Una profesión (casi) desconocida

A raíz del Premio Caracol en la categoría Diseño de Banda Sonora, otorgado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba a Sheyla Pool, por su labor en el multipremiado filme Últimos días en La Habana, de Fernando Pérez, aprovecho para entrevistar a esta joven y muy talentosa cineasta.

Nos conocimos durante el doblaje de una película, pero antes había escuchado hablar de ella. Su nombre me era cercano aún sin conocerla, corrían los rumores acerca de su obra. Shey, como la llaman sus amigos, tiene también una simpatía muy especial y un gran sentido del humor.

Agradezco el tiempo que ha empleado en responder a mis preguntas vía email.

Shey, sería bueno que contaras un poco a Hypermedia Magazine sobre tu formación, tus estudios…

Hice la carrera de Medicina dos años y como desde siempre me gustaba contar historias, agarré unos cuentos que había escrito y fui a la Facultad de Artes y Letras. Allí me encontré con Salvador Redonet, quien los leyó y creo que no vio demasiado descabellada la posibilidad de admitirme en Letras. Salí de Medicina cuando finalicé el segundo año y el próximo curso ya estaba ingresando en el primer año de Filología Hispánica. Estudié los cinco años y, después de mi servicio social, decidí hacer los exámenes de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV). Me presenté por Guion, y tuve la suerte de ser aceptada.

Ya dentro de la EICTV decidí hacer un cambio a Sonido. Tuve varias razones para hacerlo, una de ellas, de las más importantes, fue querer hacer una especialidad que me permitiera estar aún más dentro del proceso creativo. Guion había sido mi elección, pero en ese momento sentí que no me satisfacía esta necesidad. Miré otras cátedras, como Dirección y Edición, pero ya estaban completas. No obstante, la Postproducción de Sonido me seducía tanto como estas dos, y sentía que desde ahí podía seguir contando historias. Me resultó fascinante.

Estudié dos años en la EICTV, desde 2003 a 2005.

Siempre resulta curioso, más bien morboso, y hasta necesario, conocer cómo lo hacen los otros. Ayuda mucho saber cuáles son, por ejemplo, tus referentes tanto en la música como en las bandas sonoras del cine, los directores que te han influenciado…

Mira, soy una persona que trata de escuchar y observar lo más que puede. Por supuesto, tengo mis límites; mi paciencia y tolerancia se activan en cuanto comienzo a escuchar algo que no me gusta. Ahí puede ser que comience la cuenta regresiva.

Me cuesta encontrar referentes claros porque tengo mis períodos musicales, depende de un estado de ánimo. Ahora ando muy sumergida en la música cubana y en Miles Davis, que siempre me activa, me estremece. Siempre tengo que regresar a Mahler: adoro su 5ta Sinfonía. Y la música africana y mi adorado Nusrat Fateh Ali Khan.

Por otro lado, tengo períodos en los que disfruto muchísimo del silencio. El más absoluto silencio porque, imagínate, puedo pasarme 12 horas editando diálogos o creando un ambiente o premezclando, todo esto significa 12 horas de “escuchar”.

Digamos que parte de mi “vida sonora” transcurre en gran medida dentro de las películas, así que a veces, y no es siempre, pero hay días que lo que quiero y necesito es el más absoluto silencio, salgo del estudio y hasta unos ladridos o unos gritos pueden enervarme. Hay otros días, por ejemplo, en que necesito simplemente una buena fiesta o un buen bar y estar rodeada de buenas y divertidas compañías. Todo depende.

En cuanto al cine que me ha influenciado, pues te soy sincera: no es que no exista, pero no lo tengo tan claro. Soy una cinéfila desorganizada y, como en la música, tengo mis rachas.

Disfruto sobremanera el cine de David Lynch, el de Fritz Lang, el de Hitchcock, el de Svankmayer. Soy una admiradora de Pasolini, Kubrick, Woody Allen, Fellini, Buñuel, Antonioni, Brillante Mendoza, Maya Deren, Won Kar Wai, Zhang Yimou, Imamura y Chen Kaige, Tomás Gutiérrez Alea, Nicolás Guillén Landrián, Sara Gómez, Apichatpong y Herzog. Me gustan muchos cineastas, por una razón o por otra.

Hace poco hice un pequeño ciclo de Ettore Scola, no vi todas sus películas, no las tengo, sino que volví a mirar algunas e incluí otras que no había visto. Me sorprendió mucho su capacidad para narrar tan exitosamente desde ciertos bordes, siento que es un director que cuenta desde zonas dramáticas y hasta cómicas muy delicadas y eso, pienso, es dificilísimo, solamente la autenticidad hace que las historias se cuenten de ese modo tan potente y a la vez tan particular. Una banda sonora que me impresionó, de sus últimas películas que he vuelto a ver, fue la de Una giornata particolare. El uso de la música y algunos efectos me parece precioso, dramático, verdaderamente de esos usos que dices “sí, le adiciona a la historia un nivel más”. Me encantó, me emocionó, me estremeció.

Y los diseños de banda sonora de David Lynch, me encantan.

Algo que sería bueno comentaras es sobre tus trabajos anteriores a Últimos días en La Habana, del que posiblemente sea el más importante director cubano vivo, Fernando Pérez. Esto debió ser muy especial para ti. ¿Cómo llegaste a su película? ¿Habías hecho trabajos grandes anteriormente?

Sí, antes de Últimos días en la Habana hice el diseño de banda sonora de Esteban, del director Jonal Cosculluela y la productora Maritza Ceballos. Antes había hecho todo el sonido, desde el directo hasta el diseño de Baracoa: 500 años después, un largo documental de Mauricio Vicent. Me atrevo a decir que cada una de las personas que estuvimos vinculadas a este rodaje lo recordamos como un momento hermoso. Baracoa tiene una magia inimaginable. Además he hecho el diseño de banda sonora de muchos cortometrajes y durante aproximadamente cinco años realicé el montaje de ambientes y efectos y la grabación de foleys de películas como Lisanka, Boleto al paraíso, La película de Ana, Verde Verde, Afinidades, Amor crónico, Conducta, etc. Una gran experiencia.

Que Daniel Díaz Rabelo, productor, le sugiriera a Fernando que trabajara conmigo es algo que le agradezco muchísimo. Daniel y yo tenemos una larga trayectoria de trabajo y no puedo menos que agradecer su confianza en mí. Trabajar con Fernando ha sido y es una experiencia especial. Él tiene una visión del mundo muy personal, tiene un sello, lo puedes sentir en su obra, y pienso que esto hace de él, como director y guionista, una persona inquieta, inconforme, pero abierto a la crítica, a las sugerencias, y a la vez todo eso filtrado a través de muchísima seguridad y equilibrio, de un saber lo que quiere.

Has realizado un corto documental que estuvo en la pasada edición del Festival de Sundance, y tienes además otros trabajos de ficción. Cuéntame sobre esa experiencia. ¿Participarás en otros festivales con estos trabajos? ¿Has recibido premios?

Sundance Institute lanzó una convocatoria, dentro del espacio Nuevas Miradas, de la EICTV, y yo presenté mi proyecto. Lo seleccionaron, junto a otros dos. Es interesante, porque mi inclinación hasta ese momento estaba más en la ficción que en el documental, pero fue una experiencia importante y muy hermosa. De ahí surge el cortometraje documental Great Muy Bien.

Aprendí muchísimo en el proceso, me divertí, sufrí, en fin, creo que pasé por todos los estados de ánimo, como en todo proceso creativo. Trabajamos con tres asesores, entre ellos Bruni Burres, cuya profesionalidad, su maravilloso carácter y su pasión fueron cruciales para que “Made in Cuba” (los tres cortometrajes finalizados) avanzara como lo hizo.

Nuestra premier fue en el International Documentary Film Festival de Amsterdam (IDFA), un evento bellísimo con un ambiente cinematográfico y creativo excepcionales. Antes estuvimos con nuestros work in progress en Sheffield Doc Fest, otro festival muy especial. Nuestra primera presentación en los Estados Unidos fue en Sundance y fue una experiencia interesantísima igual.

Es curioso, porque yo ya había filmado antes un corto de ficción que después de estar casi listo, decidí “dejarlo descansar”. Lo filmé en medio de mucho trabajo de sonido, en un receso que había tenido en una película en la que estaba trabajando en ese momento, de modo que en algún momento sentí que toda postproducción la había hecho muy apresurada. Así que dejé descansar Frágil y hace poco lo retomé y lo finalicé.

Es un corto de ficción que hice con la ayuda de mi familia y de algunos buenos amigos. Hay muy pocos fondos en Cuba donde aplicar con un proyecto así. Cuando decidí hacerlo, las fechas de convocatoria ya habían pasado, y yo no quería esperar más. Así que es un corto producido con presupuesto familiar y mío y con la ayuda de muchos amigos.

Edel Rodríguez (Mola), el diseñador, y que fue el diseñador del cartel de “Made in Cuba”, trabaja ahora en el cartel de Frágil, una obra serigráfica que desde los bocetos ya me encanta.

Great Muy Bien, por otro lado, ha tenido una presencia en varios festivales —Sydney Film Festival, Sao Paulo International Short Film Festival, Belo Horizonte Film Festival… y ahora en 2018 comienza su recorrido en el London Short Film Festival y su participación en el Our Shorts Their Shorts (OSTS) está confirmada— y como todo corto ha tenido un recorrido independiente, así como también lo han tenido los otros dos trabajos de la selección. La última participación que tuvo este corto documental en el Boston Latino International Film Festival (BLIFF), donde ganó el Best Documentary Short, lo cual fue una grata sorpresa. Otro momento de alegría para compartir con mi familia y con todas las personas que estuvieron involucradas en su realización y culminación.

Antes has dicho que escribías cuentos, pero contar de manera cinematográfica abre una nueva dimensión en cuanto al formato. ¿Hay alguna relación entre la manera en que narras literariamente y lo que haces a través del lente de una cámara?

Mi necesidad de contar historias no sé cuándo surgió, pero fue hace mucho tiempo. Provengo de una familia “fabuladora”: desde niña mi madre y mi abuela nos contaban muchas historias a mi hermano y a mí, nos contaban historias familiares, pero con esa manera de contar que te embelesa, donde hay emoción, risas, suspense. Historias bien contadas, digo yo. Mi madre además tiene un gran sentido del humor, a veces un humor muy negro, y eso influyó mucho en mi visión del mundo.

Contar es más que una pasión para mí: es algo inevitable, casi una deformación del carácter; es mi manera de aproximarme a lo que me rodea. A veces escribo esas historias, a veces las cuento, a veces las narro con el sonido, siempre “las vivo”, y solo a veces, escribo un poema.

Escribir un cuento es diferente a hacer un cortometraje. Cada espacio narrativo tiene sus propios códigos, sus límites, también sus misterios. Pienso que el hecho de estar apegada a la narrativa literaria me ha ayudado mucho a la hora de tener una “conciencia narrativa” dentro del cine, ya sea a la hora de escribir un guion, a la hora de filmar una escena o a la hora de enfrentarme a un diseño sonoro.

Sin embargo, la puesta en escena de una historia es otro mundo. Puedes tener la conciencia narrativa, pero si la posición de la cámara, el movimiento de los actores, la selección de lentes, el valor de plano, el tipo de luz que decides usar, la dirección de arte, el maquillaje, etc., fallan, tu historia posiblemente se cuente, pero no de la mejor manera y esto va a incidir, claro está, no solo en la expresividad visual de lo que has filmado sino también sobre ese efecto o impacto que quieres provocar en el espectador, de modo que puede estar bien narrado pero dejar al espectador en el más profundo estado de apatía.

Es muy difícil filmar una historia, sobre todo porque durante el proceso un director debe tomar tantas decisiones, incluso extraartísticas, que la posibilidad de fallar es muy alta. Hay que estar muy concentrado y tener un equipo de trabajo que sepa lidiar bien con el estrés diario de un rodaje.

Hace poco, hablando precisamente con Fernando Pérez, comentábamos sobre la manera especial en que el sonido también narra en el cine, si se logra un trabajo cuidadoso y creativo. Tiene su propia dramaturgia, y eso se nota en tu trabajo de diseño, con el manejo de los ambientes, del sonido fuera de campo, en las transiciones entre las escenas… Teniendo en cuenta este punto de vista, de la apreciación específicamente de lo que haces, me gustaría que ampliaras estas ideas “desde dentro”, del proceso de selección de la música, de los efectos, los personajes, la historia…

Mira, diseñar una banda sonora es una especialidad muy desconocida. Muchas personas, cuando me preguntan y les digo, inmediatamente piensan que soy músico. Comprendo que la explicación de lo que hago puede resultar abstracta a una persona no conocedora, tan abstracta como esa sesión de Pro Tools que miras y parece una gran ciudad, caótica e inentendible en su funcionamiento.

Creo que aquí en Cuba se trabajan dos líneas del diseño de banda sonora. Una línea es aquella donde existe un diseñador de sonido y trabaja con un montador de ambientes y efectos, un editor de diálogos, un foley artist, un grabador y editor de foleys, y el músico. Este diseñador de banda sonora recibe el trabajo de cada una de estas áreas y premezcla todas estas “capas”, digámoslo así, y afina con el director cómo se va a escuchar la película, dónde irá la música, y finalmente todo ese tiempo de comunicación creativa acaba con la mezcla final de la película. Dentro de esta línea yo trabajé durante cinco años, y realicé el montaje de ambientes y efectos y la grabación y edición de foleys de varias películas.

Sin embargo, a medida que fui adquiriendo experiencia, supe que quería montar las películas que yo diseñara, no quería dejar de montar los ambientes y efectos de las películas en las que yo hiciera el diseño de banda sonora. Me gusta el proceso de montaje, me gusta construir los sonidos, las ideas, me gusta poder seleccionar qué tipo de sonido se escuchará. Sentí que si perdía esto, perdía una posibilidad de contar, perdía una posibilidad de divertirme.

Así que normalmente, y hasta ahora, y porque las películas no son esas grandes producciones donde quizás habría que usar otro método de trabajo, cuando hago diseño de banda sonora yo misma monto ambientes y efectos, a la vez que asumo las otras responsabilidades creativas y organizativas que tiene un diseñador. Es más trabajo, más estrés, pero sigue siendo divertido, reconfortante, y me llena de ilusión.

Pienso que en cada país se trabaja de una manera diferente, con unos tiempos diferentes, depende del diseño de producción que tenga la película, y del peso de decisión de un director sobre ella. Hay muchas variables.

Una cuestión que no se me puede escapar es la de planes futuros, tema este que interesa a todos aquellos que te siguen o esperan, pues, aunque no seas consciente de ello, dentro del gremio se habla de ti y de lo relacionado con tus nuevos proyectos. Sé que estás inmersa en una nueva película de Fernando, que además es de época, lo cual complejiza más tu desempeño. ¿Pudieras adelantarnos si también tienes la idea de realizar tu propio un largometraje?

Ahora mismo me encuentro en vísperas de comenzar ese proyecto. Es la próxima película de Fernando Pérez, codirigida con Laura Hunter. No quiero decir el nombre porque están pensando en un título diferente del que hasta ahora tenía; lo mejor será que Fernando y Laura den la noticia.

Es una película interesante y muy difícil en materia de sonido. Se desarrolla durante el siglo XIX, en Baracoa. (Sí, otra vez Baracoa… ¡qué buena suerte la mía!). Imagínate, es un tiempo donde no había carros, donde un interior y un exterior no suenan, por supuesto, como ahora. Esto complejiza la edición de diálogos y todo el montaje.

He estado averiguando y leyendo un poco sobre la época, investigando sobre esa vida en Baracoa para entenderla desde el sonido. Esto no significa que necesariamente será una película apegada al momento histórico, de hecho, Fernando, Laura y yo hemos hablado sobre ello, pero por el momento trato de comprender el espacio, de “escucharlo”; no importa si después no me apego “sonoramente” a ese momento histórico, creo que siempre y cuando pueda ser pertinente una ruptura, podría ocurrir. Mientras más sepa de este “espacio sonoro” más interesante podría ser cualquier ruptura si Fernando, Laura y yo creyésemos que esto pudiera aportar un nivel dramático que la historia necesita.

En cuanto a mi propio largometraje, hace mucho tiempo tengo varias historias dándome vueltas en la cabeza. No adelanto mucho porque creo que el primer paso es escribirlas. Una vez listas, creo que sabré exactamente qué querré hacer con ellas. Pero tengo que buscar el tiempo para escribir. La falta de tiempo siempre me castiga.

He tenido la oportunidad de participar en algunos rodajes con otras sonidistas, también mujeres y además talentosas. ¿Sientes que ha crecido la presencia femenina en el audiovisual cubano? Y, puesto que se dice que el cine es un medio de los hombres (cosa que considero cierta, pues son mayoría), quisiera saber si has vivido experiencias de machismo relacionadas con tu trabajo. 

Sí, creo que la presencia de mujeres en el audiovisual cubano ha crecido, y creo que debe seguir creciendo, como todo.

La tesis con la que me gradué en la EICTV, California, que coescribí junto con la directora, ganó tres premios Caracol y uno de ellos fue en Diseño de Banda Sonora, el cual yo hice. Este fue un reconocimiento inesperado e importante para mí. Y con mi currículo debajo del brazo y este premio, lo único que tenía para mostrar, llegué al Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Yo quería trabajar en el área de postproducción de sonido y hacia allí hacia me encaminé. Pero me di cuenta, mientras ocurría la entrevista, que eso era algo que no iba a suceder. Y efectivamente, no sucedió.

Pasaron casi tres años sin que yo hiciera nada de postproducción de sonido, hasta que fui llamada para el montaje de ambientes y efectos de Ciudad en rojo. A partir de ahí me llamaron una y otra vez, hasta que después de la película Conducta, en el año 2013, si mal no recuerdo, decidí hacer mi pequeño estudio, La Nave Producciones, y comencé a trabajar en mi casa.

Esto no significó que yo no colaborara más con el ICAIC, todo lo contrario, colaboro con cualquier Productora, siempre y cuando podamos dialogar y coincidir en lo que creemos es mejor para la película y para todas aquellas personas que nos involucramos en ella. Por ejemplo, en esta última de Fernando Pérez y Laura Hunter, estaré moviéndome entre el ICAIC y mi casa.

No puedo dejar de mencionar a Manuel Herrera y a Marisol Rodríguez. Después de mi fallido mi intento de entrada en el ICAIC me fui a España y viví allí cerca de un año. A mi regreso recibí una llamada de Marisol; en ese momento no nos conocíamos, y ella me explicó que en una Asamblea de la UNEAC había salido a relucir “mi caso”. Manuel Herrera, quien sabía lo que me había sucedido en el ICAIC, no comprendía por qué a personas graduadas se les negaba trabajo cuando lo había y se necesitaba. Esto desató una polémica y fue entonces que Marisol supo de mí, me contactó y me ofreció trabajar en la Muestra Joven ICAIC. Eso se los voy a agradecer toda la vida. Para mí fue estar un paso más cerca de donde quería estar. En esa muestra fui la coordinadora del primer “Haciendo Cine” que se hizo. Guardo muchísima gratitud hacia todas las personas que se interesaron y me ayudaron en aquel momento.

Algunos sonidistas han querido ser músicos o han estudiado música, ¿ha sido también tu caso?  

Tuve un hobby durante muchos años. Desde niña. Mi madre y mi abuela cantaban. Mi madre tocaba el piano y todos cantábamos y nos grabábamos. Un día le dije a mi mamá que quería dar clases de canto. Para ella no fue inesperado, pero sí duro económicamente. Complicado. Miro hacia atrás y me avergüenzo un poco de eso y veo la gran mujer que ella es, la gran madre, educadora, la gran persona. Se lo agradezco enormemente. Esas clases avanzaron yo fui muy feliz recibiéndolas, tengo anécdotas muy simpáticas alrededor de estos momentos. Pienso que quien mejor cuenta algunas de estas historias es Beatriz López, hoy una excelente cantante con una bellísima voz. Cada vez que nos vemos, nos reímos de algún cuento mío.

Unos años después de estar recibiendo estas clases con la profesora Gladys Puig, en su casa, examiné en la Caturla, por la noche, y fui aceptada. Ahí comencé a estudiar música y todo marchaba perfecto hasta que llegó el momento de los exámenes para avanzar de nivel. Ahí me di cuenta de que yo era demasiado tímida y que toda mi pasión de cantante donde mejor se expresaba era en la ducha o con personas muy allegadas… No obstante, sí pienso que de alguna manera desde niña estuve vinculada a la música, digamos que tuve cierto “entrenamiento sonoro”.

¿Podrías mencionar alguna película cubana que te haya impactado por su diseño sonoro? Es un aspecto que en nuestra filmografía no se resalta mucho, en mi criterio.

Una película cubana de la cual adoro el Diseño de Sonido (que en ese momento se llama simplemente Sonido) es Lucía. Por otro lado, me encanta el de los documentales de Nicolás Guillén Landrián.

Lucía es una película con una puesta en escena y una edición fabulosas, tres historias muy potentes y un diseño de banda sonora muy certero, dramático en el buen sentido de esta palabra. El uso de la música y las voces es formidable y genera, para mí, una de las mejores atmósferas de delirio que he visto dentro del cine cubano. Por ejemplo, pienso en esa primera historia, cuando se habla del personaje La Fernandina y estas monjas son ultrajadas por unos bandidos. Yo miro y remiro (y escucho y reescucho) esta película y siempre descubro algo nuevo.

En cuanto a Landrián, sus imágenes son provocadoras y su sonido más. El uso de la música, las voces y los efectos marcan esa ironía deliciosa que recorre toda su obra.

¿Cuándo podremos ver tu película? ¿La has presentado en el Festival de La Habana? ¿Esperas seguir realizando de manera independiente o hay alguna forma de que el ICAIC colabore con tus proyectos (teniendo en cuenta que has trabajado con ellos y, de hecho, ahora mismo estás trabajando con ellos)?

En una sección paralela de la Muestra de Nuevos Realizadores, con la participación de algunos representantes de Sundance Institute, se hizo la proyección aquí de los tres cortos que conforman “Made in Cuba”: Conection y House for Sale y el mío.

En el caso del cortometraje Great Muy Bien, cuando haya agotado su tiempo de festivales y otro tipo de colaboraciones que puedan surgir, me gustaría “entregarlo” al Paquete Semanal. Me parece ahora mismo una vía de distribución interesante y sencilla. Es cierto que no puedes medir la reacción del público, pero bueno, nada es perfecto. El Paquete Semanal tiene un alcance que antes se podría decir que era “insospechado”, pero ya no: todos sabemos que es inmenso, poderosísimo.

Pienso seguir realizando películas de manera independiente, y cuando digo independiente es una palabra que se refiere sobre todo a que son películas que se realizan al margen de todo el mecanismo de producción del ICAIC. Porque siempre el tema de la distribución socava toda la “independencia”.

En cuanto a una colaboración directa con el ICAIC, no la descarto. Por el momento solo hago cortos, y en Cuba es muy difícil aplicar a fondos nacionales porque son prácticamente inexistentes. Imagínate, no hay una Ley de Cine, la cual sería una médula necesaria, no solo de organización sino de legalidad y, por lo tanto, de oportunidades para los cineastas. La Muestra de Nuevos Realizadores es un buen espacio, pero no para mí, por la edad. El ICAIC o el Ministerio de Cultura no creo que tengan habilitado ningún otro fondo. Solo queda el Fondo Noruego y el Go Cuba; hasta el momento no he aplicado a ninguno de esos dos, pero lo haré cuando tenga listo un próximo guion o proyecto de documental.

Y mientras tanto, exploro la posibilidad de trabajar con artistas visuales que se acerquen a la experimentación. Quiero trabajar el sonido desde otras maneras, con más libertad formal, buscar otras formas de expresión que me suelten, me liberen, me hagan escuchar “diferente”. Acabo de hacer una colaboración pequeña con los artistas Uri Bleier y José Capaz, y quizás colaboremos juntos en otras obras en las cuales trabajan ahora.

Me encanta todo que lo implica un reto nuevo, que a su vez devenga en nuevas maneras de expresión. Hay que tratar de reinventarse todo el tiempo, moverse, estar al tanto de todo lo que te rodea porque en todo, absolutamente todo, siempre puede haber una posibilidad de crear, y eso es fabuloso, es de las cosas que me hacen levantarme tranquilamente todos los días en este país.