Chantaje nuclear

El pasado 30 de septiembre, en su discurso de anuncio y celebración de la ilegal anexión de territorios ucranianos, el presidente ruso, Vladimir Putin, no amenazó a Ucrania con un ataque nuclear inmediato para detener sus contraofensivas en la región ocupada por Rusia. 

Asombrosamente, esto se producía en el preciso momento en que cientos de efectivos rusos habían sido cercados por completo en la ciudad de Lyman, provincia de Lugansk, donde corrían el triste destino de ser aniquilados o capturados prisioneros. Pero esta disparidad tan sombría entre lo que sucede en realidad en el campo de batalla y lo que Rusia pretende mostrar al mundo confirma que sus dirigentes son tan ineptos, tan ilusos o tan criminales que les importa un bledo el sufrimiento y destino de sus soldados y de su propio pueblo.

Al parecer, todo indica que Putin aceleró los planes de la anexión para congelar la guerra a lo largo de las líneas de los frentes actuales y comprar tiempo para reconstituir las fuerzas rusas. Sin embargo, dicha anexión no significa que este haya abandonado por un objetivo menor su objetivo declarado de destruir el Estado ucraniano. De hecho, si la anexión de la Ucrania ocupada logra estabilizar el conflicto a lo largo de nuevas líneas de frente, el Kremlin podría reconstituir sus fuerzas y renovar su invasión a Ucrania en los próximos años desde una posición de mayor fuerza y ventaja territorial.

Lo que Rusia pretende mostrar al mundo confirma que sus dirigentes son tan ineptos, tan ilusos o tan criminales que les importa un bledo el sufrimiento de su propio pueblo.

Si bien su discurso sobre la anexión hizo varias referencias generales al uso nuclear, consistentes con su lenguaje pasado acerca del tema, evitó las amenazas directas. Más bien, aludió a la voluntad de Rusia de utilizar “todos los medios disponibles” para defender el territorio ruso reclamado.

Putin declaró que Estados Unidos ha sido el único país en el mundo en usar dos veces armas nucleares, destruyendo las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, lo cual sentó un precedente. Asimismo, tiró mano de las alusiones históricas, al afirmar que Estados Unidos y el Reino Unido destruyeron como demostración, sin necesidad militar, muchas ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial con el “único objetivo, al igual que en el caso de los bombardeos nucleares a Japón, de asustar a nuestro país y al mundo entero”, tratando de retratar a los Estados occidentales como el verdadero agresor.

El no articular ninguna nueva línea roja ni amenazar abiertamente con el uso de armas nucleares contra Ucrania si continúan sus contraofensivas, indica que el presidente ruso está tratando de forzar a Kiev a la mesa de negociaciones. Una anexión rusa buscaría presentar a Kiev un hecho consumado que impida las negociaciones sobre límites territoriales incluso para un alto el fuego, al afirmar que Rusia no discutirá el estado del territorio ruso —anexado ilegalmente a través de la conquista militar—; el mismo argumento que ha utilizado el Kremlin con respecto a Crimea desde 2014: 

Pedimos al régimen de Kiev que cese inmediatamente todo el fuego y las hostilidades y ponga fin a la guerra que inició en 2014 y regrese a la mesa de negociaciones. Estamos preparados para ello y lo hemos dicho varias veces. Pero la decisión de la gente en Donetsk, Lugansk, Zaporizhia y Kherson no la negociaremos. Esta elección se ha hecho y Rusia no la traicionará. 

Putin declaró que Estados Unidos y el Reino Unido destruyeron como demostración, sin necesidad militar, muchas ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial.

El llamado de Putin a las negociaciones y las amenazas nucleares implícitas están dirigidas tanto a Ucrania como a Occidente; con lo cual, probablemente, evalúe de modo incorrecto que su arriesgada política nuclear pueda llevar a Estados Unidos y a sus aliados a presionar a Ucrania para que negocie. 

Sin embargo, Kiev y sus aliados internacionales han dejado claro que no aceptarán negociaciones a punta de pistola ni renunciarán al derecho soberano de Ucrania a sus territorios. Incluso, el 20 de septiembre, Dmytro Kuleba, ministro del Instituto Ucraniano para el Estudio de la Guerra y el Proyecto de Amenazas Críticas 2022 de AEI, escribió: “Ucrania tiene todo el derecho de liberar sus territorios y seguirá liberándolos independientemente de lo que Rusia tenga que decir”.

Entonces, ¿cómo queda Putin y cuáles son las perspectivas reales para el empleo ruso de armas nucleares? Resulta muy difícil pronosticar el punto en el que Putin decidirá utilizarlas. Tal decisión será inherentemente personal, aunque las líneas rojas que ha declarado para su uso ya han sido cruzadas varias veces en esta guerra, sin que haya habido ninguna escalada nuclear rusa. De hecho, las incursiones transfronterizas ucranianas en la provincia rusa de Belgorod al noreste de Jarkov y los ataques contra la Crimea ocupada por Rusia, podrían cumplir con el umbral declarado para el uso nuclear del Kremlin por “agresión contra la Federación Rusa con el uso de armas convencionales cuando la existencia misma del Estado está en peligro”. 

Kiev y sus aliados internacionales han dejado claro que no aceptarán negociaciones a punta de pistola ni renunciarán al derecho soberano de Ucrania a sus territorios.

Putin, una y otra vez, ha clasificado a Ucrania como una amenaza existencial para la soberanía rusa desde el comienzo de su invasión a gran escala. Así, por ejemplo, el 24 de febrero de este año, declaró que: “Para nuestro país, es una cuestión de vida o muerte, una cuestión de nuestro futuro histórico como nación. […] No es solo una amenaza muy real para nuestros intereses, sino para la existencia misma de nuestro Estado y para su soberanía. Es la línea roja de la que hemos hablado en numerosas ocasiones”. 

Sin embargo, la doctrina nuclear formal rusa, evidentemente, no es un factor decisivo para él, quien, según los informes, ha estado microgestionando esta guerra hasta el nivel operativo. Más bien, el presidente ruso ha puesto en marcha dos medios principales que no son de uso nuclear a través de los cuales intenta lograr sus objetivos: la movilización parcial para reemplazar las pérdidas rusas y las presiones energéticas invernales sobre Europa para disuadir su apoyo. Incluso, es probable que apueste por una estabilización de las posiciones rusas y el congelamiento temporal del conflicto a partir de la movilización en curso de Rusia. 

Pero esta estrategia no debe tener mucho éxito: apresurar a miles de hombres no entrenados y desmotivados al frente de batalla no aumentará significativamente el poder de combate ruso, sobre todo en lugares como la provincia occidental de Lugansk, donde las contraofensivas ucranianas están haciendo progresos significativos. 

Apresurar a miles de hombres no entrenados y desmotivados al frente de batalla no aumentará significativamente el poder de combate ruso.

Putin pretende que la reducción de las exportaciones de gas natural a Europa rompa el consenso occidental sobre el apoyo a Kiev y limite la ayuda militar occidental a las fuerzas ucranianas. No obstante, esto también es poco probable que tenga éxito, pues, si bien Europa está en un invierno frío y difícil, los líderes de la OTAN y los Estados europeos no pertenecientes a esta no han vacilado en su apoyo a la soberanía ucraniana, pudiendo aumentarlo a la luz de la anexión ilegal de Rusia, a pesar de los costos económicos. Incluso, ya es sabido que varios Estados europeos están encontrando alternativas a la energía rusa y probablemente estarán mucho más preparados para el invierno de 2023. 

Es difícil evaluar qué indicadores utilizará Putin para evaluar el éxito de cualquiera de los dos esfuerzos. Pero ambos llevarán un tiempo considerable para dar frutos o para fracasar; tiempo que el presidente ruso tomará antes de considerar una escalada nuclear. Teniendo en cuenta que Rusia, quizás, necesitaría usar múltiples armas nucleares tácticas en Ucrania para congelar las líneas del frente y detener las contraofensivas ucranianas, el efecto operativo tendría que superar los muy altos costos de la posible represalia de la OTAN. 

Es cierto que Putin podría intentar un ataque terrorista nuclear contra uno o más centros importantes de población ucranianos o infraestructura crítica para tratar de obligar a Ucrania a su rendición o para que Occidente corte su ayuda a Kiev. Sin embargo, es muy poco probable que tales ataques dobleguen a Ucrania o a Occidente: los ucranianos han demostrado repetidamente su voluntad de continuar luchando y los Estados occidentales no van a sentar semejante precedente. Serían apuestas que, históricamente, Putin se ha negado a tomar hasta el momento. 

El uso nuclear ruso sería una apuesta masiva por ganancias limitadas que no lograrían los objetivos de guerra declarados por Putin.

Ahora bien, si Putin, en su desesperación y locura, decidiera emplear las armas nucleares para cambiar el entorno operativo, tendría dos opciones principales: 1. atacar líneas terrestres ucranianas clave de nudos de comunicación y centros de comando para paralizar las operaciones ofensivas ucranianas; 2. atacar las principales concentraciones de fuerzas ucranianas cerca de la línea de contacto. Pero una sola arma nuclear no sería decisiva contra ninguno de estos conjuntos de objetivos. 

Por tanto, el uso nuclear ruso sería una apuesta masiva por ganancias limitadas que no lograrían los objetivos de guerra declarados por Putin. En el mejor de los casos, congelaría las líneas del frente en sus posiciones actuales y permitiría al Kremlin preservar su territorio ocupado en Ucrania, si bien no permitiría a las ofensivas rusas capturar la totalidad de Ucrania —el objetivo original del Kremlin para su invasión de febrero de 2022. 

La doctrina militar de Rusia exige que las Fuerzas Armadas rusas puedan luchar eficazmente en un campo de batalla nuclear y el uso doctrinal “correcto” de las armas nucleares tácticas implicaría ataques para perforar agujeros en las líneas ucranianas, lo que permitiría a las unidades mecanizadas rusas llevar a cabo una ofensiva inmediata a través del área objetivo y penetrar profundamente en las retaguardias traseras ucranianas. 

Las fuerzas rusas degradadas y desmoralizadas que actualmente operan en Ucrania no pueden llevar a cabo operaciones ofensivas efectivas ni siquiera en un entorno no nuclear.

Sin embargo, las fuerzas rusas degradadas y desmoralizadas que actualmente operan en Ucrania no pueden llevar a cabo operaciones ofensivas efectivas ni siquiera en un entorno no nuclear. Por tanto, serían incapaces de operar en un campo de batalla nuclear. 

Los reemplazos recién movilizados a las líneas del frente con menos de una semana de entrenamiento no tendrían el equipo, el entrenamiento y la moral necesaria para llevar a cabo operaciones ofensivas después del uso nuclear. Además, es probable entonces que la OTAN responda a esto con ataques convencionales contra las posiciones rusas allí. El uso ruso de múltiples armas solo aumentaría la probabilidad y la escala de una respuesta convencional occidental. 

Es por ello que, cuanto más seguro esté Putin de que el uso nuclear no logrará efectos decisivos, sino que atraerá una intervención militar convencional occidental directa en el conflicto, menos probable es que lleve a cabo un ataque nuclear.

Pero lo más asombroso de todos los innumerables errores cometidos por la dictadura de Putin, desde embarcarse en librar una guerra contra un enemigo que lo ha derrotado en el terreno, es continuar ignorando la abismal superioridad militar no ya de la OTAN, sino concretamente de Estados Unidos.

Ni un satélite ruso quedará en pie. Cero comunicaciones, cero GPS, cero guiados satelitales de misiles.

¿Cómo puede un individuo que se cree heredero de Pedro el Grande ser tan imbécil de no percatarse de que, desde el momento en que emplee la primera arma nuclear táctica en Ucrania, la respuesta convencional de Estados Unidos será tan demoledora que no quedará un soldado ruso vivo en territorio ucraniano? 

Los jefes militares rusos saben bien que, una vez se haya cruzado esa raya roja, comenzará el desplome, quedándose ciegos, sordos y mudos de un plumazo. Ellos sí saben que la primera acción del Comando Espacial de Estados Unidos será el cumplimiento inmediato de su misión: “Llevar a cabo operaciones en, desde y a través del espacio para disuadir conflictos y, si es necesario, ultimar agresiones, brindar capacidad de combate espacial para la fuerza conjunta/combinada y defender los intereses vitales de los Estados Unidos junto con sus aliados y socios”.

Ni un satélite ruso quedará en pie. Cero comunicaciones, cero GPS, cero guiados satelitales de misiles. Y todo esto sucederá sin afectar en absoluto la “existencia de Rusia como nación”. ¿Se atreverá el nuevo Zar, ciego, sordo y mudo, a escalar el conflicto a guerra total nuclear?

El botón rojo que iniciaría la guerra total nuclear tiene dos códigos diferentes: uno del presidente y otro del ministro de las Fuerzas Armadas. Ninguno de los dos puede iniciar la guerra si no coinciden. ¿Estarán estos personajes y sus círculos más cercanos dispuestos a perder sus palacios alrededor del mundo y sus exuberantes yates de centenares de millones de dólares con tal de conservar la pulverizada ciudad de Mariupol? No lo creo.




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David contra Goliat

Rafael del Pino

Ucrania depende de Occidente para obtener apoyo, pero es el resto del mundo el que depende de Ucraniapara detener la agresión que se extenderá fuera de esta región si no llega a contenerse.