I. Material de Archivo
Cuba no está considerado un país en crisis. Me avisa la abogada que lleva mi caso como solicitante de protección internacional en España. Según el estándar oficial, la situación cubana no tiene comparación con la de naciones como Venezuela o Siria.
La abogada, en la ONG donde trabaja, revisa mi portafolio de detenciones arbitrarias:
– 6 de noviembre de 2017. Después de un registro ilegal a la vivienda donde habíamos convocado una rueda de prensa a propósito de la #00Bienal de La Habana.
– 22 de noviembre de 2017. Luego de entregar una queja en la Fiscalía Militar por registro ilegal, mientras viajábamos (Luis Manuel Otero Alcántara y yo) en un taxi colectivo.
– 21 de Diciembre de 2017. Se celebraba el Festival Poesía Sin Fin y cuando intentamos asistir a una de sus sedes, en este caso la galería El Círculo, varixs artistas fuimos encarceladxs violentamente.
– 11 de agosto de 2018. Como parte de la campaña “Artistas Cubanxs en contra del decreto 349”,
convocamos a un concierto en el Museo de la Disidencia en Cuba. Ese día la iniciativa fue frustrada por la detención de sus organizadorxs y algunxs de sus participantes.
– 22 de noviembre de 2018. Ante el llamado a una meditación pública “Por la salud del arte” en el parque de la calle G en Vedado.
– Del 3 al 5 de diciembre de 2018. Por convocar a una sentada pacífica en contra del decreto 349 frente al Ministerio de Cultura.
Si se compara con la trayectoria de algunxs opositorxs o activistas, mi historial puede resultar modesto. Decomiso en la Aduana de literatura y camisetas “subversivas que afectan la soberanía del país”; patrulleros apostados en los bajos de mi edificio para controlar y evitar cualquier salida; intervención de mi número telefónico; difamación en los medios de comunicación nacionales
—ahí esta de forma especial el reportaje televisivo del premio Nacional de Periodismo Cultural, Yuris Nórido[1]—; amenaza a los amigos y familia cercana; expulsión de la revista Revolución y Cultura, ex- centro de trabajo; y por supuesto, persecución constante.
La abogada sabe poco de Cuba, por lo que debo comentarle de asuntos locales, inverosímiles para cualquier europeo, mientras redactamos la “ampliación de alegaciones”, documento que profundiza en mi situación como aspirante a refugio político.
El gobierno suspende la 13 Bienal de La Habana prevista a realizarse en 2018 y un grupo de artistas y curadorxs,[2] como reacción de inconformidad organizamos un evento independiente, la #00Bienal de La Habana. Ellos (gobierno) replican, con arrestos, intimidaciones, pronunciamientos públicos negativos, listas negras…pero también con un arsenal secreto, el Decreto 349.
Días después de que llegara a nuestros oídos el anuncio de esta ley, se emprende desde el 21 de julio de 2018 una campaña impulsando su derogación. Ese día una protesta en la escalinata del Capitolio Nacional colocaba en el imaginario colectivo la existencia de esta oscura ley.
Utilizamos todas las herramientas a nuestra mano. Acciones performaticas, recitales de poesía, galería de imágenes para las redes sociales, debates públicos, quejas formales a la Fiscalía General de la República, y a otras instituciones; Festivales de Cine, redacción de manifiestos estéticos, políticos; peregrinaciones simbólicas…
Sin embargo, el 7 de diciembre, fecha de la puesta en vigor del decreto, Alpidio Alonso, Ministro de Cultura, comenta en televisión nacional, que la implementación de la ley se hará de “manera progresiva” una vez se hayan redactado las “normas complementarias”. Como victoria a medias de la campaña, el decreto no sería aplicado a aquellos espacios que aún no tuviesen un estatus legal, dígase galerías independientes o productoras musicales, también privadas.
II. Hechos Recientes
Todo el talento del cubano se gasta en adaptarse al momento, la gente no es consistente.[3]
La realización de la 13 Bienal de La Habana, fue para el gobierno la estrategia perfecta para intentar calmar los ánimos de la opinión internacional y de muchxs artistas involucradxs en la campaña.
En el mes de abril de 2019 no faltaron los twitters del viceministro de Cultura Fernado Rojas, aludiendo a imaginarias discusiones con los artistas inconformes del decreto. Reporta encuentros en “total libertad”con más de 5000 y celebra la inclusión al programa oficial de la Bienal de 30 creadores que criticaban el 349. Esto último quizás no deja de ser menos cierto. Algo que para mi reafirma la enferma bipolaridad de la sociedad cubana. La falta de consistencia.
No obstante la participación acrítica de un importante grupo de artistas en los eventos oficiales, la Bienal de La Habana, más sosa y desorganizada que en otras ediciones, tuvo como ya es usual su alternatividad. Esta vez con carácter beligerante, aunque ciertamente también un poco dispersa.
Bajo el lema “La construcción de lo posible”, la Seguridad del Estado (SE), verdadero organizador de la 13 Bienal de La Habana, dispuso su Brigada de Respuesta Rápida para todo aquello que le resultara medianamente conflictivo. Detiene en tres ocasiones en un rango de una semana al artista Luis Manuel Otero Alcántara, en una de ellas, por realizar la obra —homenaje a Daniel Llorente—, Se USA, interroga y amenaza a Amaury Pacheco, fundador del grupo Omni Zona Franca y a Michel Matos, productor del mítico Festival Rotilla.
Condena a un año y seis meses al rapero Maykel Obsorbo que desde septiembre de 2018 se halla en la prisión de Valle Grande por oponerse al decreto 349. Impide la entrada a Cuba de la curadora y artista Coco Fusco. Expulsa a los creadores mexicanos Jesus Benítez y Ximena Luna por presentar una bipersonal —Impulso— en el Museo de la Disidencia en Cuba. Desatada la paranoia, llegan incluso a censurar a uno de los artistas que habían invitado, al egipcio Ibrahim Ahmed.
Paralelamente a estos hechos, varias detenciones arbitrarias de periodistas y activistas se llevaron a cabo. Nombro algunos, el 18 de abril se detiene al fotógrafo y activista Claudio Fuentes, el 4 de mayo al escritor Jorge Ángel Pérez, y el 8 de mayo, a la periodista independiente Luz Escobar.
Este mismo mismo día en el aeropuerto de La Habana se le impedía la entrada al país a Michael Lavers, reportero de Washington Blade, el periódico LGBTI+ más antiguo de Estados Unidos.
En experiencia Post Bienal estas acciones por parte de la policía política no han cesado. El 11 de mayo se llevó a cabo la primera marcha organizada de forma independiente en Cuba, a la que asistió un público heterogéneo, interesado en la diversidad política.
La comunidad gay y personas solidarias con sus luchas y derechos estuvieron presentes ese sábado en el Parque Central de La Habana. Aunque activistas conocidos como Isbel Díaz y Jaime Martínez (ambos promotores de la organización ecologista Guardabosques, fundada en el 2007); fueron secuestrados durante 24 horas para no pudieran asistir al evento; al periodista Maykel González Vivero (fundador de la revista digital Tremenda Nota) lo amenazaron a través de twitter; y la familia del activista Jancel Moreno fue visitada por la SE; más de un centenar de personas lograron ondear la bandera gay, trans y la cubana por todo el Paseo del Prado.
La enumeración continúa, y lo más terrible es que seguirá aumentando con total impunidad. Sin embargo Cuba no está considerado un país en crisis.
Coco Fusco, mientras era retenida en una pequeña oficina de inmigración del aeropuerto internacional José Martí, en abril de 2019 escribía:
“Me molesta que se necesiten decapitaciones, lapidaciones y largas penas de prisión para que la mayoría de las personas en el mundo del arte proteste por la censura y la represión de los artistas. La violencia no es reducible a la agresión física. La creatividad, la imaginación y la esperanza mueren lentamente en un país donde se criminaliza cualquier expresión de disidencia. Una bienal cada pocos años no detiene ese deterioro”.
P. S.
Mientras actualizo este comentario, se publica en junio, en la gaceta oficial el decreto 373, que debía responder a las innumerables exigencias de lxs realizadorxs nacionales para legalizar y proteger al movimiento de cine independiente.
Al pie de esta ley, y en letras no tan pequeñas, queda plasmado que el ICAIC, continuará siendo “la entidad rectora que fomenta y controla la producción, distribución, exhibición, promoción, comercialización y conservación del cine (…) atendiendo a criterios artísticos enmarcados en la tradición cultural cubana y en los fines de la Revolución que la hace posible y garantiza el clima de libertad creadora”.
Luego, de esta irrisoria e irrespetuosa declaración jurídica, solo queda por decir que los contenidos de todas las producciones seguirán siendo censuradas si el gobierno así lo decide; y unos pocos (políticamente oportunistas) podrán acceder al registro del creador y a las “bondades” que este ofrece.
Mas recientemente, el 4 de julio, aparece otro decreto ley, el 370. El gobierno, siguiendo su línea de trabajo en tiempos tecnológicos, inicia la comercialización del servicio de hospedaje de sitios webs a la vez que prohíbe y sanciona mediante multas y decomisos la utilización de otros de carácter externo, aunque sean gratuitos.
Además considera violaciones «difundir, a través de las redes públicas de transmisión de datos, información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas». [inciso (i) del Artículo 68].
Ya teníamos la ley 88, conocida como Ley Mordaza; el delito de Peligrosidad predilectiva, el de Desacato y muchos otros, pero para los tiempos que corren, no es suficiente.
Notas:
[1] https://www.youtube.com/watch?v=PooeDhTwcTI&feature=share (min 2.53)
[2] Equipo organizador: Luis Manuel Otero Alcántara, Iris Ruiz, Katherine Bisquet, José Ernesto Alonso, Amaury Pacheco, Yuri Obregón. Apoyo especial de Coco Fusco, Tania Bruguera, Gerardo Mosquera, Reynier Leyva Novo, Ernesto Oroza, Brigitte Campeau entre otrxs.
[3] Tomado de Memorias del Subdesarrollo. Película de Tomás Gutierrez Alea. 1968.
¿Por qué apoyar a Luis Manuel Otero Alcántara?
«A Luis Manuel Otero le debemos, cuando menos, dos cosas: la restitución de un diálogo crítico con el poder, y haberle dado nitidez al peor rostro del censor totalitario«. Jorge Peré.