Destacado por varias publicaciones como una de las figuras más representativas de Cuba en 2017, Luis Manuel Otero Alcántara (La Habana, 1987) es un creador cuya obra se asienta en las relaciones del arte con la política, quizás algo difícil de eludir en un país enmarcado permanentemente por los vínculos entre esta y el resto de los componentes sociales.
Autor de varias intervenciones públicas en las que destaca la línea que divide a una población cada vez más empobrecida y con menores oportunidades, de esa otra reservada a la élite en el poder y que comprende lujos y viajes al exterior, Otero Alcántara ha devenido un artista cuya obra es un interrogatorio sistemático al poder. Actividad sin dudas peligrosa, pues los regímenes totalitarios no suelen darse al diálogo, mucho menos, responder preguntas incómodas.
Ha sufrido arrestos, registros en su domicilio, acusaciones por delitos comunes —esa herramienta tan eficaz para disminuir al adversario ideológico—, y, por supuesto, la permanente vigilancia de un sistema al que comienza a resultarle ya muy incómodo.
Bajo el título de #00Bienal de La Habana, Luis Manuel Otero Alcántara ha convocado para mayo de 2018 una cita independiente de las artes visuales. Este evento nace a partir de la decisión del Ministerio de Cultura de posponer un año más —bajo el argumento de la situación económica tras el paso del huracán Irma— la XIII Bienal de La Habana, el principal acontecimiento de la plástica en la isla.
Tras el anuncio de esta convocatoria, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba hacía saber a sus miembros, en un boletín interno, de la conveniencia de mantenerse alejados de ella y de la presencia tras la misma, de “algunas personas inescrupulosas”. El nombre de Luis Manuel Otero Alcántara era camuflado así bajo el insulto y el demérito.
Hypermedia Magazine ha querido conversar con el artista, no solo sobre este proyecto, sino además sobre su formación, las actividades del Museo de la Disidencia —institución independiente que dirige— y sobre el significado y las consecuencias de su obra en el contexto político cubano.
¿Cuál es tu formación como artista?
Desde niño tenía preocupaciones artísticas, hacía esculturas en madera sin más información que la intuición, y la práctica me proporcionó el dominio de la forma en cualquier material.
Pero fue realmente a los 16 años, durante el servicio militar, que tuve conciencia de que existía el arte y toda una estructura de academias a su alrededor. Yo pasé solo un año de servicio porque tenía una carrera universitaria, Cultura Física, pero mi verdadera intención era entrar en San Alejandro; solo que el año en que apliqué cerraron el curso para trabajadores y al ISA no se podía acceder sin haber pasado antes por un nivel medio.
Mi carrera como artista tuve que comenzarla desde lo outsider. Si algo me ayudó es que en Cuba los superartistas son muy accesibles, puedes intervenirlos en talleres públicos o en la calle, o en una cita privada; algo que te permite dialogar sobre tu obra.
¿En qué momento comienza el diálogo entre tu obra, los conceptos que manejas en ella, y el entorno ideológico del país?
Yo pienso que el artista y su obra no están separados ni ideológica ni estéticamente. Son un solo ente. Se trata más bien de un proceso donde uno madura, va perdiendo miedos y alcanzando mayores conocimientos ideoestéticos y políticos.
La preocupación por los pobres, los negros y algunos problemas sociales se aprecia en mi obra desde que tallaba madera. En mi primera exposición personal, Los héroes no pesan (2011), hice una gran instalación con una treintena de veteranos de la guerra de Angola, todos mutilados y frustrados, e invité a varios ex combatientes a la muestra.
La molestia con los males de este sistema ha sido siempre un eje fundamental; la visibilidad de mi trabajo y de estas preocupaciones es un logro de mi resistencia y de mis continuas búsquedas estéticas.
¿Cómo entiendes la dualidad política y creación artística?
Como te decía, la obra de un artista no debe estar separada de este. Somos seres políticos.
El arte es un oficio, como la carpintería o la medicina. Su peculiaridad consiste en que tiene el poder de servir para muchas cosas, es un espacio estético-ideológico que logra construir ficciones o realidades capaces de convocar a millones a una plaza.
El arte está en todo: en las novelas que te hacen llorar, en los cuadritos kitsch de una casa o en las esculturas de santos deformes —por su supuesta mala calidad de elaboración— que observamos y conservamos a diario y a los cuales le depositas la fe.
La imagen logra sensibilizar a un sinnúmero de personas, por eso los gobiernos la usan (los Papas pagan millones por esculturas de santos hiperbellas) o le temen mucho, al punto de matar artistas.
La cota entre el arte y la política la ponen los mismos creadores; son ellos los que se sienten comprometidos con una manera específica de hacer, ya sea pintar flores o convocar a una manifestación.
¿Por qué decides apartarte del circuito nacional de las artes visuales, provisto de galerías, instituciones, medios de prensa?
Yo no decido separarme, es el circuito quien lo decide. Cuba es un país totalitario: si estás en contra de la ideología imperante intentan desaparecerte socialmente.
En un principio, al poseer el estigma de ser autodidacta —un lastre para la carrera de un artista, tanto en Cuba como en el resto del mundo, desde el punto de vista de las posibilidades reales de inserción— decidí tomar las calles con mis esculturas, algo que me brindó cierta visibilidad y, por supuesto, el llamado a participar en varios eventos institucionales. Pero en la medida en que fui teniendo un discurso más crítico y progresista, más invitaciones se cerraban. Así que fui localizando espacios de reunión con carácter masivo y de mayor libertad; y es ahí donde encuentro los gestos y las acciones artísticas, que tienen en la escena pública y en las redes sociales una importante visibilidad.
Ahora mismo estoy censurado en la isla, pero en este punto de mi vida no me interesa en lo absoluto. Si me convocan a un proyecto interesante, participo. Yo no estoy fajaʼo con ellos, son ellos los que se fajan conmigo. Yo solo quiero un espacio de libertad y de diálogo.
¿Por qué un Museo de la Disidencia?
Hace unos días hablábamos en el Instituto de Artivismo Hannah Arendt, organizado por Tania Bruguera, sobre la tendencia en el mundo a que los artistas hagan instituciones, que más que instituciones son gestos que se apoderan de toda la construcción cultural que se teje alrededor de ellas, para criticar su mal funcionamiento y demandar cambios radicales al interior de las mismas.
Yanelys Núñez y yo llegamos a la idea del Museo por pura necesidad. Muchas veces las obras de arte son consecuencia de nuestro diálogo inconsciente con el entorno territorial o mundial —a uno le molesta la escasez de agua y hace una obra con eso, y luego con el tiempo puede resultar que era todo un visionario que logró comprender los problemas relacionados con el medio ambiente— pues todos estamos conectados. Siempre que seamos honestos, nuestras espiritualidades se conectarán con las necesidades del otro.
El Museo de la Disidencia es una institución que pensamos imprescindible para impulsar el diálogo sobre el futuro del país, no solo entre los cubanos de la isla sino también entre los que están fuera.
Partiendo de borrar los límites entre héroes y disidentes impuestos por el gobierno, cuestionamos y deconstruimos la manipulación de palabras y de símbolos.
¿Entiendes a Fidel Castro como un disidente?
Pienso que Fidel en algún momento fue un disidente, según la Real Academia de la Lengua Española.
¿Cuáles son las perspectivas de una institución independiente en un país esencialmente controlado por el Estado?
Un amigo muy querido, Amaury Pacheco, Omnipoeta, dice que los artistas somos los encargados de nominar, señalar algo. Luego vienen los científicos a dar forma a muchas de estas ideas que surgen de la espiritualidad conectada con un mundo mágico. Bajo esta premisa, puedo pensar que muchas de estas instituciones creadas por artistas desaparecerán, pero se convertirán en precedente y serán un stop o un mecanismo de evolución para las malas maneras de funcionamiento del Estado.
Algo importante es que instituciones como el Museo son hijas de espacios anteriores que labraron el camino. Bares clandestinos como Bajo las Estrellas, galerías como Espacio Aglutinador, Cristo Salvador Galería, Riera Studio, entre otros gestos independientes de los 80 y 90 que no conozco, contribuyeron a que el Gobierno tenga menos control sobre nuestros espacios —sobre todo los mentales.
¿Por qué una Bienal independiente?
La #00Bienal de la Habana surge como una respuesta inmediata a la suspensión temporal de la Bienal de La Habana “oficial”, por llamarla de una forma (ya que un gran porcentaje de este evento tiene lugar desde hace mucho tiempo por el impulso de los artistas, curadores, teóricos, de forma independiente).
Para muchos artistas y público en general, la Bienal es una megaevento que realmente une al pueblo con el arte. Para los creadores y gestores culturales, es una oportunidad de generar espacios de diálogo con el mundo, de que se conozcan sus trabajos o de vender algo. Para la gente es todo un espectáculo que entra en sus vidas y le cambia un poco el horizonte. Partiendo de esto, nos insultó mucho que suspendieran la Bienal sin contar con los artistas, que somos los verdaderos generadores de este evento, y sobre todo por la burda justificación planteada.
Teniendo como bandera que la Bienal es patrimonio cultural de los cubanos, creímos que no debía suspenderse y nos reunimos un grupo de artistas y curadores para organizarla con nuestros recursos. Desde entonces han transcurrido ya varios meses, y lo que nació como un gesto artístico se ha transformado en un proyecto con muchas personas interesadas en participar y en ayudar en su organización.
Las Bienales siempre han sido promovidas y financiadas por el Estado. Que declares la independencia de estos eventos del aparato estatal, ¿no las convierte en sucesos disidentes? ¿Crees que el Estado llegue a permitirlo?
Nosotros no queremos arrebatarle el evento al Estado ni queremos un proyecto que esté en contra de la Bienal oficial. Nosotros solo enunciamos: si el Gobierno no puede hacer la Bienal por problemas económicos o porque tiene cosas más importantes que atender (aunque salvar la cultura sea una prioridad), nosotros, los artistas que tenemos un compromiso con el arte y la sociedad, vamos a usar nuestra imaginación para sustituir las carencias materiales por un buen producto cultural y así no dejar morir este evento, pues ¿te imaginas que el próximo año venga otro ciclón? ¿Cuándo hacemos la Bienal? ¿Cuando el clima sea perfecto? Si nos guiamos por el fenómeno El Niño y los cambios climáticos, creo que nunca la volveremos a hacer.
No pienso que la #00Bienal sea un evento disidente porque está a favor de todo lo que es la Bienal de la Habana oficial, aun cuando nuestro proyecto pretenda incorporar nuevos procesos de trabajo como la plataforma online como escenario de exhibición.
Lo que sucede es que en estos tiempos las personas tenemos que tomar la iniciativa. Durante mucho tiempo el Papá Estado todo lo solucionaba y fuimos criados como hijos mongos. Es hora de despertar y recuperar la fe en un futuro para Cuba y construido por Cuba.
¿El Estado permitirá la #00Bienal? Todos se preguntan eso debido al miedo. Yo propongo partir de la utopía en tiempos difíciles, y por si al final me pasase algo a mí o al equipo de organización, debemos procurar que el evento sea algo autónomo para que sobreviva por encima de cualquier líder.
Pienso que no paralizarnos por ese miedo a perder a mamá o papá y al qué pasará, es parte de la filosofía del cambio que queremos.
Si al final es imposible que suceda la #00Bienal, yo estoy y seré feliz, porque ya el gesto comenzó desde que cada persona sabe de este evento y de los sucesos relacionados. Lo que pase, bueno o malo, será otro paso en el camino hacia el futuro de Cuba.
Al leer sobre esta intención, lo primero que viene a la mente son los artistas visuales cubanos vinculados al entramado cultural del gobierno, gente por lo general en deuda con el poder. ¿Crees que estos artistas podrían apoyar una Bienal de las Artes Visuales independiente de ese poder al que le están (o estuvieron) tan agradecidos?
El mundo del arte en Cuba es supergrande y diverso, y las relaciones poder-artistas, muy particulares. Yo pienso que tanto artistas, opositores, como la gente de a pie, en sentido general, le agradecemos algo, por muy mínimo que sea —aunque muchos no lo reconozcan— al gobierno cubano. Y esto se repite en todos los países del mundo.
Luego, partiendo de que este evento no es en contra del oficial sino que intenta sacar a flote las mejores intenciones que durante años muchos intelectuales y artistas han puesto en la Bienal, y sobre todo desde la idea de generar un evento inclusivo, desde el arte, sin predisposiciones ni condicionantes políticas, cada artista se sentirá libre dentro de sus posibilidades económicas y sociales. Aunque no se debe olvidar que estamos en Cuba.
Nos interesa todo, desde la pintura más fresa hasta el desnudo más radical.
Hemos logrado obtener el apoyo de muchos artistas e intelectuales, tanto consagrados como jóvenes, entre ellos se encuentran Lázaro Saavedra, Coco Fusco, Tania Bruguera, Sandra Ceballos, Marrero, Gerardo Mosquera, el grupo Serones, el Chino Novo, Leandro Feal, José Ernesto, Yuri Obregón, entre otros.
¿Realmente existe el respaldo suficiente para anunciar que las artes visuales en Cuba, aunque sea solo a través de un evento, pueden existir más allá del Estado?
El arte en general existe más allá del Estado. Es por eso que el gobierno le teme tanto y quiere controlarlo, algo imposible porque el arte es constante creatividad y cuando uno piensa que se acabaron los posibles escenarios de existencia para un gesto artístico, ahí aparece un loquito con nuevas propuestas.
Sin embargo, en Cuba las artes visuales tienen una confabulación morbosa con el Gobierno, la cual posibilita que el artista genere, más allá del control, sus propias iniciativas de promoción y comercialización. Algo que no se evidencia solo ahora con la proliferación de espacios independientes, sino desde mucho antes.
Pero que los artistas se interesen menos por las instituciones oficiales no significa que el Estado haya dejado de dirigir las políticas del arte. Si se hace este evento es porque el Estado lo permite, ya que puede generar una estructura represiva y no dejar entrar ni salir a nadie ni de sus casas. Y si algo como esto sucede, será también parte de la #00Bienal y para nada nos sorprendería.
Muchos artistas visuales cubanos han disfrutado de prebendas y de libre acceso al mercado, lo que les ha permitido generar ingresos —muchas veces cuantiosos— por su obra. ¿Has recibido ofrecimientos monetarios de artistas visuales cubanos para garantizar el éxito de esta Bienal independiente?
Hasta ahora hemos recibido el apoyo monetario de muchos amigos, entre ellos Coco Fusco, Tania Bruguera y Ángel Delgado, pero tenemos muchas propuestas aún pendientes.
De alguna manera estás obligando al Estado a ofrecer una respuesta, y sus respuestas por lo general suelen ser de fuerza. ¿Qué imaginas por parte del Estado? Llegada la hora cero, ¿tendrá lugar la Bienal independiente?
En Cuba hay algo que todo el mundo sabe y es que cuando a un artista lo censuran hay toda una estructura mediática que lo apoya y lo protege haciéndolo popular, con la cual yo estoy de acuerdo y que me favorece desde cierto perfil, porque no me gusta estar preso, eso es muy desagradable, y además porque me gustaría que mi trabajo fuera expuesto en mi país para mi gente.
Pienso que lo que salva a un artista o a cualquier persona es su obra y cuán honesto es. Si cumples como un monje con esto, al final el Dios Arte siempre te premia en tus ambiciones y excentricidades humanas.
En el caso de este evento, nosotros queremos que pase. Recientemente, dentro de nuestros momentos de felicidad extrema, estuvo la presentación de la antología El compañero que me atiende, de Enrique del Risco, que tuvo lugar sin la intervención de la Seguridad del Estado. Y esto es lo que deseamos para la #00Bienal: que se logre como espacio de libertad creativa y humana.
Llegada la hora cero, queremos, luchamos, confiamos y pensamos que será posible.
¿No te asusta tu suerte?
Soy de las personas más felices del mundo aun cuando me han metido preso sin razón legal alguna. Y aunque tengo problemas con mi familia y con amigos — por lo que genera mi arte, las personas tienen mucho miedo y temen que algo malo pueda pasarme—, soy feliz porque en mi pequeño mundo de infante soy libre de decir lo que quiero y hacer lo que quiero. Cuando un poder superior me frustra algo, el arte es ese juguete que llena el vacío y a la vez es el mismo juguete que hace a mucha gente soñar con un futuro mejor.
Ahora mismo no me asusta nada. Encontré un sentido para mi arte y es el de ayudar a la gente.
Cuando uno hace una performance o una escultura y mucha gente desde su rincón llora o sonríe, yo puedo morir en ese momento. Para mí, los humanos somos aves de paso y tenemos que ser felices este poco tiempo que nos toca de placer terrenal.
¿Y no estás condenando con ello tu obra?
La obra no es un animal doméstico o un hijo, en los que puedan incidir perjudicialmente nuestras acciones del presente. Mi trabajo es lo que pienso y soy ahora mismo. Aunque en el camino no deberíamos cambiar en nuestra esencia, si mañana ocurre así, mi obra será su reflejo. Lo que siempre intentaré es ser honesto y que el amor, y no el odio, acompañe mi corazón.
Mañana puedo ponerme a pintar flores o suicidarme como parte de una obra, pero te doy fe de que seré todo el tiempo consecuente.
Hablemos del futuro, ¿qué planes tienes?
Bueno, ahora mismo la #00Bienal; no me enfocaré en nada más para que salga todo bien y organizado, pero antes, si el Estado cubano lo permite, iré con Yanelys Nuñez a una exposición colectiva en el Centro Pompidou. Allí presentaremos el testamento de Fidel, que encontré luego de que el susodicho me saliera en un sueño y me dijera dónde estaba.
Luego de todo eso, no sé qué me depare el futuro inmediato, solo sé que me encontrará haciendo arte por la gente.
Luis Manuel Otero Alcántara: un reporte personal
¿Quién es Luis Manuel Otero Alcántara? ¿Artista, disidente, payaso, genio rebelde, provocador, seductor, arriesgado, desequilibrado? ¿Sus acciones son consideradas “arte”? Soy testigo de que, ante cada detención arbitraria por parte de la policía política, Luis Manuel Otero genera ideas más frescas.