La policía aprovechaba la ausencia de Reinaldo Arenas para desaparecerme asesinado de alguna forma.
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La larga noche vienesa
La noche a la que se refería Reinaldo Arenas era la muerte, entre otras cosas. Yo no debo morir, no espero morir ahora; pero también se me acumulan emociones y certezas mientras siento que la noche vienesa va a caerme encima en cualquier momento.
Otra vez Stalin
Las peripecias disidentes de Reinaldo Arenas, que parecían pendular entre la ágil comicidad de un Buster Keaton y la tragedia ejemplar de algún mítico héroe griego, marcan el agónico territorio del intelectual cubano pos-1959: la sujeción totalitaria.
Tomás Fernández Robaina: “Yo eso no lo puedo olvidar”
Tomás Fernández Robaina acaba de cumplir ochenta años. En julio de 2003 tuve la oportunidad de entrevistarlo. Hablamos de su trabajo en la Biblioteca Nacional, de su amistad con Reinaldo Arenas, de la Organización Nacional de Entendidos (ONE) , y de otros temas. Comparto con los lectores de “Fiebre de Archivo” aquella conversación.
La tribu y sus muertos
La actividad creativa y vital de Reinaldo Arenas en New York solo es comparable en la historia cubana con la de otro exiliado: José Martí, durante los quince años que residió en la ciudad insomne.
#RetoAfricano: Que trine Mariela Castro
La ropa es afeite y es disfraz. De ahí su carga política. Cómo, cuándo y por qué nos disfrazamos no son preguntas vanas. Como si se hubiera propuesto encarnar al personaje del cuento de Reinaldo Arenas, “Que trine Eva”, Mariela Castro aparece con un turbante y unos pendientes de argolla en dos selfies que subió a su página oficial de Facebook el pasado 20 de mayo.
La Generación Mariel en imágenes
Imágenes inéditas con fotos personales de miembros de la Generación Mariel, dedicatorias de libros y copias de las páginas originales de los trabalenguas de Reinaldo Arenas, y más.
A partir de Manhattan
En 1978, mientras Enrique Lihn flaneaba por Manhattan, Manuel Puig también daba vueltas por la isla neoyorquina, quejándose de la insularidad que significaba ser autor latinoamericano en tierra anglo. Por esos mismos años Reinaldo Arenas llegaría a Nueva York y moriría ahí mismo, culpa del sida. Y fue en Manhattan donde Néstor Sánchez se convirtió en un vagabundo que escribía con la mano izquierda.
Nunca te alíes con los guardianes
La muerte tiene esa expresión de éxtasis religioso de un ser humano a punto de mamársela a otro. La espiritualidad como forma de erotismo. Lo que está muy bien en relación con esta novela de Reinaldo Arenas, El color del verano. Pura vitalidad, vida desatada.
Soñar arena
Todo en Reinaldo Arenas es risa y horror, ternura y tedio, desprecio y delicadeza. Por eso es tan grande ese guajirito nacido en un cagadero en Holguín. Y por eso son tan mediocres los demás escritores de su generación, títeres triunfadores que no serán recordados siquiera porque, de jovencitos, Reinaldo Arenas literalmente se los templó.