Esmeralda, el sol y una derrota

¿De quién es el Banco Nacional de Cuba? Esa es la pregunta que se hace Esmeralda Rodríguez mientras trata de que el sol no le dé en los pies, en lo que avanza la cola para comprar aceite. 

Son las tres de la tarde y por toda Cuba la gente anda haciéndose la misma pregunta. Una pregunta que, como todo en esta isla, tiene una sola respuesta.

Como en cada fábula que hemos podido leer en el libro La culpa es de la vaca, sabemos que la culpa nunca cae al suelo. En el caso de Cuba, qué mejor fábula esa de decir en el juicio de Londres que el Banco Nacional de Cuba no es del Estado cubano, para así librarse de un gran problema. 

Es culpar a una vaca, ¡y a concentrarse en el próximo triunfo! Porque para el régimen cubano el juicio en Londres ha sido una victoria rotunda, aplastante. La Revolución le ha propinado un golpe a lo Félix Savón a la contrarrevolución, aunque apelarán la sentencia del juicio. ¿No era que habían ganado…? 

Pues parece que no. Pero eso no le interesa a Mirian Sotolongo, la señora que está un puesto delante de Esmeralda en la misma cola. Habla con su vecina por teléfono. Le cuenta que Cuba ganó otra vez, que con nosotros nadie se puede meter. 

“El Comandante hizo las cosas muy bien para que ahora vengan los mercenarios a tratar de jodernos”. Así le dice, mientras espera ansiosa que le llegue la recarga que le prometió su hija que vive en Miami, porque la oferta de Etecsa está buenísima.

El fin de esta pesadilla de la que la gente habla ya sin temor en la calle.

A pesar de lo que crea Mirian, el régimen cubano perdió el juicio; pero sigue en su afán de postergar lo inevitable: el fin de esta pesadilla de la que la gente habla ya sin temor en la calle, en las paradas, antes del sexo y después de tener sexo. 

Mientras tanto, la cola del aceite sigue creciendo y dobla la esquina de la tienda. Por suerte para Esmeralda y Mirian, dijeron en la puerta que solo tocará un pomo por persona, por lo que debe alcanzar para todos. El problema ahora no es la pregunta de quién sea el dueño del Banco Nacional de Cuba, sino el sol que le está dando a la gente.

En Londres es muy probable que no haga este sol porque llueve mucho, pero el juicio continúa. La demanda de CRF I Limited sigue en pie contra el Banco Nacional de Cuba. Por tecnicismos, y un miedo que ya comienza a rondar los pasillos del Comité Central, lograron desviar la demanda al Banco.

Esmeralda y Mirian, quienes pasan de los 60 años, vieron cómo la televisión comenzó a transmitirse en color, vieron cómo se derrumbó el muro de Berlín y estuvieron en los Juegos Panamericanos de La Habana en el año 1991. Pero nunca han visto que una entidad cubana no pertenezca al Estado. ¡Si ellos se hicieron del control de todo “por el bien del pueblo”! 

En eso piensa Alberto, sentado en el portal de su casa, que se deleita con el pasaje que le brinda la cola de la tienda en la acera del frente, mientras suspira aliviado por no estar debajo de ese sol. Alberto recuerda sus días de gloria cuando estaba asignado en Cabinda, durante la guerra de Angola. 

No es la pregunta de quién sea el dueño del Banco Nacional de Cuba, sino el sol que le está dando a la gente.

Por aquel entonces, las deudas del país no eran un tema nacional y los Industriales casi siempre ganaban en la pelota. Alberto extraña ir al Latinoamericano: solo se juega de día y no puede, porque trabaja. 

Así que él lee noticias en Facebook sobre la situación del país y se le arma un nudo en la garganta: lo que lee tiene similitudes con el apartheid que combatió años atrás en aquella guerra. Quizás Cuba se convirtió en un apartheid político y ahora se viene dando cuenta. 

El Banco Nacional de Cuba es de la Revolución, de esa que dejó de existir el mismo día que se consagró y que ahora pulula como un zángano repartiendo odio y represión a los que se opongan. Una Revolución sin propósito que convierte reveses en victorias y uno no sabe si reír o llorar. Y cuando hablo de reír me refiero a reírse del miedo y la desolación, porque la situación de Cuba no da risa. 

Incluso la misma Esmeralda ha notado que las risas de los cubanos se han apagado. Cuando montó en el P4 para llegar a la tienda a hacer la cola para el aceite, notó, muy a su pesar, que Cuba se ha convertido en un país zombi. Esta isla es el escenario perfecto para filmar la segunda temporada de The Last of Us

Por su parte, Mirian, delante de ella en la cola, sigue hablando de victorias y de lo grandioso que es vivir en este país, que habrá sus problemitas pero que saldremos adelante.

Mientras tanto, CRF I Limited es el verdadero acreedor de Cuba y la demanda seguirá viento en popa porque las deudas hay que pagarlas. Algo que no le agrada al régimen cubano porque ellos siempre se han sentido con la impunidad de no tener que pagar nada, porque ellos derrocaron una dictadura y hay que agradecérselo. No en balde Cuba es un país de vagos. 

Las deudas del país no eran un tema nacional y los Industriales casi siempre ganaban en la pelota.

El juicio de Londres ha sido una gran derrota para el régimen. Lo curioso de esto es que, mientras Humberto López exponía su tarea de cuarto grado de primaria en el televisor usando de ejemplo a Juan, Pedro y Julio, en alguna parte de Cuba, a esa misma hora, Juan, Pedro y Julio se estaban yendo en una balsa.

Ya son las cuatro de la tarde y la cola del aceite no ha caminado mucho. Esmeralda Rodríguez ya no se pregunta quién es el dueño del Banco Nacional de Cuba. En el fondo, eso no le importa. 

Ahora le preocupa el sol que está picando mucho. Quizás cruce para la acera del frente y le pida permiso al señor que está sentado en el portal de su casa, para descansar un rato. Así de paso se aleja lo más que pueda de la señora que tiene delante en la cola, porque ya no soporta escucharla. 

Para evitar un problema, mejor cruza la calle. No vaya a ser que le dé por responderle y se forme allí mismo.





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El hombre de los pezones tatuados

Abel Fernández-Larrea

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