Confabulados con Dios (Edhasa, 2024) está “situada en plena época de la Reconquista, entre los siglos XI y XII, es ésta una novela de aventuras, batallas y magia ancestral”.
Este diálogo no pudo haber transcurrido en un parque en La Habana Vieja a la sombra de un árbol para huir, en la medida de lo posible, del calor y la humedad, tampoco en un bar o restaurante en la Avenida del Puerto o a pocos metros del roquedal de las ya infames playas en Miramar, donde siempre, pero siempre en cada encuentro, teníamos a mano una cerveza.
Y no pudo haber trascurrido en ninguno de esos lugares porque La Habana ya no es terreno propicio, al menos para mí, de esos encuentros, sino porque entre nosotros nunca se habría puesto en marcha una sucesión de preguntas y respuestas ni siquiera bajo el efecto de la sexta Bucanero, Heineken o Corona.
Toda conversación “en tiempo real” es rizomática. Una entrevista, email por medio, podría pretenderlo, farsearlo, pero siempre es algo más que una conversación casual. Esta busca adentrarse sin tapujos en la novela Confabulados con Dios (2024) a partir de la nota publicada en la página web de la editorial Edhasa. Para ello decidí tomar algunas notas que además sirvieran como ruta para conectar a Víctor Hugo Pérez Gallo con sus lectores.
Comenzaré la entrevista con una pregunta capciosa: ¿Eres un escritor cubano que vive en España? ¿Eres un escritor español con raíces cubanas? ¿Eres un escritor emigrado?
Permítame responder con las palabras del gran poeta José Martí: “Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche”. Esta frase encierra una profunda verdad sobre mi identidad como escritor. Nací en Cuba y allí pasé mis primeros años, luego mi destino me llevó a Roma, Venezuela, Laos, España, donde he residido gran parte de mi vida. Llevo dentro dos patrias: la isla de Cuba, que siempre será parte esencial de mi ser, y la noche —esa noche en la que se mezclan las sombras y las luces de mis dos hogares.
No soy un escritor cubano que vive en España, ni un escritor español con raíces cubanas. Soy un emigrado, un ciudadano del mundo que ha bebido de dos culturas, dos lenguas, dos maneras de ver la vida.
Mi escritura es el reflejo de esta dualidad, de esta tensión creativa entre lo que fui y lo que soy. Mi tradición literaria nace de la sangre y la tinta de Cabrera Infante, de Gógol, de Carlos Montenegro, de Chejov, de Reinaldo Arenas, Karel Capek, de Eliseo Diego y me faltarían muchos más como Borges o Robert Heinlein.
Para un escritor como yo, la patria no se reduce a un pedazo de tierra. Mi patria está donde puedo darme a la lectura y a la creación, rodeado de los amigos que odian y aman mi personalidad con el mismo impulso. Amigos que se cagan en todo y a la vez citan a Plutarco y a Demócrito de memoria. Siento que pertenezco a esos espacios íntimos y acogedores, a esos rincones en los que arden las brasas de la conversación y la camaradería.
Mis libros, mis amigos, mi hogar: esos son los verdaderos pilares de mi patria personal, aquella que he ido construyendo con cada paso del camino, porque en el fondo, la patria no reside en un único lugar, sino en la red de afectos, recuerdos y experiencias que tejen nuestra existencia a lo largo del tiempo y el espacio.
Quizás sea más apropiado decir que soy un escritor con dos patrias, dos almas, dos noches. Y es precisamente esa condición bicéfala la que impregna mi obra. ¿No somos todos emigrados en este gran viaje llamado vida?
Confabulados con Dios (Edhasa, 2024) está “situada en plena época de la Reconquista, entre los siglos XI y XII, es ésta una novela de aventuras, batallas y magia ancestral”. Visto así, mezcla historia, magia y aventura. ¿Qué te atrajo de este período para que terminara siendo el escenario de tu novela?
Quiero agradecerte la oportunidad de exponer mis ideas sobre la novela histórica. La época de la Reconquista en los siglos XI y XII me atrajo como escenario para esta novela por varias razones. En primer lugar, fue un período de grandes cambios en la Península Ibérica, con los reinos cristianos del norte luchando para reconquistar los territorios dominados por los musulmanes. Esto proporciona un telón de fondo dramático y lleno de acción, con batallas, estratagemas y aventuras que pueden dar vida a una historia emocionante.
Además, la llamada Reconquista —no comulgo con la categoría, pero no me queda más remedio ya que la historiografía occidental la ha “legitimado” como otras tantas erratas epistemológicas— fue también una época de gran influencia y choque cultural entre las tradiciones cristianas, musulmanas y judías. Esto me permitió explorar temas de coexistencia, conflicto y sincretismo religioso y espiritual, lo cual es un elemento clave en la trama de Confabulados con Dios. La mezcla de historia, magia y misticismo me dio la oportunidad de crear un mundo complejo, con personajes que luchan por encontrar su lugar en medio de fuerzas sobrenaturales y geopolíticas.
Por otra parte, la Reconquista fue un período de cambio y transición en Europa, con nuevas ideas, tecnologías y corrientes de pensamiento emergiendo. Esto me brindó un trasfondo fascinante para desarrollar una narrativa que aborda cuestiones de fe, conocimiento y el papel de lo sobrenatural en la vida de las personas.
¿Y como integro la magia ancestral? A través de la cosmología mística: establezco un sistema de creencias y rituales basados en antiguas tradiciones espirituales de la región pirenaica —muchas están presentes en los imaginarios hoy en día—, que incluyen la veneración de deidades, fuerzas naturales y energías ocultas. Esto crea un trasfondo misterioso y sobrenatural que permea la historia. Si viajas al lejano Ansó, al valle de Chistaín, o al Monte Perdido, te vas a percatar que lo real maravilloso está presente también aquí.
Te comento algo: la mezcla de “aventuras, batallas y magia ancestral” tiene una categoría: el Neogrimdark.
“Corre el año 1124. No hace tanto que la villa de Valdehorna ha sido reconquistada por el joven reino de Aragón cuando, para sorpresa y angustia de sus habitantes, una fría mañana de diciembre encuentran que la virgen negra de su pequeña iglesia ha sido robada”. La figura de la virgen y otros elementos místicos parecen tener un altísimo peso en la trama. ¿Qué te motivó a entreverar en “lo histórico” —“lo Real”, lo verificable—, elementos propios de una ficción de corte fantástico? ¿Cómo equilibraste el resultado de tu investigación acerca de la Reconquista con la creación de un universo literario que incorpora lo sobrenatural?
La investigación histórica sobre el siglo XII aragonés fue fundamental. Tuve que sumergirme en fuentes documentales, crónicas de la época y estudios académicos para comprender el contexto político, social, cultural y religioso del siglo XII. Fue una búsqueda profunda en la Biblioteca Nacional de Madrid o en el Archivo de la Diputación de Zaragoza. Fueron largas entrevistas a Doctores en historia medieval, donde hice varios amigos como el Dr. Santiago Navascués.
La mezcla de elementos históricos verificables con un trasfondo de ficción fantástica fue una decisión deliberada para crear una narrativa multidimensional. Por un lado, el contexto histórico de la Reconquista desde el siglo XII me permitió anclar la trama a una realidad tangible y documentada. La investigación que realicé sobre este período en la Península Ibérica me dio una comprensión de las complejidades políticas, sociales y culturales de la época.
Por otro lado, la inclusión de elementos mágicos, místicos y sobrenaturales me brindó la libertad para explorar temas relacionados con la fe, la espiritualidad y el papel de lo desconocido en la vida de las personas.
La figura de la virgen negra robada, por ejemplo, me permitió indagar en las creencias populares, los rituales ancestrales y las tensiones entre religiones que eran característicos de esa época. ¿Existían religiones pre islámicas en la Córdoba y Granada del siglo XII? Sí. ¿En los Pirineos los nuevos cristianos y villanos seguían adorando antiguos círculos de piedras y haciendo carnavales concupiscentes y paganos? Pues mucho más de lo que pensaríamos hoy. ¿Quedaban sacerdotes de antiguas religiones animistas? En Torla, una aldea perdida en la frontera montañosa de España y Francia, hasta el siglo XX es tradición que caminaban entre ellos.
Al entrelazar lo históricamente verificable y lo fantástico-espiritual pude crear un mundo narrativo que cautivara al lector. Lo “real” sirve de base para que lo sobrenatural y mágico pueda emerger de manera orgánica. Confrontados a fuerzas y fenómenos que desafían su comprensión, los personajes se ven obligados a cuestionar los límites de lo que consideran “real” y a abrirse a otras formas de percibir la realidad. Esto se debe a que la noción misma de “racionalidad” está profundamente condicionada por el contexto histórico y cultural.
Lo que para un hombre del siglo XX puede parecer irracional o supersticioso, para alguien del siglo XII podría reflejar las creencias y tradiciones más auténticas de su época.
Al sumergirme en este universo donde lo sobrenatural y lo mundano se entrelazan, los personajes experimentan una transformación. Deben abandonar las certezas de su visión del mundo para adentrarse en territorios desconocidos, donde las leyes de la lógica ceden paso a una realidad más compleja y misteriosa. Los personajes se ven así confrontados a trascender los límites de su propia comprensión, abriéndose a una dimensión más amplia de la experiencia.
Este equilibrio entre lo histórico y lo fantástico me permitió explorar temas como el misticismo, el conflicto de fe, la búsqueda de significado y el papel del destino, todo ello enmarcado en un contexto histórico.
Dentro de la virgen negra “se oculta un documento que podría hacer tambalear el poder del rey. Sin dudarlo, el señor de Valdehorna encarga su búsqueda a su hijo bastardo, Pedro Lázaro, y a su escudero, Fernando, veterano de las algazaras contra los moros.” ¿Podemos afirmar que tu novela presenta personajes en conflicto con su destino y linaje? ¿Cómo decidiste asumir el diseño y desarrollo de estos personajes, cuyo devenir transcurre en el Medioevo, sin perder la conexión con el lector del siglo XXI?
Definitivamente, los personajes principales de Confabulados con Dios se enfrentan a conflictos internos relacionados con su destino y linaje, a pesar de estar inmersos en el contexto del Medievo.
Este tipo de personajes me permitía explorar cuestiones universales sobre la identidad, el deber y el libre albedrío, que siguen resonando con los lectores contemporáneos. Personajes como Pedro Lázaro, el hijo bastardo del señor de Valdehorna, y Fernando, su escudero veterano, encajan en esta dinámica. Ambos se ven obligados a emprender una búsqueda que les obliga a cuestionar su lugar en la sociedad y su lealtad a la jerarquía establecida.
Para mantener la conexión con el lector del siglo XXI me aseguré de que estos personajes tuvieran rasgos, motivaciones y conflictos internos con los que el público actual pudiera identificarse. Aunque provengan de un contexto histórico distante, sus luchas personales por encontrar su propósito, superar sus orígenes y definir su propio destino son temas universales.
Exploré los pensamientos, sentimientos y dilemas morales de los personajes de una manera íntima, resaltando su des-humanidad y complejidad. Esto ayuda a que el público contemporáneo se conecte emocionalmente con ellos, a pesar de las diferencias temporales y culturales. Mantener la verosimilitud histórica sin sacrificar la narrativa fue un desafío.
Antes de iniciar la escritura llevé a cabo una investigación sobre la época de la Reconquista en la Península Ibérica. Estudié los eventos históricos, las costumbres, la tecnología, la organización social y política, así como las creencias y tradiciones de la gente de ese período en el reino de Aragón y Pamplona. Esto me permitió recrear el marco histórico.
En lugar de simplemente “decorar” la trama con datos históricos, me aseguré de que los elementos verificables se integraran en el desarrollo de la narrativa. Los detalles sobre vestimenta, gastronomía, arquitectura, armas, técnicas de batalla, etc. surgen a medida que avanzan los eventos de la historia.
Estructuré el arco de personajes. Evité caer en estereotipos o simplificaciones anacrónicas —lo aprendí de Cabrera Infante y de Reinaldo Arenas. Mis personajes reflejan la complejidad y diversidad de la época, con sus motivaciones, conflictos internos y evolución psicológica fundamentados en el contexto histórico.
¿Qué decisión tomaste con respecto a los giros del habla, términos, cosmovisión, costumbres de la época?
La decisión de cómo manejar los aspectos lingüísticos, culturales y de cosmovisión de la época medieval fue un elemento clave para mantener la verosimilitud histórica sin sacrificar la fluidez narrativa. Realicé una investigación sobre el léxico, las expresiones idiomáticas, los modismos y la forma de hablar característica del siglo XII en la Península Ibérica. Esto me permitió incorporar detalles que dieran una sensación de autenticidad al diálogo de los personajes.
Tuve cuidado de no saturar el texto con un vocabulario demasiado arcaico, con aragonesismos o recargado, que pudiera dificultar la lectura y la comprensión para el público actual. Opté por un equilibrio, utilizando términos y giros de la época de manera selectiva, pero sin interrumpir el ritmo y la fluidez de la prosa.
En cuanto a la cosmovisión y las costumbres de la sociedad medieval, me esforcé por recrearlas con precisión, sin caer en explicaciones extensas o digresiones que pudieran interrumpir el hilo narrativo. Integré detalles sobre las creencias religiosas, las estructuras de poder, las jerarquías sociales, los rituales y las tradiciones a medida que estos elementos cobraban relevancia para la trama y el desarrollo de los personajes.
Tuve en cuenta que ciertos conceptos, prácticas o formas de pensar de la época medieval podrían resultar chocantes o extraños para el lector contemporáneo. En esos casos, procuré encontrar formas de contextualizar y explicar tales elementos, sin romper con el flujo de la narración.
Mi objetivo fue lograr que el lector contemporáneo se sumerja en un mundo medieval creíble, sin que ello suponga un esfuerzo o una distracción excesiva de la historia en sí. El resultado es una novela que respeta la verosimilitud histórica, pero que mantiene un ritmo narrativo.
Pero no es una novela histórica al uso: voy contaminando de fantasía eso que los historiadores positivistas llaman “verosimilitud histórica”, creando un sentimiento de hesitación.
Te adelantaré algo: Cuba, tan lejana pero tan cercana, está también presente en Confabulados con Dios. Hay una escena en que Alfonso, El Batallador, cuenta un sueño a su cómplice más cercano le dice: “Manrique, te contaré un secreto: los nombres de los nuevos burgos en esas tierras resuenan en mis sueños todas las noches: Nueva Zaragoza, Santa María del Puerto del Príncipe, Los Ángeles, San Pedro, Córdoba, Sancti Spiritus, Nuestra Señora Santa María del Buen Aire, San Cristóbal de La Habana, Nueva Guadalajara, Trinidad, San Fernando de Nuevitas, Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa. Incluso una ciudad dedicada a Santiago el Mayor, en mis visiones nocturnas su nombre está asociado a un nombre pagano: Santiago de Cuiba o de Cuba. Te repito que estas ciudades las veo en mis sueños, como si fueran premoniciones, estas ciudades se asocian a palabras en lenguas extrañas, desconocidas, tal vez heréticas, pero te soy sincero cuando te digo que suenan así en mis intranquilas noches”.
En Los endemoniados de Yaguaramas, Leonardo Varona, joven estudiante de antropología “que no comprende el mundo opresivo donde vive e integra la misteriosa Organización”, perpetra atentados terroristas en contra del orden imperante. Leonardo tiene un secreto: una máquina del tiempo; solo puede usarla alguien joven debido a los traumatismos que provoca en el cuerpo al viajar al pasado. Con respecto a Confabulados con Dios, aquí parece haber una inversión: pesa más lo fantástico que lo histórico: Leonardo es elegido, viaja la Cuba de 1868. Es la Guerra de los Diez Años. Por un error del estudiante de antropología el Mayor General Ignacio Agramonte muere, con lo cual se produce un cambio en la historia de Cuba. Al igual que en tu reciente libro hay una exploración del poder y sus múltiples formas. ¿Qué te interesa especialmente de esta temática y cómo se ha reflejado en tu narrativa?
Entiendo la comparación que haces entre Los endemoniados de Yaguaramas y Confabulados con Dios en cuanto a la exploración del poder y sus formas. Si bien en mi novela más reciente el elemento fantástico y/o religioso —la virgen negra, la magia ancestral: ¿hay algo más fantástico que la religión?, ¿existe algo más religioso que lo fantástico?— tiene un peso más preponderante que el aspecto histórico, la temática del poder y su naturaleza cambiante sigue siendo un hilo conductor clave en ambas obras.
Lo que me interesa particularmente de esta temática es cómo las estructuras de poder, ya sean políticas, religiosas o sociales, ejercen su influencia sobre los individuos y las sociedades, moldeando sus destinos de maneras inesperadas. En Confabulados con Dios, la búsqueda del documento escondido en la virgen negra desata una trama de intrigas y luchas de poder que ponen en jaque al reino de Aragón y a la Iglesia.
De manera similar a cómo el error de Leonardo Varona en Los endemoniados de Yaguaramas genera un cambio drástico en la historia de Cuba, en mi novela más reciente, los protagonistas se ven enfrentados a fuerzas sobrenaturales y a las ambiciones de quienes detentan el poder, lo cual los obliga a cuestionar la naturaleza misma del destino y su capacidad de agencia.
Esto me permite explorar cómo los individuos, con sus propias creencias, habilidades y convicciones, pueden desafiar o verse aplastados por estructuras de poder abrumadoras. A través de personajes como Pedro Lázaro y Fernando, busco examinar las tensiones entre obediencia y rebelión, entre la aceptación del statu quo y la búsqueda de un destino propio.
En ambas obras, el elemento fantástico o de viaje en el tiempo se convierte en un catalizador que perturba el orden establecido, revelando las grietas y vulnerabilidades de los sistemas de poder. Esto me brinda la oportunidad de reflexionar sobre temas universales como la libertad, la responsabilidad y el papel del individuo en la construcción de la historia.
Ya sabes que la temática del poder y sus múltiples formas de ejercer me fascina, me permite indagar en la condición humana, en nuestra capacidad de agencia y en cómo, a veces, el destino y las fuerzas que nos superan pueden alterar el curso de nuestras vidas y de la historia. Siempre me quedo con la frase de Friedrich Nietzsche: “Todas las cosas están sujetas a interpretación, la interpretación que prevalezca en un momento dado es una función del poder y no de la verdad”.
¿Cómo fue el proceso de construcción de la historia y qué desafíos enfrentaste al escribir Los endemoniados de Yaguaramas?
La construcción de la historia deLos endemoniados de Yaguaramasfue un proceso complejo y desafiante, que requirió un equilibrio entre diversos elementos.
Experimenté con entremezclar referencias y alusiones históricas concretas con pasajes de carácter puramente especulativo o sobrenatural. La alternancia sutil entre ambos tipos de contenido ayuda a mantener la tensión narrativa a lo largo del relato.
La construcción de la historia de Los endemoniados de Yaguaramas fue un proceso complejo y desafiante, que implicó encontrar un equilibrio delicado entre lo histórico, lo mítico y lo literario. No se trataba solo de narrar unos hechos, sino de dar vida a una atmósfera, a una cosmovisión que mezcla lo real con lo fantástico, lo testimonial con lo simbólico. Escribir desde Cuba, y más aún desde el interior profundo del país, supone ya una carga simbólica particular: hacerlo desde una isla que ha sido vista y vivida tanto como utopía como distopía, como unicornio revolucionario y como territorio cercado, obliga al autor a posicionarse de algún modo frente a esas contradicciones.
Yaguaramas no es solamente un lugar geográfico, sino también un espacio imaginario donde lo político, lo religioso y lo mágico conviven en tensión permanente. En ese sentido, escribir esta historia fue una forma de resistencia y de exploración: resistirse a las narrativas oficiales, tanto las del poder como las del mercado, y explorar otras formas de entender la historia, la locura, la fe y la comunidad. Cada personaje, cada escena, tuvo que ser pensada como parte de un tejido mayor, donde lo endemoniado no es solo lo sobrenatural, sino también lo marginal, lo reprimido, lo que no encaja en los moldes establecidos.
¿Qué no hay de todo lo anterior en tu novela El mar por el fondo? Es “una imagen metafórica y actualizada de Nuevitas, un retrato evocador del Camagüey (…), con un pasado tan profundo como los orígenes de sus guerras independentistas”. El personaje principal es un niño sometido a violencias en un entorno cada vez más agresivo, a la vez, “algunos lazos amorosos paralelos se desarrollan en medio de procesos sociales a raíz de un estallido político inesperado”. ¿Cuánto de la Cuba de hoy, sumida en una severa crisis, hay en tu libro?
En El mar por el fondo abordo temas y problemáticas más cercanas a la realidad actual de Cuba, alejándome un poco de la ambientación histórica y los elementos fantásticos que predominan en Confabulados con Dios. Si bien mantengo mi interés por explorar las fuerzas que moldean el destino de los individuos y las sociedades, en esta novela —la tercera edición, 2024, ha sido por Riblaeditores, pequeña editorial que rige con pasión el excelente escritor y editor Luis Amaury Rodríguez desde la fría Pamplona— mi enfoque se centra en retratar de forma surrealista la situación de la Cuba contemporánea, marcada por la violencia, la crisis y los procesos de transformación.
Como todos sabemos, en Cuba el surrealismo es tan natural como respirar. Después de todo, ¿quién mejor que los cubanos para comprender y naturalizar lo extraordinario y lo irracional? Mientras que en el resto del mundo el surrealismo se considera un movimiento artístico y filosófico, en la Pearl of the Antilles es la forma en que se percibe y experimenta la realidad.
Después de todo, ¿qué pueden enseñarnos los europeos sobre lo absurdo y lo onírico cuando en Cuba es parte integral de la vida diaria? Una lectora vasca me ha escrito que nunca imaginaría una pizza hecha de preservativos derretidos.
El personaje principal de la historia es un niño que comparte similitudes con el niño de la novela El Lanzallamas de Roberto Arlt. Ambos niños se enfrentan a circunstancias difíciles en entornos adversos. En el caso de este personaje, se desarrolla en San Fernando de Nuevitas durante el año 1993, el “período especial”. En esa época, un pan mojado en agua con azúcar era considerado un manjar, y las personas gradualmente iban perdiendo la vista debido a una enfermedad que se denominaba popularmente “veri veri”.
Este entorno de escasez y dificultades marca la realidad del niño, quien debe adaptarse y sobrevivir en medio de esas circunstancias complejas. La comparación con el personaje de El Lanzallamas ayuda a enmarcar esta experiencia dentro de un contexto literario más amplio, donde se exploran las vivencias de la infancia en situaciones de adversidad social y económica.
Paralelamente, las historias de amor y vínculos humanos que se desarrollan en medio de este contexto turbulento funcionan como contrapunto, mostrando cómo las personas luchan por mantener la esperanza y la conexión en medio de la adversidad.
El mar por el fondo se aleja de la ambientación histórica y los elementos fantásticos de Confabulados con Dios para enfocarse en una representación más directa y surrealista de la compleja realidad social, política y económica de la Cuba contemporánea.
Sin embargo, sigo manteniendo mi interés por explorar cómo las fuerzas de poder, ya sean institucionales, ideológicas o sociales, moldean el destino de los individuos y las comunidades.
El mar por el fondo es mi intento de ofrecer una imagen metafórica y evocadora de la Cuba de ayer/hoy, con sus desafíos, conflictos y luchas. Sigue habiendo una exploración del poder y sus efectos, pero en un contexto más cercano a la realidad cotidiana de la isla.
¿En qué estás trabajando actualmente? ¿Tienes algún proyecto literario en camino?
En este momento estoy trabajando en la tercera parte de la trilogía que he estado desarrollando. La segunda entrega de esta trilogía, titulada “Los príncipes bastardos”, se publicará este año.
Para la construcción del mundo mágico y fantástico que servirá de escenario para esta novela, he llevado a cabo una investigación en áreas como la antropología, la etnografía y la esotérica. Me he basado en obras como La rama dorada de James Frazer.
He estudiado a fondo la brujería en la Europa occidental, analizando documentos históricos y testimonios de primera mano para obtener una visión de las tradiciones y creencias que han configurado la percepción popular de la magia y lo sobrenatural.
Creo que la integración de elementos de estas tradiciones etnográficas y esotéricas en mi trabajo de mundo-building me permitirá crear un universo sobrenatural poblado de criaturas y personajes complejos y creíbles.
Mi objetivo es ofrecer a los lectores una experiencia inmersiva y emocionante que les transporte a un mundo de fantasía y aventura, pero también que les permita reflexionar sobre las creencias y valores que han configurado nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos.
La trama de “Los príncipes bastardos” girará en torno a personajes que podríamos denominar “príncipes bastardos”, lo cual sugiere que seguiré explorando temáticas relacionadas con el linaje, la identidad y el conflicto entre el poder establecido y aquellos que luchan por definir su propio destino.
¿Sabes que he descubierto? En las inhóspitas tierras del alto Pirineo aragonés, lo real maravilloso se manifiesta con una fuerza abrumadora. Si te adentras en los pueblos remotos de Ansó, el valle de Chistaín o el imponente Monte Perdido, descubrirás que la realidad se entrelaza con lo fantástico de una manera fascinante. Justo allí mi visión narrativa se alimenta de esa visión cruda y realista de la condición humana, donde la violencia, la corrupción y la oscuridad se entremezclan con elementos sobrenaturales y existenciales.
Es en este contexto hostil y sombrío que mis personajes se ven obligados a enfrentar fuerzas poderosas que desafían los límites de lo conocido. Sin embargo, a pesar de la dureza del entorno, logran encontrar momentos de belleza, de conexión humana y de esperanza.

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