Ernesto Rancaño: ideología pal zunzún

En un momento de mis ideas ocurre esta conversación con Ernesto Rancaño, que se encontraba vulnerable y, como nos conocemos hace siglos, se sinceró conmigo. 

Nos lo debemos: Ernesto Rancaño y yo estamos unidos por un accidente automovilístico en nuestra juventud, donde uno de nosotros se vio gravemente involucrado y, para decirlo exacto: uno de los dos le salvó la vida al otro. Como si no fuese suficiente para querernos haber nacido en un mismo país, nutridos iguales en la música de una isla, playas o lo que sea invite en ti la cosquilla que es la vida. Como si no fuera ya hermandad la conexión especial que sentimos entre cubanos, manifestada en cualquier detalle.

Te debo una disculpa, Ranca, por haber grabado nuestra conversación, mas entiendo que es una pequeña traición de procedimiento, y solo en aras de un más alto objetivo: que se recojan los primeros balbuceos de tu disculpa a Luisma, que es pedirle una disculpa a todos los cubanos. 

Verás, alrededor de Luisma se ha formado, por estos días, entre un gran número de personas conscientes, un sentimiento de cercanía que no se da con facilidad, un ponerse de acuerdo inusual que trae, como el olor que anuncia la lluvia, los primeros aires de un cambio para Cuba.

Y decidimos que llevamos en el corazón de un modo familiar a esos otros cubanos que se han reunido alrededor de Luisma, y todos los egos graciosamente se diluyeron en la causa mayor que es la libertad de un hombre. Entonces llegas tú a tirarla de tan jorobada manera, y como últimamente los cubanos están llegando al entendimiento de que nadie va a pisotear la dignidad de los seres libres de su país, te recomiendo que termines la disculpa tú mismo.

Con el arte es fácil, ahí nunca has tenido que disculparte. Lo hemos hablado mil veces tú y yo, Ranca, no importa que tu trabajo esté en candela, con el arte uno hace lo que quiere. Y mira que lo que has hecho tú con el símbolo no es de personas decentes. Cuando los símbolos te pasan por el lado se quedan lívidos, tratan de esconderse tras los postes de la luz, para que no te les encarnes, porque tú eres el terror del símbolo. 

¿Te acuerdas del trago que inventamos aquella noche? Yo te estaba dando chucho diciéndote que lo que haces es arte para diabéticos, poniéndote de ejemplo lo del Martí con un tocororo y con una palma real, tú sabes, el batido de símbolos que tú formas siempre, y el bartender se puso pal chucho también y nos tiró aquel trago azul con leche condensada.

De pinga, qué clase de nota más fula cogimos. 

Ernesto Rancaño: Ja ja, sí.

Javier Marimón: Asere, voy directo al grano: ¿Qué pasó con Luisma?

ER: Man, mira, tú eres mi hermano, te lo puedo decir. Ese día fue que tuve una reunión con una galería importante europea para lo de las pinchas mías que son las cucharas invertidas…

JM: Asere, te dije que eso estaba malo con cojones, que ya tú estás muy viejo para el arte conceptual.

ER: Casi ni lo viste y me dijiste que estaba malo.

JM: No tengo más na que ver, vi unas tallas ahí, una cuchara frente a otra, un lápiz frente a otro y después lo mismo, unas cosas frente a otras. Tú puedes justificarlo conceptualmente todo lo que quieras, pero eso no es más que discurso mongo de la Facultad de Artes y Letras.

ER: Bueno, fue ese día, man. Me dieron el bate con esas pinchas en la galería, y estaba mal y me fui pa’ Facebook. Te lo juro que puse eso ni sé por qué pinga.

JM: Eso es lo que la gente quiere averiguar, qué factores intervienen en tu problema con Luisma: raza, clase social, cantidad de talento, cantidad de reconocimiento, ideología política. La otra teoría que se maneja es que te gusta el hombre.

ER: (Fríe un huevo). Claro que no.

JM: Lo otro es que le tienes envidia.

ER: ¿Qué envidia le voy a tener si a ese no lo conoce nadie?

JM: Lo que me lleva al reconocimiento… [Y aquí debo de algún modo justificar a Rancaño, quien es muy apegado, cual Gollum caribeño, a una condecoración que le impuso Díaz-Canel. Desde que le dieron esa condecoración ha cambiado bastante, se pasa horas mirando la medallita, como apagado]. 

Ranca, sabes que siempre te lo he dicho y siempre que te lo digo me erizo: con lo que sí partiste el bate, vaya, tu gran leitmotiv es el zunzún libando ideología de la estrella solitaria. Siento que se produce en mí como la vuelta desde el no gusto, por detrás, y como el arte es redondo, le sale por alante, por el gusto, no sé si me explico bien, pero esa pincha me gusta por lo que me provoca físicamente. 

Se trata de la desnaturalización de la vida misma de Cuba, representada en el zunzún, tratando inútilmente de beber de las ideologías, los discursos. Pero tú eres el Houdini de los hermeneutas cubanos, nadie te ha leído como es. Tú eres el verdadero artista opositor, pero sutil o, al decir de Silvio, “susurrado”, y ese es tu problema con Luisma. ¿Es o no es?

ER: Capaz que sí, no sé. 

JM: ¿Y qué bolá con el Martí del lacito de la bandera? ¿Nunca has tenido problemas con eso? 

ER: No, fíjate que no.

JM: Debe ser porque eres blanco y miembro de la UNEAC.

ER: Debe ser eso, sí.

JM: Y es que lo tuyo es 2D y lo del Luisma 3D. Un blanco en 2D no asusta tanto al gobierno como un negro en 3D. Es eso. Porque dicen que si Luisma, pero tú doblaste la bandera, la convertiste en un lacito, se la pusiste a Martí, como si la patria lo estuviese ahorcando. 

Ya te digo, si los censores cubanos estudiasen algo de arte, llegarían a tal obvia conclusión y te podrían entonces mandar a ti pal Vivac. Aquí hago un llamado adelantado a que, si eso pasase un día, todos pidamos por tu liberación inmediata, porque ninguna persona merece estar presa por su arte.

De todos modos, tu pincha más crítica fue lo de la estatua del Che. Aquella vez te empingaste con el Che no sé por qué cosa de que te picaron unos mosquitos el día que fuiste a su mausoleo en Santa Clara, e hiciste la pincha aquella: Alumbrando el continente, ¿te acuerdas? 

Yo me acuerdo bien porque llamaste a un grupo de socios a buscarte lo de la mierda de cerdo y nos pasamos días en eso. Mandaste a hacer una escultura del Che con mierda de cerdo, y para la estrella solitaria de la frente le tiraste un par de cables a unos tanques de más mierda de cerdo, y con un sistema sencillo de biogás le iluminaste la estrella al monstruo. Te quedó mortal, pero después se te quitó el empingue con el Che y la rompiste sin que nadie lo viera, aparte de tus amigos cercanos. 

Yo creo que algún momento Díaz-Canel se olió tu escondido sentimiento opositor y te otorgó la condecoración… ¿Qué se siente cuando lo condecoran a uno? 

ER: Es como que te roben un poco el alma. Es un permiso para el servilismo.

JM: Tú sabes que simplemente se trata de fluir, ¿verdad? De relajarte. Mira, deja las redes sociales, eso ahí es un espejeo, concéntrate en pintar. Pero eso sí, te pido que dejes de asfixiar los símbolos de esa manera. Cuando la tierra se llena de símbolos nada crece en ella. 

Y asere, una última cosa: ¿es verdad eso que se comenta de que Jacomino y tú… en el Turquino… aquella noche…?

ER: Ah, man, qué pasa, deja el cuero. 

JM: No, chico, en serio, la gente se pregunta porque sabe que a ti los símbolos te desquician, y tal vez se juntó todo aquello: el Turquino, Martí, la bandera, Jacomino que tiene un cargo político, tú que llevabas puesta la condecoración que te dio Díaz-Canel, y en la subida se te cayó y Jacomino te la recogió y se miraron, o los dedos se rozaron, qué sé yo… Una cosa llevaría a la otra y perfectamente te la pudo haber metido. Normal.

ER: Pues no pasó nada.

JM: Ah, eso es lo que yo le he estado diciendo a la gente, pero nadie me cree. A ver si me creen ahora. Mira, Ranca, voy quitao, te dejo dicho lo que tienes que hacer: imprime tus dos posts de Luisma con los corazones y fucking véndelo a una galería importante de Miami.

ER: ¿Tú crees? ¿En Miami?

JM: En Miami es donde es. Serían unos falta de vista si no te lo compran. No hay mejor manera de putear (valorizar) el arte que esa, pasándole por encima a las ideologías. Mejor aún: yo tú les vendo la computadora con el post de Luisma arriba del escritorio y le zumbo el mamotreto ese. Hazlo díptico, uno por cada post. Aprende, que yo no soy eterno.

ER: Coño, tú siempre me has dado buenos tips. Como cuando me dijiste que vendiera mis cuadros en la sede de la Central de Trabajadores de Cuba. Volaron.

JM: Mijo, y tengo una idea mejor. Luisma tiene bastante pincha fresca como para que Alpidio le prepare una exposición con todos los hierros en Bellas Artes. Hagamos eso: Alpidio arma la expo de Luisma y vuelve loca a la gente, luego convence a Díaz-Canel, que convoca a elecciones libres y vuelve loca a la gente. Esto se escribe luego en la historia, de modo que se le otorgue a Alpidio y a Díaz-Canel el alma del sentimiento de la transición misma, con tal de que la transición ocurra. 

Dejamos, de repente, a toda la oposición fuera de la historia, a partir de ese momento de transición, acción que a niveles narratológicos tiene una fuerza tremenda. O sea: dejar fuera de la historia al elemento que era la fuerza del cambio, la mandarria golpeando la puerta, y de pronto Díaz-Canel abre la puerta y se queda tieso en el filito de la historia y todos los opositores caen por la página de la historia hacia abajo… Qué cómico sería, en todo caso, o qué más da el libro de la historia cuando estemos todos muertos. 

Si quieren pueden verlo como una cuestión estética, o como quieran, pero hay que activar la narrativa de la historia cubana, que está mas dormida que el fucking caimán. 

Que bolá con aquello del caimán, con aquella melodía suave de siesta de Camilo y Che, Che y Camilo, y estos comunistas con todas esas tecnologías rusas y esos libros de teorías musicales y de ondas cerebrales, qué carajo habrán estado poniendo en nosotros, ratones medio jorobados, trasquilados por un experimento que no funciona, pero hace falta abrir la jaula y caminar por primera vez por el piso del laboratorio hecho país, la patria convertida en la rica tierra bajo nuestras plantas. Allí seremos libres. 

Abre la puerta, Díaz-Canel, vamos a negociar la historia. Hay buenas páginas sin coger todavía, pues la tierra de la justicia es ilimitada. Percibimos los aires de cambio, del fin de la opresión. Ejerzamos una presión nunca antes vista, que de todo lo que se hable sea de transición pacífica y elecciones libres. 

Esto es fuego, y ahora parece que, por fin, estamos conectados.