Manuel Hurtado: ‘No name yet’

Hace ya casi un año comencé a seguir a Manuel Hurtado (La Habana, 1993) por su cuenta de Instagram (@no_name_yet_90), sin saber que era Manuel Hurtado. Leía aquellos textos como anónimos-atemporales-aliviaderos, hasta que Manuel decidió llamarse Manuel. No esconderse en el juego de ser innombrado, todavía. 

Esa página de Instagram es un laboratorio donde se experimenta la patria, el amor, el sexo, el dolor, la mentira y las pocas verdades. Es un juego, un espacio que traiciona la nomenclatura, donde no se le puede llamar poema a un grito, un beso, una eyaculación. Esos textos de Manuel no pretenden pertenecer a ningún género, por eso quizás no es necesario nombrarlos. Siempre: definir es cenizar.



Manuel Hurtado, por Carmen Cabrera.


Pero también hay una cosa llamada teatro que apacigua todo esfuerzo de definir las demás cosas por su nombre. En el teatro, todos, hasta los autores, son personajes, invenciones, ficción y no tanta ficción. Dicen que en el teatro se vive la vida entera.

Manuel me envía una obra que fue su tesis, pero también su antítesis. El padrino (Según Doubrovsky), es una obra con solo dos personajes: un padre psiquiatra y un hijo dramaturgo, pero un hijo que es padrino del hijo, enamorado del padre, asesinado por el padre. 

Converso con Manuel, el personaje, el hijo, el dramaturgo:



Manuel Hurtado, por Carmen Cabrera.


¿Cuándo comenzaste a escribir?

Desde la primaria escribía algún que otro poemita insufrible, para regalar. Siempre fue un hobby. Seguramente no pasaban de ser pobres imitaciones de Bécquer o la Avellaneda (lecturas heredadas de mi madre divina), pero ahí arrancó todo.

¿Qué temas te interesa desarrollar/potenciar en tu escritura?

No sabría responderte. La verdad es que no soy muy fan a los temas como centro de… Soy más afín a los procedimientos. Siempre escribo de mí —eso sí—, ya sea de forma evidente (cuando me adentro en la autoficción) o tangencial (bien si escribo un Ricardo III o una comedia de situación). Pero el cómo acercarse a una historia o, mejor dicho, el cómo acercarte, es algo que me atrae. Los aspectos estructurales y formales me parecen mucho más prácticos y eficaces a la hora de uno perderse en la escritura. También opino que el tema es una construcción particular que está al otro extremo del literato, y de las más ajenas a él.

¿Cómo es tu proceso creativo?

Algo intermedio entre el caos y una organización obsesiva. Siempre hago planes muy concretos, tengo un proceder bastante clásico: con investigación, fábulas, estructuras externas y compañía. Pero en algún punto me pierdo y dejo funcionar la intuición, que es quizás la herramienta más fuerte y peligrosa que tenemos. También me acerco a la escritura como un oficio; no niego la inspiración ni nada, pero —sin ser Hemingway— prefiero llenar páginas malas antes que tener el Word en blanco.



Manuel Hurtado, por Carmen Cabrera.


¿Que crees del vínculo entre la literatura y las redes sociales? ¿Qué te motivó a hacer @no_name_yet_90?

La verdad es que abrí la cuenta como un experimento; estaba empezando un poemario y la intención era crear una plataforma de red que lo sostuviera. Pero la mano fue más lenta que la realidad y acabé publicando cosas diversas, y de paso todo perdió el sentido original. Sin embargo, me enfrentó a un sujeto de prueba que no esperaba y me adentré en una comunidad extensa de personas que comparten sus textos, algunas muy brillantes. En algún momento me dijiste algo que me gustó, y es que era como un laboratorio. Eso mismo.

¿Qué sueñas hacer en el teatro? ¿Cómo lo vives?

Tengo la suerte de ser parte de un grupo que es constante en su trabajo y que, para colmo, es de mis preferidos dentro de la Isla. Esto hace que el teatro sea parte de mi vida práctica, de mi ejercicio y meditar matutino. Poder estar tan cerca de las tablas es un privilegio como dramaturgo, como lo es para mis aspiraciones de director escénico trabajar con Pedro Franco. Mis incursiones en la dirección han sido pocas, pero es, sin dudas, un camino que pienso recorrer. 



Manuel Hurtado, por Carmen Cabrera.



Fragmento de El padrino (Según Doubrovsky)

Yo quise hacer un texto para salvarme pero en cambio he contemplado la rendición de mi cuerpo la humillación de mi cuerpo yo he pensado en lo inútil que fue hacer con su historia mi martirio cuando ya su martirio era bastante

Yo no quise agonizar a su lado yo no quiero agonizar a su lado

Yo pretendí que su historia liberase mis pecados quise una absolución pero mis palabras tomaron las formas colores tristezas y texturas de mis pecados y cuanto más dije más se multiplicaron

Que su historia pervierta mi agonía no es más que el pathos necesario

Quise hacer un texto que respondiera al canon que fuera sintácticamente irreprochable que desde mi dolor comentara el de otros pero sin la inmodestia de estar hecho para otros

Yo no pretendo cambiar nada no pretendo salvar nada yo quiero hundirme sin ayuda para que no digan que mi desgracia es culpa de nadie más que mía para que nadie escriba mi mármol con letras que no haya escrito para que los que me quieran puedan decir que al menos he caído con dignidad y que no pretendí más que eso 



© Carmen Cabrera.


(…)

Ahora quiero hablar de la angustia del texto o de la angustia de escribir un texto o de la dificultad que supone traducir la realidad al texto o la imaginación al texto o mejor de cómo enfrentar a un personaje cuando este cobra vida, cuando en tu cabeza se levanta del papel en blanco y te abuchea porque el personaje no quiere a veces que lo escribas

Cuando empecé a escribir esta obra no sabía que iba enfrentarme a mis palabras pero a veces las palabras se alzan porque la incapacidad de uno las obliga

Cuando la angustia de escribir me embistió yo quise huir para que otro escribiera su historia para que otro con habilidad y juicio la escribiera de un modo eficiente pero cuando una historia se hace necesidad no hay más que hacerla texto cuando una historia se hace necesidad se filtra dolorosamente entre a las uñas hasta el papel en blanco y te encaja imágenes vivas en la mente para que sufras las palabras para que nada sea tan real como las palabras que se filtran desde tus uñas para que puedas incluso sentir en presente aquello que ni siquiera has vivido lo que siquiera nadie ha vivido

De saber lo que ahora hubiera hecho una hoguera enorme con mis palabras

Yo no era escritor no soy escritor

Quiero escribir para disculparme



Manuel Hurtado, por Carmen Cabrera.




Mujercitos

Contra ‘Mujercitos’

Ray Veiro

‘Mujercitos’ te presta cualquier cosa que ayude a liberarte: un dedo para vomitar, una idea para reventar el país, una mano para masturbarte, una garganta para gritar y unos dientes para morder. A falta de carne, pieles para canalizar la rabia.





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