Caso Hamlet Lavastida (VI)

Resulta que a la Seguridad del Estado ya no le quedan argumentos para justificar la cautelar de prisión provisional de Hamlet Lavastida y su ya dilatada e injustificada investigación.

Ya no se trata de «instigación a delinquir». Ahora se le imputa la incitación a la rebelión. Según la Seguridad del Estado, Hamlet hizo algunos posts en redes sociales incitando a salir para la calle cuando el acuartelamiento de San Isidro. Esta información fue dada de palabras y de manera especulativa por un oficial a la madre de Hamlet, quien hoy fue a Villa Marista a recoger el auto del fiscal. Este derecho legal, documento IMPRESCINDIBLE para nombrar un abogado, una vez más, le fue negado.

Seguridad del Esatdo, ya llega el momento en que ustedes sólo se sostienen con la estupidez, más allá de la violencia, la represión, y todas esas cosas que hacen a diario. ¿En serio están usando esos argumentos? ¿Incitación a la rebelión? ¿Acuartelamiento de San Isidro?

Bueno, vamos a echar unos meses para atrás. Yo, Katherine Bisquet, acuartelada en San Isidro, SÍ CONVOQUÉ A LA GENTE A SALIR PARA LA CALLE, pero no sólo Yo, sino casi todos los acuartelados, y medio pueblo de cubanos que se identificaron con nosotros en aquel momento. Y mírame aquí, luego del acuartelamiento, sentada en el sofá de mi casa, con sitio policial cada vez que les da la gana, pero sin estar acusada de esos cargos ridículos.

No he mirado el perfil de Hamlet para comprobar si eso que dicen es cierto, porque lo único que sí es cierto aquí, es la inexistencia de lógica y legalidad con la que operan ustedes. Así que para qué comprobar eso. Si así fue, bien por él. Fue el deber y la sensibilidad lo que lo habría movido. Y eso no es un crimen.

Basta ya de impunidad. Su investigación no se sostiene. Acaben de soltar a Hamlet. Porque la que va a incitar aquí a la rebelión voy a ser yo en cuanto Elsa doble la esquina.




palabras a los intelectuales

¡Y los hombres de gobierno irrumpieron en el debate!

Hamlet Fernández

La “cultura dirigida” por el monopolio del mecenazgo estatal, la intromisión del Partido como instancia superior orientadora y fiscalizadora, así como la soterrada pero sistemática intimidación del “aparato” de Seguridad del Estado: esos son los tres grandes paradigmas de la política cultural socialista cubana.