Douglas Gómez Barrueta

Monterey

La noche de abril es una puerta.
Un pulpo pasea como la gaviota que vuela sobre el mar,
los pescadores toman cerveza con los fantasmas
de una guerra que nadie recuerda.

Escucho la hoja en blanco: 
las palabras de Stevenson, el ritmo de Steinbeck, los diálogos de Miller.

Sueño con cuatro cuartetos mientras la fogata continúa.
Escribir Brubeck, decir Coleman, rezar Coltrane y gritar Monk.

Miro las olas y escucho el fuego,
¡Monterey! ¡Monterey! 
¿Dónde está la otra “r” que te falta?



Georgia

Escapa el caballo del último rey en batalla. Rezas con la voz del hombre que subió a la cima de la montaña. Un pianista ciego te hace llorar con su dulce canción. 



Hartsfield-Jackson Airport

En las torres de control no hay espacio para contemplar las nubes;
se tiene que hablar con frases cortas, 
repetir las instrucciones,
emplear la palabra como usa las manos un cirujano,
mirar los radares como quien escucha a los oráculos.
Mantenerse despierto,
tener una respuesta firme y serena ante las emergencias.

Es casi como escribir un poema,
pero sin los despegues y aterrizajes simultáneos;
sin los pronósticos meteorológicos;
sin ver caer los rayos o calcular la velocidad del viento.

Los mensajes en el altavoz tienen un ritmo que no descifro.
Los pasillos parecen un jardín en varios idiomas.
¿A dónde van esas maletas abandonadas?

Veo la cuarta letra del alfabeto griego y busco en los mapas,
creo que es el sueño el que me hace hallar la palabra Athens, 
pero prefiero ver con detenimiento las alas de un pollo frito
y salir del aeropuerto para tratar de mirar al cielo.



Savannah

Dicen que aquí se inventó el helado de ron con pasas.

En otra época, este puerto aguardaba el paso de la candela.
Es hora de olvidar a esos generales perdedores,
no les hagan estatuas que sean cárceles del tiempo,
no las pongan en los parques donde los niños juegan 
mientras los enamorados se acercan
y los turistas toman fotos para apresar a la memoria.

Esas manos escribieron las proclamas de independencia,
firmaron las actas de rendición,
desataron los nudos de la esclavitud,
trabajaron la piedra para esculpir caballos.
También jalaron el gatillo.

Ahora dejan caer un helado mientras caminan por las plazas
y no lo recogen.



Tybee Bomb

Escondida entre los matorrales,
muy cerca de las palabras, 
como los relatos que nacen debajo del agua.

El miedo se oculta entre el oleaje.
Puedes gritar tiburón, o decir neutrones y protones.
El ruido del F-86, el motor del B-47, las canciones de B-52. 

Qué es una bomba perdida en el fondo del sueño.



Bonaventure Cemetery 

La mano que pide monedas para el pan,
o para la piedra que lo ahoga,
no sabe asir las antiguas herramientas.

Con ellas cava en la tierra arrasada,
encuentra los restos de algunos caballos,
empuña las espadas y rompe los uniformes,
halla el secreto de las antiguas batallas 
de los abuelos,
y de los abuelos de nuestros abuelos.

A esos huesos hay que dejarlos descansar.



Swainsboro

Los gallos que peleaban en The Red Barn
eran pequeñas flechas que volaban entre gritos y sangre. 

Unas barcazas fuera de sus ríos navegan ahora entre los rieles.
Desconozco las telas que usaban los Lower Muskogee Creek.

Durante tres años dijeron que era París.

El algodón sigue arrastrado por el viento.



Alabama

Busca el canto del Yellowhammer. No te apartes a un lado del autobús. Escucha el galope de los caballos de Hernando de Soto. Camina por los campos de algodón. Cruza los puentes. 



Auburn 

Los árboles son blancos al cesar el combate
una lluvia de papel los cubre cuando la victoria se asoma a Toomer’s Corner.
Solo aquí le dicen fútbol a esta celebración ruidosa
en la que se aprende a esquivar los golpes, correr para no ser alcanzado.
Evitar la captura. 

Por este pueblo pasó Roosevelt y también Elvis Presley.
Quizás recorrieron la avenida Magnolia,
esa planta de hojas verdes por el haz, y algo rojizas por el envés.

Este lugar forma parte de la historia de la literatura latinoamericana.

Aquí dio sus últimos pasos el poeta Heberto Padilla.
Lejos de La Habana y de Miami.
En un jardín en el que no pastan los héroes.
Fuera del juego.



Florala

¿Qué puedo hacer ante esa bandera derrotada que insiste en ponerse de pie?
Un trapo con signos desconocidos no significan nada para mí.
Veo en esa vajilla tan delicada que sobrevivió a la Guerra Civil
las manos negras de los sirvientes
las manos blancas de los malvados
las manos negras de los sirvientes malvados
las manos blancas, negras, verdes, arcoíris, azules, amarillas; las manos de los perdedores y los vencedores, de los inquietos y los taciturnos, de los pusilánimes y convencidos. De los de aquí, y de esos que están allá. De los que usaban guantes, y de los que no.

Miro la vajilla y pregunto por el precio de esas tacitas con borde de oro.

Son frágiles.



Florida

La eterna juventud se detiene ante el rayo. El idioma antiguo resiste esa palma que lucha contra el tiempo. Ponce de León no espera el juicio. No huyas. El huracán se anuncia.



Miami

Odiada por la izquierda latinoamericana,
subestimada por los eurocentristas
azotada por la humedad y los mosquitos del verano.

Los brazos están abiertos y congestionados
como las autopistas.

Para conocerla no es conveniente 
observarla o recorrerla,
sino escucharla.

Los ritmos, los acentos, las preguntas, las imprecaciones.
El ruido de los motores, el canto de algún gallo que se escapa, los golpes de un conguero nostálgico.

Aquí casi todos vienen de otros lugares 
buscando un sonido
semejante a la libertad.



Key West

Elizabeth Bishop escribió poemas que todavía aguantan el calor y el tiempo.
 
Hemingway también tuvo una casa aquí.
Quizás no conoció a ningún viejo cerca del mar.
 
Cintio Vitier nació en este sitio, pero nunca regresó
y siempre le dijo hueso al hueso 
                                    cayo al cayo,
                          y tuvo que hacer lo que ordenó el César.
 
No hay tiempo durante esta brisa literaria porque todos estamos apurados
haciendo la fila para tomarnos la foto
en ese lugar golpeado por las olas
donde se marcan las noventa millas.



Homosassa

Repiten el viaje con la histórica precisión de su especie.

La destreza de nadar por estos claros ríos fue olvidada.

Cuentan que los marineros de otros tiempos,
los que hicieron la travesía sin el calor de sus mujeres,
saltaron al agua confundidos.



Fábula del pavorreal y las pitones

El canto invade las ramas y los techos en las madrugadas.
Para algunos es un ruido que perturba la tranquilidad de sus televisores encendidos.
No comprenden la danza del cortejo azul y verde, no los deslumbra, ni les hace retirar la mirada de sus pantallitas.
Nadie sabe cuando llegó el primer pavorreal, o si vino volando.
Los distraídos creen que estos animales nacieron en este lugar, los furibundos saben que no es así.
Ese es el argumento para no seguir protegiéndolos.
 
Las serpientes no pueden volar, su mala fama está escrita en las páginas del Génesis.
Las pitones que están en los Everglades se enrollan en sus presas y van apretando lentamente hasta matarlas, pero no las aplastan.
Simplemente presionan en las costillas y los pulmones para cerrar el paso del aire.
Nadie cree que las pitones hayan nacido aquí. Nadie sabe cuando llegó la primera de ellas.
Pero todos aseguran que no vinieron arrastrándose.
 
Los pavorreales y las pitones huyen 
                                                                        de los turistas que persiguen la foto de postal
                                                                        de los periodistas a la caza del escándalo
de quienes imponen nuevos pronombres.



LatiNO (Divertimento)

No soy borracho, no como picante, no veo telenovelas, no doy lástima.
No boxeo ni bailo. No me quejo.

No soy una fiesta, no como chocolate, no prendo marihuana, no doy asco. No peleo ni caigo. No muerdo.

No soy jornalero, no soy Latin Lover, no doy abrazos. No golpeo ni salgo. No invento.

No envuelvo comida en hojas de plátano, no me sacrifico, no vengo huyendo ni tampoco saliendo.

No monto bicicleta ni tampoco caballo, no me martirizo, no vengo corriendo ni tampoco mintiendo.

No camino con ritmo ni tampoco timo, pero cocino cuando hay lino.

No tengo huracanes, ni tampoco volcanes, tampoco vuelo como los gavilanes.

Ni soy populista, ni comunista, ni guerrillero, ni maraquero.

Zapata mata la garrapata que se derrapa entre tus patas.

Chávez el activista y el boxeador, el supermarket y el dictador.

No uso la piña en la cabeza, ni voy a exceso de velocidad.

No soy bolero, ni trovador, tampoco rapero, ni improvisador.



Futuro Supermarket

Una tumba con vista al mar
oculta entre los árboles que no muestran sus frutos.

La casa construida dando la espalda al cementerio.
Allí viven los críticos literarios:
silenciosos como las aves de corral,
lentos como los caimanes escondidos en el lodazal.

Las lagartijas corren apresuradas 
en la misma ruta que antes tomaron los dinosaurios. 



Una manzana perdida

No leerás New York.
O escucharás que diga Nueva Yooorrrr.
Porque aquí no escribe Whitman, ni Lorca, ni Angelou.
Nadie me mira desde abajo porque no quise ser un rascacielos;
ni leer desde los estrados, con la certeza como compañía.
Cada vez que te sientas importante
quítate uno de esos zapatos que desconocen
The Road Not Taken.



(Talla de Agua)

Declaración de principios

Aunque te abrigues, y vuelvas a leer debajo de una lámpara,
no encontrarás ni un poema con la palabra nieve.



Mi voz desaparece en tu espalda 

este eclipse de las piedras 
no me despierta 

estoy atado a un árbol
creo que podré protegerme 

el pez muerde la mano y comprendo



La quebrada y sus ruidos 

son una forma del abismo 



los que habitan la tierra en que nací 

no soportan el silencio             

no puedo escapar
a las palabras de la noche 



Impide que las raíces te detengan

no te apiades de la tierra que conoce la sal 

enséñame la historia 
camina sobre mis guijarros 

pronuncia todos los nombres del caballo 



Desaparecen quienes reconocen

que la arena estará siempre por encima de la hierba 



Juego con la fruta caída

olvido morderla 

creo que siempre permanecerá en mis manos 
y podré impedir que alguna vez se pudra 



Me acerco a los anillos de los árboles 

traduzco con mis manos cada sonido 

convierto los ojos en inútiles mapas



No encuentras las pisadas anteriores

ni el rastro del que hablaron tus abuelos 

subes o desciendes sin saber 
que estás en el atajo del odio



© Imagen de portada: Douglas Gómez Barrueta.




Sobre el autor:
Douglas Gómez Barrueta (Caracas, 1974). Tiene publicada Talla de agua (Editorial Eclepsidra, Caracas, 2013). Forma parte de las antologías Jamming. 102 poetas (Oscar Todtmann Editores, Caracas, 2014), La floresta interminable. Poetas de Miami (Editorial ArtesMiami, 2019), Escritorxs salvajes (Editorial Hypermedia, 2019), Ecos urbanos. Literatura contemporánea en español en Estados Unidos (Hostos Community College of CUNY, 2019). Su manuscrito “Los pasos del puente” fue una de las obras finalistas del Premio Paz de Poesía 2022, convocado por la feria del libro de Miami y The National Poetry Series de Estados Unidos. 




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Poemas

José Miguel Navas

Corrí al ave / bello animal mecánico / leche desnatada
subí al monstruo que me llevaría al cielo
revisé mis hormonas / escribí un diario 
soy niña / mestiza / des binaria / escuela / bruja / sudaca