Arnoldo Fernández Verdecia: “Salvando los días que vivo”

Arnoldo Fernández Verdecia (1971) es un escritor, periodista, docente e historiador cubano, graduado de la maestría en Ciencias Sociales y Pensamiento Martiano por la Universidad de Oriente (2010). Por más de veinte años ha desarrollado una importante labor de investigación historiográfica enfocada a la socialización de los valores culturales de la zona oriental de Cuba. Su entrenamiento en el manejo de las tecnologías de la información lo llevó a concebir una estrategia de divulgación que implicaba activamente a los receptores, lo que le acarreó la censura y posterior cancelación por parte del comisariado cultural local.

A Fernández Verdecia se le debe el rescate de los sucesos relacionados con el paso de José Martí por localidades circundantes al municipio de Contramaestre. Primero desde la Institución y actualmente de forma independiente, ha logrado involucrar a la comunidad en acciones que reivindican la trascendencia del pensamiento martiano. Es identificado por muchos pobladores y colegas como el historiador (no oficial) de Contramaestre, dado el alcance antropológico de su obra. Sus libros publicados en el extranjero, a raíz de su veda editorial en Cuba, constituyen fuente de consulta obligada para estudiosos y público general.

Con un currículo que incluye numerosos reconocimientos en el ámbito cultural oficialista, tales como el Premio en el género documental del Festival Provincial de Radio, Santiago de Cuba (2018), el Premio de Ensayo Nuestra América, en el Taller Nacional Martí y la Prensa, Santiago de Cuba (2012, 2017 y 2018), el Reconocimiento Nacional La utilidad de la virtud, por la Sociedad Cultural José Martí (2020), entre muchos otros, su incursión en el fenómeno de la blogosfera a partir de la creación de su blog Caracol de Agua (2006) lo fue llevando a chocar con la ortodoxia política, hasta ser proscrito del sistema nacional de la cultura y no poder acceder a ningún empleo estatal. Actualmente sobrevive gracias al trabajo agrícola en la parcela familiar y ha vuelto al quehacer intelectual investigando de manera autónoma, habitando en una especie de insilio del que lo salvan las publicaciones digitales.

Por el sostenimiento de su labor en función del rescate, perdurabilidad y potenciación del patrimonio local, a despecho de la vulneración escandalosa de derechos culturales y humanos de la que ha sido objeto, además de por el ejercicio de honestidad intelectual que ha significado su evolución ideológica, el Observatorio de Derechos Culturales conversa con este cientista social de su vida en Contramaestre, sus valoraciones sobre la Cuba de 2024 y acerca de los recursos que le permiten lidiar con la adversidad para ir salvando sus días. 

Usted es un escritor e investigador social publicado y premiado en Cuba. Ha dicho que durante su trayectoria profesional fue objeto de múltiples purgas ideológicas, llegando a ser sometido a un monitoreo permanente de su trabajo. ¿Algún recurso particular para lidiar con la sistematización de la censura?

Tuve la suerte, mientras duró mi ingenuidad, de publicar y tener visibilidad en varios sellos editoriales, hasta que en 2016 presenté un libro en una editorial de Miami. Fue premiado entre diecisiete en concurso y, a raíz de su publicación, comenzó en mi centro de trabajo un proceso permanente de análisis, amenazas, condicionamientos, para que no cruzara límites que en mi condición de periodista no debía traspasar.

Eso trajo muchas sospechas sobre mí, pues a partir de ese momento, donde quiera que me presenté en público, había observadores encubiertos para saber lo que hablaba, con quién me relacionaba, todo lo que hacía… Mi vida sintió el peso de esa maquinaria orwelleana escrutando cada hecho de mi quehacer profesional. Ante esa presión, no me quedó otra variante que la alternatividad, apostar por Amazon, colocar mis libros allí y que, de alguna manera, pudiera salvarse lo que había hecho. 

Creo que hasta se sorprendieron los censores cuando en 2020 llegaron dos nuevos libros, uno por Estados Unidos y otro por Países Bajos: Cuba en el alma, compilación de crónicas publicadas en mi blog, y José Martí, el Apóstol de Remanganaguas, una investigación que hice con un amigo durante quince años. Esos libros hicieron posible que mi obra no quedara dentro de la Isla, y que en lo personal pudiera apostar a seguir creciendo y no convertirme en alguien que, por vivir en un pueblo de Oriente, desapareciera del mapa editorial cubano y universal. Esos dos libros hicieron que el artefacto orwelleano cerrara todas las puertas y ventanas para que, definitivamente, la claustrofobia acabara conmigo.

Disculpa los gallos, mis gallinas, soy una persona del campo. Eso vas a tener que aceptarlo como parte de la entrevista, porque son la esencia que sostiene el ser humano que soy.



Arnoldo Fernández con uno de sus gallos/ Imagen: Cortesía del entrevistado.


En el pasado reciente tuvo una impronta en determinadas instituciones culturales oficiales, incluso hay registros de su lucha contra la discriminación por razones extra artísticas; por ejemplo, intercediendo en 2015 a favor de la inclusión de raperos y rockeros.

Tuve la suerte de integrar una generación de jóvenes escritores y artistas que nos empeñamos en darle a nuestro pueblo eventos que trascendieran y se convirtieran en espacios de interacción social, de presentación de proyectos, con presencia de sellos editoriales de todo el país. Estoy hablando de un evento literario de alcance nacional como Orígenes, lo creamos en 2008 y ya va por quince ediciones. Nos dio la posibilidad de interactuar con el mapa editorial cubano joven. Los sellos La Luz, Sed de Belleza, El Mar y la Montaña, Editorial Oriente y Ediciones Santiago ayudaron a tener diálogos que permitieron colocar en agenda temas como la discriminación racial, geográfica, intelectual…

Como parte de ese proceso de plantearnos la cultura como espacio de inclusión, apoyamos movimientos de raperos y rockeros. En el caso de los raperos me refiero al Asere Hip Hop, que fundamentalmente lo integraban amigos y amigas negros con una vocación social profunda. En Orígenes tuvimos la lucidez de que, como parte del programa, se incluyeran presentaciones del Asere Hip Hop. Todas las agrupaciones del patio, alrededor de cinco, tenían esa posibilidad. El evento se cerraba siempre con una pintura mural o grafitis en algún lugar de la periferia de la ciudad, realizados sobre todo por artistas que formaban parte del Asere Hip Hop. Esa inclusión nos dio muchos dolores de cabeza, sobre todo con la institucionalidad, porque entendían que eso era seudocultura, que era una música que nos colonizaba, en fin, esas interpretaciones fundamentalistas, limitadoras, dogmáticas que el funcionariado generalmente asume cuando se trata de proyectos que le dan voz a personas invisibilizadas en el mundo artístico y que gracias a un evento como la Jornada Literaria Orígenes ganaron un espacio y se convirtieron en referencia en el oriente cubano, porque hasta aquí empezaron a llegar raperos de varias partes de la Isla a presentar sus propuestas e interesarse por lo que se hacía. 



Rueda Dentada, agrupación creadora del Asere Hip Hop/ Imagen: Cortesía del entrevistado.


Los rockeros tenían un evento de una trascendencia enorme: el Rock Evolution. Más de diez ediciones se realizaron de conjunto con los escritores y artistas del pueblo. Las principales bandas de rock del país llegaron a Contramaestre y actuaron con nuestra banda de rock Metastasys, que fue la primera de la provincia Santiago de Cuba y una de las primeras en todo Oriente. Lamentablemente, la región oriental no había tenido un movimiento rockero con la energía y vitalidad de otras localidades del país. Nosotros apostamos por el Rock Evolution, el cual trajo consigo que todas esas personas que cultivaban el género llegaran hasta acá con revistas, libros, presentaciones de agrupaciones musicales, e incluso se grabaran varios fonogramas. En cada edición se presentaba una acción performática en el casco histórico de la ciudad. Generalmente buscaban un diálogo con las instituciones a partir de aquellos problemas que golpeaban al movimiento rockero cubano. Todo eso despertó sospechas, dudas, valoraciones negativas, pero felizmente conseguimos, hasta 2017, colocar en el mapa musical cubano el evento, y que nuestra banda de rock Metastasys se convirtiera en una referencia de la joven vanguardia, así la consideró en ese entonces la Asociación Hermanos Saíz (AHS).



Banda de rock Metastasys/ Imagen: Cortesía del entrevistado.


Éramos un grupo de escritores que nos unimos por encima de nuestras diferencias para gestionar la cultura alternativa que nos empeñamos en defender. Puedo mencionar a figuras como Orlando Concepción, Eduard Encina Ramírez, René Emonides, Jorge Labañino Legrá, Domingo González Castañeda, Osmel Valdés Guerrero, Juan Carlos Rosario… Empujamos todos esos movimientos porque consideramos que eran parte de la cultura y merecían inclusión, reconocimiento. Había que hacer lo posible para que fueran parte del paisaje artístico-literario de nuestra localidad y más allá.

En 2015 teníamos, como parte del Asere Hip Hop y el Rock Evolution, momentos en que se iba a las escuelas y a las comunidades a relacionarnos con esos públicos. Durante uno de estos viajes, un directivo de Educación, cuando escuchó las letras de los muchachos raperos, su narrativa, entró en shock, y a partir de ahí se detuvo la presentación, aquello tuvo una connotación extraordinaria. No pude permanecer callado y escribí un texto que publiqué en mi blog Caracol de Agua, lo di a conocer al mundo. Se generó un debate social intenso a raíz de lo sucedido, y eso trajo consigo que la mirada hacia el movimiento rapero de mi localidad fuera otra. El hecho, gracias a internet, trascendió más allá del entorno municipal y provincial. 

Apostamos por el Asere Hip Hop y el Rock Evolution porque pensamos que debían incluirse como parte de la socialización cultural en lugares tan cerrados como Contramaestre o las provincias orientales. Merecían considerarse arte y no seudoarte ni agentes de algún tipo de colonización cultural, que eran las lecturas de las instituciones para tener una mirada inquisidora sobre los muchachos del rap y el rock.

En 2017 destacaba el valor del periodismo local, en ese entonces al servicio del discurso oficial. Señalaba lo dañino de verlo como algo peligroso “que va contra el país, contra las instituciones”. En la Cuba de 2024, ¿cuál sería el periodismo válido?

Antes de 2017, pasé cursos en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Había recibido los Ciber-Mambí[1] 1, 2 y 3, me había preparado profundamente en activismo en redes sociales. Estuve en el BlogazoXCuba,[2] en la Universidad de Matanzas, un evento que organizó La Joven Cuba. Tenía todos los conocimientos para trabajar en el ecosistema digital cubano. Creía posible una comunicación horizontal y una democracia digital en internet entre gobernados y gobernantes. Aposté por todo eso, fui uno de los multiplicadores de ese proceso de enseñanza en la emisora donde trabajé. Todos sus periodistas recibieron cursos de capacitación conmigo, igual hice con una parte de dirigentes y profesionales de la provincia. Gracias a mis resultados de trabajo participé en encuentros en Las Tunas, Camagüey, Granma, Bayamo y Santiago de Cuba. Con una ingenuidad colosal, pensaba que todos esos contenidos que había aprendido en los diferentes cursos tenían que reflejarse en la práctica como criterio valorativo de la verdad, como concreción de todo lo que había aprendido, y me puse en función de hacerlo posible. 

Elaboré la estrategia de comunicación en internet de la emisora, colaboré en su preparación en las emisoras del sistema radial santiaguero. Me convertí en un activista y un teórico apasionado de lo que yo creía que era posible lograr. Pensaba en un periodismo local inteligente, en lo analógico y en lo digital, con investigación, con creación, que pudiera confrontar a las instituciones, generar denuncias a favor del bien común, hacer realizaciones periodísticas con calidad y que no estuvieran sujetas a las reglas de los poderes locales. 

Fui fundador y web máster de www.radiogritodebaire.cu durante diez años. Se alcanzó el Premio a la Excelencia Digital en la provincia Santiago de Cuba. También resultó premiado en los festivales provinciales y nacionales de radio y nominado en 2014 a la Primera Convención Internacional de Radio y Televisión. 

Creía en todo eso con una ingenuidad colosal. A partir de 2018 me convencí de que era imposible, porque si miras cómo funcionan las ramificaciones del Partido Comunista en Cuba desde el municipio hasta la nación, te das cuenta de que hay un departamento ideológico en cada uno de esos niveles determinando las líneas editoriales. Es ahí donde está el talón de Aquiles, pues sus funcionarios te dicen el qué, pero también te imponen el cómo, y finalmente son los que deciden si lo que tú haces está bien o está mal, si es publicable o no. Los periodistas están en un callejón sin salida, no pueden realizar investigación con las implicaciones éticas que lleva, porque, en última instancia, quien decide si eso es publicable o no son los departamentos ideológicos de los burós municipales y provinciales del PCC en estrecha alianza con los servicios especiales. 

Cuando el periodismo está sujeto a esa cuerda es imposible que pueda ser un periodismo de creación al estilo de José Martí, de Alejo Carpentier. El periodismo cubano, el periodismo local, es más bien un instrumento de propaganda de los departamentos ideológicos de los municipios y provincias. 

Creí en una comunicación horizontal en internet a partir del momento en que todas las emisoras de radio tuvieron presencia en redes sociales, en portales web, en blogs. Llegué a proponer la creación de un espacio que llamamos Blogosfera Santiago, donde pensé se podía armar una blogosfera oriental integrada por todos los municipios de la provincia, donde dirimiéramos los principales problemas y filtráramos noticias con abordajes desde el periodismo de investigación, como mecanismo de presión sobre las instituciones, compulsándolas a funcionar con más eficiencia y calidad. Fui de los que aposté a la 2.0, a la 3.0. Mi blog lo liberé de la moderación de comentarios, pues consideraba que el mensaje no era solo el que proponía, sino que, a partir de la información que se compartía, todas aquellas personas que participaran y aportaran eran parte también de la información, y el que leía se quedaba con lo que creyera más oportuno, no solo lo que se generara desde la 1.0, es decir, el mensaje que yo proponía como coordinador del blog. 

Imagínense un blog en Contramaestre o redes sociales como Facebook con esas características. Todo lo que se desencadenó sobre mí fue tremendo, porque los directivos no entendían la 2.0 ni la 3.0, exigían que se moderaran los comentarios, que no se aprobaran los que fueran contra las instituciones. Yo consideraba que, si estábamos hablando de un ecosistema democrático, participativo, horizontal, ese no era el camino. Entendí otro mensaje fundamental, y es que aquellas personas que están ubicadas en los departamentos ideológicos no tienen la preparación suficiente para entender la comunicación social y política en Cuba, no tienen una cultura deliberativa para entender cómo funciona todo eso. Por tanto, es imposible que en 2024 tú puedas exigir una comunicación política a las instituciones que tenga en cuenta las redes sociales y blogs, a líderes de opinión, escritores, artistas que puedan influir sobre las audiencias. 

Comprendí definitivamente, entre 2018 y 2020, que no podría concretar lo aprendido en proyectos sostenibles a largo plazo. Sobre mí se ejerció una censura implacable, no había forma de escapar a las presiones y amenazas. Entre esos límites abortó lo que mi ingenuidad soñó como herramienta cultural en manos del pueblo. Recuerdo que hice un par de entrevistas a Iroel Sánchez y a Harold Cárdenas —tuvieron connotación, aparecen en mi libro Cuba en el alma—, con el objetivo de dialogar sobre la necesidad de una comunicación horizontal en la red, de plantearse un periodismo inteligente, crítico, democratizar internet, que las personas pudieran expresarse y que los poderes locales pudieran trabajar con esas opiniones y concebir sus políticas sociales, económicas, culturales, a partir de los estados de opinión generados. Era llover sobre mojado, porque existía una institucionalidad política dogmática, estrecha, que asumía la comunicación en términos de 1.0 y no podía traspasar los límites de una cultura que aceptara la 2.0, la 3.0, la 4.0 como elementos fundamentales de estos tiempos. 

No podía seguir con esos sueños. Incluso recuerdo que publiqué un texto, “Hacia una ciber democracia en red”, donde concebí, con la preparación que había recibido, todos aquellos elementos que creía debían tenerse en cuenta para lograr el gobierno digital y llegar finalmente a una comunicación horizontal.

Ahora, en 2024, las redes sociales son el espacio por excelencia para expresar opiniones y construir los mapas temáticos presentes en el tejido social cubano. El periodismo que se haga hoy en Cuba debe tenerlas en cuenta como fuentes, es algo que le cuesta muchísimo trabajo reconocer al periodismo oficial, porque hay una actitud de demonización de las redes sociales, no se tienen en cuenta voces líderes, influencers, nada. Ese periodismo válido tiene que empezar por ahí, lo otro sería un periodismo de investigación al margen de las instituciones, del oficialismo, que pueda realizar su trabajo, presentar sus resultados y generar respuestas. 

Otro elemento importante es la creación de una red de periodistas y activistas con carisma, miles de seguidores, que pudieran convertirse en líderes de opinión, sin depender, para existir, de la aprobación del PCC. Pero si eso no tiene el visto bueno de la última instancia política del poder, no es posible imaginarlo en las condiciones actuales de Cuba. Mientras esto suceda no podrá hablarse de influencia sin superar las fronteras que lo limitan y tener su propia autonomía, gestionarse con calidad y estar en función de las audiencias, y no en manos de unos ideólogos que no lo dejan existir.

En Radio Grito de Baire, de realizador multipremiado y vanguardia en el espacio virtual, pasó a la separación involuntaria de un espacio al que entregó dieciséis años de su vida. ¿Cómo lleva estar lejos de la radio?

Después de tantos años consagrado a la radio, tanto analógica como digital, haber recibido premios y tener visibilidad en el medio, llegué a la conclusión de que era imposible respirar en aquel lugar. En 2020 llegó un nuevo directivo con métodos estalinistas difíciles de tolerar, capaz de todas las oscuridades posibles. Eso me llevó a la decisión de que allí no podía permanecer. Tenía que emigrar de mi pueblo e irme a otra provincia, a otro municipio, o dejar el trabajo. Entonces pedí la baja. Fue muy difícil quemar dieciséis años de labor con todas las evaluaciones excepcionales, mejor trabajador por unos cuantos años, una maestría en Ciencias Sociales y pensamiento martiano, y ponerme a trabajar en una parcela de tierra, produciendo maíz, boniato, yuca, frijoles, criando animales, vendiendo huevos, aguacate… Desde lejos sentía una inmensa tristeza, no me adaptaba a tener una vida fuera de la radio. Quise construir una relación indirecta con ella, colaborar en algunos espacios, pero aparecía siempre el director decretando lo que podía decir, así que fue imposible soportar el peso de la censura y rompí definitivamente con la radio, era irrespirable la atmósfera. 

Ese comisario cultural emitió una circular en la emisora prohibiéndole a todos los directores de programas mi entrada a la radio. Me bloquearon de los perfiles institucionales de la emisora en redes sociales, bloquearon mi correo electrónico en el portal web para que no pudiera enviar mis comentarios. Ese funcionario decretó mi muerte en la radio. Triste convivir con lo que ese señor fue capaz de hacer en los diferentes espacios oficiales donde él participaba. En las reuniones de coordinación del Buró Municipal del PCC se encargó de decir que yo era periodista independiente, que recibía pagos del extranjero, que era un contrarrevolucionario, me demonizó al máximo.

Toda esa narrativa llegó a extremos tales que organizaron acciones contra mí, como la de la noche del 20 de octubre de 2022, cuando embadurnaron de heces de cerdo mi casa. Nadie quería darme empleo en ningún lugar. Escribí al periódico Juventud Rebelde, denuncié mi situación, pero no hubo respuesta institucional alguna. Traté de buscar trabajo, regresar a la vida, porque en la finca todo era muy complicado por la delincuencia, los asaltos, el robo de animales, pero a donde quiera que iba recibía negativas, apenas sabían de mi interés llegaban las referencias negativas del director de la emisora. Llegué a la conclusión de que no podría volver a trabajar en ninguna institución del Estado en Contramaestre.

Estar lejos de la radio ha sido muy difícil para mí, porque fue una gran pasión. Aprendí que podía seguir existiendo, que podía sobrevivir. A veces he hecho mis trabajos periodísticos, tengo el podcast Caracol de Agua, pero todo eso lleva recursos para poder costear un servicio de conexión. 

Estar lejos de la radio me permitió, sobre todas las cosas, plantearme la necesidad de escribir mis memorias, testimoniar lo que considero una infamia. He dedicado estos años a recordar todo lo sucedido, porque me parece importante que algún día el mundo sepa lo que le pasó a un hombre que dio lo mejor de su vida a un trabajo del que fue marginado con un cinismo colosal.

En 2023 todo mi periodismo publicado en el portal web de esa emisora fue borrado por indicación del director. Si se googlea y se busca mi obra periodística digital, no existe, desapareció. Incluso el trabajo en formato analógico que se había conservado en los archivos de la emisora fue mandado a destruir. Estamos en presencia de una práctica fascista. Tal y como en época de los nazis, se “quemó” la labor profesional de una vida, se borró la memoria de una pasión, de una entrega. Los que vengan en el futuro a buscar esa obra no la encontrarán, porque el director se encargó de echarla a un cesto digital. Puro nazismo en pleno 2023.

Su blog Caracol de Agua registró un alcance notable, incluso fuera de Cuba. Del costumbrismo y el enfoque historiográfico derivó hacia análisis del contexto social inmediato, lo que tuvo consecuencias. Pasada la fiebre de la blogosfera, ¿qué destino le augura?

En un pueblo como el que yo vivo, Contramaestre, mi blog se convierte en una suerte de reliquia, de memoria, de patrimonio de las gentes que se fueron y de los que se quedaron, de los que pretendan hurgar en la arqueología del pasado reciente. 

En Caracol de Agua están las entrevistas a los escritores y artistas que vivieron aquí, los eventos que hicimos, personajes populares, lugares, ese costumbrismo que nos identificó en algún momento del pasado. Contramaestre surgió en 1913 y vino a tener un periodismo propio en 1952, cuando surgió el primer periódico del pueblo, El Criterio. Tuvo muy corta vida, desapareció en 1959. Desde ahí no tuvimos más un órgano local hasta que en 1989 o 1990 surge Radio Grito de Baire y vuelve a tenerse un medio de prensa que, en el 2006, el 17 de mayo, incorpora un portal web a internet. En 2008, me atreví a montar un blog y llevarlo simultáneamente con el portal web, para salvar la memoria del pueblo en audios, textos, fotos, videos. 

El destino de Caracol de Agua es similar al de una reliquia que ya forma parte del pasado. Las personas pueden visitarlo para reencontrarse con la memoria de un pueblo sin la cual no se puede imaginar lo que fue y es hoy Caracol de Agua, es el patrimonio simbólico de la gente que vive en cualquier lugar del mundo y puede escuchar a un escritor como Orlando Concepción y despertar recuerdos asociados a ese primer bardo de nuestra localidad, o escuchar a Eduard Encina, o a un antropólogo como Juan Carlos Rosario hablando de las migraciones. Es un artefacto que está en el futuro y podrá ser encontrado por la gente del futuro. 

Caracol de Agua tendrá que emigrar necesariamente hacia un dominio propio, encontrar benefactores que ayuden con eso, porque va siendo difícil mantenerlo flotando en medio de tanta confrontación. Su visualidad está amenazada, no se pueden ver las imágenes ni los videos, hay que hacerlo con vpn. Sé que es parte de los recursos del poder para restarle credibilidad. No obstante, he continuado escribiendo, tratando de salvar aquello que merece salvarse, aunque sé que terminarán de buscar la manera de cortarle toda posibilidad de actualizarse. El blog existe como taita que conserva la memoria, y dentro de unos diez, quince años, la gente que quiera saber de este pueblo no encontrará nada en la radio ni en los periódicos, la memoria estará en Caracol de Agua.

Sobre las redes sociales usted afirma que “…son hoy el quinto poder, expresión legítima de una nueva forma de democracia, negarlo es autocensurarse o ser víctimas de la censura del que cree tener la única verdad, ese que prefiere la comodidad de alabarse a sí mismo”. En Cuba hay personas privadas de libertad por manifestar su forma de pensar a través de las redes sociales. Además del abuso explícito, ¿qué otras implicaciones tiene este proceder autoritario en relación con el desarrollo de una cultura de convivencia social?

Las redes sociales en Cuba exigen hoy una mirada etnográfica, inteligente, analítica, crítica, para comprenderlas. La realidad es que han devenido espacios de confrontación, disputa, denuncia, opinión pública. La maquinaria ha construido una red que está allí, atenta, invisible, en función de trasmitir los discursos que le interesa predominen y se impongan, que funcionen y sean parte del ecosistema como algo normal, naturalizado. ¿Qué ha pasado? Los diferentes grupos que han logrado coordinarse, funcionar, tener una voz y ser, sobre todas las cosas, gestionados a partir de una plataforma, de unas líneas, de unos intereses, de unos propósitos, la mayoría han sido dinamitados por esa maquinaria. Hay un ejemplo muy interesante que es el de los cineastas, que sí han logrado armar una plataforma con unos consensos, unos intereses y no solo tienen vida virtual, sino también física. Se han organizado en redes sociales, han planteado una narrativa y han emplazado a la hegemonía, la han adversado y obligado a responder acerca de lo que plantean. 

Lo que pasó con aquellos jóvenes intelectuales y artistas el 27 de noviembre, que se reunieron y exigieron una serie de propuestas, era un momento muy importante para la nación cubana, pero negociaron con un funcionario que no era de los de primer nivel del mundo cultural cubano, y se perdió una oportunidad muy grande de que pudiera alcanzarse un diálogo con las autoridades del país y pudieran construirse nuevos canales. 

La etnografía de las redes sociales es muy importante para poder comprender que, en esos grupos sociales marginados, preteridos, los que menos oportunidades de crecimiento profesional y material tienen, están los líderes capaces de llevar a las redes sus problemas, sus exigencias, buscar la manera de crear mesas de negociaciones, de debate y diálogo. Mientras eso no logre convertirse en algo organizado, coherente, lamentablemente no pasará de ser lo que ha sido: algo caracterizado por la espontaneidad. 

La precariedad ya es intolerable. Ha surgido como grito de dolor el 11J, ahora lo de Santiago de Cuba. Mirándolo de esa manera, el activismo en redes tiene que plantearse esa mirada emancipadora, esperanzadora, liberadora, pero tienen que surgir en esos grupos los líderes y hay una maquinaria atenta a esos líderes para inmediatamente buscarlos, extorsionarlos, apresarlos, hacerles sentir miedo y que terminen definitivamente desapareciendo del escenario digital. Esa cultura de convivencia social lamentablemente está muy lejos de conseguirse en las redes sociales, porque existe un poder autoritario que está permanentemente con el ojo orwelleano observándolo todo con sus telepantallas, escaneando las audiencias, hurgando en las trazas. Es muy difícil, desde el punto de vista liberador, que surjan líderes dentro de esos escenarios, capaces de adversar a la hegemonía y que la hegemonía los escuche y surjan canales de diálogo. 

Martí es una constante en su obra, ya sea como investigador, cronista o gestor cultural. Es sabido que gracias a su empeño se dignificó el sitio del primer enterramiento del apóstol, ubicado en el cementerio del poblado de Remanganaguas. Sin las posibilidades que implica ser parte de la Institución, ¿de qué forma canaliza la vocación martiana?

Martí es para mí una referencia importante desde el punto de vista ético y desde el punto de vista cultural. En medio de todas estas cosas que he vivido en los últimos años, me ha servido para autoafirmarme en mis convicciones, en la cultura del pensar. 

Martí tenía algo que yo he estudiado profundamente y es que cada vez que llegaba a los lugares se relacionaba con sus afines, y eso he tratado de hacer yo: encontrarme con aquellas personas, sobre todo humildes, y poder construir junto a ellos espacios de socialización, de memoria, de tradiciones… También, sobre todas las cosas, por el método martiano de darse a los otros, sin que los otros sientan que lo estás haciendo. Por eso es por lo que, en lugares como Maffo y Remanganaguas, es mucha la gente que siente que soy parte de sus vidas y que ellos son parte de la mía, y desde esa alternatividad he podido seguir haciendo por la gente común, la más humilde de mi pueblo. Eso explica, por ejemplo, que anime una peña que acaba de cumplir siete años, Cañón Don Pepe, en el pueblo de Maffo, y que allí nos encontremos personas de la tercera edad, jóvenes, músicos, poetas y pintores. Hacemos una fiesta ese día para compartir poemas, conversar sobre un tema que sale de la propuesta colectiva, nunca se impone; lo hacemos siguiendo el concepto martiano de maestros ambulantes, de asumir la conversación como crecimiento espiritual, cultural, moral. Eso me ha permitido ser parte de la gente y que las gentes sean parte de mí. He tratado de invisibilizarme como intelectual para la comodidad de todos, para poder conversar abiertamente y proponer. Ha sido una bendición, un oasis en mi vida. Tener esa peña en medio de una cultura atomizada me ha salvado. Acudir al barrio Remanganaguas, primer lugar de Cuba donde fue enterrado Martí, es otra suerte de bendición. Junto a los martianos que me acompañan lo convertimos en un momento de diálogo, de compartir arte, de disfrutar, de crecer en la virtud. Siempre trato de que las personas no se queden solo en aquellas cuestiones que, por ejemplo, yo publiqué en el libro José Martí, el Apóstol de Remanganaguas, sino que busco hacer que todos sientan que eso lo construyeron ellos, los conocimientos son de ellos y los han hecho suyos como aprendizajes personalizados que determinan sus estrategias de vida. 

Otra de las acciones que me han permitido sobrevivir en esta vocación martiana es algo que hemos llamado “El camino del corazón”, un recorrido desde el cementerio de Remanganaguas hasta Arroyo Blanco, Palma Soriano. En ese trayecto interactuamos con personas de los asentamientos que tuvieron relación con el cadáver de José Martí: el propio barrio de Remanganaguas, el poblado de Los Pasos, el El Anoncillo del Descanso, el barrio de La Aduana donde descansó José Martí bajo una guásima, al pie de una palma real, y finalmente Arroyo Blanco, para concluir y regresar a Contramaestre. 



El camino del corazón/ Imagen: Cortesía del entrevistado.


Lo hemos llamado “El camino del corazón” porque, literalmente, el corazón de Martí y sus vísceras quedaron en el cementerio de Remanganaguas. Nos hemos apropiado de ese simbolismo y lo primero que hacemos en nuestro peregrinaje es un ritual que iniciaron las familias de allí cuando pasó el cadáver de Martí, ellos ponían el oído en tierra buscando escuchar el corazón del poeta. Se dice que solo pueden escucharlo aquellas personas de buen corazón, de buena alma, virtuosas, los malos cubanos jamás podrán escuchar el corazón del Apóstol. Poetas, artistas, músicos, escritores, historiadores y la propia comunidad han incorporado este ritual como parte de su ser vital. Hace un tiempo tuve otra peña que la llamé Dos Milagros, era con niños de cinco años; pasado el tiempo es gratificante que cuando me ven en la calle me señalan y dicen: “Es el amigo de Martí”.



Arnoldo Fernández junto a un vecino del barrio Los Pasos durante El camino del corazón/ Imagen: Cortesía del entrevistado.


Así es como he podido mantener vivo el Martí que aprendí en la universidad cuando tenía dieciocho años junto al profesor Israel Escalona, y que no ha dejado de acompañarme hasta hoy.

La melancolía de lo que llama “mi quehacer espiritual” tiene el ritmo de un batey adormecido, aparentemente sin mañana. El año pasado usted escribió: “Qué poco nos queda de ese Contramaestre tan amado, muy poco para ser sincero. Lo que fue un pueblo bello, hoy es un pueblo triste, ya no tiene su central, su cine, su caney, su piscina, sus personajes más queridos, sus palmas, ni los Bungos,[3] ni las naranjas, ni Cancún,[4] ni el río de agua bendita… ¿Qué nos queda?”.

Arnoldo, ¿qué nos queda?

Es una pregunta interesante, porque, antropológicamente hablando, el ser humano se debe a un saber hacer que simbólicamente lo dota de un conjunto de referencias que determina sus interacciones con los grupos sociales, con las instituciones, con la cultura en sentido general. Decía Fernando Ortiz que cuando un pueblo ha perdido la memoria, ha perdido el ejercicio crítico de los saberes esenciales que han configurado su quehacer, está en trance de un suicidio. De manera que nos queda muy poco. Diría que nos queda la nostalgia, habitar el pasado de nuestros abuelos, bisabuelos, refugiarnos en esos significados. En mi caso me criaron mis abuelos paternos, personas nacidas en 1915, muy cerca de Dos Ríos. 

He tratado de habitar ese pasado desde los recuerdos que conservo para poder seguir creyendo que es posible pensar en la familia, en los amigos, que es posible pensar que un día podamos existir más allá de las diferencias ideológicas, de todo aquello que nos separó, porque algo aprendí con mis abuelos, y es que la familia es el refugio del ser humano, es el lugar a donde se vuelve para llenarse de energía, de sueños, para volver a la vida, conquistarla. Con esos abuelos aprendí que la casa es un imán donde están las raíces de todos, y todos tienen derecho a volver y encontrarse para fundar, crear, hacer. Es muy triste que uno tenga que acudir a los recuerdos para conservar algún arraigo familiar. Decía García Márquez que las personas permanecen vivas mientras uno las recuerde. Mis abuelos paternos están permanentemente vivos junto a mí, conversando, proponiéndome ideas, salvando los días que vivo. Conversar con mis muertos pudiera parecer una locura, pero en mi caso es la forma que he encontrado de aferrarme a la vida y seguir creyendo que es una bendición de Dios. 

Si se mira alrededor, es mucho el desarraigo de la gente, no hay amor por los barrios, no hay amor por la familia, no hay amor por nada. Todas aquellas tradiciones que le dieron sentido a la espiritualidad desaparecieron, y otras están en peligro de extinción. Es mucha la amnesia que tiene la gente. La impronta de sobrevivir “al precio que sea necesario” nos ha convertido en un pueblo que, antropológicamente hablando, necesitará en el futuro una cura silenciosa de espiritualidad para recuperarse de tantas heridas. Eso tardará muchísimo en suceder, porque somos ahora un pueblo fragmentado, pequeños átomos orbitando, un pueblo fracturado, con muchas angustias y muchos dolores. Nos queda la nada.

¿Qué investigación y proyectos editoriales lo ocupan en este momento?

Trabajo en dos proyectos, uno sobre los rostros de la diáspora cubana en Chile, un libro que integra fotografías y entrevistas a figuras que se establecieron en ese país, algunas con más de treinta años allí, otros con más de veinticinco, donde hay una diversidad de voces que reflejan cómo los cubanos se adaptaron a ese país y construyeron sus vidas, pero tienen una relación de nostalgia con Cuba y piensan en lo que pudieran hacer en el caso de que el país les diera la posibilidad de invertir, regresar, ayudar a crecer el país económicamente en un futuro postsocialismo. Se trata de un libro muy interesante que parte de la iniciativa del fotógrafo Ruber Esmil Osoria González, que acaba de ganar una beca como parte del Pen Club.

También estoy enfrascado, hace ya cuatro años, en lo que he llamado mi autobiografía, titulada Expulsión del paraíso,donde experimento con varias técnicas narrativas para ir al pasado y volver, ir al futuro y volver, colocando al ser humano ante esa poética que Milán Kundera consideró tenían los sistemas totalitarios, aprovechando al máximo para retratarla y dejar un testimonio. 

Estos dos propósitos ocupan mi tiempo y me hacen sentir muy realizado. En uno me pruebo como periodista, con entrevistas que me llevaron a trabajar intensamente para tener un resultado que debe estar listo a finales de abril para salir al mercado editorial. El otro me exige mucha concentración para depurarlo de ripios, ya casi está listo, pero aún no sujeto a compromiso contractual.

Acaban de producirse significativas protestas populares, fundamentalmente en el oriente del país, en su provincia. Como cientista social, ¿qué cree acerca de la evolución del fenómeno?, ¿se trata de un proceso en marcha?

Lo que recientemente sucedió en Santiago de Cuba es el reflejo de un agotamiento de las personas menos favorecidas, que somos la mayoría, en una provincia que históricamente ha sido leal al sistema, que ha tenido compromiso con el sistema. Sin embargo, es una de las que ha sido más preterida. 

Si se analizan los grupos sociales que dieron origen a estas protestas encontramos que, fundamentalmente, los integran personas de los llamados barrios bajos de Santiago de Cuba, ubicados en la periferia, marginados que no han tenido la oportunidad de crecer en los estudios universitarios, en trabajos mejor remunerados, en oportunidades de empleo en el turismo, ciudadanos que fundamentalmente se ubican en el mundo de la pobreza, destinados a vivir de los oficios, de una economía informal de la cual dependen diariamente los ingresos con que se sostienen. Han quedado en la orilla del sistema y ahora este los criminaliza por ejercer un derecho de la reciente Constitución, aprobada en 2019. 

El hecho de que ocurriera en Santiago de Cuba es un elemento importante, pues refleja hasta qué punto ha llegado el agotamiento de las personas que creían en el sistema y esperaban de él cambios, mejores resultados, una mejor vida, sobre todo en aspectos básicos como alimentación, salud, corriente eléctrica, esto último inimaginable sufrirlo y vivirlo como nos ha tocado a nosotros en el oriente del país. 

Todas las posibilidades que el sistema creó para que las personas dialogaran con él están agotadas. Se perdió la credibilidad en las asambleas con el delegado, en las rendiciones de cuentas, en cada espacio donde supuestamente se articuló la democracia del sistema. Eso es muy sintomático, y obliga al sistema a perfeccionar mucho más el panóptico, porque existe un proceso de acumulación de insatisfacciones, de falta de oportunidades para realizarse. Deben encontrarse como salidas dignas el camino de la reconciliación, del diálogo, de tolerancia a la diversidad. El país está en un momento donde se ha agotado el modelo y no tiene otra opción que dialogar, aceptar las inclusiones sociales o blindarse represivamente y asumir abiertamente la famosa frase “Estás conmigo o contra mí”. 

Es muy importante lo que está sucediendo desde el punto de vista social. El sistema intenta calmarlo dándole algunas oportunidades de alimentación, beneficios sociales para bajar la altísima presión que existe en el pueblo, que está cansado, que está totalmente agotado porque ve que, simultáneamente con el discurso triunfalista, conviven en torno al sistema o dentro del sistema muchos elementos corruptos que tienen relaciones clientelistas, que desvían recursos del Estado, que tienen un nivel de vida altísimo, que están al margen de los problemas de la gente y exigen sacrificios. Esos funcionarios se han convertido en lo que Martí llamó “una capa parasitaria” que vive del pueblo, que vive del propio sistema y necesita que se mantenga así para poder seguir acumulando riquezas posicionarse en los diferentes mercados que surgen como resultado de los cambios económicos que se gestan en el país. Quienes están detrás de estos cambios, detrás de estas mipymes y grupos empresariales, generalmente son los hijos de los dirigentes, los hijos de los funcionarios. 

El pueblo ve todo eso y está convencido de que el discurso del sistema no se corresponde con la práctica social. Se produce una relación de anomia, es decir, la gente no cree en los valores del sistema, en la esperanza que promete. La gente no cree en el futuro porque la práctica no se corresponde con lo que el discurso plantea, es totalmente contraria. Te encuentras dirigentes corruptos que la gente denuncia, se les hace auditorías, se comprueba que son corruptos y quedan en el mismo puesto y no sucede nada. Eso ocurre a lo largo y ancho del país. El sistema no tiene la fortaleza para mostrar ese mundo sucio, corrupto, que ha florecido en los gobiernos municipales y provinciales, en los propios ministerios. Si tuviera la fortaleza de plantearse la visibilización de esos elementos que han florecido en su estructura, tendría una oportunidad de replantearse el futuro, pero no está en condiciones de hacerlo, ni siquiera de dialogar con el pueblo respetuosamente, con la sinceridad necesaria para echar a andar el país y salir del estancamiento.

¿Dónde se ubicaría, en tanto sujeto cultural, en un escenario de transformación democrática?

Soy martiano por excelencia y tengo unos aprendizajes que me han sustentado a lo largo de mi vida. Uno de ellos tiene que ver con la experiencia vivida por Martí en su recorrido por Europa, México, Guatemala, Venezuela, Estados Unidos. En esos lugares buscaba integrarse a aquellos grupos que le fueran afines. En España se vincula a los periódicos de tendencia más progresista, a grupos literarios con intereses análogos. En México con el movimiento poético en el sentido más amplio, estableciendo relaciones con los artistas de ese país, con políticos inclinados hacia las artes, se convierte en afiliado de todos esos sectores. Lo mismo hace en Guatemala, cuando llega y se establece lo primero que hace es visitar el espacio que había creado el poeta bayamés José María Izaguirre, director de la escuela a la que después se ligaría, entra a ese círculo visitándolo en las noches y conociendo a la gente que hacían vida cultural en la capital guatemalteca. Igual hizo en Venezuela y en Estados Unidos. 

Martí deja muy claro en muchos de sus escritos que el ser humano tiene derecho a asociarse con sus afines, es algo innato. El hombre busca a sus análogos para crecer, para crear, para fundar, eso hace en Estados Unidos con la Sociedad Hispanoamericana de Literatura, cuando se afilia a diferentes clubes literarios o de ciencias de países latinoamericanos que tienen oficinas en ese país. Estamos en presencia de un hombre que tenía la virtud de saber asociarse con aquellas personas que le aportarían para crecer, para no quedarse en los rezagos que su cultura tenía. Era un hombre que se planteó la asociación como elemento de enaltecimiento de la individualidad, porque esa relación del individuo con sus pares, y viceversa, es una relación crítica, intensa, que genera desarrollo, que genera progreso.



Bandera entregada por los martianos de Contramaestre a Arnoldo Fernández/ Imagen: Cortesía del entrevistado.


En un escenario de transformación democrática me inclinaría por la postura martiana, elegiría a los afines a mí, a aquellas personas que piensan como yo, que tienen el mismo proyecto de sociedad que tengo yo. De alguna manera esas personas me aportarían y yo les aportaría a ellos en una sociedad plural donde el ser humano tenga la oportunidad de socializar con los que son como él y puedan crear un país distinto, gestionar un país distinto desde la libertad de asociación con aquellas personas con las que se identifica. La opción martiana es el camino, asociarme con mis afines para crecer como proyecto, como agenda programática. 

La situación actual es contraria a todo eso. No hay posibilidades de asociaciones de ese tipo porque no son convenientes para el sistema, pero el sistema tiene ante sí la disyuntiva de permitirlas o de negarlas. De negarlas indefinidamente, tendrá contradicciones que, tarde o temprano, lo dinamitarán.





Referencias:
Fernández, Arnoldo: Blog Caracol de Agua. Disponible en: https://caracoldeagua-arnoldo.blogspot.com/
-Fernández, Arnoldo: “Lugares y personajes de mi pueblo”, blog El Vigía de Cuba, 10 de enero de 2023. Disponible en: https://elvigiadecuba.com/index.php/2023/10/01/lugares-y-personajes-de-mi-pueblo/
-Pérez, Mabel: “El Ciber-Mambí augura nuevas batallas”, Instituto Internacional de Periodismo José Martí, 22 de enero de 2010. Disponible en: https://periodismojosemarti.wordpress.com/2010/01/22/el-ciber-mambi-augura-nuevas-batallas/
-Valladares, Sheyla: “Blogazo por Cuba o la defensa por la alegría”, blog Criatura de Isla, 27 de abril de 2012. Disponible en: https://criaturadeisla.wordpress.com/tag/blogazo-por-cuba/





Notas:
[1] Curso de Periodismo Digital Avanzado “Operación Ciber-Mambí”, gestionado por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí para implicar a profesionales de los medios en una iniciativa de la Inteligencia cubana orientada a contrarrestar la influencia social del activismo en redes sociales. Se implementó a partir de 2010.
[2] Evento de blogueros oficialistas que en 2012 patrocinó La Joven Cuba para lograr impactar en internet con el mensaje gubernamental. 
[3] Vocablo de origen taíno que identifica el emplazamiento de un antiguo cacicazgo localizado en los márgenes del río Contramaestre. El entrevistado se refiere a esa denominación asumida por los complejos educativos allí construidos a partir de la década de los setenta, según la modalidad de Escuelas Secundarias Básicas en el Campo (ESBEC), y de los que sobreviven apenas algunos planteles.
[4] Especie de cascadas que nacían en las alturas de los muros de la presa Carlos Manuel de Céspedes.





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VI Premio de Periodismo “Editorial Hypermedia”

Por Hypermedia

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Categorías: Reportaje, Análisis, Investigación y Entrevista.
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