Alejandro Brugués: ‘He puesto mi granito de arena’

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Juan de los muertos es una de las películas de Alejandro Brugués, quien antes dirigiera su ópera prima Personal Belongings.

La película fue una coproducción entre La Zanfoña, Producciones de España y Producciones de la 5ta Avenida, de Cuba, que además contó con la participación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficas (ICAIC), Canal Sur, Televisión Española y la colaboración de la Junta de Andalucía, IBERMEDIA y CINERGIA.

Desde España, Alejandro Brugués aceptó con gusto hablarnos sobre la inusual película de zombies que le regaló hace años al cine cubano y a su público.


Desde la sinopsis propia del filme nos percatamos de que la solución primaria está en matar a los seres que amamos para poder sobrevivir. ¿Qué hay detrás de la idea de aniquilar la familia?


Nada de aniquilar a la familia. Eso está en la sinopsis de la película, pero en realidad es el slogan del negocio que montan los protagonistas. Si tienes zombis en tu casa, ellos son las personas que llamas para solucionar el problema. La verdad es que es una historia típica de película de zombis: hay una infección, se extiende, y los protagonistas deben encontrar una forma de sobrevivir. Lo que en nuestro caso es una historia muy cubana, y para nosotros “sobrevivir” tiene muchos significados.


Tu primera película, Personal belongings, también aborda el desarraigo de una generación que sufre un desapego total por los suyos y su país, pero en esta ya estás planteando una opción tan drástica como asesinar a los seres queridos. Es decir, del desapego vas a cortar de raíz todo lo que somos. ¿Qué te ha llevado a plantearte estas problemáticas? ¿Qué otros conflictos abordas en Juan de los muertos?


Como dije antes, nada de matar a las familias. Al contrario, la preocupación de nuestro protagonista, eventualmente, es poner a salvo a sus seres queridos. La película realmente trata sobre cómo reaccionamos los cubanos frente a las crisis. Hemos tenido unas cuantas y hay cierto patrón en lo que hacemos. Lo más importante en Juan es quizás cómo tratamos de seguir adelante con la vida mientras todo se cae en pedazos a nuestro alrededor.


¿Qué opinión te merece esa actitud que describes del cubano que se aprovecha de la crisis circunstancial para sacar la que entiende su mayor ventaja: abandonar el barco?


En general, me parece que aprovecharse de una crisis de cualquier tipo es una actitud detestable, lo peor que alguien puede hacer. En la película está enfocado con humor, y de una forma muy casual, que es la forma en la que lo enfocamos nosotros generalmente.

De todas formas, los protagonistas no ven jamás en lo que sucede la oportunidad de abandonar el barco. Esta vez no se trata sobre la emigración, aunque tiene algunos toques por ahí sobre el tema.


¿Por qué apuestas por la diversión aún cuando el cine cubano no ha tenido esa naturaleza?


El cine cubano siempre ha tenido una tendencia a la diversión. Siempre nos hemos movido entre el drama y la comedia. De hecho, salvo algunas excepciones, son los únicos géneros que hemos tocado.

En primer lugar, la comedia es el género más difícil, y desgraciadamente uno al que mucha gente no le tiene el respeto que debería. Es mucho más difícil hacer reír que hacer llorar.

Hay una serie de situaciones con las que tú sabes que cualquier espectador puede ablandarse y echar una lágrima. Ahora, un chiste no le da gracia a todo el mundo. Lo que para una persona es chistoso, a otra puede dejarla indiferente.

Además, esto lo estamos combinando en nuestro caso con el género del terror, que siempre ha sido uno de los géneros más completos, porque puedes provocar en el espectador todo un abanico de emociones, desde hacer que aparte la vista de la pantalla por repulsión hasta que grite de miedo, llore o se ría.

Cuando está bien utilizado, el terror sirve para trazar un paralelismo con la situación en la que se vive.

Por último, sinceramente, no creo en la gente que desestima una película simplemente porque es de género. Sobre todo, me molesta cuando escucho a alguien decir que el cine latinoamericano debería ser otra cosa y se supone que hagamos cine más serio y hablemos de tantos problemas que nos aquejan.

Es muy común encontrarse gente que se queja del cine de entretenimiento (casi siempre representado como “Hollywood”. Mi pregunta es, qué tiene de malo utilizar la forma del entretenimiento para envolver un contenido que nos importe. No estás engañando al espectador si lo haces pasar un buen rato en el cine y además le cuentas cosas interesantes.


¿Qué referentes fílmicos tomas en esta película? ¿A quiénes rinde homenaje Juan de los muertos?


Lógicamente hay unos cuantos homenajes a películas de zombis, desde las clásicas de George Romero hasta cosas mucho más modernas pero que ya forman parte de la historia del género.

También quise rendir algunos homenajes a los directores o las películas que más me han influenciado, que hacían que desde niño estuviera viendo cine sin parar y que han hecho que me convierta en cineasta.

Aquí vas a encontrar variedad de homenajes, desde Sergio Leone hasta Bruce Lee. También hay algún guiño al cine cubano. Y, por el tono, siempre he sentido que el referente nuestro más cercano es Vampiros en La Habana.


¿Cómo fue el trabajo con el equipo?


Tuve el equipo más maravilloso del mundo y considero que cualquier cineasta se podría considerar afortunado de estar rodeado de un equipo como ese.

No me voy a poner a mencionar nombres porque la lista sería demasiado larga, pero sí puedo decir que todo el mundo estaba consciente del desafío descomunal que representaba rodar un guion tan ambicioso y complejo, que era casi imposible llevarlo a cabo solo en ocho semanas sin el más mínimo margen de error, y todo el mundo supo estar a la altura.

Después de ver el esfuerzo de todos ellos y los resultados que conseguían, sentí que mi deber era hacer una película que hiciera justicia al trabajo realizado por todos.


¿Cuáles fueron las locaciones principales? ¿Cómo es fotográficamente esa Habana que amas?


Toda la película se rodó en La Habana. Cuando haces una película como esta, donde literalmente destruyes la ciudad, quieres que el espectador vea lugares que reconoce, así que muchas veces rodamos en sitios como el Malecón, la Rampa, el Capitolio. Son lugares que estás acostumbrado a ver llenos de vida y de gente, y el gran desafío era mostrarlos desiertos o en ruinas.

La fotografía estuvo a cargo del español Carles Gusi, todo un maestro de quien aprendí lecciones importantes sobre hacer cine y que ha hecho películas como Acción Mutante y más recientemente Celda 211.

A Carles traté de contagiarlo un poco de ese amor que siento por la ciudad, y que mostrara de forma bella toda esta destrucción, que a veces eran diseños nuestros trabajados por un gran equipo de Dirección de Arte con Derubín Jacome a la cabeza, pero muchas otras eran lugares que se han deteriorado en nuestra ciudad, y que a mí por lo menos me causan una tristeza tremenda.

Ojo, tampoco es la ciudad en ruinas de principio a fin. Creo que en ese sentido logramos una evolución o involución, depende de cómo se mire.


Has tenido la oportunidad de dirigir las historias que antes habías convertido en guiones, ¿qué ventajas te ha dado esa posibilidad?


En realidad, las dos películas que he dirigido han partido de guiones completamente originales míos. El resto de mis guiones que se han filmado nacían de historias que los directores me traían.

No sé si hablaría en términos de “ventajas». Se podría decir que mantener mi visión de principio a fin es una de ella, pero eso ni es cierto, ni estoy seguro de que sea una “ventaja”.

Se podría hablar de la experiencia intensa y bonita que es dirigir una película, pero después de ocho meses metido en esto, trabajando sin parar, más bien uno sueña con el día en que se termina.

Creo que lo único ha sido poder tocar temas muy personales con el respeto que a mi entender se merecen. Aunque el cine es mucho más que eso, y lo más importante siempre debe ser el espectador, para mí mis películas de cierta forma han sido también terapéuticas.

Siento que he cumplido conmigo mismo, que no me he quedado callado o cruzado de brazos ante las cosas que me molestan, que he puesto mi granito de arena.


¿Qué aspirabas con Juan de los muertos?


“Aspirar” es una palabra con demasiados aires de grandeza y lo que buscaba con ella era que el espectador se pasara un buen rato en el cine, que se asustaran, que lloraran, pero sobre todo que se rieran.



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Yailén Campaña Cisneros

Nunca he querido marcharme de Holguín: desde aquí puedo materializar todos mis sueños y ser un hombre feliz.