En abril de 2025, el popular youtuber mexicano Luisito Comunica (LC) visitó Cuba por primera vez y documentó su experiencia en una serie de videos publicados en sus plataformas digitales. Su viaje tuvo lugar en un contexto de profunda crisis sistémica, que afecta prácticamente todos los ámbitos de la vida cotidiana en la Isla. La cobertura fue descrita como un viaje “a décadas en el pasado” y abordó temas como la escasez crónica de alimentos, el colapso del transporte urbano, los prolongados apagones, el deterioro de servicios públicos esenciales como la salud, la telefonía, la conectividad digital y la infraestructura habitacional.
Con más de 44 millones de suscriptores en YouTube, 33 millones en Instagram y 18 millones en TikTok, LC posee una enorme capacidad de proyección. La plasticidad narrativa de sus reportajes —fáciles de adaptar y replicar en otros formatos mediáticos— lo convierte en una figura de alto impacto, cuyas crónicas viajeras funcionan como ventanas de acceso inmediato a paisajes diversos para una audiencia masiva de habla hispana. Sin embargo, la libertad con la que parece haber grabado en un contexto cerrado como Cuba —país donde persisten múltiples zonas de restricción a la captura digital y donde otros creadores de contenido, como la pareja de youtubers La Blue Kombi, han sido detenidos y deportados por actividades similares— generó sospechas y cuestionamientos entre los internautas.
Más allá de esta controversia, lo llamativo ha sido la intensa polarización que provocaron sus videos: mientras algunos usuarios consideran que ofreció un retrato honesto y accesible de la realidad cubana, otros critican la falta de contextualización política y denuncian una romantización de la precariedad, que invisibiliza las raíces estructurales de la crisis. Tras la avalancha de comentarios de cubanos en sus redes, Luisito debió hacer declaraciones puntuales pidiendo disculpas por su inexactitud a la hora de representar la realidad cubana, entre los valores tradicionales y la escasez actual:
Me rompe el corazón leer comentarios de cubanos diciéndome que nunca han podido probar algunos de los platillos que muestro en el video. De corazón, quiero pedir una disculpa por haber sido tan insensible al respecto. Mi única intención era enaltecer la cultura cubana, pero fallé al no mencionar que pueden ser cosas complicadas de conseguir.[1]


Captura de pantalla del comentario de una cubana al ver a LC probando comida tradicional de Cuba que muchos cubanos no pueden permitirse siquiera conocer. Fuente: TikTok, @LuisitoComunica (2025).
El Observatorio de Derechos Culturales examina en esta entrega la función propagandística y el potencial distorsionador que puede representar, para autocracias como la cubana, el peregrinaje de figuras públicas como LC. Este tipo de visitas no solo ofrecen una representación parcial y a menudo estetizada de la realidad, sino que también contribuyen a legitimar narrativas oficiales mientras diluyen otras interpretaciones más críticas. Asimismo, se plantea una reflexión en torno a la injusticia epistémica que emerge cuando una hegemonía cultural y mediática global se impone sobre las voces locales, desplazando a los verdaderos protagonistas y víctimas de los paisajes retratados.
De la pornomiseria a la exclusividad tropicalizada: visiones de una Cuba desconocida
LC no es el primer influencer que, desde sus propios intereses y criterios, interpreta y difunde una versión de la realidad cubana. En abril de 2024, por ejemplo, el crítico gastronómico alemán Tim Raue, conductor del programa Herr Raue reist! So schmeckt die Welt, viajó a Cuba y documentó una visión de la Isla centrada en la alta cocina orientada al turismo internacional, ignorando en gran medida las condiciones alimentarias reales que enfrentaba la población local. Otros, como @adventureelliotofficial (TikTok)[2] o Viajando con Dalmau (YouTube),[3] han intentado retratar perspectivas más cercanas al “cubano de a pie”.
Con peor “suerte” han corrido los creadores cubanos de contenido, quienes han enfrentado un entorno mucho más hostil y restrictivo. Es el caso de Hildina, youtuber con más de 100 000 suscriptores, quien fue detenida en marzo de 2023 —tras ser objeto de presiones por parte de la Seguridad del Estado— debido a sus videos sobre el día a día en Cuba. Otro antecedente significativo es el de Dina Stars, también youtuber, detenida en 2021 durante una transmisión en vivo, justo cuando ofrecía declaraciones a un medio de comunicación español. Más grave aún es el caso de la influencer cubana de 22 años Sulmira Martínez, en prisión desde enero de 2023, quien enfrenta una petición fiscal de 10 años de privación de libertad por haber realizado publicaciones críticas hacia el Gobierno en redes sociales.
Imagen de Sulmira Martínez en video durante su interrogatorio policial, elaborado por la Seguridad del Estado como parte de una campaña de descrédito nacional. Fuente: El Toque (2023).
La exposición de cualquier tema considerado de seguridad nacional (salud, alimentación educación, etc.) en plataformas abiertas puede ser criminalizado por las autoridades cubanas como “propaganda enemiga”, según el aparato legal desarrollado en los últimos cuatro años; sobre todo en respuesta a la cobertura en vivo de las manifestaciones ciudadanas del 11J-2021. Para limpiar el descrédito que el 11J representó para su imagen, el Gobierno ha movilizado, a partir de testaferros y agencias clientelistas, a caras jóvenes extranjeras que (re)narren una realidad más conveniente a sus designios. En 2023, un grupo de influencers, donde destacaban Marina Rivers, Jorge Cyrus y las Twin Melodys, viajaron a Cuba —comisionados por la agencia de viajes Enjoy Travel Group— para promover el país como destino turístico para su audiencia joven. Un año más tarde se repitió la estrategia, esta vez con actores de espectáculos televisivos como Gran Hermano, Master Chef Celebrity, Got Talent, Idol Kids, Sálvame y Aída.[4]
Imagen de las influencers Twinmelody en la Habana Vieja. Fuente: IG, @twinmelody (2025).
El uso de ‘influencers’ como nueva táctica de internacionalización autocrática
En autocracias latinoamericanas como Venezuela, Nicaragua o Cuba, existen registros que confirman la construcción/instrumentalización de agentes de opinión para proyectar una fachada de normalidad, sea esta creíble o no. Respecto a Nicaragua, se denuncia el relleno premeditado del espacio digital con contenido anodino: desafíos virales, humor y estilos de vida, dilatando el ecosistema informativo y silenciando de facto la grave crisis sociopolítica que atraviesa el país. A cambio, el régimen les provee visibilidad, patrocinios y plataformas, que serían inaccesibles para voces críticas en un entorno controlado.[5]
Tratándose de Cuba, Miguel Díaz-Canel ha sido activo en recurrir a espacios modernos buscando captar la audiencia juvenil, por ejemplo: participando en cuentas de TikTok de jóvenes visitantes identificados con la ideología de izquierda. Además, desde el año pasado mantiene una cuenta de podcast en YouTube: “Desde la Presidencia”, donde supuestamente debate o reflexiona sobre temas polémicos dentro de la crisis generada por su propia administración. Estos materiales buscan restar capital simbólico y credibilidad a discusiones fuera de sus predios; mientras muestran una imagen “humanista” y “tolerante”, “a pie de calle” de un gobierno en crisis de legitimidad.
Miguel Díaz-Canel, junto a voceros oficialistas, durante el rodaje del podcast “Desde la Presidencia”. Fuente: YouTube (2024).
En paralelo, se ha optado por una técnica más represiva y de persecución, a partir de cuentas anónimas y ejércitos de cibernautas falsos recreados en la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), para generar un fluido de opinión orgánico a estos materiales gubernamentales. En 2023, por ejemplo, Meta desactivó 363 cuentas, 270 páginas y 229 grupos de Facebook, y 72 de Instagram, abarcando otros sitios cubanos de YouTube, TikTok y entonces Twitter. Un caso relevante también es DeZurdaTeam, una supuesta comunidad virtual articulada en 2021, que tiene como objetivo “decir la verdad de Cuba” en redes sociales y apoyar “a los hermanos venezolanos y sandinistas”, refiriéndose específicamente a los regímenes de Nicolás Maduro y Daniel Ortega.[6]
Portada @DeZurdaTeam. Fuente: X (2025).
Aún más atractivos resultan los creadores de contenido extranjeros, una influencia refrescante y menos autorreferencial, con mayor puntaje internacional. Entre sus principales ventajas se encuentran:
- Alcance masivo y credibilidad entre jóvenes: La cercanía que youtubers y tiktokers son capaces de garantizar a su público es de difícil competencia para medios oficiales: los seguidores los perciben como personas auténticas y no como portavoces gubernamentales. Saltar la barrera de la suspicacia política es primordial para la reinvención autocrática, más aún si viene sin costos diplomáticos evidentes.
- Narrativa simplificada y emocional: Los creadores de contenido basan gran parte de su comunicación en historias personales, anécdotas y reacciones emocionales. Esto humaniza el objetivo y diluye un análisis crítico, despolitiza y simplifica la aproximación. Véase, por ejemplo, influencers de visita en Chernobil o en Corea del Norte, donde incluso la crítica a un evento o régimen llega a ser atractivamente morbosa, sin una revisión más profunda de la violación de los derechos humanos.
- Prediseño sutil del contenido: En autocracias con una custodia de las estadísticas oficiales, invitados por la anuencia oficial replican un itinerario curado. Este ha sido el caso de numerosas delegaciones culturales o políticas a autocracias como la cubana, con destinos preseleccionados vs. prohibición de visitar espacios o figuras polémicas. En el caso de Cuba, la facilidad con que Luisito recorrió sitios críticos (colas de gasolina, barrios humildes, fábricas estatales) sugiere que hubo una tolerancia gubernamental calculada.
Las ventajas de esta contranarrativa, más dinámica, moderna y expandida, no dejan de evitar la evidencia cómplice en lo que muchos han llamado “propagandismo involuntario”. Países como los mencionados, así como China y Rusia, organizan cada año visitas guiadas en el marco de eventos oficiales; para cortejar a visitantes occidentales como académicos, periodistas, influencers o decisores de organismos internacionales; en programas estrictamente diseñados y con acompañamiento selectivo. Un ejemplo interesante en este sentido fue la invitación oficial del gobierno norcoreano a corredores occidentales para participar en un maratón internacional, donde varios influencers tomaron parte en lo que —comentaron— fue una visita muy custodiada y plagada de prohibiciones. Un giro inusitado se dio a conocer la semana pasada, sin embargo. Dada la liberación de contenido no permitido, una vez que los influencers regresaron a sus lugares de residencia, Corea del Norte canceló los visados de próximos visitantes extranjeros, incluso algunos ya entregados.[7]
Youtuber danés “Adventure Jones”. Fuente: YouTube (2025).
Luisito Comunica en Cuba y los beneficios para una autocracia aislacionista
El primer video sobre Cuba subido por LC a su cuenta, titulado “Así es Cuba: un país atrapado en el pasado”, superó en menos de dos días los 6 millones de vistas y generó un intenso debate en plataformas como Instagram y X. Mientras que una parte significativa de la audiencia celebró su trabajo, donde destacaron mensajes de agradecimiento de cubanos “por su valentía”, también fue blanco de críticas en las redes. Se le adjudicó, por ejemplo, tener una lectura tendenciosa e inacabada, así como su mención al embargo estadounidense como una de las justificaciones principales, un “blanqueo” de la responsabilidad del Gobierno. Ante críticas por mostrar a ratos una realidad cubana descrita como “maquillada”, medios progubernamentales como CubaInformación y cuentas oficialistas que lo siguen, defendieron al creador por su visión afirmando que “[…] en Cuba nadie obliga al visitante a apoyar la Revolución”.[8] El discurso oficial tomó también la oportunidad para criminalizar criterios revisores afirmando que el youtuber fue “atacado” y “calumniado” durante el natural debate en redes: “Así actúa la contra: presiona y acosa a quienes eligen visitar la isla”.[9]
La reacción oficialista muestra otro ángulo del mismo fenómeno: el Gobierno cubano y sus simpatizantes internacionalistas encontraron útil la visita de LC, enfatizando aquellos elementos de su testimonio que pintan a Cuba como un país normal donde un extranjero puede moverse libremente y utilizando las críticas de la audiencia “desde Miami” para reivindicar una supuesta persecución.
Este caso trasciende la anécdota individual y pone sobre la mesa un aspecto moderno de la dominación: la capacidad de los influencers para visibilizar países o conflictos y cómo los gobiernos pueden tratar de aprovechar esa influencia. En la era de YouTube, TikTok, Instagram, X o Reddit, las nuevas generaciones acuden al lenguaje de las redes y apuestan por la confiabilidad de su contenido para formarse criterios culturales, pero también políticos. Ante un lenguaje curioso y casi etnográfico —donde el youtuber afirma que las calles de Cuba son seguras y la miseria se muestra casi pintoresca—, su visita carismática, quiéralo o no LC, humaniza y normaliza la percepción externa del país a la vez que ofrece un puente de diálogo con el mensaje oficial.
Luisito Comunica mostrando una bodega cubana recién remozada. Fuente: CubaHerald (2025).
Voces locales desplazadas y justicia epistémica: una reflexión final
Consciente o no del efecto de su trabajo, casos como el de LC en Cuba requieren una discusión sobre la injusticia epistémica a la que están sometidas las sociedades en contextos cerrados. En autocracias, la distribución de los recursos, derechos y capacidades relacionadas con el conocimiento están determinadas por el control del Estado y la falta de agencia social de sus subordinados. Cualquier interacción con un paisaje así minado estará expuesto a la crítica. ¿Quién puede producir conocimiento e información? ¿Quién es escuchado vs. silenciado en procesos de interpretación y representación cultural? Hoy más que nunca se impone reubicar la voz y el protagonismo en los grupos sociales históricamente marginados o subalternizados.
En Cuba, la ironía casi malinchista está expuesta: un Gobierno que se vende como crítico de la poscolonialidad debe reclutar agentes extranjeros para representar su propia realidad, bajo temor y desconfianza hacia sus nacionales. El régimen incurre en una injusticia testimonial, desvalorizando la historia de vida de sus congéneres por prejuicios políticos. Por su parte, los influencers que llegan a Cuba repiten esta injusticia ya hermenéutica, desde el privilegio de recursos, garantías y status que los propios cubanos no disfrutan. En una distribución tan desigual de significado sobra la duda en torno al voluntarismo porque la revisión es más amplia, sistémica.
Más allá de la disparidad implícita, y aún en el mayor cuidado de no incurrir en apropiaciones superficiales, influencers como LC no pueden evitar juicios de credibilidad, como al final se impone en su propia disculpa. Mostrar y degustar platos cubanos tradicionales que los cubanos rara vez ven, visitar temporalmente la miseria explícita en ruinas abandonadas y hablar con sus habitantes, aunque pueda resultar loable, carga el doble estigma de alcanzar hacer algo que a los otros les está prohibido y por lo que, incluso, son condenados. LC no buscó trivializar el sufrimiento cubano; de hecho, brindó plataforma a voces locales en sus entrevistas. Sin embargo, esto no logra despejar los conflictos de un contexto sociocultural como el cubano, plagado por décadas de subalternidades frente a la dominación autoritaria.
El ODC advierte sobre las complejas dinámicas que surgen cuando un influencer global se adentra en un contexto autoritario. Llama a guardar el genuino interés y a respetar con ética la seguridad de los individuos con los que interactúa, sus imágenes, condiciones e historias de vida. El ODC señala la conveniente plasticidad del turismo digital, del que LC es exponente, para apoderarse de representaciones ajenas con el interés de monetizar con las experiencias de otros. Subraya, además, el peligro de captaciones convenientes de agentes de opinión para los intereses autocráticos, en un mundo cada vez más transnacionalizado, polarizado y expoliativo.
Notas:
[1] https://www.tiktok.com/@luisitocomunica/video/7507111971498593544.
[2] https://www.tiktok.com/@adventureelliotofficial/video/7501679698322230558?is_from_webapp=1&sender_device=pc&web_id=7506040297441248790.
[3] https://www.youtube.com/watch?v=7m9phrEeyHM.
[4] Para ampliar más sobre esta visita y nuestro análisis, cfr. “Artistas peregrinos a Cuba. Kitsch, negocio y silencio”, en https://hypermediamagazine.com/sociedad/artistas-peregrinos-a-cuba-kitsch-negocio-y-silencio/.
[5] https://republica18.com/ahora/45338-influencers-dictadura-falsa-normalidad/#:~:text=Aunque%C2%A0Nicaragua%20lleva%20los%20%C3%BAltimos%20seis,uno%20que%20otro%20tiktok%20humor%C3%ADstico.
[6] https://www.yucabyte.org/2022/01/04/zurda/.
[7] https://www.deseret.com/politics/2025/05/20/north-korea-closes-borders-to-influencers-why/.
[8] https://www.cubainformacion.tv/especiales/20250509/115560/115560-luisito-comunica-libertad-en-cuba-acoso-en-miami#:~:text=Y%20frente%20a%20ello%2C%20las,por%20contra%2C%20es%20obligatorio%20denostarla.
[9] Ídem.

“Frente a Trump, León XIV será un papa contra el americanismo”, una conversación con Pasquale Annicchino
Por Gilles Gressani
«Si la Iglesia buscaba un escudo frente a Trump, el que ofrece hoy un papa estadounidense es una oportunidad única».