El hip hop es una cultura de paz y prosperidad internacional. Las fronteras de la Nación Hip Hop están trazadas por comportamientos de autocreación y lealtad a la autonomía de sus creaciones; ofrece la posibilidad de una mejor calidad de vida uniendo el poder de voto, el poder de compra y la capacidad para influir; y reconoce que el verdadero y último estado de libertad es cuando eres libre para poder definirte por ti mismo.
Keren Kmanwey nos cuenta una historia de maduración, desde sus orígenes en la ciudad de Camagüey, en una situación humilde y limitante para su formación artística, hasta el encuentro y amplificación de un lugar/estado mental que le permitiera pensar, repensar y visualizarse fuera de la opresión. Aquí, para Hypermedia Magazine, un pasaje de la narración de su propia historia.
Keren Kmanwey.
Keren, comenzaste a ser hiphoppa desde muy joven y pronto llegaste a situarte en la mismísima final de una batalla de gallos (creo que la primera mujer en esta posición, ¿me equivoco?); solo después de varias rondas de empates y una decisión controvertida del jurado, quedaste segunda. Dicen que el público te ubicaba como ganadora. Me parece que encarnas a cabalidad el quinto principio de la Declaración de Paz del Hip Hop: presentar siempre los mejores trabajos e ideas a través del desarrollo de habilidades y un sentido del propósito. ¿Tienes realmente un compromiso con la cultura hip hop en su sentido amplio, o es solamente un medio de denuncia?
Sí, en 2017 resulté finalista de una batalla importante de free style que se realizó en La Habana y que incluía a grandes exponentes de la improvisación a nivel nacional. En aquella ocasión, como casi todas las veces en este tipo de competencias, solamente participamos dos mujeres, y tuve la oportunidad de ser la primera mujer en Cuba en colocarse en finales. Aunque, francamente, esperaba ganar el campeonato, y no fue así. El público me demostró su apoyo todo el tiempo, y mucha gente no quedó contenta con la decisión del jurado; tampoco yo, pero fue una gran experiencia para mi crecimiento como artista, pues era la primera vez que tenía un reto serio en el free style.
Mis inicios en la música comenzaron desde edad muy temprana, mis padres me llevaban a la iglesia y allí había un coro de niños en el cual no tardé en integrarme. Durante mi infancia estuve en varios coros al mismo tiempo. En ocasiones los profesores me ponían a elegir en cuál coro quedarme, porque era imposible estar en más de dos ensayos en el día y a veces las presentaciones se me juntaban.
La música siempre fue mi pasión, aunque no la estudié. Todo mi desarrollo en el arte fue empírico. En la adolescencia no continué cantando, aunque quería; no tenía opciones para hacerlo, pues mi familia no tenía dinero para pagar mi educación en una escuela de arte. Las becas que ofertaban en las escuelas ya estaban de antemano predestinadas para hijos de profesores o funcionarios de la institución, y comprar una beca era muy caro para nosotros.
No retomé la música hasta mucho después, cuando empecé a hacer rap ya con 19 años. Básicamente, fue una necesidad de expresión por el contexto tan difícil en el que me encontraba.
Mi relación siempre fue con la música, no con la cultura hip hop como tal. Yo, de rap, solo conocía a Los Aldeanos, y tampoco los había escuchado mucho porque estaban censurados, y yo no tenía en mi casa equipos ni bocina ni nada. Puedo decir que tengo pocos referentes en ese sentido y que mi rap fue natural y por necesidad.
Cuando escribí mis primeras canciones no tenía idea de lo que significaba el hip hop como cultura, solo era yo hablando de mí y de cómo me sentía. Obviamente, esto fue cambiando con el tiempo, y hoy puedo decir que me considero parte de esa cultura en su amplio significado, y que estoy comprometida no solo con la música, sino con el hip hop como herramienta de cambio.
Interesante. Es la historia de una acogida, y se nota que has venido a aportar. La biografía siempre es importante en la obra, inseparable casi. Varios medios se han hecho eco de tu placa Comunistas millonarios (2020), que se puede encontrar libremente en YouTube y SoundCloud. El hecho de que haya sido publicitada el 13 de agosto parece un gesto consciente de rompimiento con el culto a la personalidad de Fidel Castro; sin embargo, el título y la letra se oponen frente a frente: por un lado, lo de comunistas millonarios pudiera ser una acusación casi trasnacional, y por otro, la lírica narra miserias del terror cubano no solo explicables por la figura del dictador autóctono. ¿Importa que tu mirada sea desde México?
Creo que Comunistas millonarios es mi canción con mayor alcance hasta el momento; eso me hace pensar que el mensaje fue captado y llegó al público correcto: en este caso, a los cubanos dentro y fuera de la Isla, personas exiliadas o que sufren la dictadura comunista. Conscientemente, quise lanzarlo el día del cumpleaños del fallecido dictador Fidel Castro, porque es un día en el que siempre se le ha rendido culto y tributo por parte del Partido Comunista y sus seguidores. Me pareció la fecha ideal para visibilizar la verdad de lo que se vive y se ha vivido en los países dominados por dictaduras comunistas.
La perspectiva que muestro en el tema es basada completamente en mi experiencia de vida dentro de Cuba, y no solo la mía sino también la de familiares, amigos y comunidad. La miseria, el hambre y la represión que narra el texto, no es más que la realidad que intentan ocultar en los medios de difusión, no solo de Cuba sino también de Latinoamérica y muchas partes del mundo. Es de suma importancia que esta realidad se conozca para alertar también a las masas y comunidades fuera de Cuba.
El título de la canción busca mostrar la gran distancia que existe entre un funcionario comunista y el pueblo de a pie; por eso en esta ocasión busqué hacer un contraste entre el video, el título y el texto.
El audiovisual, irónicamente y en contraposición al texto, fue filmado en una locación muy lujosa; al inicio del tema se observa también la presencia de un helicóptero y de varios elementos que dan a entender un nivel económico elevado. En la segunda parte se aprecia una locación como en ruinas, mientras narro todas las tragedias que se viven en mi país de origen y acuso directamente a los líderes y al Partido Comunista de recibir, solo ellos, el financiamiento, a la vez que llaman mercenarios a los cubanos que reciben dinero del exterior.
Estos mismos funcionarios y dictadores son capaces de sentarse a hablar en televisión sobre crisis alimentaria y racionar la comida al pueblo con la famosa libreta de abastecimiento, mientras la mayoría de ellos tienen enormes barrigas y gozan de grandes privilegios: sus hijos y cercanos tienen grupos de música y si quieren ser artistas lo son, y reciben toda la promoción que no recibe ninguno de los artistas censurados por los Decretos 349 y 370, que condenan la libertad de expresión y el arte independiente dentro de la Isla.
Personalmente, no he conocido a nadie de ideología comunista que se encuentre en situación de pobreza: todas las personas que difunden esta ideología están sentadas encima de un privilegio, y la mayoría de ellos viven en países democráticos y no han visitado ni han vivido en países bajo este tipo de regímenes. Suele suceder que van de vacaciones, o en muchos casos a estudiar a Cuba (donde el régimen cobra millones por este tipo de convenios, hechos obviamente para llenar sus cuentas personales y adoctrinar), y a partir de ahí difunden una realidad que no existe, basada simplemente en lo bien que la pasaron.
Yo creo que el hecho de estar en México me inspiró mucho más a hacer este tema. México es uno de esos países que votó por un líder que en más de una ocasión ha exaltado la imagen de Fidel Castro y ha expresado su admiración hacia él, hacia el Partido Comunista, demostrándole total apoyo a Díaz-Canel. El actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como tantos otros desgobiernos de izquierda, se ha hecho cómplice de la trata y la explotación a la que son sometidos los médicos cubanos en misiones internacionalistas.
Basándome en esto, y en la manera que están siendo tratados los migrantes cubanos por las autoridades del gobierno de López Obrador en la frontera México-Estados Unidos, decidí dirigir también el tema a todo aquel latinoamericano que tenga en mente votar por candidatos de izquierda simpatizantes con el régimen de La Habana o con cualquier otro dictador. Como Ernesto Che Guevara, que es una figura muy admirada por la izquierda latinoamericana y que sabemos todo el daño que causó en Cuba a la comunidad LGBTQIA, a artistas, a religiosos (y eso sin entrar en los fusilamientos cometidos por él y por los líderes del Movimiento 26 de Julio).
Nada, creo que era necesario el desahogo y dar esta visibilidad. Aquí en México llegas fácilmente a cualquier estudio de grabación o a la casa de un amigo y muchos tienen imágenes con el rostro del Che, algo que para un cubano exiliado es muy fuerte.
Keren Kmanwey.
Siempre se les pregunta a los músicos sobre sus influencias musicales (una que me parece evidente: Comunistas millonarios parece acabarse de pronto, cerca del minuto tres, y reinicia de una manera que me recuerda mucho a David DʼOMNI), pero tú bebes de muchas más aguas: de una militancia feminista, por ejemplo, de una solidaridad con Latinoamérica con el #seteníaquedecirysedijo. ¿Qué más hay ahí? ¿Algún pensador, una experiencia vital?
Cuando yo aún no cantaba rap, cuando todavía vivía en Camagüey y era una adolescente, escuchaba algunas canciones de David DʼOMNI y Paso Firme. Me gustaba también mucho el disco Polvo de la humedad (2011) de Danay Suárez, y algunos temas de Los Aldeanos. Yo trataba de escuchar toda la música posible que me llegaba de algunos amigos mucho mayores que yo y que estaban vinculados de alguna manera al arte. Así que escuchar música, en ese contexto, se convirtió en mi pasión más grande.
David siempre fue de mis preferidos, sobre todo por lo experimental de su música y el tipo de poética en sus canciones, así que no dudo que se aprecie cierta influencia en algunos de mis temas. Aunque, para ser franca, rap es lo menos que solía escuchar. Siempre me gustó mucho la música en general, sin discriminar géneros musicales.
Después llegué a La Habana y me topé con la música de Explosión Suprema. Etián también fue una escuela para mí. Y así sucesivamente: fue llegando a mí mucho rap cubano, y lo consumo más que cualquier otro, aunque después de mi viaje me he cargado de nuevos estilos a la hora de expresarme, estilos que no son propiamente cubanos pero que son parte de lo que estoy viviendo y de las nuevas culturas que he tenido la oportunidad de conocer.
Yo vengo de un país tan machista como cualquier otro país de Latinoamérica, donde las mujeres tampoco tienen derecho a nada y son violadas, acosadas, violentadas y asesinadas como en cualquier lugar. Mi solidaridad con esta causa es hacia mí misma como mujer. Sería hipócrita e ignorante de mi parte que, siendo mujer, no me sienta mal con lo que venimos viviendo por siglos.
Ahora bien, vivir en México cambió mi panorama de las cosas. No es un secreto la situación especialmente violenta en la que se encuentran las mujeres en este país. Hay muchas mujeres y niñas desaparecidas, y que nunca aparecen, y tampoco se toman medidas por parte del gobierno para que termine de una vez esta violencia a la que estamos expuestas. En México, si eres mujer, sales a la calle a cualquier hora, en cualquier parte del país, y no sabes si vas a volver viva a casa. Entonces, chocar con esto me hizo sentir que, desde mi lugar, lo mínimo que puedo hacer es pronunciarme al respecto y ser empática con la situación. Aunque no comparto al 100 % todo lo que plantea la agenda feminista, considero necesario el movimiento.
Por lo general toda la música que hago parte de mi experiencia, de mis contextos y de mí misma como individuo. No hay pensadores específicos o libros que te pueda decir que leí y me inspiraron, pero sí personas, momentos, lugares y circunstancias que me hacen expresar mi sentir, y para que se me entienda trato de usar el lenguaje de la forma más cercana a quien va dirigido el mensaje. “Se tenía que decir y se dijo” es una frase muy popular en México, en redes sociales, así que decidí usarla para acercarme al público mexicano y lograr captar la atención de la gente; a veces suelo incorporar palabras o frases populares en mis temas, para tener este gancho más personal con quien me escucha.
Muchos artistas cubanos encontraron en México un éxito que en Cuba parecía imposible. En tus respuestas anteriores están más o menos implícitas las diferencias entre producir música en Cuba y en México, pero quiero preguntarte directamente: ¿qué diferencias y semejanzas hay en la producción musical?
Mira, en Cuba a mí se me dificultaba demasiado producir, mucho más que a cualquiera. Mi situación era precaria de verdad: venía de Camagüey, no tenía casa, tampoco me daban trabajo por no ser de La Habana. Yo había empezado a hacer rap en La Habana y no conocía a nadie del medio que me pudiera guiar. Tenía nada más una computadora vieja, y con eso escuchaba algunos beats de Internet y escribía canciones. Así escribí mis ocho primeras, que son parte de un mixtape llamado No me despierten, el cual fui grabando poco a poco en el estudio 18A16 con Malcoms Justicia, que me dio la mano en aquel momento.
Esas canciones solamente están en SoundCloud, porque casi ningún instrumental es original y fueron producciones muy independientes con videos muy caseros; excepto el 99, que se grabó aquí en México y tiene más calidad visual. Esos fueron mis primeros temas, hechos con mucho sacrificio, sin ningún dinero, yo no tenía para pagar estudios ni beats y Malcoms fue la persona que se brindó para ayudarme a grabar. A la par de este mixtape grabábamos también el disco ¡Ño!, que resultó ganador del Cubadisco en 2019.
En esos tres años que estuve en La Habana alcancé a grabar esas canciones y algunas colaboraciones inéditas, pero no tanto como hubiese querido. La situación era realmente dura para mí, sin una economía que me respaldara y que me permitiera acceder a estudios de grabación o a productores. Ni siquiera tuve redes sociales hasta que salí de Cuba por primera vez. Luego, estando ya en México, empecé a subir todo mi contenido y a producir más.
En México se me hizo mucho más fácil acceder a todo, aprendí a manejarme mejor, a conocerme más como artista, adquirí madurez en muchos aspectos y también conocí gente dispuesta a colaborarme más. Fuera de Cuba uno tiene mucha libertad para crear y para expresarse; también hay más medios e información para perfeccionar el contenido y sentirte más feliz con lo que quieres lograr; las cosas no tienen precios inflados, si te quieres trasladar a un estudio de grabación lejano hay un transporte que te permite llegar a allí. Muchas veces, en Cuba, yo iba a grabar a la casa de Malcoms y no podía llegar porque no había transporte. Todos esos factores te entorpecen para realizar cualquier tipo de labor.
Estar fuera de Cuba me dio la oportunidad de trabajar con productores que hacen música original para mí y que yo puedo colocar en todas las plataformas sin ningún problema; me abrió espacios para hacer mis conciertos, y para organizar eventos con artistas de Cuba también. En La Habana los espacios para cantar en vivo eran muy pocos, y estaban dominados por una escena masculina. En México también es así, pero hay mucha más apertura en el sentido de que tienes opciones para realizar tu arte.
Semejanzas no encuentro muchas, verdaderamente. Son culturas tan distintas, que hacen distintos todos los procesos.
Me gustaría volver sobre tu experiencia como cubana exiliada (¿te identificas así?) que a veces se encuentra con un imaginario revolucionarista fetichizado. Hablaste de la imagen del Che en casa de amigos. ¿Cómo la describirías, cómo te (des)activa?
Claro que soy una cubana exiliada; salí de Cuba y me vi obligada a quedarme, al igual que muchos otros cubanos. La situación económica y la represión me obligaron a abandonar nuestra tierra a la primera oportunidad de libertad.
Yo cargo con todo el sufrimiento de Cuba y de mis hermanos. Me duele cada crimen cometido por la dictadura y sus aliados, y condeno a todas esas personas que han validado a esa dictadura de una forma u otra.
El Che, como tantos otros, fue parte de eso; una parte importante, diría yo, porque fue el extranjero que más cubanos fusiló cuando triunfó Fidel Castro. Entonces es difícil para alguien como yo, que conoce bien su historia, llegar a lugares donde tengan imágenes de esa persona y tener que lidiar con eso. A veces me tomo el tiempo de explicarle a la gente por qué rechazo la figura del Che, pero a veces simplemente no tengo ganas, porque duele hablar de eso y tener que repetir la historia una y otra vez…
Es tanta la desinformación que tienen las personas, que llegas a cansarte de tanto explicar lo mismo. Así también con la situación de Cuba: hacerles entender por qué es una dictadura, y por qué tengo un asilo político. Son cosas muy difíciles de comprender para personas que viven en países democráticos.
¿Cómo explicar que la comida está racionada por una libreta? ¿Cómo explicar que en las tiendas no hay productos básicos? Que no hay medicamentos, que no puedes cantar o ser periodista independiente o comer langosta (siendo Cuba una isla), o que no puedes regresar a ver a tu familia por el miedo a que te pase algo o no te dejen salir más… Para una persona que no nació allí, es muy difícil entender eso y muchas cosas más. Pudiera terminar mañana de hablar de todos nuestros problemas, y aun así no entenderían nada.
Gracias a los medios, se ha construido una falsedad sobre Cuba a nivel mundial. Sobre todo en Latinoamérica, muchos países han sido cómplices del régimen, mucha gente y muchas organizaciones internacionales. Se ha manipulado mucho a la gente, al punto de que para cualquier cubano exiliado se convierte en una tortura tener que escuchar falacias como “los medios de Cuba son los mejores”, o “la Revolución Cubana”, y así; frases del tipo que te dan ganas de escribir canciones como Comunistas millonarios.
Creo que esa es la mejor manera de que se sepa la verdad: mediante el testimonio, y dejar ese miedo que nos han inculcado. Pues aun después de salir, tenemos miedo de hablar. Eso tiene que acabarse. Los cubanos merecemos tener voz, no importa si es dentro de Cuba o fuera; lo importante es hablar para, juntos, mostrarle al mundo la realidad y ser escuchados.
Vi que recientemente fuiste invitada al lanzamiento del Concurso Revelando Represión, con Alain y DJ Demis. ¿Cuáles son tus miedos y tus fortalezas?
Sí, fui invitada por Cubalex para lanzar el Concurso Revelando Represión, y no dudé en aceptar. Considero muy importante este tipo de iniciativas con finalidades tan concretas; en este caso: el hecho de que queden registradas las caras de las personas que reprimen al pueblo.
En cuanto a la libertad de Cuba, siempre podrán contar con mi colaboración en cualquier proyecto que tenga intenciones nobles.
Yo me siento una mujer muy fuerte. Primero, porque siempre he sido así, y segundo, porque he vivido en una dictadura y tuve que esforzarme mucho para poder salir de ella. El hecho de ser más pobre que la mayoría me obligó a trabajar el doble para poder alzar mi voz mediante la música.
El proceso tan duro que viví en Cuba, y después como migrante una vez que salí, son situaciones que me han hecho querer superarme. He tenido que madurar en muchos sentidos, desde joven, para poder perseguir mis sueños y cada meta. Mi único miedo sería no poder cantar un día, o perder mi libertad. La música y mi libertad son lo único que tengo, y lo que más aprecio.
Fotos: © La roja
David D’OMNI: “Intentar ser libre en Cuba, una especie de maldición”
Conversar con un OMNI de ZonaFranca siempre es un desafío, e Hypermedia Magazine tuvo a bien convocarlo. Desafío en cuanto al carácter agonista y trascendentalde los miembros de este proyecto, que se obstinan en afinar sonido, poesía, cuerpo y performance en la nota bondad-belleza-verdad.