“Las sociedades basadas en un ideal terminan siendo deshumanizantes, mientras que las materialistas provocan la búsqueda de un ideal”. Es hora de subvertir toda lógica, dado que Dios ha muerto y el comunismo es un fantasma.
Narrativa
Por una cubanía sin caballeros
En sus discursos y conversaciones, a Fidel Castro le hicieron y él mismo hizo múltiples referencias sobre El Caballero de París. A cambio, como cortesía caballeril, José María López Lledín incorporó al Caballero de Birán a su itineraria indumentaria.
10 de octubre de 1968
No le llegó el permiso para viajar o para renunciar a su ciudadanía cubana, no podía estudiar lo que deseaba, y no podía, por más que lo hubiese intentado, sentir algo más que afecto por alguna mujer.
Nada cambió
Con un gran número de oportunidades, cualquier cosa extravagante, sucederá. Lo más improbablea priori, termina con la mayor probabilidad por el simple hecho de la repetición.
Dios ha muerto y no ha tenido un entierro común
¿Si el cristianismo es la prueba tácita del triunfo de la moral de los siervos sobre los amos, el comunismo debe ser una transmutación de esas ideas?
Un negro vestido de negro
De solo imaginar que imaginan que soy un escritor, mi cabeza pierde el control de mi cuerpo y parezco un muñeco sin cuerda.
Un circo macabro
Hay muchas maneras de contar la misma historia: desafiarme a mí misma, porque todos los caminos me conducirán a la peste.
Reos de Cuba
Del lujo de esa libertad lujuriosa brotó el regalo rabioso de la Revolución. La Revolución en mayúsculas que era ‘nuestra’ y no ‘comunista’, sino ‘humanista’. La Revolución que en 1959 decía no aspirar a nada, más allá de los derechos que ya disfrutábamos: educación, trabajo, comida, tranquilidad.
Revólver
Lo que más trabajo le dio fue conseguir que la considerara su discípula más aventajada en la Stasi, alguien en quien tuviera resonancia su lucha a muerte por la Causa.
Ku Klux Kuba
A sus abuelos ―nosotros― el régimen los chantajeaba de niños con que el KKK nos esperaba en Estados Unidos para lincharnos. Lo natural es, entonces, que hoy los nietos ―los nuestros― se disfracen indolentemente de ese mismo KKK. No sólo es lo natural, sino también lo marxista.