Hoy en día, los niños pequeños reciben vacunas que los protegen de 14 enfermedades diferentes. Debido a que algunas vacunas requieren más de una dosis, los niños pueden recibir hasta 27 inoculaciones antes de cumplir los 2 años y cinco inyecciones a la vez.
Por este motivo, algunos padres piden a los médicos que espacien, separen o suspendan las vacunas. Es comprensible que surjan inquietudes por la posibilidad de que las vacunas puedan abrumar el sistema inmunológico del bebé, pero existe evidencia segura de que no es así.
¿Cuáles son los componentes activos de las vacunas?
Las vacunas contienen partes de virus o bacterias que inducen respuestas inmunológicas protectoras. Estos ingredientes activos se llaman componentes inmunológicos.
Las vacunas contra las enfermedades bacterianas se elaboran ya sea a partir de proteínas inactivadas bacterianas (por ejemplo, difteria, tétanos y pertussis [tos ferina]) o de azúcares de las bacterias, llamados polisacáridos (por ejemplo, Haemophilus influenzae tipo b [Hib] y neumococo).
Cada una de estas proteínas o polisacáridos bacterianos se considera un componente inmunológico. Es decir, cada uno provoca una respuesta inmunológica distinta.
Las vacunas que protegen contra los virus (por ejemplo, sarampión, paperas, rubéola, poliomielitis, rotavirus, hepatitis A, hepatitis B, varicela y gripe) se elaboran a partir de proteínas víricas. Al igual que las proteínas bacterianas, las proteínas víricas inducen una respuesta inmunológica.
¿Los niños se enfrentan actualmente a más componentes inmunológicos en las vacunas que hace 30 años?
No. A pesar de que los niños en la actualidad reciben más vacunas que nunca, a la mayoría de las personas les sorprendería saber que la cantidad de componentes inmunológicos presentes en las vacunas ha disminuido drásticamente.
A fines de la década de 1980 y principios de la década de 1990, los niños recibían vacunas que los protegían de ocho enfermedades: el sarampión, las paperas, la rubéola, la difteria, el tétanos, la pertussis (tos ferina), el Haemophilus influenzae tipo b y la poliomielitis. La cantidad total de proteínas víricas y bacterianas contenidas en estas vacunas era de poco más de 3,000.
Hoy en día los niños reciben vacunas que los protegen contra 14 enfermedades, pero la cantidad total de componentes inmunológicos en las vacunas es de apenas 150. Esta reducción drástica es el resultado de los avances científicos en el campo de la química de proteínas y la purificación de proteínas, que dieron lugar a vacunas más puras y seguras.
¿Demasiadas vacunas pueden abrumar el sistema inmunológico de un bebé?
No. En comparación con los desafíos inmunológicos que los bebés enfrentan a diario, el desafío generado por los componentes inmunológicos de las vacunas es minúsculo.
Los bebés comienzan a enfrentar desafíos inmunológicos desde el nacimiento. El útero de la madre es un ambiente estéril, sin virus, bacterias, parásitos u hongos. Pero después de que los bebés atraviesan el canal de parto y salen al mundo exterior, son colonizados de inmediato por billones de bacterias. Es decir, llevan las bacterias en su organismo sin estar infectados por ellas.
Estas bacterias viven en la piel, la nariz, la garganta y los intestinos. Para asegurarse de que las bacterias colonizadoras no invadan el torrente sanguíneo y causen daño, los bebés constantemente producen anticuerpos contra ellas.
Las bacterias colonizadoras no representan el único problema. Debido a que los alimentos que comemos, el agua que tomamos, y el polvo que inhalamos contienen bacterias, los desafíos inmunológicos del medioambiente son infinitos.
Los virus también son un problema. En los primeros años de vida, los niños están constantemente expuestos a una variedad de virus que causan goteo nasal, tos, catarro, fiebre, vómitos o diarrea.
Dado que los recién nacidos son colonizados por billones de bacterias; que cada bacteria contiene entre 2,000 y 6,000 componentes inmunológicos, y que los recién nacidos son infectados con numerosos virus, el desafío que representan los 150 componentes inmunológicos presentes en las vacunas resulta minúsculo, comparado con lo que los recién nacidos enfrentan a diario.
De hecho, es probable que un raspón en la rodilla sea un desafío inmunológico mayor que todas las vacunas infantiles combinadas.
¿Cuántas vacunas a la vez pueden manejar los niños eficazmente?
Muchas más de las que reciben actualmente.
El propósito de las vacunas es inducir al organismo del niño a producir anticuerpos que eviten que las bacterias y los virus se reproduzcan y causen enfermedades. Entonces, ¿cuántos anticuerpos diferentes puede generar un bebé?
La mejor respuesta a esta pregunta vino de un inmunólogo del Instituto de Tecnología de Massachusetts, ganador del Premio Nobel, Susumu Tonegawa, quien fue el primero en descubrir cómo las personas generan anticuerpos, y de Mel Cohn y Rod Langman, inmunólogos de la Universidad de California, San Diego, quienes determinaron cuántos desafíos inmunológicos podían enfrentar a la vez las personas.
Tonegawa descubrió que los anticuerpos se generan al reorganizar y recombinar muchos genes distintos. Las personas pueden generar unos 10 mil millones de anticuerpos distintos.
Cohn y Langman calcularon que dada la cantidad de células que producen anticuerpos presentes en el torrente sanguíneo de un niño y la cantidad de componentes inmunológicos que contienen las vacunas, los bebés podían responder eficazmente a unas 100,000 vacunas a la vez.
Aunque esta cifra parezca excesiva, cabe recordar que cada día los niños se defienden de una cantidad mucho mayor de desafíos inmunológicos provenientes de su entorno. La diferencia es que, mientras que somos conscientes de los desafíos inmunológicos de las vacunas, no nos damos cuenta de los desafíos que enfrentamos durante las actividades cotidianas.
¿Cómo sabemos que es seguro poner vacunas múltiples?
La Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) exige la realización de pruebas de seguridad exhaustivas antes de autorizar una vacuna.
Antes de que una nueva vacuna reciba la aprobación de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA), debe ser primero sometida a ciertas pruebas denominadas “estudios de uso concomitante”. Los estudios de uso concomitante exigen que las vacunas nuevas sean evaluadas junto con las vacunas existentes.
El propósito de los estudios es garantizar que la nueva vacuna no afecte la seguridad ni la eficacia de las vacunas existentes que se dan en el mismo momento y viceversa.
Debido a que los estudios sobre uso concomitante han sido exigidos durante décadas, se han efectuados muchos estudios que demuestran que los niños pueden ser inoculados con vacunas múltiples sin riesgos.
¿Qué daño causa separar, espaciar o suspender las vacunas?
Posponer las vacunas puede ser peligroso. Es comprensible que algunos padres deseen separar, espaciar o suspender las vacunas. Esta elección, sin embargo, no está necesariamente sin consecuencias.
En primer lugar, posponer las vacunas sólo aumenta el tiempo durante el cual los niños son susceptibles a ciertas enfermedades, algunas de las cuales siguen siendo bastante comunes.
La varicela, la tos ferina (pertussis), el Haemophilus influenzae tipo b, la gripe y el neumococo todavía causan cada año hospitalizaciones y muertes en niños sanos.
Aunque algunas personas tal vez no lo sepan, antes de que existiera la vacuna contra la varicela, morían entre 70 y 100 niños todos los años a causa de esa enfermedad. Y, como algunos niños no se vacunan contra la gripe, todos los años en los Estados Unidos mueren entre 75 y 150 niños a causa de la gripe. Muchos de estos niños eran sanos y no se consideraba que tuvieran un riesgo aumentado de contraer la gripe.
En segundo lugar, espaciar o separar las vacunas significa que los niños deberán acudir al médico con más frecuencia para recibir inyecciones. Los investigadores han descubierto que los niños sienten niveles de estrés similares, según la medición de la secreción de una hormona llamada cortisol, ya sea que reciban una o dos inyecciones en la misma visita.
Estas conclusiones indican que, aunque no hay duda de que los niños se estresan al recibir una inyección, dos inyecciones no representan más estrés que una. Por este motivo, las visitas adicionales al médico como resultado de separar o espaciar las vacunas solo aumentarán el estrés de vacunarse.
La decisión de separar o espaciar las vacunas, además, aumenta el riesgo de errores en la administración de las vacunas.
* Para obtener más información visite la web del Centro de Educación Vacunal: https://www.chop.edu/vaccine-education-center
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