En su corta y sólida carrera, la fotógrafa cubana Evelyn Sosa se ha convertido en atractivo reflejo de una generación vibrante. Su obra inicial, que va perfilando ciertos modos de la fotografía life con sentido ontológico, deriva en documento introspectivo de rostros y vidas de cercana convivencia. Tal vez sin proponérselo, su trabajo sostiene una postura de avanzada en la fotografía artística contemporánea.
Desde el empalme con los discursos tradicionales de los géneros fotográficos, específicamente el retrato, zona donde ha encontrado un apreciable nivel estético y un estilo que la diferencia en el contexto, esta creadora ofrece una visión intimista del género. Sus retratos femeninos, concentrados en una práctica de la proximidad con los sujetos, dialogan desde la belleza y los intensos contrastes de la imagen pensada en blanco y negro.
Más allá de caras lindas, subrepticias miradas y actitudes consentidas ante el acecho del lente, las mujeres de Evelyn Sosa exponen cruces y caminos, una libertad sin turbaciones en un territorio doliente, de cultura patriarcal crónica: pesada carga que en ellas se aligera. Al menos así parecen asomar, desde la imagen robada, las nuevas emprendedoras, gestoras, artistas, cantantes, chicas independientes, dueñas de negocios y sonrisas infalibles.
Las amigas, las que se divierten, las que trabajan (y también se divierten), las sorprendidas, las posadas, las descreídas, las románticas, las epicúreas: todas armonizan el nuevo escenario milenial, el múltiple escenario femenino de bandas y cordoncillos en esta amada Habana, que en las fotografías de Evelyn Sosa deja de ser, sospechosamente, la misma Habana de siempre.
Ana Lyem.
Háblame de tus fotógrafos preferidos.
Mis fotógrafos preferidos han variado con los años, y seguro seguirán variando. Los he ido estudiando poco a poco y sin orden; me gusta eso de ir descubriéndolos al azar.
Al principio, recuerdo que me impresionó mucho la obra de Mapplethorpe y de Alfred Eisenstaedt; nunca me canso de ver sus fotos. Luego me fascinó el trabajo de Cristina García Rodero.
Una noche estaba en el estudio de Juan Carlos Alom, en la inauguración de Anónimas, una muestra colectiva en la que yo participaba. Había llegado muy temprano y aún no había nadie. Tocan a la puerta, abro, es una señora; Alom me la presenta, bajan a ver la expo y al subir ella se despide, se va directo al aeropuerto. Entonces Aimara, la esposa de Alom, me dice que a Cristina le habían gustado mis fotos, y yo estaba como: ah, OK, ni idea de quién era aquella simpática señora. Después supe quién era Cristina García Rodero, y me obsesioné con su trabajo.
Otros nombres que me llegan así de pronto son Graciela Iturbide, Nan Goldin, Irving Penn, Korda con sus retratos de mujeres, Peter Hujar, Garry Winnogrand con su serie Women Are Beautiful. Creo que la lista podría ser muy larga.
Emen, 2019.
¿Prefieres alguna técnica?
No creo que tenga preferencia entre la fotografía digital y la analógica. Creo que cada una tiene sus ventajas. Mi preferencia es la fotografía.
Comencé trabajando con digital; todo mi trabajo publicado hasta el momento es digital. Creo que ha sido así porque la primera cámara que cayó en mis manos fue digital. Una camarita plateada que luego le regalé a mi hermano.
En algún momento yo había hecho una alcancía para reunir dinero y comprarme una cámara más o menos decente. Le había pegado a una caja la foto de una cámara que recorté de una revista. Esa alcancía no duró mucho, usé el dinero para otra cosa. Al poco tiempo, mi amiga Silvia me regala una cámara y un día, al cabo de los años, registrando en mi cuarto, encontré aquella caja, que la tenía para guardar cosas, y al fijarme en la cámara de la foto me di cuenta de que era exactamente la misma marca, el mismo modelo, y con el mismo lente, que la cámara que me había regalado mi amiga. Después de eso, siempre creo que las cámaras que yo deseo de alguna forma llegan a mí.
Hace un tiempo comencé a utilizar la analógica. Pasé el taller de laboratorio químico que imparte Reinaldo Cid en el ISA; ahora estoy haciendo 35 mm y justo comienzo con el 120 mm, que me encanta. Pienso llevarlas de manera paralela.
A veces te encuentras batallas entre los “analógicos” y los “digitales”. He escuchado de todo, pero yo no siento esas diferencias: para mí todo es lo mismo, con un abanico inmenso de posibilidades.
Brenda, 2019.
¿Cómo llegas al retrato femenino?
Al ganar el Segundo Salón de Fotografía del Cuerpo en 2016, debía hacer una exposición personal, que sería mi primera. En aquel momento no tenía claro sobre qué tema hacerla; no tenía ningún proyecto fotográfico, hacía fotos todo el tiempo, pero sin prestar mucha atención. Entonces reuní todas mis fotos y comencé a organizar.
Era agosto o septiembre de 2017, porque la exposición era en octubre y recuerdo que comencé a trabajar bastante tarde. Ahí me di cuenta de que casi todo lo que tenía era retrato femenino. Creo que en ese momento lo concienticé. Había estado retratando a Mariana durante cinco años, y ahí fue cuando lo vi todo.
Cucu Cocktail, 2019.
¿Por qué te identificas con el retrato?
Al principio, recuerdo haber pensado y dicho que lo mío iba a ser la fotografía construida y no tanto el trabajo con personas. Pero la realidad fue otra.
Yo había pasado la secundaria, el preuniversitario y la universidad con una cámara en la mano, lo mismo de video que de fotos. Ahora es algo completamente normal, todo el mundo vive con una cámara en la mano. Lo que ahora hacemos con un teléfono yo ya lo había estado haciendo sin parar: tengo una colección de selfies de entonces, y retrataba a mis amigos todo el tiempo, por puro placer o necesidad, no sé. El retrato fue algo que pasó de manera espontánea, sin darme cuenta. Es inevitable: donde sea que me encuentre, siempre termino fotografiando a las personas de cerca.
He pensado que quizás tenga que ver con que a la gente le gustaban mis retratos. Fue algo que sentí que era aceptado, y lo seguí practicando y entendiendo y descifrando. Pero sé que para mí el retrato no es algo ligero: tiene una carga fuerte, desde que lo hago hasta que termino de editarlo. Y en gran medida me da placer; nunca he pensado que es algo “gastado”.
Hace poco le decía a alguien que el retrato es como un animal salvaje: o lo domesticas o te vuelves tan salvaje como él.
Ilse, 2019.
Tienes abundantes retratos de mujeres que representan roles diferenciadores en la sociedad cubana actual. ¿Lo has tenido como pauta a seguir, o solo han sido posibilidades ofrecidas por la imagen a tu alcance? ¿Qué razones te guían para escoger a tus modelos?
A mí me cuesta llamarlas “modelos”, porque no siento que lo son; siempre han sido mis amigas, gente cercana, de los círculos en los que me muevo.
En esta serie de retratos femeninos no he salido a buscar nada más allá de lo que mis vivencias me han ido dando. Ya en otros trabajos posteriores sí he tenido una idea preconcebida de lo que quiero y me he movido hacia otras zonas.
Esta serie quizás sea, a la larga, una especie de memoria visual mucho más personal de lo que parece. Tampoco sabría cómo ponerle fin; creo que es una serie que siempre me va a acompañar y que estaré actualizando constantemente. Estoy segura de que irá cambiando en dependencia de los círculos hacia los que yo me vaya moviendo.
A donde quiera que voy, regreso con retratos: es lo que guardo de mis experiencias. Si regreso con un buen retrato entonces todo valió la pena, no importa lo que haya pasado.
Creo que hay más riqueza mientras más cercana es la relación con la persona a la que fotografío. Me gusta repetir con las mismas personas; creo que lo mejor sale cuando puedo acercarme más allá del espacio físico, cuando puedo acceder a cierta intimidad. Esto se logra con las amistades, la gente que se acostumbra a verte con la cámara y pierde el cuidado, aunque uno va creando cierta habilidad para robar esa intimidad muy rápido, a veces a primera vista.
Ana Lyem, 2019.
Aflora mucha intimidad en tus imágenes.
Siempre digo que a mí me gusta lograr, con mis retratos, algo que yo sienta que es solo para mí. Lo busco de manera intencional. Con la gente muy cercana es más simple, quizás más predecible. Cuando no me conocen, es más difícil.
Creo que mi punto de partida es la humildad, sobre todo frente a las mujeres. En general, la gente no está acostumbrada a que las traten con cariño de manera desinteresada, enseguida se confunden, creen que esperas algo a cambio y es como: ¿y esta qué quiere?Y yo nada: quiero que me mires.
Eso es interesante para mí. Creo que yo tengo que desaparecer un poco para que la otra persona sea. Me gusta lograr eso.
Velvetina-Taylor, 2019.
¿Preconcibes las escenas en tu mente antes de una sesión de fotos?
Por lo general no: es todo muy espontáneo. Casi todo lo considero retrato documental. Incluso las fotos que parecen más de estudio o preparadas, no lo han sido. Han sido repentinas y sin planificación.
Me gusta captar la realidad que veo y me atrae. Por lo general, no hago retratos tristes. Me gusta encontrar algo de belleza en todo. Esas escenas son impredecibles y únicas: hay que estar atenta.
A veces tengo claro que quiero retratar a una persona determinada. Aunque haya pedido hacer el retrato con antelación y eso sea algo programado, nunca premedito la escena. Otras veces hay que esperar a que llegue el momento para poder ver a una persona. Yo puedo esperar todo el tiempo del mundo.
Portada de libro.
Recientemente has publicado Havana Intimate, Through the Lens of Evelyn Sosa (Uncommon Beauty Gallery, New York, 2019):tu primer libro, una selección de retratos ordenados por los nombres de tus “modelos”. Háblame de esa experiencia.
Cuando Jean Noel Moneton, el director de Uncommon Beauty Gallery, me dijo que quería hacer un libro, yo no me lo podía creer. Quería saltar de alegría, pero a la vez me decía: “esto no puede ser”. Trataba de mantenerme escéptica, pero en muy poco tiempo todo empezó a suceder. Trabajamos por correo y chat, la diseñadora Wenwen Li, Jean Noel y yo. El libro reúne alrededor de 65 imágenes de mi serie de retratos femeninos; tiene fotografías desde 2011 hasta 2019.
Sentí que todo sucedía demasiado rápido. No te puedo explicar la emoción, el llanto, cuando vi el primer video del libro impreso. Es de esas cosas que nos pasan que nos toma cierto tiempo creer que son reales, y darnos cuenta de la verdadera magnitud que tienen.
Mariana.
Si pensaras en mostrar más de lo que el libro recoge, ¿agregarías algún otro matiz o alguna nueva franja del escenario femenino?
No, no agregaría nada diferente. Creo que en ese sentido el libro representa la serie de manera completa. Quizás agregaría otros rostros que me encantaría ver en esas páginas.
Autorretrato, 2019.
La fotografía realizada por mujeres continúa ganando terreno en los circuitos del arte. ¿Cómo se ve Evelyn Sosa en relación a sus contemporáneas, y al medio fotográfico en general?
Una vez me contaron que un fotógrafo vio mis fotos y su reacción fue: “¿Y estas fotos las hace una mujer?”.
Galería
Evelyn Sosa – Galería.
Michel Matos: “Este es un combate de resistencia, no de velocidad”
“Nadie sabe cómo va a terminar este proceso, no hay manuales para seguir, y ninguna experiencia histórica es igual a otra. Lo que sí es definitivo es que las fuerzas de la sociedad están dispuestas a concluirlo. Hay muchos dispuestos a asumir la cárcel. Y esto representa un cambio de paradigma, y una gran esperanza para todos”.