Hyper_cast. Episodio No. 2: Carolina Barrero
Créditos:
Presentación especial: Carolina Barrero
Escribe: Noel Alonso Ginoris
Dramaturgia: Ray Veiro
Música especial para el podcast: Jonathan Formell
Mezcla: David de OMNI
Ilustración: Carmen Cabrera
Producción y dirección: Juliana Rabelo
Todo comenzó así:
Postales de una lluvia
Aquí llueve. Si vieras el algarrobo cómo pierde sus hojas, cómo caen, lentísimas, sobre la hierba seca. Es otoño o primavera. A veces dudo de la belleza hasta que le llueve una lluvia fina, luego el color, la humedad, el ligero viento de las cosas perdidas que siempre regresan. Hemos visto tu nombre porque tú eres lluvia. ¿Cómo encerrar la lluvia? Cuerpo lluvia, lluvia silencio, lluvia buena, siemprelluvia. La tarde se hace espesa, desordenada. Extraño La Habana en la misma medida en que extraño la libertad. ¿Extrañas la libertad? Tú eres más libre, porque la lluvia es libre, porque lo que te florece es demasiado hermoso para pensarlo distante, oscuro, preso.
Cuba necesaria: vamos a ponerle así a las flores silvestres, fuertes sobre el asfalto, que rompan las botas de los militares, que rompan las lenguas que matan. Flores silvestres libres, llamándose cubanecesaria. ¿Cuál es la Cuba necesaria?
Hoy le salieron flores a la corona de Cristo del balcón. El calvario. El oído. La vela que te puse el día de aquellas marcas tremendas. Si nace la flor y después llueve, eres tú sirviendo café. La tarde es lo que pasa, lo demás es un búcaro vacío. Hay búcaros vacíos que son hermosos. Y pensé: ¿Dónde naciste? ¿Dónde estudiaste? ¿Cuándo amaste a alguien por primera vez? ¿Piensas en el amor tras los barrotes, en una patrulla, en un interrogatorio? ¿Qué piensas del odio y la represión entre cubanos? ¿Qué piensas de las leyes y las personas? ¿Cuándo te enfrentaste por primera vez al gobierno? ¿Cómo defines políticamente la situación social en la que vivimos los cubanos?
Sirve el café, yo voy a poner un incienso de sándalo (todo lo que me queda de aquellos tiempos igualmente raros donde comprar inciensos o té negro era aún una posibilidad habanera). Ray va a poner nuestro disco favorito de John Coltrane. El amor. Erós/Filé/Agapé. Un día un cura nos enseñó sobre el amor y Cristo, y el dolor, y las cosas que se pierden y se aman en la misma medida. Un día pensamos en el amor, porque no queríamos a unos amigos muriendo. Un día comprendimos que tampoco queremos un país muriendo. Un país es un búcaro. Vamos a ponerle flores.
¿Qué es la patria, ¿qué es el destierro?, ¿qué es la soledad? ¿Martí nos sigue salvando?
Te leemos «Dos patrias», te pensamos mientras la noche y el poema se hacían más densos. Si vieras la lluvia ahora mismo en Santa Clara, y la tarde oscura, y la espuma sobre el río, al final de la casa. Un día vamos a poner velas juntos.
¿Cómo ha sido tu regreso a la isla? ¿Qué has encontrado? ¿Qué has perdido? ¿Qué te falta por gritar/escribir/decir? ¿Sostener el peso de la isla, amar a la isla en peso?
Se ha hecho de noche, pero no la vemos. Solo el recuerdo de una luz amarilla, un breve espacio llamado balcón, donde nos caen gotas diminutas, y se siente frío. Este café tuyo es un amanecer y muchas certezas. Gracias.
Noel y Ray
Puedes leer la transcripción del podcast aquí:
Primero fue la escalera, después la aldaba. Tres pisos. Puntales altísimos. Carolina Barrero abrió la puerta. Un apartamento blanco, con una lámpara de luces amarillas. Comienza la lluvia. Ella enciende un cigarro. Aspira. Habla con los ojos cerrados, bebe vino blanco. De pronto la tempestad, la música del barrio llenando el espacio de los puntales. Carolina nos habla de su vida, de la Cuba que sueña, de la reconciliación nacional, de la poesía, de la casa donde deja siempre la puerta abierta. Sigue la lluvia. Carolina cierra los ojos. Aspira. Y nos habla…
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I. ¿Quién es Carolina Barrero?
La separación que uno tiene con los padres es quizás la primera disidencia.
El segundo nombre me lo puso mi madre cuando nací. Mi primer nombre, cuando yo nací, fue Claudia. Es un nombre romano, el femenino de Claudio. A mi abuelo no le gustó, porque en ese tiempo había muchas Claudia. Todas las niñas que nacían les ponían Claudia. Al final él fue el que me crio. Llegó al hospital y dijo: ¿cómo? ¿cómo? ¿Claudia? No, no, no. Mire, señora (él tenía una inmensa capacidad de persuasión) —le dijo a la mujer que apuntaba los nombres—, vamos dejarle Claudia, porque así le puso su madre, pero su primer nombre va a ser Carolina. Ella se va a llamar Carolina Claudia.
Entonces yo me llamo Carolina Claudia Barrero Ferrer.
¿Quién es esa persona que se llama así? No tengo respuesta para esa pregunta. Pero voy a hacer como hace la gente que dice de dónde viene para responder quién es; que no es lo mismo. Uno viene de muchos lugares, pero la pregunta de quién es, es la pregunta permanente que atraviesa la vida.
Yo nací en La Habana, ciudad como pocas para la conjunción de lo insólito y lo sagrado. En la que la sal moldea las cosas, esculpe las cosas. Crecí en el barrio del Vedado, cuando todavía los bancos eran de mármol y el olor del jazmín aderezaba las esquinas. Mis primeros amores fueron mis abuelos, que eran de Bayamo, de una estirpe mambisa que había hecho matrimonio con la honestidad, con la claridad, con la simpleza. Que no entiende del barroquismo de las cosas manidas, del maquillaje, sino de lo simple, de lo claro y de lo bueno.
Mi otro amor fue la noche, hay un verso en “Dos Patrias”, el poema de Martí, hay un verso que, quizás, sea el que prefiero, que dice algo así: la luz estorba y la palabra humana, el universo habla mejor que el hombre. Ese amor por la sustancia de la noche, por la imagen del cielo estrellado, me hizo amar la poesía y me hizo también amar el universo. Yo creo que por eso, en un principio, quise estudiar Física, que fue mi primera carrera, de la que hice dos años. Y luego, también, las Humanidades, la poesía. Es una relación con la noche que todavía me acompaña. Yo prefiero estar, vivir, en esa sustancia estrellada y oscura de la noche, que por el día.
Bueno, yo no tengo un gusto por la música definido, todo el tiempo escucho desde ópera —que es una de las primeras cosas que empecé a escuchar—, hasta Bad Bunny, que, tengo que reconocer, me ha acompañado en momentos de soledad y me ha traído mucha dicha.
Mi relación con la música empezó desde pequeña, me ponían Radio Enciclopedia cuando era muy pequeñita y bailaba en las salas, de casa de mis abuelos, y de mi madre. Sin escuelas, sin que nadie me dijera qué hacer, me dejaban moverme al sonido de la música. Y, luego, fue una relación que pasó por mi piano, que llegó un día volando. Me lo regaló mi abuelo. Era un piano soviético, Chaikovski. De esos pianos que usaban las escuelas soviéticas y que los soviéticos regalaron a las escuelas cubanas. En las escuelas aquí eran muy famosos. Eran unos pianos feísimos, pero a mí, lo que me gustaba, era el sonido; por lo menos, el del mío. Por fuera, la forma era espantosa, pero el sonido de mi piano no era chillón, debo decir. Quizá, el mío lo hicieron con otro tipo de cuerdas. O el amor hace esas cosas, que no te deja escuchar bien; pero mi Chaikovski no, definitivamente, no era chillón. Pero sí tenía una onda expansiva. Se escuchaba a tres cuadras. Tengo amigos que iban a mi casa y me decían: ya desde que veníamos por 21 —fíjate a dos cuadras— estábamos oyendo tu piano. Tenía una capacidad de amplificar el sonido grande. Eso no les gustaba mucho a los vecinos por la noche (ríe), que era el momento donde particularmente me gustaba estudiar.
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La patria es un concepto muy manoseado. Es un concepto además peligroso, porque se confunde mucho. No solo desde el punto de vista lingüístico, sino en los hechos con el nacionalismo. Hay una tendencia a que las fronteras entre el nacionalismo y el patriotismo se pierdan. La patria, en cualquier caso, tiene que ser el territorio de los afectos, de la memoria, de los recuerdos y, también, de la proyección, porque no solo es un territorio en el pasado, sino que tiene que ser un territorio que se avizora, como que se avista. Y es una tensión, precisamente, entre la memoria, los recuerdos y aquello que se avista. Es el lugar que uno habita en los afectos. En ese sentido, para los cubanos, Cuba, por ejemplo, se extiende mucho más allá del territorio geográfico. Hay tres o cuatro millones de cubanos en el exilio y, sin embargo, hay una Cuba allí donde todos ellos están. Y esa Cuba no responde a los límites de la isla, sino responde a los límites de esa tensión entre sus recuerdos y lo que desean o lo que quieren que ese destino común se configure entre todos.
Noel y Ray: Leen el poema “Dos patrias”, de José Martí. Lectura casi dramática, urgente, apasionada.
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II. La Cuba necesaria
Yo creo, confío, que cualquier idea de Cuba posible, cualquier horizonte de Cuba posible, tiene que pasar por el reconocimiento de la pluralidad. Y no como si fuera una aceptación, no en la tolerancia de la pluralidad; sino en el reconocimiento de ese valor per se que tiene la pluralidad. Nadie hubiese podido prever, a la altura del 2021, que, cuando ya ningún Castro ostenta la silla de la Presidencia (aunque por supuesto el castrismo sigue siendo la cultura imperante), pudiéramos estar avizorado un paisaje de izquierda, de sensibilidad de izquierda.
Es más complejo, también hay ideas liberales, pero sobre todo, lo que veo ahora, es una preponderancia de las ideas de izquierda. Eso me gratifica. Me trae muchísima dicha ver posturas anarquistas (hay un anarquismo muy fuerte entre los jóvenes), sindicalistas, socialistas o, incluso, comunistas: que condenan la represión, que condenan la falta de libertades, la falta de expresión, que piensan que no basta con las ideas del oficialismo y del Partido Comunista imperante, que quieren, incluso, refundar al Partido Comunista. Y eso es en sí mismo un valor tremendo que no creo que ninguna cábala hubiese podido prever hace cinco años. Y eso me trae muchísima dicha y me gratifica.
En eso creo, creo en la coexistencia de todas y cada una de las posturas. Me trae mucha esperanza también grupos de la sociedad civil, como los animalistas, o las personas que se preocupan por el cambio climático. Creo que es un asunto de gran importancia para Cuba. La situación que atravesamos de crisis económica y de crisis política, a veces nos da poco tiempo para pensar en cuestiones como el cambio climático, porque hay otras más importantes como la sobrevivencia. Pero, pero para una isla como Cuba, por ejemplo, este es un asunto de vital importancia. No solo porque es el gran reto de nuestra época a nivel global, sino porque Cuba es parte esencial de eso. A Cuba, probablemente, la afecte más que a otras regiones y, también, Cuba tiene muchísimo más que aportar. Hace cuatro o cinco meses leí un artículo en la revista Nature, que decía que una de las respuestas más importantes al cambio climático era la restitución de la biodiversidad y que no todas las regiones tenían la misma importancia a la hora de aportar en ese sentido, había regiones que incidían muchísimo más, y una de ellas era el Caribe. Entonces, creo que la consciencia de estos temas la veo en la sociedad civil a pesar de que haya otras necesidades más imperantes como la sobrevivencia diaria.
La cultura de la sobrevivencia es una cultura que se ha instalado por la crisis económica sostenida. Las razones de esa crisis económica son múltiples. El gobierno ha querido hacernos pensar que la responsabilidad recae, sobre todo, en las sanciones del gobierno de Estados Unidos a Cuba. Es una fábula muy conveniente al poder. Hay que entender que el poder siempre se basa en la historia que construye sobre sí mismo. Más que sobre los ejércitos, sobre el poder militar; todo poder se sustenta sobre una historia. Y la historia que se construye en Cuba, se construye desde el heroísmo ante un sofoque, ante una fatiga de sanciones externas: en este caso de los Estado Unidos o del imperialismo, que es la palabra que usa el gobierno cubano para referirse a eso. Es una fábula a la que le conviene ese enemigo, a la que le conviene también, que toda la crisis económica se sustente en esa responsabilidad. No se asume que esa responsabilidad sea por una mala administración, no se asume una responsabilidad propia sobre las malas decisiones que constantemente se toman.
Además, la cultura de la sobrevivencia, específicamente, más que una coyuntura, también sirve de estrategia al poder para que se teja un entramado de relaciones corruptas. Para que la gente deje de pensar en otra cosa que no sea el día a día; para que otras cosas parezcan inocentes o fuera del alcance de lo que puedes proveer a tu familia para, evidentemente, sobrevivir. Esa como una selva en la que los ideales se pierden y solo pervive tu capacidad para ser perspicaz o ingenioso. Ya no se es corrupto porque no queda otro remedio, sino que se es corrupto, porque es una manera de ser inteligente. Y eso es muy grave. Y todavía es más grave, cuando sucede a nivel del estado, porque la corrupción en Cuba, quizás, es ahora mismo lo que signa. Es una circulación que baja desde las más altas instancias hasta las más bajas. Y ser corrupto es sinónimo de ser ingenioso o de ser perspicaz.
Todo ese paisaje, toda esa pluralidad: la defensa de los derechos de la comunidad LGBTIQ+, la defensa de los derechos de los grupos que condenan el racismo institucional que hay en Cuba, porque no solo es cultura de racismo lo que se ha impuesto. Este proyecto que inició en 1959 era para los humildes y, sin embargo, terminó reprimiendo a los humildes, terminó juzgando a los humildes.
Una persona como Maykel Castillo Pérez ahora mismo está en prisión. Y Maykel no ha hecho ni más ni menos, que quizá otros, como mismo puedo ser yo, y, sin embargo, no estoy en prisión. ¿Por qué él lo está? Porque su “marginalidad” está vista como un mal per se, del que no se le deja salir y que lo condiciona. Y de esos males, la sociedad civil está queriendo salir, está denunciando, los está poniendo en primera línea. Todo ese paisaje, toda esa pluralidad me parece muy válida y en ella confío para tejer cualquier forma de futuro.
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Para hablar de política prefiero hablar de vida pública. Yo creo que una república es una conversación. El nombre oficial de Cuba es República de Cuba. Además, es parte de nuestra historia ese reconocimiento que viene de esa aspiración del derecho romano. Una república es, sobre todo, una conversación entre partes que difieren. Hay una riqueza muy importante en la diferencia. Disentir no es un acto punible, es un servicio público. Incluso, desde el punto de vista marxista, el diálogo genera, pare algo nuevo, que está por encima de las antítesis en las que se puedan posicionar. De hecho, mientras más distantes estén las ideas, mejor puede ser ese parto. Más puede traer en ese contraste, más resultado, más fértil puede ser la idea que surja de esa confrontación. Digo confrontación no en un sentido negativo, sino en un sentido propositivo: enfrentar ideas diferentes de las que nace, un estadio superior.
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III. Represión / Reconciliación
Titulares de la prensa independiente:
- «CAROLINA BARRERO: AGREDIDA, DESNUDADA Y ACUSADA DE DESORDEN PÚBLICO»
- «DETENIDA CAROLINA BARRERO, INTEGRANTE DEL 27N»
- «EL MINISTRO DEBE RENUNCIAR, INSITE LA ACTIVISTA CAROLINA BARRERO»
- «NO ME CONTIENE LA AMENAZA DE CÁRCEL Y DIFAMACIÓN, AFIRMA CAROLINA BARRERO»
- «ARCHIVAN LA CAUSA DE CLANDESTINIDAD DE IMPRESOS QUE IMPUSO EL GOBIERNO CONTRA CAROLINA BARRERO»
- «AUMENTA LA REPRESIÓN EN CUBA»
Mapa sonoro para la represión en Cuba:
(Una patrulla, la confusión, entonación de versos finales del Himno de Bayamo y aplausos durante los sucesos del 27N).
Sería una negligencia no atender la represión en Cuba, no solo la represión en el contexto actual, sino a la represión desde el 59. Nosotros hemos tenido muertes sin juicio, presos de más de 20 años, presos políticos a lo largo de estos 60 años. Una represión brutal. Hemos tenido campos de concentración, ahí están las UMAP, el testimonio de tantas personas a través de décadas: artistas, ciudadanos, periodistas. Ha sido constante, aunque ha ido variando en su forma. Es un libro, es un manual, que es una mezcla de la Stasi, de la KGB, que ha pasado de la represión psicológica a la física, de la física a la psicológica, y sería una negligencia negar todo eso. Sin embargo, no creo que la forma en la que debemos pensar en cómo afrontar esa represión sostenida durante 60 años, sea a partir del ajusticiamiento social. Tiene que haber justicia, pero no ajusticiamiento.
Yo creo que la manera en la que habría que pensar Cuba, pasa por la palabra reconciliación. Hay una foto muy hermosa —no sé si del año 89 o 91— en la que Václav Havel —ya era, creo, presidente de la República Checa—, se da un abrazo en un teatro de Praga con un antiguo comunista del Partido Comunista Checo, que también fue un represor y en ese abrazo los dos muestran honestidad, sinceridad; incluso, lo más válido de esa reconciliación, donde se entiende la diferencia, donde se entiende el paso de la maldad por sobre ambos.
Hay que saber que en Cuba, detrás de un represor, de todos los represores, también hay otro compañero que les atiende. Detrás del presidente de la República también hay un compañero que le atiende. Es una maquinaria que tiene vida por sí sola. El aparato de la Seguridad del Estado es una maquinaria que ha perdido todo humanismo, porque en realidad, no hay nadie que la dirija. Incluso, la persona del Ministro del Interior está vigilada, atendida, dirigida por otros. Entonces, tiene vida propia.
También a nadie se le puede juzgar por querer poner formas de sobrevivencia, como hablábamos antes, por encima de las ideas en un contexto como ese. Entonces no queda otro camino que el de la reconciliación. Eso no quiere decir el olvido. Eso quiere decir el olvido entendido, comprendido.
Donde haya crímenes tendrán que juzgar los jueces neutrales y tendrán que juzgar en proporcionalidad. Yo veo detrás de cada uno de los represores que constantemente me vigilan, me interrogan, a un ser humano que también tiene ideas y presiones detrás, ideas que también son las suyas y también son válidas, ideas que también pueden crecer y aspiraciones de verdad que también pueden crecer. Y esa es la Cuba que yo quiero, una Cuba donde hay una asamblea. A mí me gusta mucho la palabra Asamblea, incluso, mucho más que la de Parlamento, la palabra griega, en la que puedan estar todas las voces, las de todos; las ideas de todos, en una conversación que, al final, es lo que es una república.
Definitivamente, creo que lo único que nos puede hacer crecer, es esa mirada hacia el entendimiento común y la reconciliación.
Este poema lo hizo Antonio Gamoneda, en 1977, en medio de la Transición española. Él dijo muchas veces, y yo le creo, que nada tenía que ver con el contexto político y, sin embargo, por eso, precisamente, sea más relevante.
Dice así:
El óxido se posó en mi lengua como el sabor de una desaparición
El olvido entró en mi lengua y no tuve otra conducta que el olvido
Y no acepté otro valor que la imposibilidad
Como un barco calcificado en un país del que se ha retirado el mar
Escuché la rendición de mis huesos depositándose en el descanso
Escuché la huida de los insectos y la retracción de las sombras al ingresar en lo que quedaba de mí
Escuché hasta que la verdad dejó de existir en el espacio y en mi espíritu.
Y no pude resistir la perfección del silencio.
No creo en las invocaciones, pero las invocaciones creen en mí.
Han venido otra vez como líquenes inevitables.
La fermentación del verano se introduce en mi corazón
Y mis manos se deslizan cansadas en la lentitud.
Vienen rostros sin proyectar sombras ni hacer crujir la sencillez del aire
Sin osamenta ni tránsito como si consistieran únicamente en el contenido de mis ojos,
en la unidad de mis palabras, en el espesor de mis oídos.
Son obedientes y yo siento su reunión como una salud que se refugia en la oscuridad.
Es una amistad dentro de mí mismo.
Es un estambre urdido por manos que son suaves en el interior de los días.
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V. La poesía es la herejía
La poesía siempre ha estado vista en el terreno de lo estético, o casi siempre. Sin embargo, el contexto actual en Cuba, la trae al enfrentamiento con el poder. A algunos le puede parecer que es un recurso ingenuo, sin embargo, en la crisis global que también atraviesa ahora la política, no solo en Cuba, sino a nivel global, el uso de un recurso como la poesía tiene una relevancia que supera los contornos de la isla. La poesía, en tanto es una desautomatización del lenguaje llano, genera conciencia sobre las cosas que nombra. También es una manera de generar conciencia sobre la realidad política. Interpela al poder de manera tal, que irrumpe en el lenguaje oficialista y lo descoloca, de la misma manera que irrumpe en el lenguaje llano y lo descoloca, porque al final el lenguaje es sobre lo que se comprende la realidad. Es una manera de controlar y entender la realidad y el recurso poético desestabiliza la forma automática en la que miramos y en la que transformamos la realidad. Y ese poder transformador es muy muy potente en el caso de la poesía. Y creo que es muy potente y muy fértil en el caso de Cuba.
La poesía es herejía y la herejía es solo peligrosa cuando se vuelve ortodoxia. La consigna es ortodoxia y la poesía vendría a ser el hereje.
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Instrucciones para gritar POESÍA:
- Seleccionar algunas de las veces que cualquiera diga la palabra «poesía». Pueden ser frases cortas: la poesía es herejía, la poesía que se enfrenta, etc…
- Mezclarlas
- Lograr una polifonía, un grito colectivo.
Polifonía de voces
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VI. La tribuna
Ejercicio para simular un interrogatorio:
(Lo más importante de este ejercicio es el silencio: los que preguntamos lo haremos con desmesura, dureza; y, de manera contrastante, Carolina responderá mesuradamente en una sola palabra.)
Ray: ¿Qué piensas de las leyes y las personas?
Carolina: Humanismo.
Noel: ¿Cuándo te enfrentaste por primera vez al gobierno?
Carolina: Aula.
Juliana: ¿Cómo defines políticamente la situación social en la que vivimos los cubanos?
Carolina: Quiebre.
Ray: ¿Qué es la patria?
Carolina: Un mapa de afectos.
Noel: ¿Qué es el destierro?
Carolina: un exilio de sí.
Juliana: ¿Qué es la soledad?
Carolina: Lo permanente.
Ray: ¿Martí nos sigue salvando?
Carolina: Yo espero que sí.
Noel: ¿Cómo ha sido tu regreso a la isla?
Carolina: Un viaje.
Juliana: ¿Qué has encontrado?
Carolina: La diferencia.
Ray: ¿Qué has perdido?
Carolina: La duda.
Noel: ¿Qué te falta por gritar/escribir/decir?
Carolina: Todo.
Juliana: ¿Sostener el peso de la isla/amar la isla en peso?
Carolina: Eso nos compete a todos.
Ellos están aquí
Imagina que vas caminando por la calle y de pronto un carro particular se detiene, salen cuatro personasvestidas de civil y te entran a la fuerza, sin explicación alguna. Ahí entiendes que se trata de la Seguridad del Estado.