Carta #9 a Donald Trump

Miami, Septiembre 20, 2025

Querido Donald:

Salgo de la Torre de la Libertad. Está imponente, y sobrecoge. Cuando se construyó, en 1925, inspirada en la Giralda de Sevilla, nada presagiaba que este magnífico edificio se convertiría en símbolo de la libertad para todos los cubanos. La han dejado, tras un largo proceso de restauración, como nueva. Shiny and proud, my President, shiny and proud.

Cruzo Biscayne Boulevard y me siento a escribirte en un murete de la Torch of Friendship que ha sido, desde 1960, el símbolo de bienvenida de Miami a todos los países de América Latina y el Caribe.

En 1960, cuando construyeron esta plaza dedicada a «la amistad perpetua de nuestras naciones vecinas», muchos refugiados cubanos que llegaban a esta ciudad huyendo de las garras de Fidel Castro recibían el abrazo generoso de este gran país. Justo enfrente, la Freedom Tower que reinauguramos los esperaba.

No puedo dejar de sonreír cuando levanto mi mirada y en uno de los mástiles de la torre ondea la bandera cubana, plantada desde que allí radicara el Centro de Asistencia a Cuba, cuando mis compatriotas lo llamaban «el Refugio».

Deberías venir y leer nuestra historia, que también es la tuya. Read it, really read it, my President.

Por estos días en Miami la lluvia no ha dado tregua y ha añadido un capote de tristeza a una ciudad apagada desde que tomaste posesión. La gente está perpleja, los tuyos no entienden por qué expulsas a los buenos, y tus contrarios te tienen miedo. Confused much? My President, totally confused. En lugar de impulsar la libertad se percibe lo contrario.

Admiraba y admiro a Charlie Kirk por muchas razones: su juventud, su pasión, su compromiso. Pero sobre todo por su infinita confianza en la palabra como única gestora de cambio y conciencia social. Era valiente, se sometía a auditorios fanatizados, vehementes y cultos. Entendía que las ideas en sí no eran las personas, que escuchar y ser escuchado es la vía para solucionar diferencias, que no importa cuán radical sea el que habla o el que escucha, siempre la palabra debe sustituir a la acción.

Hoy Charlie no puede hablar, lo han silenciado y somos culpables. Lo somos todos por vivir perplejos ante una realidad que asusta y lo eres tú, my President, por no entender cómo se utilizan tus ideas para convertir este gran país en una caricatura de las libertades que representa. You got it wrong, my President, you really got it wrong.

Nuestros Padres Fundadores concibieron la Libertad de Expresión como el pilar fundamental de la Nueva República, enfatizando que ese derecho nos permitiría, como ciudadanos, cuestionar al poder sin temor a represalias. Para ellos, los Estados Unidos de América solo podían sostenerse si la opinión individual y la crítica pública se desarrollaban sin censura alguna. Para los que hicieron esta Nación the land of the free and the home of the brave, el derecho a expresarnos con total libertad no era únicamente una protección legal, sino un instrumento esencial para la vigilancia ciudadana del gobierno y la construcción de una democracia genuina.

Si hay algún derecho irrenunciable es el de la libertad de expresión. No en balde es el primero que restringen los tiranos y dictadores.

Iósif Stalin afirmó en una reunión de su politburó que «las ideas son más poderosas que las armas. No permitiríamos a nuestros enemigos tener armas; ¿por qué habríamos de permitirles ideas?». Justo después ordenó el arresto y fusilamiento de Isaak Babel, autor de Caballería Roja, acusado de terrorismo trotskista. (Tu amigo Putin sabe bastante de desaparecer y callar a quien se le opone, fiel discípulo.)

«Make America Great Again», «America First», «Build the Wall». Cada slogan fotocopia aquella vieja frase de «La propaganda debe limitarse a un pequeño número de ideas y repetirlas una y otra vez». Sound familiar? Yeah, right, my President.

No importa la complejidad del concierto internacional, de la economía, de la diplomacia o de los retos reales a los que se enfrenta el mundo libre: basta con repetir la narrativa de pueblo víctima. Y, my President, los Estados Unidos jamás hemos sido víctimas.

Levanto la vista y la copia de la Giralda de Sevilla hace que recuerde aquella frase de Fidel Castro en 1961: «Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada.» Hay algo en estos días que me asusta; para muchos hoy este país incluye solo a quienes estén contigo, los demás quedaron fuera.

Lo que vivimos, este miedo, esta grisura democrática y el renacimiento del pensamiento totalitario que observo en muchos de tus seguidores, my President, nada tiene que ver con el legado de Charlie Kirk, quien defendió la libertad de expresión como la herramienta más poderosa en una democracia.

De él recordaré siempre la pasión con la que defendió que las ideas solo deben competir en el foro público y nunca a través de la censura, mucho menos de la violencia. Siempre subrayó, espero que lo recuerdes my President, que la libertad de expresión es esencial porque nos permite cuestionar el poder, desafiar las ideas dominantes y proteger otras libertades fundamentales.

Sé que has leído su libro The MAGA Doctrine, ¿a que sí my President?, donde Kirk afirma que «si queremos un país donde las ideas compitan libremente, tenemos que proteger la libertad de expresión por encima de todo. Es la única forma en que la libertad puede prevalecer sobre la censura».

También dijo, escucha bien querido Donald: «Si no puedes decir lo que piensas, entonces no tienes libertad».

Los cubanos sabemos bastante de censura, quizás demasiado. Por pensar distinto de un régimen totalitario no hemos podido ejercer el periodismo en nuestra tierra. Cualquier crítica significa el despido inmediato y el ostracismo. Sabemos cómo desde el poder se maneja el destino de las personas que piensan diferente. Eso nunca debería pasar en los Estados Unidos de América y está pasando, lo estas promoviendo.

Hoy dentro de tus seguidores hay una voluntad explícita de instaurar un sentimiento de pueblo víctima en una Nación que siempre ha sabido sobreponerse a toda adversidad. Hoy quienes te adulan insisten en inculcarnos la noción de país bajo ataque, cuando lo cierto es que las ambivalencias de tu discurso nos debilitan como líderes del mundo libre.

Hoy se ha sustituido el halago por la diplomacia, la bravuconería por la negociación y, negando todo lo que Charlie Kirk representa: la imposición por la palabra.

Recuerda my President, nosotros, los Estados Unidos de América, nunca hemos sido víctimas. Survivors, always survivors, my President.

Vuelvo a levantar la vista y la lluvia me da un respiro. En Miami, en los Estados Unidos de América,  siempre hay esperanzas.

Hasta pronto, my President, siempre…

Tu Jorge


P.S.: El original en inglés de esta carta fue enviado al correo oficial del Presidente de los Estados Unidos.






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