Una ciudad llamada dolor



Café concert en una noche caraqueña

No todos saben ocultar el hambre
algunos
reclaman con la mirada el trozo de pan
intentan –como les fue enseñado-
el disimulo
(que se te acerquen por miedo
nunca por lástima)

En los puños
–cerrados de apretar rabia–
se avizoran trazas de la calle que los envuelve
no queda dolor en las heridas
quizá sangre –mucha sangre–
pero no más dolor –aunque se sienta–

De noche
cuando Caracas aúlla
y muestra en su desnudez la poca vergüenza
que aún no le arrebatan
salen como marionetas en busca de alguna función

Ya no importan los aplausos
una moneda no basta
no hay suficiente agua en esta ciudad
para calmar la sed

Baja el telón



Los rotos 

Descalzo
el silencio acompaña tu ausencia
solapa la noche que se esconde 
en las vestiduras hendidas

más allá del ropaje
llevas descosida el alma 
el día

con el sol a cuestas
sudando los pesos
que no compran el pan
que no llenan el hambre

Alguien celebra tu día
como si la miseria necesitara corona

Rey de pobres
sin oro             sin monedas 
despojado del trono

Vino sin cepa
servido
en copa rota



Arpegio 

He intentado mirarte de frente

disimular los susurros de miseria
tu viento etílico

la indigencia que se esconde en tus cuencas
y escupes a la intemperie

extraviados quedaron
los encantos de antaño
corpiño ceñido a la cintura
curvas insinuantes invitando a la bohemia

esplendor abolido
seducción cercenada

Caracas
cuerpo desvelado
prostituido hasta el último recodo



Piel de asfalto

He ido disolviéndome 
para que esta ciudad no me duela tanto

He dejado de llamar niño a sus parques

sudo en el revés de mis formas
y apresuro el paso
–esta vez llegaré a casa–
me digo
mientras invento 
la forma del equilibrio

No me engaño
sé que todas sus noches
tienen algún perro que aguarda
por el mordisco

aun así
camino sobre su lomo cansado

volteo a ratos
            
vuelvo a llamar pájaro al canto
me pregunto si en su sombra 
cabe tanto suelo
y piso

Quizá deba guardarme
para ese infarto 
que llegará a las tres de la mañana

mientras la ciudad duerme
con el regazo hinchado 
por sostener tanta muerte



Anthropos

Cada ciudad escoge sus habitantes

algunos
muestran el rostro
lamen errores
hacen de las casas burdeles aéreos
se comen sus putas en el desayuno

otros

amanecen con pieles cubiertas

se comen entre sí
los restos de los cuerpos



J. M. de los Ríos

Sus ojos iban
vestidos de domingo
a la hora del rezo

no pude ser palabra
callé

un grito penetrante
se ahogó
en el abismo que somos

No escuchamos tu ruego
sólo anhelabas un día
un mañana quizá

Querías andar en bicicleta
por tu calle
ser ese olor a tierra
cualquier día de trompos y metras
ser bombero o policía
Querías ser un niño

Pero naciste en un país
que no sabe abrazar la infancia



Funeral

Envueltos en palabras malnacidas
fuimos cavando tumbas anónimas
para todo el cadáver
que ahora somos
en nombre de esta patria
que nos viste de miseria

Hincarse y honrar de rodillas
nos dicen
mientras el suelo se destiñe
no cabe más rojo
en nuestras venas

Nos tejemos unos con otros
ya no más país
solo un impreciso nudo
que no sabe cómo deshacerse

Un grito somos
atascado en la garganta de Dios
que desconoce
en qué idioma hacerse pan



La guerra que no me contaron

No es la guerra
niño mío
quien te borra

Ese hueco en las entrañas
no es la bala

Caes
con todas las preguntas
en el rostro
y todas tus mañanas
cercenadas

Es el hambre 
niño
es el hambre quien te mata



Miopía

Voltear la mirada
para no ver el hambre
sin sospechar
que la llevas dentro



Sokho en Altamira

Los soldados disparaban al aire.
El aire estaba en los pulmones
Herta Müller

Hoy te mataron David
Un animal hambriento de odio 
perforó tu corazón
pero tú seguiste en pie
así 
con un agujero en el pecho
mientras el animal escupía su rabia 
su cobardía tras las rejas 
y disparó
disparó otra vez David
para verte en el suelo
disparó tres veces
para matar al país
pero el país no muere
tú lo sabías
y cuando caíste David
con tu morral como escudo
los animales lo supieron



La última cena 

Alguien tiene que quedarse
a enterrar a los muertos
las oraciones
lavadas por la distancia
ya no le llegan al santo
y la vela
que sobre el altar
se preña de peticiones
no se mantiene encendida
en otro idioma

Alguien tiene que quedarse
a alimentar a los muertos
de hambre o de fe
que quizá sea lo mismo

porque del pan
ya ni la migaja queda
aunque sea
cuerpo de Cristo



Avenida Luis Roche

Un grito de mujer
grito de madre
desgarrado
vientre herido

En medio de una calle
tu cuerpo yermo
que es el mío
se deshace ante el dolor

Se llevan al hijo
lo matan
y todos
morimos un poco



Añoranza

No siempre es el temblor
los huecos en la espalda
la huida

A veces a Caracas
le crece con el olor a mango
y las metras de la infancia
las ganas de quedarse



Toque de queda

Nuestra mayor victoria
es no dejarnos morir
en las manos miopes

No ser blanco
de ese fusil sediento

Izar la bandera
en cada casa
al final del día



Sorteo

Cada mañana
la ruleta gira
la bala lleva un dueño
suplicas
con todas las cruces
de tus manos
que no sea el de él
ni el de ella
que no lleve tu nombre



Desde el confesionario

A veces solo quiero
de rodillas pedir perdón
Por insistir en el poema
en medio de la guerra
de tanta mengua
y tanto niño muerto
en nombre de la patria



Brocal

A este país
no le cabe más hambre
aunque en el hueco
del estómago
quepa el mundo



Desdicha

La miseria en cada esquina
te golpea
Enmudeces
La pobreza se vuelve verbo
un verbo que no sabes
que no quieres conjugar







* Sobre la autora:
Georgina Ramírez
 nació en Caracas en 1972. Reside en Santiago de Chile. Es escritora y editora. Sus poemas han sido publicados en las antologías poéticas: El ojo errante (Venezuela); La mujer rota (México); Arte poética (Argentina); Aquel invierno que gritamos (España); Una cicatriz donde se escriben despedidas (Chile); A Scar Where Goodbyes Are Written (EE.UU.), entre otras. Es autora de Lo que calla la noche (Ediciones del movimiento, 2015), Daño oculto (Oscar Todtmann editores, 2015), Postales de Georgia (Lp5 editorial, 2022), Lo que calla la noche y otros poemas breves (La Parada Poética ediciones, 2022).