He visto el color del peligro y de la derrota. A Odiseo recoger los pedazos de Ítaca. El apetito del hambre y el olor a miedo. Circe devuelve navíos espectrales.
Un hombre negro palidece en una celda oscura con el rostro triste. Y el rostro de una mujer repite la misma expresión como si recogiera la otra parte, la que no pudo cargar Odiseo. Como piedras que una vez en el morral se desintegran en partículas de arena.
He visto el tiempo desaparecer a los vástagos. Caer a la mujer y convertirse en letras… símbolos. Penetrar la oscuridad para no enceguecer de fuego fatuo. Guerreros sin rostros en el coliseo virtual. Cadáveres de islas que rehúyen de un único destino: el sur. Y el oleaje la conduce a redimirse, a escapar, elevarse por encima del miedo. Elena-isla en el nuevo amanecer troyano.
“Smile! That´s me again, Joker the entrepreneur. VOTE for IT, the new universal party. If you gotta go, go with a smile! JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. SMILE!”
Mi rostro solo, espantado en el espejo. Por composición, soy la cabeza de un fantasma rojo. Era la última foto que compartí en mi Biobook junto a una nota, como quien envía un mensaje al mar dentro de una botella: “No más neolengua”.
Una foto tomada por mí misma en aquel museo extraño: OFIBMAL, Oficina de Bienes Malversados.
No sé cómo expresar la sensación de estar viva, pero, al mismo tiempo, muerta. La vida comienza para mí cuando he perdido la esperanza. Porque estar viva es estar al borde de un abismo. Y solo soy abismo. Un abismo donde asomarme consciente de que un día tampoco podré salir. Un abismo húmedo y con mi cuerpo en combustión.
Me asomo, pero a veces no logro distinguir del todo. Otras, veo a un hombre joven. Sonrío, y entonces aparece su rostro. Tiene ojos verdes y cabellos rubios. Su risa provoca escalofríos.
—Soy Jack Alejandro. No te asustes. Tienes que ser fuerte, mi tío me contó todo.
Jack me hablaba de protocolos sanitarios. Cuando mencionó a mi padre, dejé de escuchar su voz. Aquel muchacho rubio comenzó a pudrirse delante de mí. Una fila de gente muerta salía de sus ojos fríos. Multitudes. Lo mismo por aire que por agua.
—Ahora tú eres yo —me dijo—. Trataba de huir, pero mi tío estaba allí para recordarme que su hijo varón es un idiota.
Jack tiene carisma. Cuando habló del tío lo hizo con orgullo. Como si su tío fuera su ideal. El ideal de un hombre que murió a causa de su ambición desmedida.
Se adueñó del capital de Ékuba, me dice una mujer de piel blanca y cabellos oscuros. Al principio creí que se trataba de la ministra K. Ahora no me habla, sonríe.
—Soy la hija de Vilma, concuña de Dalia Sosa, tu vecina —dijo, cuando finalmente pudo volver a hablar.
Estoy con mis pies descalzos sobre el suelo. Descubro un hueco negro y me asomo. Me he dado cuenta de que mi casa está suspendida en el aire. Sostengo una raíz enorme que me conduce a un bosque de árboles secos.
Ahora solo veo cadáveres de árboles secos en un paisaje desierto. Robles blancos sin flores me devuelven la nostalgia de una primavera en ciernes.
La única señal de la primavera eran las flores.
En La tumba… Roux cuenta una historia de amor entre el poeta Marcos Toberhe y Malva, una mujer cerebro con belleza de otro canon. Lo inusual en su rostro, sin pensar, agrada.
Casi al final, hay una escena que erotiza. Lo curioso es que Roux se centra en los detalles y uno siente más desde su imposibilidad para traducir las emociones. De nuevo, lo que no se dice, provoca más morbo. Lo que no concluye, despertó mis fantasías.
En un momento el narrador comenzó a hablarme y llegó a decirme: “hasta tú en aquel momento te volviste intrascendente”.
Era tan fría la expresión que de mis ojos brotaron lágrimas. Después, el deseo de Marcos provocó en mí un apetito enfermizo. Como si la tristeza antecediera al deseo compulsivo de ser atravesada por Marcos, aunque también implicara a Malva.
Mis escalofríos se vuelven más intensos. Tengo los pies helados. Y una idea extraña me hace dudar de mi propia existencia. Para existir, hoy tendría derecho a pensar y actuar sin hipocresía. La tumba vertical no sería el problema, Rizo podría continuar sus estudios de la rabia y se discutiría con fervor lo sucedido con el Movimiento Mejor Generación.
Pero el alcance internacional del código provocó ecos en la protesta. Los medios internacionales transmitían desde las puertas del Ministerio K de la isla-símbolo, y fue como esparcir el excremento del Capitolio Nacional por todo el universo, a través de los cuerpos y las voces de cada uno de los que se aproximaron a las rejas de K, como a los tanques victoriosos de 1959.
Rizo había alertado sobre la nueva mutación, mucho más peligrosa por ser empática. Mejor entrenada socialmente. Al mismo tiempo, no podía dar por concluida su composición genética. Justo allí estaba la dificultad. Ékuba entraba en un Estado de tinieblas.
Se había planeado mucho antes de que llegara la peste, pero los jóvenes destinados a ser los nuevos líderes sociales cayeron en el coliseo. K peleaba a la antigua: volvió a devorar a sus hijos.
Estalló una guerra interna que parecía interminable. La noticia de una explosión en el Ministerio K que dejó un saldo de tres muertos disparó las alarmas. En medio del experimento de unificación, los escritores rechazaban el destino de las artes y las letras. Acusaban a K por “uniformar a los jóvenes letrados con el estilo de Sin Fe”.
El escritor Lord Tornés Piñera, exiliado del gobierno de Cuba, criticaba la ideología newoke que había puesto en práctica K. Para Tornés Piñera, era evidente cómo había calado en los jóvenes letrados. Como si el código hubiera sacrificado a toda una generación de Narcisos al servicio de los medios.
¿Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera? ¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?
Rizo por aquellos días reapareció con este fragmento de Santos Rodríguez. La tensión siguió escalando.
De Bronce salió a las calles junto a los cientos de miles de revolucionarios-rebeldes. Marchó con los de abajo, como si fuera uno más. Cuando lo encarcelaron, las visitas a su canal en MeTube triplicaron las cifras. Alcanzaron los 33 millones.
Ya no podía liderar el Movimiento, pero quedaban sus obras, canales virtuales y el nombre. Y “en el nombre de De Bronce, está la cosa”.
Prácticamente no tenía voz, pero lo más importante había nacido: el símbolo. El nuevo símbolo de la Ékuba internacional.
¡Viva Antonio Manuel de Bronce!
El letrado Llorente, en sus artículos para el Remington Post, narra el hecho: la huelga colectiva del Movimiento Mejor Generación, como si la Calle Santa Eumelia de Gana Vieja fuera el puerto de Tuxpan y los tripulantes viajaran en el yate Granma con Fidel Castro al mando. Solo que el Granma de Santa Eumelia no pudo atracar en Las Coloradas.
Se especula que la nueva cinta donde quedó registrado el suceso fue enterrada por Porra y que logró sacar de Ékuba una versión editada.
Rizo recomendó leer los artículos y las entrevistas de Llorente a De Bronce, donde aparecen ciertas pistas acerca de la nueva mutación.
CLL: ¿Cuántos días llevas sin comer o beber?
AMDB: Hoy 1 de enero se cumplen 64 días.
CLL: ¿Cómo te sientes?
AMDB: Mal, me da mareo, asco a todo y estoy muy débil. Lo que pasa es que yo soy fuerte.
Llorente describe a De Bronce en un tipo de meditación a la que cataloga: “trascendental rebelde”. De Bronce se coloca en forma de Jesucristo en un palo: garrote racista.
El garrote tiene varias funciones. La primera, obviamente, es la protesta. De Bronce trata de llamar la atención sobre la discriminación en Ékuba. Denuncia además el incremento de la mendicidad, sobre todo de adultos mayores negros.
Sobre la meditación, Llorente añade: “De Bronce se encuentra en este momento colgado, con las manos metidas en sendos vasos de agua y los pies en una palangana”.
AMDB: Los pies y las manos tienen su secreto. No es que yo crea que soy una mata ni que el agua me va a entrar por ahí. Fíjate que estoy en un palo seco. Y ya un órgano se comió a otro. Y así, sucesivamente.
Todos los habitantes del planeta de Fidel Castro estaban hibernando. Despertar es un proceso traumático. Nadie podrá estar seguro de si en verdad lo siguen soñando. Ni si aún dentro del sueño, sueñan también. Como en Las ruinas circulares de Borges, uno no sabe bien si es el sueño de un tercero.
En La tumba… Marcos Toberhe sueña poder escribir un poema al año. El poeta fue enterrado durante el período romántico. En el pragmatismo lo reviven y su poesía permaneció intacta.
El activismo de De Bronce adquiere densidad en el caos, dispara al corazón de otro código: “K-IT”.
La culpa blanca
Saupier ha mostrado el horror sin enjuiciarlo. Ha quitado la grasa para dejar el problema a los espectadores.