Ariel Ruiz Urquiola: del tiempo al ser

Ariel Ruiz Urquiola no es un guerrero en la visión épica tradicional de la figura sometida a una prueba, que supera y consigue la victoria. Su fuerza y su validez parten de la aceptación libre de la prueba: la libertad original es ser fiel hasta el final a su elección, trascendente de imposiciones o convencimientos. 

Ese final puede ser la muerte adelantada. Sin embargo, el horizonte de la muerte es aceptado mejor que el predominio del mal. Las formas exteriores de heroísmo no significan nada. Su integridad y entereza, frente a cualquier grado de afinidad a su causa, lo prueban. Su vocación es de paz, de justicia en la paz, de prosperidad en la paz, en el hacer y el conocimiento.

En la unión casi mística de experiencia y conocimiento, ha optado por las instancias humanas que deben velar por la convivencia en concordia no ya con otros seres humanos, sino con la vida y la existencia toda. Por eso pronto se encontrará frente a la ONU, la organización que representa la voluntad de muchas naciones por una paz duradera y legítima. 

Ariel Ruiz Urquiola no busca celebridad, ni ha declarado intenciones revolucionarias, pero las estructuras de poder del país donde ha nacido buscan poner fin a su acción. Las situaciones de normalidad cotidiana les son negadas durante el desarrollo de sus trabajos ordinarios, no exentos de compromiso y pasión. Ariel encuentra el riesgo extremo siendo fiel a lo que su ciencia y su conciencia le dicen.

Ariel es un testigo, un portador de una promesa y una declaración oficial. Su testimonio, como todo testimonio, es una afirmación de la verdad, un acto definitivo de coherencia entre principios y comportamientos, entre lo que cree y las acciones que comportan. La persecución de un régimen totalitario nunca ocurre por una culpa personal, sino por lo que el perseguido representa o por el bien que hace

Ariel atestigua lo que es ser asesinado antes de la muerte, lo que es ser cancelado y alienado mediante la diabólica delicadeza inherente a la técnica del asesinato de la persona antes que el asesinato del cuerpo, circunstancias que a otros paralizarían, efecto del miedo y la debilidad.

Este testimonio no cuenta un único acto de abandono y aniquilación en condiciones de injusticia, miseria, violencia física y psicológica, sino que lo comparte una amplia comunidad sometida a un estado de minoridad durante muchos años. 

Las causas son claras y las evidencias abundantes como para comunicar, confirmar, hacer explícito y objetivo que hay quien teme la verdad que custodia Ariel. A cada paso completa y perfecciona los actos que le han precedido. En medio del torbellino de la acción, de todos los pensamientos, emociones y conmociones, se mantiene en el camino, defiende con conciencia, no con reacciones o amenazas, para sorpresa de un ambiente saturado de determinaciones.

Ariel Ruiz Urquiola es libre, y guía su proyecto en medio de todos los intereses que pudieran interferir o detenerlo. Supera los desafíos y navega hacia su realización. Así abre un horizonte desconocido para aquellos que asisten a su vida, que luego no pueden salir sin una mentalidad nueva y un significado que ahora puede ser acogido, generando consenso acerca de lo que él testimonia.

Las acciones de los hermanos Ruiz Urquiola y la obra consecuente actualizan y hacen eficaz el motivo por el que se arriesgan a perder todo. Otros no han dejado ni dejarán de dar su aporte, pues se sienten llamados a dar el mismo testimonio: ser fieles a sí mismos y a la propia naturaleza, y tener una clara percepción de lo que es importante preservar.

Pero esto, quien puede expresarlo mejor es Ariel Ruiz Urquiola, que custodia el mundo bueno, que vale más que el apego a la vida.


Imagen de portada: cortesía de Remy Philippoz.




Ariel Ruiz Urquiola: el camino de la protesta holística - Janet Batet

Ariel Ruiz Urquiola: el camino de la protesta holística

Janet Batet

El próximo lunes, 29 de junio, Ariel Ruiz Urquiola, ciudadano cubano, se dirigirá en audiencia directa, sin intermediarios, al pleno del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en Ginebra. Como expresa su hermana, Omara Ruiz Urquiola: “Con Ariel vamos a estar 14 millones de cubanos”.