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Alberto Garrandés

Mejor no es callarse

No se defiende una idea, ni una Revolución que presume de su vigor y su estabilidad, con acosos, insultos, agentes que hostigan a mujeres, prisiones domiciliarias forzadas, calumnias. Ojalá las palabras se abran paso sin carros de la policía, ni detenciones, ni secuestros de teléfonos móviles, ni amenazas, ni violencia física.

Daniel Díaz Mantilla

Con argumentos, no con arrebatos de ira

Ayer 27 de enero se cruzó un límite que jamás debió haberse cruzado. No sé cómo alguien puede justificar la actitud pendenciera de un ministro y de una cuadrilla de altos funcionarios de ese ministerio, ante una decena de jóvenes. Yo pido que sean cesados de sus cargos.

Cirenaica Moreira

Carta de despedida para llegar a ninguna parte

En cada frase del gobierno percibo un tufo de segregación, como si nos tuvieran asco. Como si mirando por encima del hombro y la panza y la guayabera encartonada, por encima de sus perlas falsas, los cuellos cirrosos quisieran aplastarnos. Pero entonces no tendrían quien trabaje para ellos.

Carlos Lechuga

El ministro violento, el viceministro policía

Alpidio Alonso no es un poeta. Y los cuentos de Fernando Rojas nos los sabemos todos. Ya todo es a la cara. Hay muchos represores que no muestran el rostro. Pero estos policías del Ministerio de Cultura no van a tener dónde meterse. Pueden cortar el internet, quitar los teléfonos, golpear… Pero la verdad siempre saldrá. Ahora o mañana. El tiempo de los violentos se venció. Paz, pero no olvidaremos.

Julio Llópiz-Casal

Carta abierta al miedo

Hermano mío: claro que te perdono. Por supuesto que no estás hablando mierda, y tampoco es verdad que estas cosas no te interesen: eres cubano, estas cosas siempre serán asunto tuyo. Tienes razón en todo, pero me siento obligado rectificarte algo: el miedo en Cuba no es abstracto. El miedo en Cuba es muy concreto.

Héctor Antón

Un paseante a ras de suelo

La población tiene un miedo tal que ni siquiera maneja la opción de una manifestación pacífica, en la que no solo intervengan artistas, intelectuales o periodistas independientes. Una marcha de brazos caídos a lo Gandhi, por ejemplo. No es suficiente la cuota elevada de estrés motivada por medidas impopulares.