Obsceno, inmoral (entremés con doncella)

Puto es el hombre que de putas fía. 

¿Usted no era católico? 

Sí, y puto el que sus tratos apetece. 

Ay, señor, qué lenguaje. 

Sí, sí, extraordinario. Recuerdo aquello de atezado mojón duro y caliente.

¿Qué? ¿Cómo me habla así, señor?

Es que soy escritor. Tengo una elevada conciencia del poder de la palabra.

Pues eso es una grosería.

La vida era, para los delicados y los santos, una grosería. Y morirse es francamente apestoso. En cuanto al sexo…

¿Usted escribe reguetones?

¿Y usted nunca ha tenido un flujo, vamos, una diarrea?

Me voy.

Lea las Gracias y desgracias del ojo del culo

¡Bestia!

Lo que es francamente bestial es que usted, que está graduada de una universidad, no haya leído a Francisco de Quevedo y Villegas, una de las más recias personalidades morales de la literatura mundial. Escribió una Política de Dios…

Ustedes los católicos son pedófilos…, por no decir…

Pájaros.

Eso mismo. 

Gansos, chernas.

La mayoría de la gente come de todo eso y lo encuentra riquísimo, no son palabras ofensivas…

Mambises manigüeros… Mambí significaba bandolero de la manigua.

Usted está abusando de mí, pero sepa que yo soy cederista porque me obligan.

¿Quién? ¿Cómo?

No me obligue a decir una de sus indecencias.

Una de las mías, fácil. Ya crear una de las de Quevedo es harina de otro costal, o condón de otro…

Soy cederista porque los comunistas le pasan a una la polla por la cara.

¡Ah, tienes un novio español! Ese sí que ha oído hablar de Quevedo.

No, es Yoanki, el que arregla celulares. Digo polla para no decir pinga.

Faisán servido en Praga.

Eso suena mejor, pero sigue abusando de mí…

Es la frase con la que el poeta Lezama protestaba por la falta de variedad en la mesa de su casa, una vez establecido el gobierno que le ha dado el picadillo de soya a todos. Pues el faisán de Luis XIV es, o Lezama creía que era, algo común en Praga. Como el arroz blanco aquí. Ahora bien, no le mencione más esa polla a nadie, o creerán lo que yo, que usted jinetea.

¿A usted no le parece peor que yo diga pinga?

Depende de las circunstancias.

Pero pene le resulta preferible.

¿Que yo prefiero un pene? Vaya al carajo Mariela.

No, digo decirlo.

Pudiera resultar disfuncional. 

Me refiero a la calle, en pleno día.

¿Ya se puede?

Nunca se podrá, es incómodo… Y hay gente que sufre unos arrebatos. El otro día uno me susurró en el mercado: si como caminas singas, se romperán las pingas…

No es un mal dístico.

¿Un qué? Acabe de definirse: ¿le gustan los reguetones?

Los odio. En privado suelo decir que a los reguetoneros hay que darles por el ojo de Villegas.

Pero eso es un lenguaje reguetonero.

No, porque mis intenciones son divinas.

¿Y cómo sabe usted cuáles son las intenciones de los reguetoneros?

Si la intención es que les den por el gusto, es justo. Pero hacen un dineral con esa basura fálica, que me caga el amor físico… y a mí el amor físico, y los otros, porque son cantidad, me gustan muchísimo.

Entonces usted me recomienda que en vez de decir polla diga pinga.

No, le recomiendo que diga polla cuando Yoanki te pasee por Madrid con su móvil, o cuando te estés riendo con una película de Almodóvar… En cuanto a la palabra pinga, que en más de un país de habla castellana es más críptica que un jeroglífico, y puede pasar por un alambicamiento de diccionario propio de un blanquito catedrático, encuentro bien que se la masculles a Yoanki. O a mí.

A Yoanki se la repito a veces. En cuanto a usted, que es una persona mayor…

No es lo que piensas, nena. Yo lo que quiero es que utilices pinga con intención opuesta, totalmente divina. Para gritar la verdad.

¿Qué verdad? Usted es una persona muy… De la época dorada de los jipis… Además yo no soy gritona.

Pero con tu ser sugieres lo que yo quiero que aúlles.

Pues no, yo no soy malhablada nunca, en ninguna circunstancia… ¿Qué dice usted que yo digo?

Lo musitas en el baño.

Pues a ver, grítelo ahora aquí. ¡Si se atreve!

Que el socialismo es una pinga.

¿Cómo?

Que el comunismo es una pinga.

Ay no oigo nada.

¡Que el comunismo, coño, es una pinga!

Pues no, compañero, no estoy de acuerdo.

Que estés en desacuerdo y no me lleves al G2, ya es un progreso.

Porque eso que usted ha estado predicando aquí en esta plaza, solo porque no puede hacerme lo que quiere habiendo envejecido y sin una receta recreativa de Viagra a pesar de las atenciones del gobierno al adulto mayor, es una anfibología de procedencia social y sexual, que debiera extinguirse incluso sin las orientaciones de Mariela. ¡Cuánto abuso, Dios mío!

Qué confusión ni que ocho cuartos…

Cuartos no, plaza. Eso de que el socialismo es una pinga no es otra cosa que el resultado de la cultura patriarcal y de la ideología de género y de féretro y el narcisismo falocéntrico finalmente invertido en un momento para mí inaceptable de depresión por muy baja autoestima determinada por el gregarismo cederista y la represión de las pulsiones civilistas y masculinas de Guáimaro. 

No, no, siempre Guáimaro.

Usted dice que el comunismo es una pinga con la misma intención con la que Cintio Vitier escribía no convirtamos la comunión de los santos en un ismo. 

¡Guáimaro, Guáimaro!

Usted dice que el comunismo es una pinga como si pinga estuviera en el diccionario de Word como sinónimo de suciedad, fracaso, humillación, desastre, hecatombe, ruina, vergüenza.

Mierda.

Salida de la desgracia del ojo del culo social. Yo comprendo que usted salió de ahí mismo y ya no puede escapar del karma socialista por mucho que converse desvalido y melancólico con muchachas como yo, que nacimos completas y democráticas y útiles. Pero, por favor, no humille la palabra pinga ni la maravillosa realidad que designa y sin la cual no estuviéramos sosteniendo este diálogo platónico en la Plaza del Gallo de Camagüey porque no existiríamos nosotros ni los neandertales. Sea obsceno y moral por alguna vez en su vida. No se muera sin haber creído lo suficiente en su propia pingona. Sea hombre y no se apene. Si usted tiene pene, no se apene. Sea macho y haga la política de Dios. Conviértase en gallo y grite conmigo y con toda esta gente que nos escucha ahora mismo: ¡Abajo el socialismo! ¡Abajo la dictadura!

Habla más bajito, niña…

.