothing Is True and Everything Is Possible (Nueva York: PublicAffairs, 2014).
[20] Peter Pomerantsev y Michael Weiss, “The Menace of Unreality: How the Kremlin Weaponizes Information, Culture and Money” (Nueva York: Institute of Modern Russia, 2014), http://www.interpretermag.com/wp-content/uploads/2014/11/The_Menace_of_Unreality_Final.pdf. Véase también nuestro concepto de “autocracia informativa”, aplicado al caso de Hungría en Péter Krekó, “The Birth of an Illiberal Informational Autocracy in Europe: A Case Study on Hungary”, Journal of Illiberalism Studies 2, nº 1 (2022): 55-72. 
[21] Ilya Yablokov, “Conspiracy Theories as a Russian Public Diplomacy Tool: El caso de Russia Today (RT)”, Politics 35, no. 3-4 (2015): 301-15.
[22] Jeanne L. Wilson, “Russia and China Respond to Soft Power: Interpretation and Readaptation of a Western Construc”, Politics 35, no. 3-4 (2015): 287-300.
[23] Christopher Walker, “What Is ‘Sharp Power’” Journal of Democracy 29, no. 3 (2018): 9-23.
[24] Christopher Walker y Jessica Ludwig, “From ‘Soft Power’ to ‘Sharp Power’: Rising Authoritarian Influence in the Democratic World”, en Sharp Power: Rising Authoritarian Influence (National Endowment for Democracy, 2017), 6-25, https://www.ned.org/wp-content/uploads/2017/12/Introduction-Sharp-Power-Rising-Authoritarian-Influence.pdf.
[25] Christine Huang, “Views of Russia and Putin Remain Negative across 14 Nations”, Pew Research Center (blog), 6 de diciembre de 2020, https://www.pewresearch.org/fact-tank/2020/12/16/views-of-russia-and-putin-remain-negative-across-14-nations/.
[26] Véase Péter Krekó, “How Authoritarians Inflate Their Image”, Journal of Democracy 32, no. 3 (2021): 109-23.
[27] Péter Krekó, Csaba Molnár y András Rácz, Mystification and Demystification of Vladimir Putin’s Russia (Budapest: Political Capital Institute, marzo de 2019), https://politicalcapital.hu/pc-admin/source/documents/pc_mystification_and_demystification_of_russia_eng_web_20190312.pdf.
[28] Daniel Milo, The Image of Russia in Central and Eastern Europe and the Western Balkans (Bratislava: Globsec, 2021), www.globsec.org/wp-content/uploads/2021/04/ Image-of-Russia-Mighty-Slavic-Brother-or-Hungry-Bear-Nextdoor.pdf.
[29] “Disinfo: GDP of European Countries Like Great Britain, France or Italy Is Much Lower Than the Russia One”, EUvsDisinfo, 31 de mayo de 2020, https://euvsdisinfo.eu/report/ gdp-of-european-countries-like-great-britain-france-or-italy-is-much-lower-than-therussian-one; “Disinfo: The Space Shuttle of Elon Musk Is Probably Made in Russia, Moon Landing of the Americans Is in Doubt”, EUvsDisinfo, 31 de mayo de 2020, https://euvsdisinfo. eu/report/space-shuttle-of-elon-musk-is-probably-made-in-russia-moon-landing-of-theamericans-is-in-doubt;
[30] Citado por Peter Pomerantsev, This is Not Propaganda: Adventures in the War against Reality (Nueva York: Public Affairs, 2019). 
[31] “Vídeo del primer discurso de Dmitri Kiselyov en RIA Novosti“, Interpreter mag, 13 de diciembre de 2013, https://www.interpretermag.com/video-of-dmitry-kiselyovs-first-speech-at-ria-novosti%E2%80%8F/.
[32] Rand Waltzman, “The Weaponization of Information: The Need for Cognitive Security” (RAND Corporation, 27 de abril de 2017), https://www.rand.org/pubs/testimonies/CT473.html.
[33] Cálculos propios, a partir de la base de datos del Political Capital Institute, de 2022. https://telex.hu/belfold/2022/06/29/oroszbaratsag-oltasellenesseg-kutatas-political-capital
[34] “Tendencias Globsec”, 2022, https://www.globsec.org/what-we-do/publications/globsec-trends-2022-central-and-eastern-europe-amid-war-ukraine.
[35] “330 Shades of Russian Disinformation: Exploring the Media Landscape of Eastern Europe”, Detector Media, 30 de diciembre de 2022, https://en.detector.media/post/330-shades-of-russian-disinformation-exploring-the-media-landscape-of-eastern-europe?fbclid=IwAR1-xICYVZ6GAZq_95cKz3FXKyoRTjWYWzfpcBfXGuZlGNSdDIZqN5a0yR4.
[36] Kateryna Stepanenko y Frederick W. Kagan, “Evaluación de la campaña ofensiva rusa, 12 de febrero de 2023”, Instituto para el Estudio de la Guerra, 12 de febrero de 2023, http://dev-isw.bivings.com/.
[37] Rhys Leahy et al., “Connectivity Between Russian Information Sources and Extremist Communities Across Social Media Platforms”, Frontiers in Political Science 4 (2022), https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpos.2022.885362/full.
[38] Sobre el concepto de “autocracia informativa”, véase Krekó, “The Birth of an Illiberal Informational Autocracy in Europe”.
[39] “La France Face à la Guerre”, TF1, 14 de marzo de 2022, https://www.tf1info.fr/replay-tf1/video-la-france-face-a-la-guerre-2213584.html.
[40] “Russia’s war in Ukraine – Predictions and Scenarios”, Political Capital, 23 de febrero de 2023, https://politicalcapital.hu/events.php?article_id=3146.
[41] Véase el capítulo de Bálint Madlovics y Bálint Magyar sobre la dudosa lealtad de Hungría en este volumen.
[42] “Europa: No Signs of Fatigue in the Support for Ukraine” (Political Capital, 24 de febrero de 2023), https://politicalcapital.hu/pc-admin/source/documents/pc_flash_report_one_year_after_the_invasion_2023.pdf.
[43] “One year in, global public opinion about the war in Ukraine has remained remarkably stable”, Ipsos, 31 de enero de 2023, https://www.ipsos.com/en-th/war-in-ukraine-january-2023.
[44] Véase, por ejemplo, “Eurobarómetro de primavera 2023, https://europa.eu/eurobarometer/surveys/detail/3052.
[45] Moira Fagan y Laura Clancy, “Among European Right-Wing Populists, Favorable Views of Russia and Putin Are down Sharply”, Pew Research Center, 23 de septiembre de 2022, https://www.pewresearch.org/fact-tank/2022/09/23/among-european-right-wing-populists-favorable-views-of-russia-and-putin-are-down-sharply/.
[46] “Unidad frágil: Why Europeans are coming together on Ukraine (and what might drive them apart)”, ECFR, 16 de marzo de 2023, https://ecfr.eu/publication/fragile-unity-why-europeans-are-coming-together-on-ukraine/.
[47] “Ucrania: Sanctions on Kremlin-Backed Outlets”, texto, Comisión Europea, 2 de marzo de 2022, https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/en/IP_22_1490.
[48] Waltzman, “The Weaponization of Information”.
[49] Ilya Yablokov, “The Five Conspiracy Theories That Putin Has Weaponized”, The New York Times, 25 de abril de 2022, https://www.nytimes.com/2022/04/25/opinion/putin-russia-conspiracy-theories.html.





cuba-tradicion-e-imagen-i-el-mar-es-nuestra-selva-y-nuestra-esperanza

Cuba, tradición e imagen (I): El mar es nuestra selva y nuestra esperanza

Por Reinaldo Arenas

El mar es lo que nos hechiza, exalta y conmina. La selva, como el mar, es la multiplicidad de posibilidades, el misterio, el reto. El temor a perdernos y la esperanza de llegar”.



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